Ella, la única mujer entre tres varones. Y además, la que había estado desde el día uno. Belén Etchart llegó al último programa de Gran Hermano 2015 junto a Francisco Delgado, Matías Schrank y Mariano Berón. De las cuatro, solo ella cumplió a rajatabla con los 155 días de encierro. Quedó tercera: el premio fue para Delgado. Pero la gloria fue toda suya.
Con un estilo muy marcado, algo tímida pero siempre auténtica, Belén tenía 22 años y muchos sueños por cumplir cuando entró a la Casa. Venía con una carrera en ascenso como modelo y entendió que esa exposición televisiva le daría el espaldarazo necesario para terminar de reinsertarse en el mundo artístico. Fue azafata de Guido Kaczka e hizo teatro en Mar del Plata y Carlos Paz con Fede Bal, Laurita Fernández y Osvaldo Laport, entre otros. Sin embargo, de un día para el otro decidió dar un paso al costado.
De esa manera pudo reencontrarse con su esencia. Etchart había crecido en una familia cristiana, practicante. Y cuando todo llegó a su fin, se aferró a la fe para no desplomarse. Había estudiado Diseño de Indumentaria. Su actualidad está vinculada a su profesión y también a la literatura.
—¿Qué recuerdo tenés de tu paso por Gran Hermano?
—Muy lindo. Un recuerdo alegre. Al principio lo viví con mucho nervios por esto que decís: fui la primera, la que inauguré la casa. Pero enseguida me fui relajando y me divertí mucho. Las sensaciones, hoy, a la distancia, son positivas. Y no me arrepiento de nada.
—¿Por qué quisiste entrar a la Casa? ¿Qué fuiste a buscar?
—El casting me llegó en un momento en el que estaba buscando una posibilidad laboral artística. Te diría que fue en el momento justo. Venía de muchos castings y trabajos como modelo, y después me metí a estudiar actuación. Así que cuando salí del reality tuve la posibilidad de trabajar con Laport, Sebastián Almada y gente muy bella de la que me llevé el aprendizaje más hermoso. Fue un hermosísima experiencia.
—Tras la salida hiciste teatro y parecías transitar un recorrido artístico. Pero de un día para el otro, eso se cortó.¿Qué pasó?
—En la última experiencia laboral tuve un contratiempo extraño con el productor. Nunca se supo por qué de un día para el otro me bajaron de la obra. Fue muy turbio, muy raro, pero bueno... Prefiero no dar nombres ni nada por cuestiones legales. Después de eso no seguí estudiando actuación ni yendo a castings. Paralelamente a lo artístico yo me venía dedicando a la venta de indumentaria en el interior del país y se me abrieron varias puertas, gracias a Dios, para seguir por esa brecha. De alguna manera, ese episodio me llevó para otro lado.
—Siempre se habla de propuestas indecentes para las jóvenes que recién empiezan en el medio. ¿Viviste algo de eso?
—Sí, eso es algo que siempre se ve. Además, en mi caso venía desde los 17 años yendo a castings para publicidades, y a veces sentís que no te seleccionan porque hay ciertos acomodos o cosas que no se entienden. Lo que me pasa es que no tengo un carácter para aguantar eso. Así que me retiré. Siento que necesitás tener un carácter fuerte, tener la iniciativa para imponerte, porque sino, se hace difícil soportar todo eso. Hoy soy dueña de mi propio negocio y lo manejo yo.
—¿Te abrumó la exposición?
—No me abrumó. Sí es verdad que es medio extraño cuando salís y ver que te sigue tanta gente, preocupadísima por lo haces o dejás de hacer. Esa parte sí, me chocó bastante lo del fanatismo y cómo se obsesiona cierto público con las personas. Todo lo que fui en el reality fue verdad porque soy transparente en mi manera de vivir. Soy lo que se vio.
—¿Estás en pareja?
—Me propuse nunca más hablar de mi vida personal, ni de familia, públicamente. Mirá, si me llevé una enseñanza de Gran Hermano fue justamente eso: no mezclar el show con la vida real. Cuidar nuestra intimidad, que es lo más sagrado que tenemos.
—Te habías volcado a la literatura: empezaste a escribir. ¿En qué quedo todo eso?
—Siempre escribo, desde muy chiquita. Soy muy analítica y me encanta meditar, reflexionar. Cuando estoy inspirada leyendo, tengo claridad en mi interpretación, y escribo conclusiones hermosas que después se las comento a la gente que me rodea en momentos oportunos. Es bello y lo recomiendo: escribir reflexiones, aunque sea para uno o para los seres queridos. Te ayuda a desarrollar sabiduría.
—¿Volverías a entrar a Gran Hermano si se diera la oportunidad?
—No lo sé. No me arrepiento de haber estado, como te dije, pero a esta altura de mi vida... no lo sé. Creo que sucedió en el momento en que tenía que hacerlo, y lo hice. De todas maneras, vivo día a día.
—También tuviste un acercamiento a la religión.
—Me crie en una familia cristiana, con sus aciertos y desaciertos. Pero creo que la relación personal con Dios es día a día y va en crecimiento. Es inmenso el poder de Dios y el crecimiento que uno tiene dejándose guiar por Él, por lo que representa. No me limitaría a decir que ya lo conozco. Lo experimentó todos los días, cada mañana y momento a momento. Particularmente es una manera de vivir, de confiar, que hace bien a la cabeza y al alma.
—¿Cómo es tu vida hoy desde lo laboral?
—Estoy estudiando y dedicándome a intentar crecer en el interior del país. Muy agradecida y feliz. Sigo con el Diseño de Indumentaria y me estoy expandiendo en eso. Si Dios quiere el año que viene abro otro negocio en el sur. La marca viene muy bien y creciendo, eso me pone muy contenta.
—¿Seguís en contacto con alguno de los que fueron tus compañeros?
—Con el único que me hablo es con Mati Schrank. Lo amo: siempre que me llama estamos dos horas al teléfono. Tiene muchos valores y es un chico muy espiritual. Lo adoro.
—¿Estás viendo la edición actual de Gran Hermano? ¿Ves a alguno de los participantes parecidos a vos en la forma de jugar?
—Sí, estoy a full mirándolo. Me da vergüenza decirlo pero es el primer Gran Hermano que estoy mirando. Me gusta la dinámica, el reparto de participantes, es entretenido. Me identifico con Marcos, con eso que trasmite. Es mi jugador favorito. Creo que Alfa, Romina, y Marcos van a llegar hasta el final.
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