En la rígida España de Franco, Corín Tellado logró colarse en las cocinas de las amas de casa perfectas que mandaba la época para que se dejaran llevar por una pasión visceral que las sacara de la tediosa cotidianeidad. Medio siglo después, una autora británica, Erika Leonard James, lograba el mismo objetivo pero con otros recursos. Cambió los besos castos pero ardientes por escenas de masoquismo soft. El sexo insinuado dio paso a prácticas sexuales de dominación y sumisión que obligaron a más de uno a investigar qué significaba la sigla BDSM. Con distintos recursos, ambas autoras se convirtieron en suceso. Se calcula que la española vendió 400 millones de libros y James, 31 millones. El detalle es que la primera logró esa cifra escribiendo 5000 historias y la segunda, con solo seis títulos.
Pese a semejantes cifras, Hollywood no puso su lupa en ninguna historia de Tellado pero sí en la obra de James. Así fue cómo la saga a la que Stephen King calificó como “porno para las mamás” llegó a la pantalla. Pero si muchos lectores levantaron su libido con las escenas eróticas de Anastasia Steele y Christian Grey escritas por James, con las de Dakota Johnson y Jamie Dornan, bajaron el termostato, sin necesidad de paños fríos y solo con la poca química que ambos actores emanaban desde la pantalla.
Si encontrar pareja no es simple, encontrar protagonistas para esta saga tampoco fue sencillo. Para el papel de Grey el elegido fue Charlie Hunnan, pero dos meses después de su fichaje abandonó el proyecto. Se decía que huyó despavorido al conocer las escenas que debía filmar y leer las críticas que las seguidoras de la saga dejaban en redes. Nada eso era cierto, según el actor: “No quería pifiarla a lo bestia y yo no podía pasar de Jax Teller -su personaje en Sons of Anarchy- a Christian Grey en 48 horas. Intenté abarcar más de los que podía y fue doloroso porque me encantaba el personaje y quería hacerlo”. Así fue como el personaje terminó en la piel -y sí que tendría que mostrarla- de Jamie Dornan, conocido por protagonizar el drama televisivo The Fall, pero no mucho más.
Cuando a Dakota le llegó el guion de Cincuenta sombras... no dudo en aceptar. Se consideraba “una persona sexual” y le gustó la idea de explorar los temas y suponemos poses que la autora exponía en sus libros. “Cuando hice la audición para esa película, leí un monólogo y me dije: ‘Esto va a ser muy especial’”. Y lo fue, aunque por las razones equivocadas.
Al empezar a rodar, la hija de Melanie Griffith y Don Johnson tenía 23 años y aunque conocía la obra de James, lo que desconocía era lo intensa que podía llegar a ser la autora. “Firmé para hacer una versión muy diferente de la película que acabamos haciendo”, contaría con la película ya estrenada a Vanity fair. “Erika tenía mucho control creativo, todo el día, todos los días, y exigía que ciertas cosas sucedieran. Había partes de los libros que simplemente no funcionarían en una película, como el monólogo interior, que a veces era increíblemente cursi. No funcionaría si se dijera en voz alta. Todo, siempre, era una batalla. Siempre”.
Según cuentan, la noche anterior James reescribía las escenas para poder añadir una línea aquí y otra allá. La situación era caótica porque, al día siguiente, nadie sabía qué debían decir. Pero además lo que en un libro puede ser efectivo en pantalla no, algo que la autora no parecía entender. Para evitar su intransigencia se llegó a una extraña decisión. “Hacíamos las tomas de la película que ella quería hacer, y luego hacíamos las tomas de la película que queríamos hacer”, reveló la actriz, y aseguró: “Si hubiera sabido en ese momento que iba a ser así, no creo que nadie lo hubiera hecho. Habría sido como: ‘Oh, esto es una experiencia psicótica’”.
Pese a lo caótica de la situación Dakota asegura que “Erika es una mujer muy agradable, y siempre fue amable conmigo y le agradezco que quisiera que estuviera en esas películas... Fue genial para nuestras carreras. Fue increíble, una suerte. Pero fue raro. Tan, tan raro”.
