La adrenalina que le provocaba subirse a un coche, adaptarlo a su gusto y manejar a alta velocidad, no lo comparaba con ninguna otra cosa. Lo apasionaba. Y el peligro no lo atemorizaba: prefería no apelar a un doble de riesgo para filmar las escenas de acción de sus películas, cuando debía conducir un vehículo, aunque terminaba pagando el precio (en la filmación de la sexta entrega de Rápido y Furioso, se rompió los ligamentos cruzados). Y al fin, de esta manera Paul Walker encontraría su muerte temprana, con solo 40 años.
No sucedió en un set de filmación, pero sobre un auto deportivo. Aunque él no estaba al mando. En la madrugada del 30 de noviembre de 2013, el Porsche que manejaba el piloto Roger Rodas, amigo suyo, chocó contra un poste de luz y luego contra un árbol. Las llamas se apoderaron de la escena. Paul viajaba en el asiento del acompañante. Cuando los bomberos llegaron al lugar, no pudieron hacer nada.
Walker había saltado a la fama al interpretar a Brian O’Conner, emblemático personaje de la saga. Sin bien ya tenía una trayectoria respetada sobre sus espaldas, sacó a relucir todo su carisma en las diferentes películas de acción, con autos potentes como plato principal, que realizó junto a su colega y amigo Vin Diesel. Y se convirtió en una estrella de Hollywood.
Su partida causó una gran desazón entre sus colegas, familiares y admiradores. Quien vivió este tormento fue Meadow, su hija. Inmediatamente, junto a sus abogados, abrió una investigación para determinar de las causas del accidente. En su momento se habló de desperfectos mecánicos. Un año más tarde la Justicia desestimó las especulaciones: comprobó que el accidente se debió a Rodas circulaba a más de 150 kilómetros por hora cuando la velocidad máxima permitida en ese lugar, y advertida en los carteles de tránsito, era de 70.
Meadow siguió adelante intentando saber la verdad y en el 2017, luego de un litigio judicial de dos años, llegó a un acuerdo con la automotriz alemana. De acuerdo a la empresa, técnicamente era imposible que se destruyera la cabina del auto, como pasó. Los abogados de la hija de Paul sostenían que el vehículo presentaba problemas de control e inestabilidad, lo que podría haber evitado la muerte del actor y de su amigo. Con la firma de un acuerdo económico, cuya cifra no trascendió, Meadow retiró la demanda.
Vivir rápido, morir joven
Walker nació el 12 de septiembre de 1973 en California, pero vivió casi toda su vida en Los Ángeles. Puntualmente desde 1991, cuando luego de terminar sus estudios en una escuela cristiana se mudó para continuar camino en la universidad. En su infancia nunca se dio grandes lujos; al contrario. Su mamá, Cheryl, había sido modelo, y su padre, Paul William, boxeador profesional: salió campeón dos veces en la categoría guantes de oro, pero se retiró de la actividad a una corta edad.
En el momento en el que comenzó sus estudios, Paul empezó a trabajar como modelo gracias a la intervención de su madre: hizo algunos anuncios publicitarios. Según recordó en alguna entrevista, modelar no le gustaba demasiado, pero lo hacía porque con ese dinero podía costear su carrera. De otra manera no lo habría conseguido: sus padres no se encontraban en una buena posición económica.
Pasaron los años y Walker se recibió de biólogo marino, profesión que ejerció durante algún tiempo, mientras que a la par empezaba a abrirse camino en lo que más le gustaba: la actuación. Por entonces los papeles eran menores y no muy bien pagos; no le permitían dedicarse por completo a la carrera artística.
Su primera experiencia en cine le llegó mucho antes de los años universitarios: tuvo un papel secundario en la película El monstruo del armario con solo 13 años, en 1986. Recién con el inicio del siglo XXI su nombre cobró otro sentido para la industria del cine. Con su papel en Frecuencia mortal, en 2000, y más tarde en Azul extremo y Rescate en la Antártida, cobró un vuelo que le permitió instalarse en la industria. El estrellato, lo dicho, lo alcanzaría con la primera entrega de Rápido y furioso, estrenada en el 2001.
Walker estaba rodando la séptima entrega de la saga cuando lo sorprendió la muerte. Los productores convocaron a Cody, su hermano, para que lo reemplazara en algunas escenas que todavía no habían sido filmadas, gracias al parecido físico. Fueron días de angustia y desolación. Los ánimos no eran los mejores, pero se propusieron finalizar el filme para rendirle una suerte de homenaje. Y no resignar los millones de dólares invertidos, claro.
