Es imposible no conmoverse al verlos interactuar. Y es que, además de padre e hijo, Ángel y Damián Mahler son dos talentosísimos artistas unidos por el amor a la música. El primero es, entre muchas otras obras, el creador del legendario Drácula, el musical junto a Pepe Cibrián. Y el segundo, hoy un adulto, era el niño que hace treinta años se prendía a sus piernas en cada uno de los ensayos, el que no dudó en seguir sus pasos y el que hoy se perfila como su indiscutible sucesor.
Lo cierto es que, si bien no es la primera vez que trabajan juntos, en esta oportunidad ambos decidieron unirse para darle vida a ET in concert, un espectáculo que se presentará el próximo 11 de diciembre en el Estadio Luna Park con más de 70 músicos en escena, en el que los fanáticos de la mítica película de Steven Spielberg estrenada a principios de los ‘80 podrán ver el film en pantalla gigante y disfrutar, al mismo tiempo, de la melodía creada especialmente para ella por John Williams con una orquesta en vivo.
—¿Cómo surgió este proyecto?
AM: En este caso yo soy el productor y Damián el director, así que prefiero que conteste él.
DM: Junto a Javier Fernández, socio y amigo mío, en plena pandemia empezamos a pensar que lindo sería hacer acá esto que se hace en todo el mundo. Y soñamos con la posibilidad de hacer la música de alguna de estas películas que tanto nos apasionan, como es este clásico, porque nos une esa fanantismo que también compartimos con mi papá. Y bueno, así fue como nos contactamos con la gente que tenía los derechos y todo empezó a suceder. Es un desafío gigante, porque hay que tocar la película en vivo con todo lo que eso significa. ¡Cómo si la estuvieran escuchando grabada!
—¿Qué pasó Ángel cuando te acercaron esta idea?
AM: La verdad es que, si bien el proyecto surgió de ellos, estábamos todos alineados en hacer este tipo de cosas. Yo había visto Jurassic Park el Royal Albert Hall de Londres y me había fascinado. ¿Qué tiene de maravilloso hacer esto? Que vas a ver la película remasterizada y la vas a escuchar como nunca antes, porque la orquesta en vivo no se puede comparar con ninguna grabación. Y, encima, ET tiene muchos momentos para emocionarse. Además, el film cumple 40 años. Y me acuerdo cuando Damián y mi otro hijo, Emanuel, eran chicos. No sé cuantas veces la habremos visto, pero ya pasó a ser de culto.
—Es una película que quedó en el imaginario colectivo, pero vos Damián tenés 34 años: no habías nacido cuando se estrenó.
DM: No, pero como toda persona nacida en los ‘80 y criada en los ‘90, tenía los VHS en casa. Así que igual viví el fenómeno de lo que fue esta película, que sigue vigente por el mensaje. Porque está contada desde la mirada de los niños, que ven el mundo con inocencia y así reciben a este ser extraterrestre que llega a sus vidas, y se encuentran con que los adultos terminan arruinando esa pureza...
AM: Porque los grandes lo quieren estudiar...
DM: Y lo terminan dañando.
—¡Cómo suele hacer el ser humano con todo!
DM: Exacto. Pero, finalmente, todos crecimos escuchando esta música que forma parte de la cultura pop y del universo cinematográfico.
—¿Por qué una única función?
AM: Yo te hablo como el papá orgulloso del nene, aunque ya es grande y me dio una nieta, Delfina, de 8 años. Pero, musicalmente, es muy difícil lo que él va a hacer. No solo porque la partitura es muy compleja, sino también porque hay que hacerlo a tiempo con unas coordenadas para garantizar la sincronicidad y que la imagen y el sonido vayan en el momento exacto. Y acá no hay clicks ni tempos, es todo corazón. Hay una anécdota que es mejor que la cuente Damián.
DM: Cuando Williams estaba grabando la música de la película, que ya estaba editada y terminada, por algún motivo no lograba dar en la pieza final con los momentos de cada compás. Entonces, Spielberg le dijo: “Tranquilo, John, vos tocá la música como la pensaste que yo voy a reeditar la película en base a ella”. O sea que volvió a abrir la cinta, que era un proceso mucho más complejo que el de ahora, y volvió a editar la película para que encajara con la música. Eso demuestra el peso que tuvo siempre la música en este film.
AM: Y es lo que nos enamoró a todos, esa conjunción de música e imagen. Vos ves a los chicos volando y la música te emociona hasta las lágrimas. Es increíble.
—¿Cómo es trabajar juntos para ustedes?
DM: Yo empecé a trabajar con mi papá siendo un adolescente. Y siendo muy insolente, seguramente, en muchas cosas. Por ahí, creyéndome que me las sabía todas como cualquier chico en esa etapa. Así que viví con el todo el proceso hasta pasar a esta temprana adultez con él y, a la vez, lo acompañé en un proceso de maduración. Pero, haga lo que haga, siempre la imagen de mi padre va a estar y es inevitable la admiración que yo siento por él. De hecho, yo comencé en esto siendo un chico, porque me pegaba a él como una garrapata, hasta que me puso a hacer algo para que me dejara de molestar...
