María Laura, la Cata, analiza su paso por Gran Hermano: el impacto del afuera, el reencuentro con su hija, las ganas de revancha

La participante repasa con autocrítica sus siete semanas en la casa más famosa del país. Las polémicas con Alfa, Holder y Martina, su vida de remadora y el perfil bajo del que se arrepiente

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La sonrisa de la Cata el día de su eliminación (Prensa Telefe)
La sonrisa de la Cata el día de su eliminación (Prensa Telefe)

A diez días de su salida de Gran Hermano, María Laura Cata Álvarez no consigue adaptarse al ritmo de la gran ciudad. Más allá de los protocolos del reality, por los que de a poco retoma el contacto con el afuera, a ella todo le resulta extraño. Nacida en Catamarca, radicada en Paraná, se pierde a menudo en los laberintos de Buenos Aires donde cada tanto la despabila el saludo de algún desconocido, el pedido de una foto, el consejo o crítica de los granhermanólogos anónimos. Y eso es algo a lo que también se tendrá que acostumbrar.

Su paso por la casa más famosa del país se caracterizó por un perfil bajo y una salida que sorprendió a muchos, tras una elección reñida con Daniela. El público la expulsó con el 53,8 de los votos, el porcentaje más bajo en lo que va de esta edición, y eso le da cierta satisfacción. El vaso medio lleno. Mientras sueña con volver al repechaje, que permitirá que dos eliminados reingresen al certamen, por ahora solo quiere volver a Paraná, reencontrarse con sus afectos y con la Cata que fue antes de que la conociera todo un país. Y recuperar el tiempo perdido con su hija Isabella, con su novia Sol y los amigos más cercanos, que la contuvieron y la abrazaron desde que puso un pie en el afuera.

En esta entrevista, la Cata va a analizar su estrategia desde una mirada autocrítica. “Mi familia me dice que no era yo la que estaba adentro y sí, me costó soltarme en muchas cosas”, admite quien entró a Gran Hermano con tres objetivos claros: terminar de pagar su casa, poner su propio local de peluquería canina y pagar el tratamiento de su hija, el motivo de su mudanza temporal a Paraná. “Tiene una enfermedad autoinmune y por suerte está controlada”, dice con alivio. Y aunque no se imagina con un futuro ligado a los medios, no descarta ninguna posibilidad. “Todo lo que sea para darle una mejor vida a mi hija, lo voy a pensar. Soy una remadora de toda la vida y voy a seguir siendo así”, asegura.

—¿Isabella entiende que ahora su mamá es famosa?

—Ella lo toma como un juego, es muy tímida. En la escuela le preguntaban por Gran Hermano, pero ella estaba en su mundo, no es que miraba la tele específicamente para ver a su mamá. Quizás no tiene noción de todo esto, o quizás no le da bolilla. Los chicos de hoy son más relajados con todo.

—Si bien tuviste muy perfil bajo y contaste pocas cosas de tu intimidad, hiciste ruido con las declaraciones sobre la relación con tu novia. ¿Te arrepentiste de haber contado eso?

—Lo que pasa adentro es que si bien sos consciente que estás en un programa y que hay cámaras por todos lados, a veces entrás en confianza, contás cosas como si habláramos entre amigos. Y por otro lado, realmente nunca nos imaginamos las repercusiones que tiene el programa, yo creía que cuando saliera me iba a tomar un colectivo tranquila y me iba a ir a Paraná. Pero bueno, en una de esas charlas surgió el tema, conté que mi novia es celosa y casi me manda a placa en la vida real (risas). Después lo hablamos, somos bastante celositas, compartimos todo juntas y está todo bien.

La eliminación de la Cata, en una reñida elección con Daniela (Telefe)

—También se criticó mucho a Romina por entrar en la casa y dejar a sus hijas afuera. ¿A vos te lo cuestionaron?

—Nos acompañamos mucho con Romi, porque ahí ya no están solo los sueños de uno, sino lo de los hijos también. Dejar a los hijos es difícil y yo la entiendo. Vengo de Catamarca donde hay mujeres que trabajan 15 a 20 días en las minas y durante ese tiempo no ven a los hijos. Y es tu trabajo o tu sueño, lo que fuera. Como mi hija es más grandecita, lo hablamos antes. Le dije que no me iba a poder ver ni hablar por un tiempo, ella estuvo de acuerdo y seguí para adelante.

—Otra polémica fuera de la casa surgió a partir de los dichos homofóbicos de algunos de tus excompañeros, como Holder o Martina. ¿Te sentiste observada o discriminada por tu elección sexual?