En Rápido y furioso, Paul reunió sus dos pasiones: la actuación y los autos. Siempre renegó de la fama, pero a su vez, disfrutaba del dinero gastándolo en autos. No era un simple fanático, sino un entendido en la materia: había heredado la pasión por los coches de su abuelo, que también fue piloto.
Llegó a ser piloto profesional y hasta integró una firma -AE Performance- que se dedica a la modificación de automóviles, además de la fabricación de piezas para motores de alto rendimiento. En rigor, Walker era el dueño, pero trabajaba a la par de sus empleados cuando estaba lejos del set de filmación. Nunca se creyó el papel de celebridad.
En los tiempos libres, si no estaba en su empresa, su lugar en el mundo era el taller mecánico de un amigo de toda la vida. Disfrutaba a más no poder desarmar motores y engrasarse. Una de sus frases favoritas era: “Todo el tiempo pienso en casarme, sé que en algún momento tengo que hacerlo… Pero también pienso mucho en mis autos y eso me hace dudar”.
Con la popularidad y una cuenta bancaria que fue en aumento, Paul se convirtió en coleccionista. Tenía más de 30 autos, todos deportivos: una Ferrari 360, varios BMW, un Toyota Supra, un Nissan Skyline, entre otros. La joya de su cochera era un Porsche Carrera GT: en esa maquina perdió su vida. También poseía algunas motos; con una de ellas había tenido un grave accidente del que pudo recuperarse, en el 2008.
Otras de las curiosidades que nos lleva a la época en la que aun no estaba definido qué le iba a deparar el destino nos traslada a fines de los 80. En aquellos años se quiso inscribir en el Ejército de los Estados Unidos; no ingresó. Según contó en alguna ocasión, su objetivo era ser parte de la Guerra del Golfo, que comenzó en agosto de 1990 y terminó un año o más tarde.
En el 2010 estuvo en Chile, justo cuando que el país transandino resultó vapuleado por un terremoto. Walker no dudó en subirse a un avión para colaborar, fue uno más a la hora de ponerse a disposición de quienes más sufrieron el sismo. En agradecimiento, luego de su muerte el alcalde de Pelluhue propuso bautizar con su nombre a una de las calle del pueblo en el que estuvo poniendo el hombro. El pedido no encontró objeciones entre los habitantes de la ciudad.
Otro de los actos que se le conoció fue en el 2004 cuando viajó a Sri Lanka luego de uno de los Tsunami más devastadores que afrontó el país. Acá también, más allá de su donación económica, estuvo trabajando a la par de los bomberos y asistentes que asistieron a las víctimas.
Incondicional
“Me gusta mi profesión, pero no me gusta la fama. Me gustaría levantarme un día y ser un desconocido: poder salir con mi hija, ir a una plaza y que no me molesten. Sería algo muy lindo”, contó en una entrevista cuando comenzó a pasar más tiempo con Meadow, fruto de su relación con Rebecca Soteros, con quien nunca convivió pero siempre mantuvo una buena relación.
La nena vivía con su madre en Hawái hasta que en el 2012 se fue a vivir con su papá a California. Iban juntos a todos lados, también a los estudios de filmación. Meadow disfrutaba viéndolo en escena.
En lo mejor del reencuentro se produjo el fatal accidente. Meadow tenía 15 años cuando ocurrió. Desde entonces, no ha dejado de recordarlo. En sus redes sociales suele compartir material inédito con sus seguidores. Recibir el cariño de quienes idolatraban a Paul la llena de gratitud.
Una de las fotografías que posteó de su padre es de 1986, en pleno trabajo como actor. Se trata de una imagen de sus inicios en el cine, cuando apenas era un nene. Las postales en las que Meadow aparece con su papá son moneda corriente, siempre lo tiene presente. Por lo contrario, no aparece fotos en su Instagram con su mamá.
Cuando Walker falleció, Meadow regresó -por disposición de un juez- a la casa de su madre. Esto generó un gran revuelo: la prensa estadounidense sostuvo que Rebecca no estaba en condiciones de criarla. Hasta llegó a afirmarse que se había mudado con su padre porque su mamá no podía tenerla.
En este sentido, quien sirvió como gran apoyo es Diesel. El actor se propuso estar pendiente de la hija de su gran amigo y así lo está cumpliendo desde que consiguió ser su tutor. Vin y su mujer, la modelo mexicana Paloma Jiménez, son padres de tres hijos y Meadow ya es una hermana más, una integrante que supo adaptarse al nuevo hogar gracias al amor que recibió.
Meadow -quien también heredó las ganancias de su padre- va por la vida con vuelo propio. Trabaja como modelo y creó la fundación que lleva el nombre de su padre, Paul Walker Foundation. Uno de los propósitos de la ONG es el cuidado de la vida animal y la protección de los océanos, dos de las preocupaciones que tenía el actor.
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