Julieta Puente: “Pasé mucho dolor, sufrí mucho, pero con mi fuerza interior salí adelante de la oscuridad más profunda”

La periodista se luce en el nuevo ciclo Biri Biri, en todas las mañanas de República Zeta. Y aquí, conmueve al contar su historia de resiliencia y amor propio

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Julieta Puente y el desafío de Biri Biri por República Zeta

Es periodista, pasó por la pista de La Academia, el ciclo de Marcelo Tinelli, y casi sin planearlo se convirtió en influencer deportiva. Es la creadora del Cardio de la Felicidad, una movida que nació durante los días más duros de la cuarentena, cuando todos compartíamos en redes sociales nuestros días de encierro y aburrimiento. Todo esto es Julieta Puente. Y mucho más.

Oriunda de Gualeguaychú, viajó a Buenos Aires para estudiar Periodismo. Pero en el medio, libró una férrea batalla contra trastornos alimenticios, que le enseñaron mucho sobre sí misma. “Para mí no hay nada más imparable que una persona que logró, con su propia fuerza interior, salir adelante de su oscuridad más profunda”, afirma Juli, ahora conductora de Biri Biri, el programa que le pone buena onda a las mañanas en República Zeta (@republicaz), de lunes a viernes desde las 9.30.

Julieta Puente en Biri Biri,
Julieta Puente en Biri Biri, el programa de República Zeta en el que se luce junto a La Tía Sebi, Tupi Saravia y Yeyo De Gregorio

—Es como un hijito Biri Biri, ¿no?

—Y... hay mucho trabajo, sobre todo en armar el equipo. En hacer algo distinto. Biri Biri es por streaming, una propuesta nueva. Está bueno para nuestra generación que nos gusta no estar tan estructurados, que fluya y ser nosotros, súper relajados.

—¿Cómo te llegó esta propuesta?

—En la cuarentena inventé el Cardio de la Felicidad medio por azar, y decidí dejar por un tiempo en stand by mi carrera de periodista porque lo sentí así. En ese momento, como tenía muchos años trabajando de periodista, disfruté tomarme un descanso, un aire, pero ya hace tres años de eso y me empezó a picar el bichito de querer volver a hacer periodismo, volver a hacer notas. Me llamaron los chicos y me dije: “Voy a armar un equipo donde de verdad fluya la energía, que todos tengamos la misma onda, que sea divertido, que un famoso venga y no sienta ‘¿Huy, qué me van a preguntar?’, ya que en ese relajarse por ahí termina hablando de todo”.

—Contame del equipo de Biri Biri

—Estamos Yeyito De Gregorio, a quien todos conocemos actuando pero no conduciendo, eso me gusta; vamos a tener que controlarlo porque se va muy de boca. Tenemos a La Tía Sebi, que es furor en TikTok; él hace muchos chimentos. Y una influencer de viajes que tiene mucho humor y yo creo que en este programa la van a amar los que no la conocen, que es Tupi Saravia.

—La industria está cambiando un montón y lo que manda hoy es el contenido más allá del canal, de la plataforma. ¿Cómo lo percibís?

—Justo soy el ejemplo, porque siempre trabajé en redacción, hice notas para distintos canales, y pensaba en quién me daría “la” oportunidad. Y pasaba el tiempo y no me daban esa oportunidad. Iba a pruebas de cámara, casting, y realmente me angustiaba porque decía: “Quizás esto no es para mí”. Entonces en este momento en que podemos consumir de todo, que hay lugar para todos, y en que cada uno también puede ser un poco dueño de su contenido, un día mi novio que me dijo: “Juli, basta de esperar la oportunidad de otro, ¿por qué no la creás vos? Si vos tenés todo para hacerlo. De última, pedirás ayuda”. Y así fue cuando empecé. Siento que si hoy estoy en Biri Biri también es por eso, porque decidí yo tomar las riendas de mi trabajo.

—¿Fue largo ese camino hacia creer en vos misma?

—Larguísimo. Yo creo que es muy loco cuando hay gente que te ve entera o dándolo todo, como me pasa hoy con los cardios, y no saben que en realidad pasé mucho dolor. Yo sufrí mucho, de verdad todo lo que viví fue muy doloroso. Para mí no hay nada más fuerte o imparable que una persona que logró con sus propios medios y su propia fuerza interior salir adelante de su oscuridad más profunda.

Julieta Puente habla de el fantasma de la anorexia

—¿Cuándo empezó esa oscuridad, los trastornos alimenticios?

—Mi oscuridad empieza cuando tenía 14 años. Mi mejor amigo fue diagnosticado con cáncer: tenía un tumor en el nervio óptico. Yo no entendía muy bien qué iba a pasar con él, nadie me explicaba. Mis papás, creo que eso fue un error muy grave, eligieron no contarme la realidad: que él en algún momento ya no iba a estar más conmigo, que yo tenía que acompañarlo en ese proceso. Y fui viendo poco a poco su deterioro.

—Experimentar algo así fue muy duro.

