Mickey Rourke y Carré Otis: una propuesta de boda con la amenaza de un harakiri, un dedo mutilado, una obsesión sin final

Ella era un ícono de belleza y él, un símbolo sexual. Ambos cargaban un pasado de abusos y violencia. Cuando se encontraron, la atracción fue inmediata. Pero el actor fue violento con ella. Y a la modelo le costó salir de ese infierno

Guardar

Nuevo

Carré Otis y Mickey Rourke protagonizaron uno de los romances más comentados de los 90
Carré Otis y Mickey Rourke protagonizaron uno de los romances más comentados de los 90

A fines de los 80, Mickey Rourke era uno de los actores más famosos. Pendenciero con o sin fama, exvagabundo, ex lustrador de zapatos y habitué de todos los bares de mala muerte de Nueva York, se declaraba un pesimista depresivo que solo actuaba para conseguir mujeres más rápido.

Su infancia había sido horrible. Abandonado por su padre a los seis años, su padrastro armó un ring en el patio trasero de la casa y azuzaba a su hijastro, un niño, a pelear con él, un adulto. “Más vale que le pegue bien, porque esta vez me mata”, pensaba ese chico, aguantando palizas cotidianas. Después de cada pelea los moretones se iban, las heridas quedaban. Años después diría que “si alguien me da a elegir entre volver a vivir mi niñez o nacer muerto, elijo nacer muerto”.

Mientras a Rourke su padrastro le pegaba en Nueva York, en San Francisco una nena, Carré Otis, era la burla de sus compañeros por su dislexia. Eligió defenderse atacando. “Ya que me iban a etiquetar, decidí que esa etiqueta la elegiría yo: iban a conocerme como la rebelde o la problemática, pero nunca más como la lenta”.

Su belleza salvaje le consiguió un trabajo como modelo y se mudó a París. Joven, bella, se percibió invulnerable pero un monstruo descubrió su vulnerabilidad. Gerald Marie, su representante, la acogió en su casa, de día la dejaba jugar con su hija y de noche la introducía en la cocaína. No le alcanzó: por meses también abusó sexualmente de ella. Carré había cumplido 17 años; él tenía 42. Cuando ella logró decir basta, la echó de su casa, le anuló los contratos. Otis volvió a su país.

En 1991, Carré Otis protagonizó una icónica campaña para la marca Calvin Klein
En 1991, Carré Otis protagonizó una icónica campaña para la marca Calvin Klein

Mientras Otis vivía su infierno, Rourke comenzaba su camino en el cine. Su debut fue con la película 1941, el único fracaso en la carrera de Stephen Spielberg. Siguió con Dinner donde la duda era si actuaba o se imitaba ya que su personaje era un bad boy, vago, jugador y mujeriego. En 1985 fue un duro capitán de detectives neoyorquino en Manhattan Sur. En 1986 llegó Nueve semanas y media, la película que se convertiría en su mayor éxito comercial y lo transformaría en un sex symbol global. Siguió con Corazón satánico y entonces apareció Orquídea salvaje: Rourke pidió que su coprotagonista fuera Otis.

Grabada en Río de Janeiro, la película narraba la historia de una abogada hipnotizada por un millonario. El argumento era una excusa para los encuentros eróticos de los protagonistas. Se decía que los protagonistas no actuaron sino que el sexo fue real. “Creo que ese encuentro inicial fue de una familiaridad inmediata, el reconocimiento de alguien con quien sabía que había una carga y una energía increíbles”. Con el tiempo comprendería que esa “atracción peligrosa a primera vista” indicaba que entraba a una zona turbulenta de donde sería complejo salir.

En 1980, Mickey Rourke decidió mudarse a Los Ángeles y dedicarse a la actuación. Al principio no le resultó fácil. Fue rechazado en sus primeros 87 castings
En 1980, Mickey Rourke decidió mudarse a Los Ángeles y dedicarse a la actuación. Al principio no le resultó fácil. Fue rechazado en sus primeros 87 castings

La película fue fiasco, las críticas la destrozaron asegurando que era “Nueve semanas y media para pobres”. Pese al fracaso, Otis sintió que había alcanzado una vida de cuento de hadas: vivía en una casa preciosa y estaba de novia con un actor megafamoso y realmente poderoso. Pronto comprendió que ese mundo idílico estaba maldito.

