Sucede a menudo que la ficción argentina logra sobreponerse a las dificultades y demuestra que puede estar al nivel de las grandes producciones de Hollywood. La diferencia más grande con la meca del cine es la económica. Los productores locales están lejos de poder invertir esos millones de dólares, pero lo reemplazan con la calidad de los intérpretes. Algo de esto ocurre en la actualidad con Argentina, 1985, la película que está en boca de todos, que rompe récords de taquilla y que tiene proyección internacional.
El filme protagonizado por Ricardo Darín y Peter Lanzani, está basado en la historia real de los fiscales Julio Strassera y Luis Moreno Ocampo, que investigaron y llevaron adelante el juicio contra las juntas que gobernaron el país durante la última dictadura militar. El trabajo viene de cosechar elogios de la crítica y el público en Venecia y San Sebastián y fue seleccionado para los Premios Goya, que se realizarán en febrero 2023. Hay mucha expectativa de que salga de España con alguna estatuilla y no son pocos los que apuestan que su camino seguirá hasta la gran fiesta de Hollywood de los Premios Oscar. Pero para eso falta demasiado.
Dentro de las pequeñas grandes historias de la película, y más allá de los dos protagonistas, aparece un elenco exquisito y versátil que sostiene y apuntala la trama. Uno de estos aspectos lo marcan Los fiscalitos, el equipo de trabajo que recluta el personaje de Lanzani para hacer realidad el juicio. Y entre esos jóvenes, en el rol de María Eugenia se destaca Antonia Bengoechea, una actriz que lleva la actuación en la piel y en la sangre, que proviene de una familia ligada al rubro, y que sobre esas bases busca hacer su propio camino en la actuación.
Bengoechea, a quien sus amigos llaman Toti, tiene 24 años y es la hija de los actores Alejandra Darín y Alex Benn, sobrina de Ricardo y prima del Chino Darín. Sus abuelos maternos, Ricardo y Renée Roxana, también fueron actores, como su hermano, Fausto Bengoechea, también es actor. Con todo este panorama, y a riesgo de que aparezcan las comparaciones, Toti está lista para enfrentarlas y ya dio sobradas muestras sobre el escenario.
Su debut fue a los 7 años, cuando se puso en la piel de un duende en la obra Robin Hood y la flecha mágica, dirigida por su papá. Pero muchos la conocieron en El Clan, como Adriana, la hija menor de la familia Puccio o un poco más atrás incluso, formó parte de La Leona, la tira de Telefe en la que fue pareja de Lanzani.
Más allá de estas apariciones que la acercaron a cierta masividad, hace un tiempo que viene trabajando en el teatro. Actualmente está protagonizando dos obras en simultáneo. Por un lado, El asistente, en el Centro Cultural San Martín y, por otro lado, Israfel, en el Centro Cultural de la Cooperación. Apasionada de la fotografía, la astrología y la jardinería, complementa estas actividades en su corazón de artista, para sumar matices a cada interpretación.
Volviendo a Argentina, 1985, a igual que en sus proyectos anteriores, dejó su apellido a un lado y se presentó al casting como el resto del elenco. Allí hizo la audición y fue elegida para ese papel. Si hay algo que remarca es que no le gusta que la llamen o le den un lugar por su familia, por lo que representa el apellido. Trabajar con gente cercana, más aún de la misma sangre, no es sencillo, y siempre está el riesgo de que se confundan los roles.
Antonia habló sobre esto cuando contó lo que sintió los primeros días en los que se juntó el elenco para comenzar con las grabaciones. Para colmo, por el papel que encarna, son varias las escenas que tiene con Darín. “Es raro actuar juntos y alejarse del hecho de que es mi tío, el que hace los asados en las reuniones familiares”, afirmó. Con oficio, logró apartarse de eso y aprovecharlo a su favor para llevar adelante uno de los personajes de los que más se habla en este filme.
Tiempo atrás, en una charla con El Planeta Urbano, la actriz se referido a la relación que tiene con Alejandra. “Me gusta mucho hablar con mi mamá porque siempre llegamos a puertos distintos. Son esas charlas eternas que te agrandan el alma y el pensamiento. Nombramos la palabra invocar, que es tan linda. Y antes de cada función, está bueno tener presente a las personas por las cuales estás haciendo lo que amas”, señaló.
En este punto, surgió casi de manera inevitable el nombre de su abuela Renée, a quien de alguna manera identifica como la responsable de dejar el legado para que todos recorrieran el camino de la ficción.
“Mi abuela tenía una presencia… ¿Cómo olvidarla? De algún lugar vienen tantos actores en la familia. Tengo los mejores y más divertidos recuerdos de ella, era un personaje espectacular, repleto de anécdotas. No solo era actriz sino también poeta: escribía y recitaba, y lo hizo hasta sus últimos días porque tenía una memoria increíble”, dijo en relación a la recordada artista fallecida en 2018.
De esta manera, con los pies sobre la tierra, sin correrse de su eje, Antonia Bengoechea sigue dando pasos en este difícil mundo de la actuación. Apoyada en su familia, pero sin aprovecharse de eso, suma trabajos para ser considerada dentro del clan Darín, pero brillando con luz propia.
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