Corría el año 2013 y llovía en Londres. Carlos Rottemberg y su esposa, Karina Pérez Moretto -por ese entonces eran novios-, salieron del teatro Cambridge de ver Matilda, el musical. “Si alguna vez tenemos una hija, quiero que se llame Matilda”, lo sorprendió ella. Hasta ese momento, la idea de agrandar la familia (él ya era padre de Tomás, fruto de su relación con Linda Peretz, ella no tenía hijos) no estaba en los planes de ninguno.
No lo sabían, pero aquella salida en pareja los cambió para siempre. Las palabras de Karina, eran un deseo, pero se tranformaron en un hecho, primero con la llega de Nicolás, de seis años, y luego con la de Matilda, de tres. Es por eso que cuando le llegó la propuesta para hacer el musical homónimo, el productor no lo dudó, para él no se trata de una obra más, sino de una “producción familiar”. “No tenemos los derechos del musical, pero sí, desde hace un ratito, a la protagonista”, escribió el 9 de mayo del 2019 Carlos Rottemberg en su cuenta de Twitter, en referencia al nacimiento, minutos antes, de su hija.
En diálogo con Teleshow contó que el estreno de la pieza, en junio del año que viene en el Gran Rex, es la coronación de la familia, luego de una intensa búsqueda por convertirse en padres. Pero también reveló los códigos internos para referirse a la obra sin decir el nombre Matilda delante de sus hijos más chicos y cómo es realizar un musical con un elenco en el que la mayoría de los artistas son menores de edad.
“Esta es una producción familiar para nosotros”, dijo y es por eso que aceptó el desafío de emprender el viaje, si le hubieran ofrecido alguna otra pieza icónica, no hubiera aceptado. “Casados en segundas nupcias con Karina, me dijo que no pensaba tener hijos, yo tampoco, ya era padre de Tomás. Fuimos a Londres y vimos la obra, al salir del teatro Cambridge, debajo de la marquesina, me dijo ‘si alguna vez quedase embarazada de una nena le pondría Matilda’, y la escuché y nada más, porque no íbamos a tener hijos”, contó.
Pero a veces los planes pueden cambiar... “A partir de Matilda se movilizó algo que terminó en la búsqueda de un embarazo, derivó en siete tratamientos de fertilidad. Cuando uno dio positivo nació Nicolás, que hoy tiene seis años y guardamos unos embriones congelados, uno de ellos se transfirió en el 2018 y a los tres de Nico, llegó nuestra hija, el 9 de mayo del 2019″. Como lo habían prometido bajo la marquesina hacía muchos años, la nena se llamó Matilda. Incluso, en el primer embarazo pensaron en el nombre Matías en caso de que fuera nene, pero luego desistieron: “Pensabamos que si llegaba la hermanita alguna vez, no podría haber dos Mati en casa”.
La felicidad luego de tener en brazos a la nueva integrante de la familia fue tal, que apenas la neonatóloga se la llevó para hacerle los primeros controles, desde la sala de parto, él compartió en sus redes la noticia, junto con una foto de la marquesina de Matilda (la obra no su hija)... más como un guiño familiar que como un deseo laboral: “Era una fantasía personal unir a nuestra Mati verdadera con la de la ficción porque no está dentro de lo que yo trabajo”.
Pero ese tuit no pasó desapercibido y lo que se escribió para dar un anuncio personal, algunos lo leyeron entre líneas. “En marzo del 2021 suena el teléfono y nos pide una reunión con Tomás Valentina Berger, la productora argentina que intervino en Matilda en Broadway, sin que nos diga para qué, la recibimos y nos cuenta que leyó ese posteo y que quería ver si me interesaba, que tenía los derechos”.
Padre e hijo se miraron, y aunque ninguno dijo nada, ambos sabían que a pesar del gran desafío que implica emprender una obra de esa envergadura, había una sola respuesta posible: “¡Sí!”. “Llevo más de mil espectáculos estrenados en 47 años y esto no lo puedo catalogar dentro de ellos porque no tiene nada que ver y es una producción grande, en el Gran Rex, no es lo que yo hago”.
