En la segunda mitad de 2017, mientras El Quinto Escalón comenzaba a desintegrarse y muchos de los raperos que animaban esa competencia seguían transitando su metamorfosis, un sello y su factótum marcaban el rumbo. Con apenas 19 años, Omar Varela manipulaba las perillas y las acciones de Mueva Records, plataforma desde la que se editaron tracks como “B.U.H.O”, “Hello Cotto” y “She Don’t Give a FO”, que fueron sacando al trap de su nicho y crearon un nuevo firmamento en el que brillaron nombres como Duki y Khea.
Justamente ellos dos y Cazzu son las figuras de “Loca”, el primer hit del trap argentino que fue publicado el 20 de noviembre de 2017 y producido por Varela junto a Mykka, socia en la creación por aquellos días. “Me junté con Ivo (Khea), que un día me llamó y me dijo: ‘No puedo estar en mi casa, le quiero meterle full a la música’. Le dije: ‘Amigo, venite a casa, nos ponemos a trabajar y la vamos a romper’. Se mudó y vivíamos juntos con mi mamá. Literalmente dormíamos los dos en el mismo cuarto. Nos pusimos a producir todos los días y sale el estribillo: (tararea) ‘Es una loca...’. Él lo había traído de su casa, que se le había ocurrido con su vieja. Lo escuché y dije: ‘Esto va a ser un temón’. Después se sumaron Duki y Cazzu y ahí fue una locura”, recuerda hoy Omar en diálogo con Teleshow sobre ese primer hito.
“La escuchábamos en repeat y nosotros mismos no lo creíamos. Decíamos: ‘No, hermano, se va a ir todo al carajo’. Y se fue todo al carajo. Ya se sentía esa vibra antes de que la sacáramos. Fue un antes y un después en la industria entera. Estábamos haciendo temazos, pero ninguno era así, comercial, exportable como este”, analiza a distancia. Lejos de ser un nostálgico, Varela no se durmió en su propia cosecha y siempre buscó la forma de innovar.
“Uno no se puede estancar en lo que ya pasó. Hay que estar todo el tiempo valorando el presente. Yo no te puedo venir a hablar acá: ‘No, porque en el 2017 la rompí...’. ¿Y qué estás haciendo ahora? Vos vales por lo que estás haciendo ahora, no por lo que ya hiciste. Hay muchos artistas que capaz hicieron algo en ese momento y que después no se renovaron, quedaron en el tiempo. Yo los invito a todos a buscar estilos nuevos y romperla con algo totalmente experimental”, propone Omar. Gesto que no se queda en palabras, ya que su último movimiento es el urban dance music.
Lo está haciendo de la mano de su proyecto Omar, Algo Anda Mal, ese latiguillo que suena como marca de agua en sus producciones y ahora engloba sesiones en YouTube. “El primero que la dijo en una grabación fue Kaktov y es una frase que se hizo muy conocida. Incluso, muchos me conocen más por eso que como Omar Varela. Entonces ahora estoy queriendo ligar mi cara con ‘Omar, algo anda mal’”, cuenta.
“La idea es seguir algo del patrón EDM, pero llevado a un lado más latino, urbano, que lo pueda hacer la gente de barrio, cualquier persona de acá. Estamos acostumbrados a que la hegemonía de la electrónica sea de europeos, gente blanca... Siempre se estigmatizó al latino, que sí o sí tenía que hacer reggaetón y que en la electrónica no le iba a ir bien. Quiero romper con eso y abrir la puerta a las patadas para crear algo experimental, que sea un camino por afuera del actual monopolio de la música”, explica sobre esto que ya comenzó a asomarse en sus hits más recientes, como “Diablona” con Alejo Isakk.
Al otro día de grabar esa canción, Omar quedó internado en un hospital y casi muere por una peritonitis. “Estuve dos meses internado. En la primera semana sentí que me moría: había bajado 15 kilos, tenía una infección por adentro que no se iba. Me daban antibióticos por intravenosa y no se iba la infección. Me cambiaron el antibiótico y tampoco se iba: fiebre, fiebre, fiebre. Me hicieron tomografías con contraste y la infección seguía ahí. Me operaron de vuelta, me limpiaron por dentro y seguía la infección. Era una pesadilla. Yo me había despedido de mis viejos”, recuerda.