—Yo vivía en Gualeguaychú. Mi vida era muy simple: lo único que hacía era entrenar, ir a la escuela y nada más, pasaba mucho tiempo con él, éramos familia, viví muy de cerca su proceso. El día en que él se quedó ciego me dijo: “Juli, a partir de hoy no te veo”. Y todas esas cosas siento que de a poquito me fueron haciendo daño y no lo pude expresar; entonces, lamentablemente mi salida fue dejar de comer. En cierto modo me quería hacer daño para sentir que estaba acompañándolo en ese proceso.

—¿No había una obsesión con tu físico?

—Siento que al principio no, y después sí fue una obsesión. Yo digo siempre que si pudiera volver el tiempo atrás, lo único que cambiaría en mi vida sería no tener anorexia, porque desde el momento que lo tenés, aunque te recuperes, es mentira que luego para siempre estás bien. Es verdad que podés estar mejor, como me pasa hoy, que siento que estoy muy bien, pero yo todavía tengo fantasmas, momentos en los que por ahí estoy estresada y mi cabeza me lleva a tener pensamientos que tenía antes.

—¿Con qué tienen que ver esos pensamientos?

—Es muy difícil cuando tuviste un trastorno de alimentación tener después un vínculo sano con tu cuerpo y con tu imagen, verte al espejo y gustarte todo el tiempo. Con psicólogo y médicos, tuve que hacer un tratamiento para subir de peso: pesaba 37 kilos; imaginate que hoy no me peso pero debo pesar 55 y mido lo mismo. O sea, estaba realmente muy mal. Ya mi menstruación había desaparecido, mi pelo se había caído, tenía muchas ojeras, mis uñas no crecían. Salir de eso es muy difícil, se necesita mucho amor propio. Porque vos podés estar contenida, pero si no tenés muy en claro que querés salir de ese lugar, es muy fácil volver.

—¿Quién fue el que se dio cuenta?

—Mi papá. Yo competía en gimnasia artística y las competencias eran en malla enteriza. Él me llevó a un torneo y apenas terminó, no me había ido bien porque yo ya no tenía fuerza, fui a abrazarlo y me dijo: “Así como estás nos subimos al auto y nos vamos directo al médico”. Y yo empecé a llorar. Porque mi reacción fue: “A partir de ahora ya no puedo ser más flaca, me van a hacer subir mucho de peso”. El sentimiento de estar excedida de peso a mí me generaba asco.

—¿Y ya con el médíco, qué pasó?

—Me pesa y dice: “La tenemos que internar”. Mi papá me mira, y soy consciente de que si salí adelante fue por ese momento, se larga a llorar, y me dice: “Estoy muy desilusionado, te vas a tener que volver a ganar mi confianza”. Eso a mí me destruyó. Al final no me internaron pero me dieron siete días de oportunidad para empezar a comer. Entonces por unos días no fui a la escuela y todo el tiempo tenía que comer, pero en mi mente decía: “¿Cómo voy a hacer esto?”. Hoy peso 17 kilos más y me siento en mi mejor momento.

—¿Y hoy podés disfrutar una porción de torta tranquila?

—Sí, pero te digo: “Hoy”, y es hoy, no es hace un año. Creo que pude sanar de verdad cuando inventé lo del Cardio. Cuando sentí que estaba ayudando a otras mujeres, pude sentarme a comer un pedazo de torta o una hamburguesa. Igual depende el día, no te voy a mentir. Porque la gente cree que “Bueno, ella ya está rebien, todos los días come cualquier cosa”. Y la verdad que no. Tengo días o semanas en las que estoy muy contenta, me pasan muchas cosas lindas y como estoy tan feliz no pongo el foco en la comida, pero tengo semanas de mucho estrés por el trabajo que estoy teniendo, que como decíamos hoy, ser creadora de contenidos hace que estés trabajando 24 horas, con presión, con críticas, que esto, que lo otro...

—Es importante contar que la anorexia se sigue tratando y que sigue siendo una pelea todos los días. Que es una enfermedad y que hay que estar muy atento.

—Nunca dije eso porque siempre la gente cree como “Bueno, hablame vos que ya lo pasaste”. Y ahora que me lo preguntaste, dije: “¿Por qué te voy a mentir si hay días en los que no?”. Hay días en los que yo no me puedo comer una hamburguesa. Y le digo a mi novio: “Hoy no puedo, pero vos esperame dos días, en dos días puedo”. Y él se ríe pero sabe que en dos días de verdad voy y nos comemos dos cada uno. Ese día, la disfruto.

Julieta Puente confiesa su estrategia para empezar a trabajar en Revista Pronto: "Mandé al frente a una amiga con Nicolás Cabré"

—¿Es verdad que para entrar a la revista Pronto buchoneaste a una amiga?