AM: Bueno, bueno...Pero Damián fue a la UCA, se recibió de Licenciado en composición, estudió dirección con Carlos Vieu que es uno de los mejores directores que tiene la Argentina. O sea que no es un improvisado al que le dije: “Nene, vení a tocar el piano”. Que compartiéramos lo que amamos, que es la música, era un proyecto que valía la pena. Porque la emoción es el motivo por el cual elegimos vivir. Nosotros elegimos la música pero, con todo respeto, no hacemos cuarteto ni reggaeton, con lo que quizá podríamos facturar más. Hacemos lo que sentimos.
—Te pregunto como papá: ¿Si a Damián le hubiera interesado ser trapero?
AM: Hubiera estado bien, si era lo que le gustaba. Dentro del ambiente en el que se él se crio, hubiera sido raro que se inclinara por ese género. Pero si hubiera sucedido eso, yo hubiera estado de acuerdo. Lo que siempre les dije tanto a él como a Emanuel fue: “Sean felices con lo que elijan”.
—Emanuel también se dedica a la música....
AM: Sí, él formó un grupo que se llama Two of Us (con Fermín Elizalde) y dentro de poco lo van a empezar a escuchar. Va a triunfar en el mundo como Coldplay. Pero la emoción es el punto más importante de todo lo que nos une. Y yo aprendí a valorar un tema de Ed Sheeran por Emanuel, o un tema de Rata Blanca que eran los ídolos de Damián hace quince años.
DM: Una adolescencia heavy...
—Es natural y sano que, en algún momento, los hijos se revelen contra los padres.
AM: ¡Lógico! Y por eso, fue fantástico. Igual, yo lo llevaba al Colón o le mostraba la maravilla de la ópera. Pero un buen padre, lo que quiere para un hijo es que sea feliz haciendo lo que hace. Y si él tiene el mayor de los éxitos del planeta, para mí va a ser una alegría. Pero nunca quise que le pesara el apellido. Él es quien es y yo soy quién soy, cada uno tiene algo para dar. Yo sé que él llegó a un punto muy alto y que, con ET, va a haber mucha gente que se va a emocionar. Y, en líneas generales, son pocas cosas las que te hacen llorar en la vida.
—Este año fue muy especial por la despedida de Drácula, el musical, y sobre el mismo escenario de Movistar Arena se lo mencionó a Damián como el encargado de tomar la posta....
DM: ¡Insoportables! Hablaban como si fueran a morirse todos....¡Paren un poco, viejo, si tienen cuerda para rato!
AM: Bueno, pero hay ciclos en la vida. Con Pepe estuvimos distanciados más de seis años. Y parte de la vuelta de Drácula tiene que ver con esto de cerrar etapas. Fue como decir: “Esto empezó de una buena manera, que termine feliz”. Mucho tuvo que ver él y su hermano en esto de ponerle valor a la obra, que nada que tenía que ver con la relación entre nosotros. Cecilia Milone también influyó mucho en esto de tratar de acercarnos. Y la verdad es que fue por casualidad que en un vivo de Instagram nos volvimos a ver las caras.
—¿Entonces?
AM: Después de más de treinta años y de haber transitado tantas cosas lindas, porque viste que la memoria es selectiva y uno siempre se acuerda de lo bueno, traté de no hurguetear demasiado en lo malo. Pero sí me puse como meta hacer el mejor Drácula. Y le dije: “Yo lo voy a producir con cincuenta actores en escena, voy a poner treinta y cinco músicos y lo voy a hacer en el Luna Park. Firmame acá”. Abogado de por medio, lo hizo. Y nos pusimos de acuerdo. Pero no fueron solo las nueve funciones iniciales, sino que terminamos haciendo más de ciento sesenta en el año con un recorrido por todo el país. Fue algo maravilloso.
—¿Y qué pasa con Damián?
AM: Es natural que uno piense que los hijos van a continuar con lo que uno ama. No es una obligación. Mirá, la hija de él canta re lindo. Y, cuando me mandan los videos, empiezo a quedarme sin lágrimas. Yo en Defina ya empiezo a ver la sucesión. Y siento que lo que yo hice no se va a morir. Siempre digo que tengo 28 años en mi cabeza y 62 en mi cuerpo, así que sigo con las mismas ganas de hacer que cuando era joven. Por eso soy un abuelo especial. Pero la verdad es que me divierto mucho con ella. Y es muy afinada, así que yo auguro que de acá a unos quince años va a ser Mina.
—¿Vos te imaginás dirigiendo a tu propia hija en Drácula, Damián?
DM: Es muy histriónica y, para mí, dirigirla a ella en esta obra sería mortal. Porque, más allá de cualquier chiste, este musical con lo que genera es la mejor herencia que pueda tener un hijo. Pero este año fue la primera vez que me senté en la platea y dije: “En algún futuro que hoy me parece lejano, yo voy a tener que tomar esta posta”. Y digo “voy a tener” porque es una obligación no solamente conmigo, sino también con ellos, con la obra y con toda la gente que siente pasión al verla.
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