Erika Halvorsen y Tamara Tenenbaum: los secretos detrás de El Fin del amor, la serie de Lali Espósito

En diálogo con Teleshow, la autora y la protagonista real de la historia -el giuon está basado en el libro homónimo de la filósofa y periodista- se sumergieron de lleno en la construcción del nuevo éxito de Prime Video

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Erika Halvorsen y Tamara Tenenbaum - Los secretos detrás de El fin del amor

Hace algunos días, Prime Video estrenó El Fin del Amor, la serie protagonizada por Lali Espósito -que también produce- basada en el libro homónimo de Tamara Tenenbaum sobre una etapa especial de su vida. Criada en el seno de una familia judía ortodoxa, a los 12 años decidió vivir sin esos preceptos pero, cerca de los 30, fue más allá y rompió de manera visceral con la idea del romance, la pareja y los convencionalismos que aún la condicionaban.

La periodista unió fuerzas con Erika Halvorsen, autora de ficciones reconocidas como El Hilo Rojo en cine y Pequeña Victoria en televisión, para llevar a la pantalla esta historia intensa y provocativa sobre una mujer que elige rebelarse y redescubre la sexualidad la vez que revisa todas sus relaciones afectivas.

Tenenbaum, cuyo libro se publicó originalmente en 2019, admite que si bien es “fuerte” que su historia se vea ahora en todo el mundo, “que la vea alguien en París que ni me cruza me parece genial. Siempre es más raro que la vea acá mi mamá”. Sin embargo recuerda que “como yo desde que empecé a escribir trabajo muchísimo con materiales de mi propia vida y de la gente que conozco, estoy más o menos habituada”.

—¿Cómo es verte en Lali?

Tamara Tenenbaum —Yo siento que tanto con Lali como con toda la gente que trabaja en la serie, hay como una “mediación” muy grande. Es Lali componiendo un personaje, para lo que también la ayudaron tres directores distintos. Con un vestuario, un maquillaje. Todas cosas que pensamos juntas y que se parecen a mí, pero que igual genera una mediación en la cual no es que la miro y pienso “soy yo”. Por suerte. Creo que es otra cosa; el personaje tiene que ser más atractivo, siempre las cosas que pasan en la pantalla tienen que ser más atractivas. Ella tiene otra forma de hablar, tiene un encanto, tiene ciertas cosas que le fuimos sumando al personaje. También obviamente tiene rasgos míos, es mucho más odiosa, yo creo, de lo que soy en la vida real. Creo (risas).

—Erika, ¿vos fuiste un poco la que unió todo, no? La que dijo: este libro tiene que ser una serie

Erika Halvorsen —Sí, fue como algo bastante físico que sentí. Yo estaba un domingo leyendo el libro de Tamara y tuve una certeza, dije: “Esto es una serie y quiero hacerla; si no la hago no voy a poder dormir”. Entonces le escribí a Tamara en ese momento, por Instagram, le dije que le iba a mandar un mail con copia a mi abogado para pedirle los derechos del libro pero que la teníamos que hacer juntas, obviamente.

—¿En qué momento tuyo fue esto? Porque siempre estás trabajando, sacando un libro…

Halvorsen:—Sí, yo estaba escribiendo una tira que era Pequeña Victoria y un domingo que dije “hoy no escribo, leo”, pasó esto. De hecho esa noche no pude dormir porque empecé a tener sueños de Tamara niña ortodoxa, como escenas.

—Bueno, la escena de Tamara grande con Tamara chiquita es de una ternura…

Halvorsen: —Sí, yo creo que me enamoré de esa chiquita cuando leí el primer capítulo de El fin del amor y empecé a tener esas imágenes ¿no? Y después ahí Tamara me pasó su libro de poemas. Yo quería que la voz de Tamara -ella es filósofa, periodista, poeta- esté en el universo de la serie. Entonces empezamos a ver cómo metíamos los poemas, cómo iba a entrar también el tono ensayístico de su libro; todo buscando la identidad de la serie.

—¿Cómo llegó Lali al proyecto?

Tenenbaum: —Primero hablamos nosotras dos y después, empezando a pensar en actrices, la primera en que pensamos fue Lali.