Luego de que su médico le asegurara que la bacteria ya estaba controlada, Omar se relajó y se sometió a una tercera operación. La fiebre empezó ceder y transitó la recuperación. Asistido por la música, claro. “Estaba todo chupado, mal, y me afectó mentalmente, me hizo bosta. Pero apenas me empecé a sentir bien, agarré la compu, que la tenía en la clínica y saqué ‘P rreo’, uno de los temas más exitosos de Alejo, Salastkbron y Kaleb di Masi. También ‘Cheto mal’, ‘Red Bull Red Label’, ‘Hace calor remix’ y ‘Bellaqueo’ con Callejero Fino, Kaleb, Alejo y Emi Roldan. Si me moría, quería morirme haciendo música, me chupaba un huevo”, grafica.
A punto de lanzar un track de Martinwhite, sus más recientes ediciones son con La Joaqui (”Mañosa”) y Kaleb di Masi (”Señorita”). Pero por las manos de Varela pasó buena parte de la música de los nombres fuertes de la música actual, como Wos (coprodujo “Culpa”, la chacarera-rap amalgamada con Ricardo Mollo), Ysy A, Dillom (“Era como un trap pero nuevo, no se parecía a los que estaban sacando todos en ese momento: es dura, trasheada, bien cruda”, resume sobre “Dudade”) y L-Gante.
El interés de Omar por la música viene desde muy chico, cuando en vez de prestar atención a clase prefería tirarse en el piso del fondo del aula a mirar el techo, esperando a que pase el tiempo para volver a casa y agarrar la guitarra para tocar sus canciones favoritas de Slipknot. Investigando sobre su instrumento, encontró que había softwares que le permitían no solo crear tablaturas sino también agregarle beats, líneas de bajo, drumkits: el universo musical se le expandía. “Pensaba que tenía que haber algo mejor y ahí descubrí el Fruity Loops, que es con lo que empecé a producir música electrónica y el programa que sigo utilizando hasta el día de hoy”, cuenta.
Mientras esa actividad iba mutando a idea fija, se sentía inspirado por el dubstep con Skirllex como estandarte: “En el colegio usaba la netbook del Gobierno (se refiere a las Conectar Igualdad) y estaba todo el día con el programa. Después volvía a mi casa y seguía, pero en la compu de mi mamá. Desde que agarré el FL, hice una canción por día: en una semana, tenía siete temas. Y cada vez iba mejor”, rememora y confiesa que mantiene esa intensidad de trabajo.
“Estoy obsesionado con hacer música y no puedo parar. A veces llega a ser un problema, incluso para la salud mental. Imagínate que estás tres días en una computadora, sentado en un lugar oscuro, moviendo la pantalla con el mouse. Capaz que pasaste cuatro días encerrado en el estudio y te dormiste en el sillón. Y eso te pasa factura: empieza a doler la espalda, empezás a tener ataques de ansiedad, te disociás de tu cuerpo, te olvidás de cómo usarlo...”, grafica.
“La actitud obsesiva o adictiva puede llevarse para malos hábitos como para buenos. La inteligencia está en donde trasladarla: la podés llevar al pucho, al alcohol, a la joda, a las minas, a la droga. O la podés poner en lo que te importa, en lo que querés crecer. Esto es algo que me gustaría transmitirle a la gente que me sigue para que lo intenten”, arroja Varela, quien hoy tiene 24 años.
“Ahora hay un consumo que está impuesto no sé si por la sociedad o por qué, pero el modelo de negocio de la música latina es ver quién es el más delincuente, quién es el que más se droga, quién es esto o aquello. Me apena un montón que la industria esté yendo para ese camino porque es lo que pega y que los artistas nuevos tengan que adaptarse a eso para ser exitosos”, analiza Varela al pensar en la escena actual.