Carré posó desnuda con el famoso fotógrafo Steven Meisel para la revista Vanity Fair. “¡Todo el mundo puede ver tu culo! ¡Pero tu culo me pertenece a mí!”, gritó Rourke al ver la producción. Lejos de calmarse -al fin de cuentas, él mismo era objeto de deseo-, contrató a dos matones que le dieron una paliza a Meisel y le tomaron fotos aterrorizado. Al tiempo, a Otis le ofrecieron protagonizar otra campaña publicitaria. El pago era un millón de dólares, pero Rourke la obligó a rechazarla. Para esa época él se fue a filmar Arenas Blancas, en Nueva México. Todos los días llamaba a su novia para pedirle que lo visitara, hasta que al fin ella decidió ir a verlo.

Carré Otis y Mickey Rourke en una escena de Orquídea salvaje (Getty Images)
Carré Otis y Mickey Rourke en una escena de Orquídea salvaje (Getty Images)

El viaje pensado como un momento romántico terminó con un episodio aterrorizador. Como contó Carré en Beauty Disrupted: A Memoir (Belleza rota: Autobiografía) estaba cenando con Rourke en un restaurante cuando descubrió que al lado de su pie había una Magnum 357. Le pidió que sacara el arma de su vista y a él no se le ocurrió mejor idea que esconderla dentro del bolso de su novia… sin avisarle.

Ya sabemos que a las armas las carga el Diablo. En su casa, Otis dejó la cartera y la pistola -que no tenía puesto el seguro- se disparó. Una bala le atravesó el tórax y por milagro no la mató: pasó a cinco centímetros de su corazón. “Me estaba ahogando. Le empecé a gritar que me ayude, que me desangraba. Pero a él le preocupaba más otra cosa. ‘Esto es un horror. Recoge toda este desastre’. Lo que más le preocupaba era que esta historia se hiciera pública. Yo estaba en pánico”. La policía averiguó qué sucedió, pero no se presentaron cargos.

Carré supo que su vida estaba en peligro y no por esa bala. Juntó fuerzas y decidió dejarlo. Pero no es fácil salir de estos laberintos. Pasaron unos meses. El 25 de junio de 1992, una limusina apareció por la casa de Otis en Los Ángeles y la llevó hacia el norte por la costa hasta Big Sur. En un momento el auto se detuvo junto a un hot rod 69 Road Runner modificado, donde, sentado sobre el capó, estaba Rourke. Apenas la vio balbuceando le aseguró que la amaba, la extrañaba y necesitaba. Luego se puso de rodillas, le mostró un anillo de compromiso y le rogó: “Cásate conmigo”.

El matrimonio de Mickey Rourke y Carrie Otis duró seis años Getty Images)
El matrimonio de Mickey Rourke y Carrie Otis duró seis años Getty Images)

“Yo estaba alucinando. No nos habíamos visto por varios meses. Entonces le dije que lo tenía que pensar. Pero él contestó que no quería esperar”, recordaría ella en su autobiografía. Para demostrar una vez más que no bromeaba Rourke acompañó su gesto que creyó romántico pero fue amenazador. De su coche sacó una katana. “Le pregunté qué era. Me contestó que era un cuchillo para hacerse harakiri. El cuchillo estaba bien afilado. ‘Contéstame ya o me hago harakiri’, me dijo”.

Su cerebro gritaba “no”, pero una vez más y atrapada en esa relación, Carré respondió que “sí”. Se casaron al día siguiente en San Francisco “con la esperanza de que, de alguna manera, un trozo de papel curara mágicamente las heridas que habíamos sufrido a manos de otros y que nos habíamos infligido a nosotros mismos ya los demás. Estuvimos equivocados. Triste y predeciblemente, muy, muy mal”.

Muchos años después, Otis intentaría encontrar una explicación a ese sí que tendría que haber sido un no. “Él acababa de regresar de Japón y estaba tratando de expresar su amor de una manera muy galante, que había cambiado y que no podía vivir sin mí”, dijo en el año 2011 al portal Access. “Si hubiera tenido más sentido común, habría dicho: ‘Vaya, esto es realmente disfuncional’, y habría corrido hacia las colinas”.

Carré Otis enfrentó la anorexia (Getty Images)
Carré Otis enfrentó la anorexia (Getty Images)

Atrapada, sin poder distinguir entre lo que quería, lo que sentía, lo que podía y lo que debía, lo que enfermaba y lo que liberaba, en 1994 Otis denunció que su marido la había tirado al suelo y golpeado. La policía presentó cargos, pero a último momento ella decidió no declarar. “Fue muy difícil salir de ese matrimonio. Pero tenía la certeza de que tenía que hacerlo si quería sobrevivir, crecer y prosperar. El primer paso fue darme cuenta de que necesitaba apoyo. No podría hacerlo sola”, explicaría muchos años y muchas lágrimas después en una entrevista.

