Jorge Fernández Díaz deja su programa semanal en Radio Mitre y se muda a los sábados: los motivos de su decisión

El periodista y escritor dejará en 2023 el día a día de Pensándolo bien, el exitoso ciclo con el que se propuso abordar la actualidad de un modo reflexivo

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Jorge Fernández Díaz se aleja de la vorágine de la política diaria
Jorge Fernández Díaz se aleja de la vorágine de la política diaria

Jorge Fernández Díaz hizo honor al nombre de su programa de radio para tomar una de esas decisiones fuertes de vida. Con Pensándolo bien se convirtió líder indiscutido durante nueve años de la noche en Radio Mitre, ese espacio en el que la vida parece más pausada y la radio es eterna compañera. Con la tertulia como hoja de ruta, se rodeó de amigos escritores para ofrecer una alternativa a la vorágine de la información cotidiana. Pero después de meditarlo más de tres años, el conductor decidió ponerle un freno al periodista para privilegiar al escritor. O viceversa, porque los dos caminos se alimentan uno al otro según su concepción profesional, esa que se nutre de lecturas, escrituras y pensamientos y que, sobre todo, necesita tiempo.

“Es algo que no tiene que ver con la radio, tiene que ver con mi vocación que es muy intensa, y tiene que ver con la literatura: quiero dedicarme a leer, a escribir, a estudiar”, dice Fernández Díaz en diálogo con Teleshow para resumir los motivos de su decisión. “Escribí 15 libros estando en la trinchera del periodismo, pero llega un momento que es imposible hacer las dos cosas al mismo tiempo. No se puede hacer periodismo día a día y a la vez seguir escribiendo libros, creando historias y esa ha sido una asignatura que muchas veces postergué. Y si no lo hago ahora, no lo voy a hacer nunca”, agrega el periodista de 62 años.

Fernández Díaz tenía pensado este esquema laboral para cuando cumpliera 60, pero entonces la pandemia obligó a postergar los planes. Hace unos meses, le planteó estas inquietudes a Jorge Porta, gerente de programación de la radio, a quien define como “mi mentor”. Porta lo comprendió, pero tenía una contraoferta para hacerle: los sábados en el horario que ocupaba Magdalena Ruiz Guiñazú. Fue una oferta irresistible para el ritmo de vida que se había autoimpuesto, con el valor agregado de ocupar el espacio de su admirada. “La quise muchísimo, me escuchaba todas las noches, me escribía. La extraño mucho y para mí es un orgullo muy grande”, explica.

Más allá de esta carga emotiva, la mañana sabatina le permite correrse aún más de la actualidad caliente, que propone la noche semanal en el dial aun con el estilo pausado y reflexivo que supo imponerle a su Pensándolo bien. Y por este motivo dejará de hacer las columnas en el programa de Eduardo Feinmann, a quien agradece la oportunidad profesional y la experiencia: “Fue muy amable conmigo y fue muy interesante trabajar con él”, dice el escritor, quien a comienzos de año fue elegido Personalidad destacada de la Cultura por la Legislatura porteña.

Jorge Fernández Díaz en la legislatura porteña
Jorge Fernández Díaz en la legislatura porteña

Pero esto no significa el fin del ciclo, ya que continuará en su versión tradicional de los lunes a viernes de 21 a 23 con el mismo equipo, que integran Adriana La Negra Verón y los escritores Miguel Wiñazki, Marcelo Birmajer, Gonzalo Garcés y que superó sus expectativas: “Fueron nueve años de liderazgo ininterrumpido con un equipo genial, de amigos, pensante. Un conjunto de escritores analizando la actualidad no podía andar bien, y, sin embargo, anduvo bien”, reflexiona. Y como equipo que gana no se toca, aunque cambie el capitán, y será Gonzalo Sánchez quien capitanee la nave en 2023.

—¿Cree que falta formación en el periodismo?

—El periodismo argentino necesita seguir estudiando. Y no se puede seguir estudiando, pensando y formándose si estás todo el día desde las 7 de la mañana hasta ultimas horas de la noche, como me empezó a ocurrir. Llegaba tarde a las sesiones de la Academia Argentina de Letras, no podía escribir literatura, no podía dedicarme a otra cosa que no sea el monotema de la política argentina, que es bastante tóxica por supuesto. Necesitaba formarme para poder aportar ese valor agregado que necesita la información dura, que tiene que seguir desarrollándose como siempre. Y ese valor se agrega cuando tenés una biblioteca, una mochila de experiencia para volcarla. Tengo una gran ambición en ese área, no tiene que ver con el dinero.

—¿Se volcará más a la literatura a partir de esta decisión?

—Tengo la enorme suerte de tener muchísimos lectores, cada novela vendió cien mil ejemplares, se han publicado por todo Europa. Estoy muy contento con eso, y me requiere más. Es una vocación que viene desde los 12 años y no quiero renunciar a ella cuando tengo tiempo y energía para poder hacerla.

—Aparte de la radio mantiene su columna dominical en La Nación, dos soportes que si bien se pueden consultar en diferentes formatos, remiten a los medios de comunicación tradicionales. ¿Qué mirada tiene de las nuevas formas en la comunicación?

—Me parece que son todas posibilidades narrativas interesantísimas. Son formatos nuevos que permiten llegar de otra manera, que hay que saber estudiarlos, pero que no debe dominarnos ni la velocidad ni la tecnología. También en esos formatos se puede ser profundo y se puede cultivar un estilo que le provoque un enorme placer al lector al leerte o al escucharse. Yo siempre digo que la vanguardia del periodismo no está adelante sino atrás; está en cosas que inventamos y que dejamos de hacer. Y creo que tenemos que volver a hacer algunas de esas cosas en formatos nuevos.

—Pienso en la conversación que propone en su programa como una de esas cosas a recuperar.

—Sí, la conversación es una de ellas. Hay un ejemplo muy claro que lo vivió Infobae. Daniel Hadad contrata a su viejo maestro, el Pingüino Serra, y le dice “escribí lo que quieras”. Dentro de su biblioteca, el Pingüino empieza a crear historias y esas historias se convierten en las notas más leídas de Infobae. Y eso pasó en The Guardian, en The New York Times, en El País y el ABC de Madrid; es un fenómeno que nadie podía prever. Las historias siguen interesando, se leen en los teléfonos ahora, pero se habían dejado de lado porque solo parecía que importaban las breaking news, la inmediatez. Y hubo que recurrir a los viejos redactores para que nos recordaran cosas que habíamos hecho y que debíamos volver a hacer en formato nuevo.

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