Entonces, decidieron completar el equipo y además de ellos, trabajan en el musical Mariano Pagani de MP (hizo Aladín, Peter Pan) y Pablo Kohlhuber y Fernando Moya de Ozono Producciones. Realizar un musical tan grande, tiene varias cosas diferentes a una obra de texto, por ejemplo, en el casting para el elenco infantil, se presentaron 800 chicos. En total trabajarán 40 niños que dan en escena siete años, que se dividirán en tres, ya que por ser menores de edad, tiene un cupo limitado de funciones diarias que pueden hacer.
Matilda (la obra, no la nena y durante la charla se realiza más de una vez la aclaración) llegó para revolucionar también la casa. “Karina no podía creer cuando me convocaron, estamos conmovidos”, dijo y contó que la movida, reavivó un poco los celos de Nicolás. “Si ella es más chica que yo por qué le hacen una obra y a mí no”, se pregunta el pequeño y es que en la casa se habla mucho de la pieza, que en código, ahora los padres llaman “el Rex”. Por supuesto, ambos ya miraron la película de 1997. Y su hija aunque es muy chiquita, lo acompaña a veces al teatro y hasta estuvo presente en algunos ensayos. “Estamos listos para ir con ella”.
Más allá de su historia familiar tan relacionada con la obra, para él (como hombre de los medios pero principalmente como papá) no es poca cosa el mensaje que transmite la pieza: “Me interesa lo que deja, que tiene que ver con la avidez por la lectura de una nena y el conocimiento que la salvó sobreponiéndose a los padres que le dieron vida. Pienso en lo que me gustaría que le ofrecieran a mis hijos”.
Aunque faltan varios meses para el estreno, las entradas para la obra ya están a la venta “a un precio por debajo de lo que está una comedia hoy” -además, las primeras 6.000 que se vendan el año entrante podrán presenciar un ensayo-, explicó Rottemberg y agregó que es justamente porque le interesa la “masividad del mensaje”. “Como padre, a mi hijo mayor lo llevaba a ver obras de Hugo Midón, hoy en cambio con las plataformas, los chicos son los que le dicen al padre lo que quieren ver”, recordó.
Para completar la familia con Nicolás y Matilda, Carlos y Karina pasaron por siete tratamientos y pudieron cumplir su deseos a los 59 y 47 años respectivamente. “Cuando nacieron ellos, todos los prejuicios que yo tenía por ser padre grande se me fueron, todo lo que pensé durante el embarazo, desapareció cuando la partera me los dio en brazos. Ahora se trata de llevarlos al jardín y no pensar en otra cosa más que en su mejor crianza y educación. Respecto a los miedos, me di cuenta que ser padre grande se traduce en la cantidad de veces que llamás al pediatra, que son muchas menos”, aseguró.
Matilda, el musical es “jugar en otras ligas” y una “superproducción con muchas aristas”: “Hay cien contratos de trabajo, más todos los indirectos. Tres elencos infantiles de nueve actores cada uno, más los reemplazos, en total son más de 40 niños y adultos en escena. Hay 16 titulares, más los reemplazos, los cambios escenográficos. Habrá funciones de miércoles a domingo, algunos días doble, y la gran ventaja, es que es un show que se ve en familia, la pueden ver abuelos con sus nietos, padres con hijos y lo llevo al terreno personal, con lo que me pasó a mí como espectador, que la fui a ver con cincuenta años, en pareja y sin chicos”.
Matilda (su hija ahora sí, no la obra) lo acompaña en el camino y el fin de semana estuvo en el teatro presenciando los ensayos de la obra que lleva su nombre... o mejor dicho ella lleva el nombre de la obra, pero no importa, a esta altura, para ella y para sus papás, no hay una sin la otra.
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