Es que en medio de ese espiral de violencia, Rourke podía tener gestos amorosos. Fue el actor que al ver que la adicción a la heroína de su novia se descontrolaba la obligó a pedir ayuda. “Las drogas eran una forma de medicarme y permitirme quedarme en esa situación. Y no sentir todo lo que estaba sintiendo”, reconoció Carre. “Me metí en mi cabeza tan rápido y reconocí que estaba en mi cabeza. Tuve mucha suerte de recibir ayuda y Mickey me ayudó a salir de eso y recibir tratamiento”. Rourke la asistió con sus palabras pero también con furia: estuvo detenido por pegarle al dealer que la proveía de heroína.

Mickey Rourke dejó de rogarle por teléfono a Carré Otis que volviera con él solo cuando murió su hermano Joe, en 2004. “Si no puedo tener esa tormenta, no quiero nada.”, afirmaba el actor (Getty Images)
Mickey Rourke dejó de rogarle por teléfono a Carré Otis que volviera con él solo cuando murió su hermano Joe, en 2004. “Si no puedo tener esa tormenta, no quiero nada.”, afirmaba el actor (Getty Images)

La pareja finalmente se divorció en 1998. Otis comenzó un largo camino de sanación. En el año 2000 se sometió a una cirugía cardíaca que sanó mucho más que su corazón. “Tuve que darme cuenta de que mi dieta -que consistía en pasar hambre, ya que no soy delgada por naturaleza- no era normal, y no lo había sido en los últimos 20 años”. Los datos impactan: medía 178 centímetros y pesaba menos de 45 kilos. Los frecuentes vómitos, ayunos y laxantes (y otras sustancias) habían derivado en una falta de nutrientes esenciales, como proteínas, que fueron más letales para su corazón que su consumo de drogas. “Mi médico me hizo ver que el principal detonante fueron tantos años de desnutrición, especialmente en mi adolescencia, cuando aún me estaba formando, antes incluso de empezar a trabajar como modelo”.

Otis reconoce que recuperarse de la anorexia fue más duro que dejar las drogas. Cambió sus hábitos de alimentación. Hoy luce orgullosa su talle 44 y si la llaman para algún trabajo solo pone una condición: no bajar de peso.

No fue en una cita a ciegas ni en una app que conoció a su esposo y gran amor, Matthew Sutton, sino en un supermercado de comida orgánica. Se casaron en 2005 y desde entonces ella dejó de usar su apellido. Ahora elige que la llamen Otis Sutton. Con su esposo vive en una granja en California junto a sus hijas, Kaya y Jade. Divide su tiempo entre su familia, las clases de yoga que imparte y su tarea como embajadora del Consejo Nacional de Desórdenes Alimentarios. El año pasado demandó a Gerald Marie por violación. Porque los años pueden haber pasado, pero el delito, no.

Carré Otis promueve la alimentación saludable y los cuerpos reales (GC Images)
Carré Otis promueve la alimentación saludable y los cuerpos reales (GC Images)

Después del divorcio, Rourke confesó que durante diez años todas las noches llamó a Otis para que volviera. Dicen que en un acto de locura, ante el no de ella, en el 2006 el actor se automutiló. “Me corté el dedo pequeño porque sentí que ya no lo quería. Estaba tan enojado que decidí que no necesitaba el meñique de mi mano izquierda. No me lo corté completamente, quedó colgando de un tendón y un amigo inglés, Gary, me ayudó a llevarlo al hospital para rectificar la situación. El sostuvo el dedo cortado por el camino”, fue su versión del actor. La cirugía para volver a pegarle el dedo duró ocho horas y todavía no puede doblarlo.

En una entrevista en The Guardian, Rourke habló de su exesposa. “Éramos dos almas perdidas que se encontraron: esa era nuestra conexión. Truenos y relámpagos. Y aunque me gustaría tener otra relación así, no crecen de los árboles. Los dos estábamos rotos, y a veces las piezas no se pueden volver a reconstruir. Todavía la amo y creo que ella me ama también, pero no creo que esté enamorada de mí. Y ya no la espero”.

Es que, como aprendió Otis, irse de una relación violenta requiere valor, pero siempre será menos doloroso que quedarse.

Si sos víctima o conocés a alguien que sufra violencia de género podés llamar al 144 o escribir por WhatsApp al +5491127716463 para atención, contención y asesoramiento las 24 horas.

Seguir leyendo:

Guardar

Nuevo

Últimas Noticias