Si el guion fue raro, las escenas eróticas fueron menos eróticas de lo que se podría suponer. En una entrevista con la revista Marie Claire, Dakota contó que filmarlas fue lo contrario a lo glamoroso. “Jamie llevaba una pequeña bolsita que le cubría sus partes, y yo tenía una especia de tanga sin tiras pegada a las mías. No con pegamento, pero sí con algo pegajoso como lo que se usa para los tapapezones, pero para la parte de abajo”, explicó, sincera.
Para los que alguna vez nos depilamos con cera, la última descripción nos genera un espontáneo gesto: “¡Auch qué dolor!”. Sabiéndolo, Dakota se encargó de aclarar: “Solo estaba pegajoso por arriba, no toda la pieza, aunque a veces se despegaba y el equipo tenía que utilizar pegamento de verdad para que no pasara. Una vez incluso tuve que ponerme dos de esos tangas. No duele, quiero decir. Básicamente es como si no llevaras nada pero te sientes cubierta. Es una sensación muy rara. Más que una tirita, esos tangas eran como un Post-it”.
Si Dakota algo quería aprender de todo lo que debía hacer pronto descubrió que las escenas de sexo, lejos de despertarle fantasías o nuevos intereses, la llenaban de tedio. “Filmar dos películas seguidas, donde la mayoría de las escenas son la misma, una y otra vez, se volvió un poco aburrido”, se sinceró la actriz en CinemaBlend y contó que con Dornan se preguntaban constantemente: “¿Cómo vamos a hacer que esta maldita escena de sexo sea mejor que las otras?”.
Los protagonistas tenían cuerpos naturalmente hermosos pero en en pantalla debían verse perfectos. Ambos se sometieron a una exigente rutina de entrenamiento para lograr esos físicos trabajados que se vieron. Como el actor ya tenía una rutina de gimnasia, solo sumó ejercicios con una entrenadora dos veces por semana. Dakota comenzó un entrenamiento que duró cinco meses e incluyó clases de baile, hot yoga y cinta, todos los días durante una hora. Mientras filmaba siguió con sesiones más cortas pero también más intensas; le agregaron ejercicios con un saco de boxeo, pilates y pesas.
Al menos contó con una entrenadora de lujo: Ramona Braganza, la misma que mantenía en forma a Jessica Alba desde que la actriz tenía 17 años y que se encargaba del estado físico de Halle Berry, Amanda Seyfried y Anne Hathaway. Mientras duró la película tanto Dakota como Jamie entrenaban en un trailer equipado con aparatos, pero nunca lo hacían juntos. Esto era porque cada uno necesitaba su espacio, de modo literal. Es que el lugar era tan angosto que cuando Jamie levantaba pesas, era imposible que ella entrenara con él porque no había lugar suficiente.
Otra complicación impensada surgió con la locación para filmar. La historia escrita por James transcurre en Seattle pero por una cuestión de costos se eligió rodar en Vancouver. James no se opuso, aunque ambientó la historia en esa ciudad nunca había estado allí. Para escribir de los principales lugares se valió de una aplicación.
Elegida y aceptada Vancouver, el problema no fueron los costos sino que una ola de calor provocó que varias veces se suspendiera el rodaje. Para colmo algunas escenas incluían lluvia, como ni poniendo a todo el equipo a bailar la danza de la lluvia lograran que cayeran algunas gotas y recurrieron a la lluvia artificial, pero entonces los residentes se quejaron del daño a sus propiedades, así que tuvieron que cambiar de locación varias veces. Después de todo esto no se sabe si el jefe de locaciones todavía conserva su puesto.
La película se estrenó en febrero de 2015 y las reacciones fueron desparejas. El público llenó las salas pero los críticos escribieron que solo era similar a los thrillers eróticos berretas de los primeros 90 pero sin su goce culposo. Otras voces se alzaron para señalar que “en la vida real, las mujeres que tienen una relación como la de Cincuenta sombras de Grey, terminan muertas, en un refugio o escapando durante años”. La disparidad de criterios y miradas se trasladó al mundo. La película fue prohibida en Malasia, censurada en Indonesia y en Kenia, pero en Francia se la calificó con un “apta para mayores de 12 años”, y en México, el día después del estreno una mujer fue presa por masturbarse en el cine.