—Quien tiene comentarios homofóbicos es porque no entendió nada de la vida. Yo de estas cosas hablo hasta con mi hija que tiene nueve años, y hasta ella entiende que la base de todo es el amor, que la base de la familia es el amor, y no pasa por una cuestión de género. Uno ama y no tiene que dar explicaciones a nadie, y para mí es re loco que haya chicos que no lo entiendan así. Adentro de la casa, con Holder estuve poco tiempo, a Martina la traté un poco más, pero nunca sentí discriminada. Ojalá que de esto se saque algo bueno y que puedan aprender. No podés juzgar la elección de nadie, venimos a la vida a ser felices, no a dar explicaciones de con quien estamos. Es tan simple...

—El día de tu salida se te vio con una sonrisa enorme. ¿Cómo viviste esos días por dentro?

—Este es un juego en el que termina eligiendo la gente , y no se puede ir en contra de eso. Cuando fui a placa lo tomé muy tranquila, pensaba que si me tocaba irme quizás podía pasar Navidad con mi hija. Y salí feliz, porque sé que adentro somos todos jugadores, pero también son personas y afuera va a estar todo bien, más allá de las afinidades. Me fui bien, y eso que vieron fue muy genuino.

—¿Lo esperabas?

—Realmente no lo esperaba. Sentía que me quedaba porque adentro pasaron muchas cosas que pensé que afuera iban a condenar, pero parece que no somos tan mente abierta. Sí me dio alegría ser la participante que se fue con menos votos y recibir muchos elogios por mi manera de ser.

—¿Cómo viste desde adentro el cambio de actitud de Agustín? Empezó siendo uno de los más apoyados afuera y se fue con uno de los porcentajes más altos.

—Yo no sabía que era el mas querido en su momento, aunque suponía que podía tener un apoyo. Pero esto es muy dinámico, dijiste “a” y sos el amor de la vida y al otro día dijiste “b” y te matan. Por eso no me arriesgo a decir quién puede ganar ni llegar a la final, porque esto cambia día a día. Agus entró diciendo que nos venía a ganar a todos, y eso como estrategia está perfecto. El tema es cómo te afecta eso como jugador, porque lo que hacía Agus era trabajar con tu cabeza. Lo que vi desde afuera es que muchas cosas se le fueron de las manos y por suerte hay dichos y hechos que la gente ya no tolera. Y como mamá, en lo que más pensaba era en sus padres, que son los que más lo sufren.

—Se te vio muy feliz con la Tora y Juan mientras se iba Agustín.

—En realidad festejamos que se quedara Nacho. Todos pusieron “el festejo de los Monitos”, y yo nunca fui de los Monitos, lejos estuve de serlo. Es más, hay un video de Holder que dice que me odia... pobrecito, no habían pasado cuatro días y ya me odiaba. Problema de él. Pero sí, con Nacho nos acercamos mucho, cuando se fue Mora, después la Tora, estuvimos muy cerca. Yo lo sentía como si fuera mi hijo; y el dijo en el confesionario que lo escuchaba como una mamá.

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—¿Por qué creés que la gente condenó a Agustín por sus actitudes y perdonó a Alfa?

—No sé como se vivió lo de Alfa afuera, pero nosotros veíamos que lo salvaban todas las galas. Yo creo que, como es un hombre grande, la gente entendió que antes se manejaban así y él no se aggiornó a los pensamientos actuales. Él cree que pegarle un chancletazo en la cola a una chica es gracioso. Y hoy esas cosas no están buenas. Yo se lo dije muchas veces, que tenía que pensar las cosas antes de hablar. Y él me decía, “no, yo siempre hablé y después pensé y siempre me funcionó en la vida”. ¿Cómo le voy a cambiar la cabeza a una persona de 60 años?

—¿Tenés ganas de volver a entrar?

—Tengo muchas ganas, sigo luchando por mi objetivo. Obvio que tenemos ventaja por estos días que estamos afuera, pero me gustaría cambiar la estrategia de juego, animarme a jugar más. Quizás pensando en mi familia me guardé de decir muchas cosas, porque ellos son los que realmente padecen, hay gente que no nos conoce y nos mata, pero era lo que nosotros elegimos meternos. Y quiero entrar para jugar de otra manera.

—¿Qué es lo que más extrañabas del afuera?

—¡No sabés como extrañaba trabajar y hacer cosas! Mi novia me cargaba porque en la casa no había nada para hacer, y yo hice paredes de durlock, restauré muebles, he pegado pisos, hice un curso de electricidad para hacer las instalaciones eléctricas, lo único que no hago es plomería, porque no los entiendo. Donde vivo ahora era un garaje, y lo fui acomodando yo misma a medida que pude. Soy muy chispita, muy ansiosa y necesitaba hacer cosas. En la cocina no me iba a meter, porque era territorio de Romina y Alfa, así que arreglé los tachos de basura, limpiaba todo lo que podía... algo tenía que hacer.

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