“Hay algo del contenido masivo que también condiciona. Por ejemplo, terminás de ver la serie Narcos y querés eso: te subís a tu auto y flashear que vas a ser un narco. Hay gente que no tiene la personalidad tan formada ni uso de su razonamiento o buena educación, y puede que hasta incluso intenten serlo. Mi impulso es nadar contra la corriente, hacer música que no tenga que ver con eso. Al no tener poder de decisión en las letras, desde mi lugar intento aportar algo de originalidad, de crear un estilo que pueda tener enriquecimiento aunque sea desde lo melódico”, propone.
En el mainstream actual Omar se ceba con el riesgo por la experimentación que pelan artistas como Villano Antillano, Arca o Rosalía. “Su último disco es una locura. Y ni bien salió, mucha gente decía que estaba mal hecho, que estaban mal recortadas las voces. Pero es intencional, una desprolijidad perfecta. Hay que saber apreciar la desentonación, la arritmia. El futuro está en lo imperfecto y quiero impulsar justamente eso”, dice al hablar de la catalana.
“Muchos se beneficiaron, veo a gente llenando estadios cerrando y abriendo con producciones de ese momento. Y eso me genera mucho orgullo, como país más que nada. Sin eso capaz que hoy no estaría hablando con vos, obvio. Pero si yo solo hubiese hecho eso, capaz que tampoco estaría acá”, piensa Omar en voz alta acerca de aquel primer estallido del trap en Argentina.
“Es fácil llegar cuando explota, pero lo difícil es quedarse. En su momento, toda esta movida internacionalizó un montón el estilo. Las disqueras, acá en Argentina, eran la única forma que vos tenías para sacar tu música para afuera. Y nosotros, con Mueva, lo hicimos a pulmón. Fuimos uno de los primeros sellos con distribución independiente y no había ningún otro que funcionará como el nuestro: los artistas ganaban tajadas que no se las comía la discográfica. Era una locura la cantidad de dinero que generaba. Después, todo eso se desarmó con el tiempo porque cada artista terminó firmando con otras discográficas”, dice.
En reiteradas ocasiones artistas que integraron la escudería de Mueva Records acusaron públicamente a Varela de estafador. “En vez de hacer lo que tenía que hacer como un hombre inteligente, nos quiso cagar a todos y le salió mal la jugada”, dijo Duki en un stream con Grego Rossello. “Imagínense que me hizo firmar una cláusula en un contrato que dice que no puedo hablar de él ni su sello. Sello que creamos juntos, yo nunca fui artista de el. Mueva era mi sello. Para liberarme de ese contrato me dejo dos años sin regalías de todos mis temas, como por ejemplo ‘Loca’”, disparó Khea desde Twitter en junio de este año. Midel y Arse, quienes también eran parte del sello por aquellos días, también lo fustigaron.
“Todavía piensan en mi, no sé por qué será. Yo les digo que sigan su vida. Ya pasaron cinco años. Tuve varios problemas justamente por este estallido de Mueva. Las cosas fueron cómo fueron, pasaron cómo pasaron y tenían que ser así. Porque mucho de lo que hoy en día está explotando y rompiendo, no hubiesen sido posibles si todo habría sido distinto. Ellos tienen que avanzar, soltar un poco ese tema y seguir laburando porque hay muchos de esos que hoy en día no los veo en ningún lado. Y me da lástima porque en su momento sentí que tenían un potencial muy zarpado y quise apoyarlos”, dice Omar sin dar nombres.
—¿No te molesta que te tilden de “estafador” o “garca”?
—Si sos productor o dueño de una discográfica, siempre vas a ser un estafador. Preguntale a cualquier dueño de discográfica o productor: siempre, en algún momento, hay un artista que lo tilda de estafador. Siempre. Eso pasa porque vos tenés la responsabilidad de dividir el dinero. Si yo no me hubiese puesto esa responsabilidad, yo no tenía que tomar estas decisiones. Entonces yo no iba a ser el culpable, iba a ser otra persona. Decidí asumirla y tomar las decisiones malas y las buenas. Porque hay muchas buenas, que nunca se cuentan. ¡Nunca se cuenta cuánto esta gente tiene en el bolsillo, que cobraron gracias a mí! Nunca. Pero lo malo, sí. Cada uno tiene lo que se merece y punto.
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