Halvorsen: —Sí, nosotras queríamos tener la autoridad, el control artístico y la libertad para contar esta historia entonces dijimos: tenemos que ir a buscar un subsidio ¿no? Sabíamos que no íbamos a buscar muchos socios porque no queríamos perder el control. Y cuando empecé a hablar de este proyecto me decían “bueno, es muy de nicho”. Entonces yo pensé: basta de mandarnos a las mujeres “al nicho”. Como si fuese bueno, “vayan a hacer su serie chiquita con poquita plata y tal”. Esta serie necesitaba un presupuesto; y en querer tener más plata hay un gesto político también. Así es que dije “vamos con la estrella de la generación, con una persona que tenga esta penetración que tiene Lali”. Le mandé un audio larguísimo, lo escuchó al toque, le conté mi idea y que ya había llegado un punto donde no quería ceder el control artístico de las historias que yo soñaba, porque después sufría mucho cuando veía que los personajes o las tramas se veían malogradas por la censura de la televisión abierta. Entonces Lali me dijo: “vamos, hagámosla a todo culo”. Y ahí fuimos a MGM que fue nuestro primer socio y que nos acompañó a venderla a las plataformas. Cuando llegamos a Prime Video encontramos la “pista de patinaje” donde queríamos deslizarnos con total libertad.

—¿A qué se referían cuando te decían “es muy de nicho”?

Halvorsen: —Y, que la gente no la va a ver. Que no es comercial. Que nadie va a poner plata. Cuando dicen “es muy de nicho” significa que no es de varones, como si las series de mujeres fuesen un género en sí mismo. Y nunca pasa al revés. Pero bueno, me parece que eso lo vamos a tener que ir cambiando a medida que sigamos haciendo series contadas por mujeres pero que los varones también van a ver. Como nosotras vemos series “de varones”.

Tenenbaum —Hay un montón de cosas también que la hacen quizás... no sé si entiendo a lo que se refieren cuando dicen “de nicho”. Pero por ejemplo, tenemos el tema de la localidad, lo local. Que para nosotras era importante porque obviamente el Once no es un lugar tan común; no es que hay un Once en cada ciudad. Vos te vas a México y es distinto el barrio judío. O sea, realmente estamos retratando un lugar muy peculiar. Algo que mucha gente no asocia con América Latina como el judaísmo.

—Pero salvando las enormes diferencias, en Poco ortodoxa Williamsburg es Williamsburg, no es...

Tenenbaum: —Sí, pero yo creo que de hecho les debe haber costado bastante venderla primero. Anda a saber cómo fue ese proceso.

Halvorsen: —De hecho cuando nosotras vendimos esta serie todavía no existía Poco Orotodoxa.

Tenenbaum: —Y cuando salió fue como que nos dio un poco la razón. ¿Vieron? Se podía. Pero por ejemplo, Poco ortodoxa está en Nueva York, donde todo el mundo sabe que hay un montón de judíos. Vos decís “América Latina judíos”, y hay un montón de gente que te dice “qué raro”. La AMIA vos sabés qué es, pero en Chile nadie sabe qué es. Bueno, pero van a aprender, van a googlear.

Erika Halvorsen y Tamara Tenenbaum - “Basta de mandarnos a las mujeres al nicho"

—Yo miro películas o series que hablan de atentados en el mundo que no presencié.

Tenenbaum: —Obvio. Pero es lo que yo siempre digo; la gente mira series nórdicas de países que no puede ubicar en el mapa, donde hay internas parlamentarias de países que no conoce, y se re entusiasma.

—Las plataformas marcaron un antes y un después en el negocio en cuanto a las posibilidades y la llegada tanto para los actores como para quien escribe, ¿no?

Halvorsen: —Para mí sobre todo es la libertad, porque por ejemplo, no tenés la presión de los anunciantes.

—Vos dijiste recién: “No queríamos ceder en el control artístico”. ¿Te impusieron muchos límites a lo que querías contar?

Halvorsen: —Sí. No solo límites sino escenas que yo después al aire las veía y les habían cambiado diametralmente el sentido. Por ejemplo, la de una heroína que decide tener sexo con dos varones y ella genera la situación y todo, pero cuando la veo al aire la habían transformado en violación, porque había que cuidar a la heroína. Entonces yo decía “ah, cuidar a la heroína es violarla”. Y eso salió al aire, a nadie le hizo ruido. Ahora, una heroína conectada con su deseo... A mí siempre en las devoluciones de los guiones cuando llegaban esas escenas de una mujer deseante me decían “no, es muy fálica, es muy masculina, es muy sexual, es poco empática, no genera identificación”. Entonces como que la mujer sexual podía ser la villana pero no la heroína. Estamos atravesadas por esa cultura de la pureza. No lo descubrí yo, nos pasa a todas las guionistas que trabajamos en televisión abierta. Ni hablar de drogas, ni hablar de abortos ¿no? Había algo de esto, de la pureza y lo impecable que tiene que ser un personaje femenino que yo decía “no; quiero que por momentos sea odiosa, quiero que tenga contradicciones”. Las plataformas te dan esa libertad que en la televisión abierta no tenés.