—Sí. Con (Nicolás) Cabré (risas). Yo creo que todavía no se lo conté nunca a ella. Yo trabajaba en revista Viva como redactora, pero mi tiempo era muy limitado porque era una pasantía. Un día me di cuenta de que me gustaba hacer espectáculos y no las notas más duras. Averigüé la dirección de Pronto y fui. Toqué la puerta y me abre Tartu, Augusto Tartufoli, me dice: “Hola, ¿qué tal?”. Le digo: “Hola, yo estudio Comunicación Social, trabajé acá...”. Y él me miró con cara de “estamos en un cierre nena”. Cuando me está por cerrar la puerta le digo: ”¡Sé quién es la nueva novia de Cabré!” (risas). Entonces me dice: “¿Cómo? ¡Vení, pasa!”. Me siento y me dice: “Te damos 20 minutos. Vos podés tirar esta data pero necesitamos tener la foto”. Yo no entendía nada cómo se trabajaba. Me da su celular y me dice: “Vos decime día y horario en el que ellos se van a ver, nosotros mandamos fotógrafos. Si logramos que esa sea tapa de la semana que viene, te hacemos una prueba”. Ella en ese momento era bailarina de ShowMatch. Entonces yo me entero que después del programa se iba a ir con él a su departamento y yo sabía porque iba todos los días a su casa. Le mando la información a Tartu y al otro día me escribe y me dice: “Vení que tenemos entrevista, tenemos la foto, y tiranos info”. Mi amiga nunca supo que era yo hasta un mes después que entré en la revista y dijo: “Qué raro justo esto”, pero nunca supo la historia. Yo estaba en Disney, imaginate. Cabré se enteró, se armó un lío. Le habló a mi amiga. Le dijo: “¿Esta no es tu amiga?”. Yo me hice la que no tenía nada que ver. Me estaban probando en la redacción y bueno, escribí la nota. Fue todo muy raro. Y así dos semanas después ellos (por los directivos de Pronto) hablaron con la facultad en la que estaba yo para hacer un convenio de pasante y probarme. Terminé quedándome tres años y fija.

—Cumplieron.

—Sí, me divertía mucho aunque me ponía incómoda, sabemos que en las notas de Pronto los títulos y demás eran medio heavies, entonces yo hacía una nota a un famoso y como me hacía muy mal que después me escriba y me diga: “Che, no me gustó”, los bloqueaba de WhatsApp. Entonces ya no tenía más trato. Así estuve tres años hasta que un día dije: “Bueno, es un montón”.

—¿En qué momento nació el Cardio de la Felicidad?

—Llegó de la manera que menos esperaba. En ese momento trabajaba en Pronto y en ElTrece. Cubría todas las redes de ShowMatch, del Bailando, hacía todas notas del backstage. Y después me iba a la redacción y escribía notas. Trabajé mucho tiempo como redactora.

—Y luego, durante la cuarentena, te convertiste en tu propio producto.

—Me pasaba que tenía un nicho muy chiquito, 60 mil seguidores, pero me seguían porque yo corría carreras y desde mi lugar, motivaba. Y entonces me di cuenta que eso me hacía mucho más feliz que cubrir las notas del Bailando, o irme todo un verano a Punta del Este a trabajar. Cuando surgió la cuarentena, como no se podía entrenar y yo no podía correr, lo linkeé con mi trastorno de alimentación y para mí fue como: “¿Qué voy a hacer?”. Yo tenía contrato con una marca deportiva y ellos me dijeron que cada día un influencer tenía que meterse en el Instagram y dar una clase de algo. El día que me tocó hacerlo había 400 personas en ese vivo, cuando habitualmente había 80, 90. Entonces me pidieron que lo repita, y mi novio me sugiere hacerlo desde mi propia cuenta de Instagram. Lo hice una vez, lo hice dos, y al cabo de un mes, en pleno abril, en cuarentena, tenía 23 mil personas en vivo entrenando conmigo, una locura.

—Demanda mucho generar contenidos. ¿Ahí dejaste tus trabajos?

—Mucho. El de Pronto ya lo había dejado porque no podía con todo. Los cardio son 100% gratuitos al día de hoy, entonces yo no sabía si iba a tener trabajo, si no... Pero fue mi novio el que un día le propuse trabajar juntos y me dijo: “Si vos querés hacer esto de motivar a la gente empezamos con toda, pero deja tu trabajo en ElTrece”, que en ese momento me ocupaba nueve horas al día. Ahí renuncié, decidí ser generadora de contenido y empecé a ser mi propia jefa y crear esto que es el cardio para motivar a la gente. Lo que empezó como un juego, hoy me da un objetivo claro: yo quiero ayudar.

—Y hablando de tu novio, ¿cómo vienen los planes de casamiento?

—Me caso el año que viene, en marzo. Yo siempre le decía a Facu: “Quiero que me lo propongas en algún lugar privado, que no haya gente”. Y nos fuimos de vacaciones este año y el primer día lo pasamos en Nueva York, yo hacía un montón que quería volar en helicóptero por la ciudad, pero él me había dicho “no amor, sale muy caro”. Y en realidad, él, que es piloto de avión, había ido un mes antes a Nueva York, habló con la gente de ese lugar y dejó señada la excursión para ese día. Y fuimos, nos subimos al helicóptero y hay un momento en el que podés sacar tus pies y tomarte una foto arriba de Central Park. Ahí él me toca el hombro y tenía la cajita (con el anillo). Yo lloraba. Fue relindo.

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Entrevista completa a Julieta Puente

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