Son muchos los que creen que Kevin Bacon podría ser una gran estrella de Hollywood. Tiene su prestigio bien ganado, por supuesto. Pero podría haber logrado todavía más. Pero está claro: si esto no sucedió, es simplemente porque él no lo quiso. De cualquier manera pretendió atenuar su brillo. ¿Cómo es esto? Reniega de la fama y de las consecuencias negativas que vienen con su trabajo, y por eso intenta pasar lo más desapercibido posible. La manera que encontró es escaparle a las grandes producciones, a esos proyectos que intuye que van a ser un éxito comercial y una escalada en su popularidad. Porque hay precios que no está dispuesto a pagar.
Por todo esto llama la atención que haya aceptado la propuesta que le hizo llegar el director James Gun para sumarse a las filas de Marvel y encontrar un lugar en Guardianes de la Galaxia: el especial de las Fiestas (The Guardians of the Galaxy: Holiday Special), un mediometraje disponible en Disney+. Cuando lo consultaron al respecto, el actor -evitando dar mayores detalles para no spoilear- contó que aceptó participar porque no interpretará ningún personaje: en el filme, será él mismo.
Bacon nació el 8 de julio de 1958 en Filadelfia, Estados Unidos. En la casa compartida con sus padres y sus cinco hermanos mayores, pasó una infancia que no fue de la mejor. Por la diferencia de edad, y siendo el menor, ninguno de sus hermanos quería jugar con él. Además, muchas de las salidas familiares eran sin Kevin: lo dejaban al cuidado de algún abuelo o de una tía. Estar rodeado de hermanos mayores que lo ignoraban es una circunstancia que todavía sigue recordando. Hoy con una sonrisa; en aquel entonces no tanto.
A los 16 ganó una beca para estudiar en la Escuela de Gobernadores de Arte de Pensilvania, en la Universidad de Bucknell. Esa incursión le abrió otro panorama al que le empezó a dar vida a los 17 cuando se mudó a Nueva York para estudiar y empezar a darle recorrido a la carrera de la que ahora reniega. Por supuesto, siendo apenas un adolescente, y desconociendo todo lo que viviría después, en aquellos años pensaba totalmente distinto. “La gente se sorprende cuando lo admito, pero es así: me llamaban la fama, el dinero y las mujeres. Quería mis tapas de revistas, soñaba con ver mi nombre en carteles gigantes”, admitió tiempo atrás.
A partir de ahí todo le llegó rápido. En 1978 debutó en Animal House y en 1980 su primer papel trascendente al protagonizar Viernes 13. Haberse puesto en la piel de Jack le trajo su primer dolor de cabeza: el fanático lo iba a buscar para pedirle un autógrafo le llevaba una foto suya en la piel del personaje que le tocó, de una escena en la que aparecía muerto y ensangrentado. “Siempre me horrorizó que esa haya sido la foto número uno cuando me piden que firme”, lamentó.
El lanzamiento a la fama se la dio Footloose (1984), el recordado musical en el que bailaba en contra de las normativas del pastor de la iglesia del pueblo. Bacon siempre sostuvo que se trató de un papel menor más allá de ser el protagonista, y hasta se reprochó que su personaje tuviera hasta a cuatro dobles para ciertas escenas: un bailarín, dos gimnastas y hasta un experto en escenas de acción. “Solo era conocido en Broadway y estaba furioso conmigo mismo. Fue como si fuera un bateador novato al que cambian en medio del primer partido de la liga. Nadie quiere ser el tipo al que sacan porque no lo puede hacer”, afirmó sobre esos días de suceso.
La película fue un verdadero éxito que se trasladó a la taquilla, con más de 80 millones de dólares de recaudación solo en los Estados Unidos. Pero Kevin tenía 24 años, y no pudo con tanto. La fama fue una ola que lo tapó y no lo dejó salir a flote. Lo primero que le ocurrió, y que lo ofuscaba, fue que en cada evento le pedían que hiciera el baile de Footloose, ya un clásico. Cuando iba a una disco, ponían la canción del filme para que el actor bailara mientras todos los rodeaban. Bacon lo resolvió pagándoles a los DJs para que quitaran el tema del repertorio. Negocio redondo, pero no para él.
Cuando parecía que ahí arrancaba su despegue, no sucedió. Desde el vamos, tuvo la necesidad de no quedar encasillado en el rol de galán juvenil. En 1986 protagonizó Quicksilver, había mucha expectativa pero fue un verdadero fracaso. Luego siguieron una serie de películas del mismo tenor, sin demasiada trascendencia. Hasta que en 1991, tras un nuevo mal paso en He Said, She Said, decidió cambiar el rumbo. Bacon ya estaba decidido a interpretar personajes oscuros, que no fueran protagonistas, para de ese modo alejarse definitivamente de la popularidad que no lo permitía apoyar un pie en la calle sin que apareciera alguien para pedirle un autógrafo.
“No hay forma de describir la fama, ni toda esa atención, a alguien que no lo haya experimentado. No es solo el hecho de que todo el mundo te conozca, es algo distinto. Una pesadilla”, describió. Y respecto a su salida de las grandes producciones, indicó: “Me rebelé contra aquello. Quizás no estaba preparado aún, aunque ya tenía 24 años cuando lo decidí. No me arrepiento de haberlo rechazado todo… Es parte del proceso, de todo se aprende”.
Con la llegada del nuevo milenio recobró la senda del éxito con El hombre sin sombra (2000). Y tres años después regresaría definitivamente con esa gran película llamada Río Místico. En 2004 le dio vida a su papel más oscuro: en El hombre del bosque fue Walter, un pedófilo que acababa de salir de presión. El productor Lee Daniels le sugirió que no era un rol apropiado para él. Llegó a decirle: “¿Por qué querrías hacer una película en la que interpretas a un abusador de menores? ¡Eso es como el beso de la muerte para los actores!”. Bacon desoyó el consejo. Y la crítica aprobó su interpretación.
Desde entonces a esta parte viene siguiendo la misma línea. En City on a Hill, por caso, poniéndose en la piel de un agente del FBI corrupto, muy oscuro. Siempre con interpretaciones al límite, en esos personajes que, por lo general, son odiados por el espectador. Por eso sorprendió la noticia de su ingreso a Guardianas de la Galaxia. Y es que esa especie de anonimato conseguido -nunca lo será del todo, está claro- ahora corre peligro, en las filas de Marvel.
Kevin también mantiene su vida privada alejada de los escándalos. En 1998 contrajo matrimonio con la actriz Kyra Sedgwick, de quien nunca más se separó. Tuvieron dos hijos: Travis y Sosie. Su esposa y los chicos también procuran pasar inadvertido. Incluso, cuando la familia de se va de vacaciones opta por destinos que cumplen con una premisa clara: no puede ser los elegidos por otras celebridades. Porque Bacon, a diferencia de las estrellas de Hollywood, optó por una carrera más terrenal, con el fin de no ser abrumado. Y encontró allí, una salida.
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