—Bueno, Tamara tiene sus contradicciones, ¿no?

Tenenbaum: —Sí, es un personaje del que a nosotras nos gusta todo el tiempo destacar eso. Ella no solamente me parece odiosa, sino que tiene que ser un personaje al que el público siga, a pesar de quizás ser un narrador no fiable, en el sentido de que, digamos, vos leés Lolita y bueno, sí, te toca seguir la historia de un pedófilo y no es que te identificás con él pero lo seguís. Lo seguís 200 páginas y querés saber qué le pasa ¿no?

Halvorsen: —Me parece que la identificación está ahí. Ella hace lo que puede, como dice Tamara, y puede poco, y esa torpeza que tiene... Es una historia de vínculos y estamos tratando de explorar todas las maneras de vincularse. No solo en la búsqueda del amor sino con la familia, las hermanas, la madre, las amigas. Nos interesaba desplegar toda esa red.

—¿Cómo trabajaron el tema de la religión en el guion?

Tenenbaum: —Llamamos a un rabino, Damián Karo, que me ayudaba con las cosas que yo no me acordaba. Discutíamos aspectos como por ejemplo con el tema del casamiento ortodoxo; todo el mundo quería ver los rulitos. Bueno, yo le dije “Damián, ya sé que en el Once prácticamente no hay rulitos porque es un tipo de judaísmo que no es tan común en el Once, pero metamos dos que sabemos que es ‘medio fruta’ pero bueno, es estético”. Los dos lo sabemos y metemos cosas donde corresponde. Que no estuvieran sentados cerca de la novia porque eso implica que son familia de la novia, y eso ya es inverosímil. Como que la idea era esa, siempre que a la historia o la estética le sirviera, nos corríamos un poquito “conversadamente”.

—Ella experimenta contradicciones con la religión, tiene sus momentos de mucha ternura también.

Tenenbaum: —Sí obvio. Como que también es un poco la gracia del personaje. Claramente hay una crítica, y a la vez -de hecho para eso está el personaje de Sarita, no tengo una amiga ortodoxa yo- queda claro que Tamara no es la voz autorizada de la serie. Si fuera la única voz autorizada sí, sería “la religión es el opio de los pueblos” y ahí termina. Pero por un lado Sarita genera una pregunta sobre el tema, porque es una chica que, si Tamara le abría la puerta se podría haber ido también, y no lo hizo. Nos sirve para que Tamara se haga preguntas todo el tiempo. Que no significan, spoiler alert, que se haga ortodoxa (risas), eso no va a pasar en ningún capítulo. Pero eso no implica que ella no se haga preguntas ahora que llegó a una edad también. Obviamente mucha gente asocia a veces a Lali con algo adolescente cuando Lali ya no es adolescente, tiene 31 años y esto es una serie de chicas de 30. Y entonces ella se está acercando a la religión ya no con la furia de los 20, está volviendo a eso con cierta templanza; esta es mi historia.

Halvorsen: —También iluminamos lo vincular, lo que tiene que ver con su historia familiar y la relación con las mujeres de su familia, lo que incluye respetar el deseo de la otra y decir bueno, si la felicidad de Sarita es casarse así, bajo esta tradición, ¿quién soy yo para decir “salí de ahí Maravilla”?

Tenenbaum: —Es más interesante que tenga una contradicción con el tema; mostrar eso en vez de mostrar a alguien que sabe perfectamente lo que quiere y qué lugar tiene cada cosa en su vida.

—Está buenísimo que podamos ver mujeres reales que buscan su deseo, estar donde tienen ganas de estar

Halvorsen: —Sí, además el conflicto de la identidad no entiende de géneros. Por eso yo creo que un varón va a ver esta serie y se va a sentir súper identificado. Nos pasaba en el set que había escenas donde veías que los hombres -era un set joven, de treintañeros o más abajo- se sentían súper interpelados por todos los temas de la serie. Esta no es una serie de mujeres para mujeres, hablamos de un conflicto de identidad y lo vincular y la búsqueda del amor; vamos a morir con eso todos.

Entrevista completa a Erika Halvorsen y Tamara Tenenbaum

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