Los familiares de los protagonistas también se sumaron a la polémica. Melanie Griffith, la mamá de Dakota, declaraba que por supuesto estaba orgullosa del éxito de su hija, para agregar que no había visto la película y que no creía que fuera a verla jamás. No lo hizo por madre desamorada sino porque la misma Dakota había expresado: “No quiero que mi familia la vea, porque es inapropiado... o los amigos de mi hermano con los que crecí”. Amelia Warner, que se casó con el actor en 2013, tampoco quiso ver ninguna de las películas de su marido convertido en Grey, algo que él apoyó. “No tengo ningún interés en pagarle una entrada para que me vea haciendo… ya sabes”, le confesó a Ellen DeGeneres.
La película recaudó 570 millones de dólares en todo el mundo. Se desconoce cuánto recaudaron los sex shops que vieron aumentar sus ventas de látigos, esposas y otros objetos.
Cinco años después del estreno y en plena pandemia, Dornan afrontó una rara situación. A su casa solían llegar cartas de desconocidas que le dejaban declaraciones de amor, le expresaban fantasías o le hacían confesiones raras. Hasta ahí todo algo abrumador pero controlable. Pero un día encuentra un collage de fotos de un chico desconocido y una nota en la que afirmaban que era su hijo. La carta aclaraba que si se lo enviaban no era por los derechos del niño sino porque su esposa debía saber que tenía un hijo con otra mujer, además de los tres que tenía con ella. “Creo que lo que realmente intentaban decirme es que este era un hijo que había tenido con Dakota y que lo habíamos tenido filmando Cincuenta sombras”, afirmó el actor en una entrevista con Variety. “No voy a negar que la persona que escribió esa carta logró llamar mi atención, pero también me dio bastante miedo”.
Para Dakota, la experiencia en la película fue menos mala que las críticas. Tanto que no cierra la oportunidad de volver a realizar otro personaje de alto contenido erótico. “Si hubiera algún proyecto o película que tuviera una trama similar, e insisto en que no sé si algo así pasará de nuevo, no pienso rechazarlo”, afirma. “Yo lo que quiero es hacerlo todo, y aprender mientras lo hago”.
Al hablar de Cincuenta sombras de Grey, su coprotagonista es respetuoso con la saga que lo convirtió en una estrella, aunque reconoce que las películas no es apta para todos. “Lo que probablemente me hizo más famoso es una franquicia tremendamente exitosa que no fue amada por la crítica. Es extraño entrar en esas películas sabiendo que vas a estar en una franquicia que probablemente generará dinero y recibirá críticas negativas”.
Pese a que Dakota y Jamie debían transmitir un erotismo hot y disparar fantasías, para muchos lo único que emanaron fue una sexualidad pasteurizada, con poca química y demasiada coreografía. Se argumento que era producto de la mala relación entre los protagonistas, algo que la actriz desmintió: “Nunca hubo un momento en que no nos lleváramos bien. Sé que es raro, pero él es como un hermano para mí. Lo amo tanto, tanto, tanto. Y estábamos realmente allí el uno para el otro. Teníamos que confiar realmente el uno en el otro y protegernos”.
Aseguró que lograron un vínculo “de hermanos” y esto quizá fue lo que transmitieron en pantalla. Camaradería, cuidado pero el rubro “calentar motores” les quedó vacante o al menos, con poco combustible. Porque como aseguró un crítico de cine, después de verla más de uno sintió que “sigue habiendo más erotismo en las rayas azules del viejo (canal) Venus codificado que en esta saga”. Quizá porque para salir del tedio y vivir una historia que nos saque de la rutina no se necesitan tantos adminículos, coreografías y cuerpos perfectos sino un poco de fantasía y el coraje sumado a las ganas de concretarlas.
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