Costó mucho concretar esta cita y no fue por falta de predisposición de quien escribe ni del entrevistado, y menos por problemas entre medios, sino por causalidades e imprevistos varios. Pero, por fin llegó el día. Nicolás Wiñazki se hizo esperar. Llegó sobre la hora, fue interceptado por esta periodista en la calle. Estacionó el auto mientras hablaba por teléfono, se acomadaba la ropa y fumaba un habano. No pudo terminar la última pitada. Finalmente, ya en el piso 4, en los estudios de Infobae, el periodista dejó de mirar el celular y se entregó a una charla sincera con Teleshow.
Enfocado en el trabajo y en no descuidar los espacios con su familia, es papá de Julieta de 7 años y de Milo y Lisa, mellizos de 5 años. Nicolás distribuye las 24 horas del día como puede, y ahora también, priorizándose un poco más en lo personal, comenzó a jugar todos los días al golf.
Actualmente tiene su propio programa, W, los martes a las 22 h en TN, y de domingo a jueves conduce, junto a Carolina Amoroso, Bella y Bestia a las 23 en la misma señal. Como muchos otros periodistas no le gusta verse en la tele, no se reconoce. Sabe que tiene que adelgazar, pero hoy a ese tema no lo tiene como prioridad, aunque asegura que es especialista en dietas.
A la hora de hablar de actualidad, Wiñazki siempre va al hueso y alerta: “La Argentina va a estar mucho peor, está peor, y es como que no nos damos cuenta. Tener 50 % de pobres y un 10 % de indigentes es una tragedia absoluta”. Preocupado también por la educación, asegura que un año sin clases les partió la cabeza a los chicos y afirma que no darles educación es cagar el futuro.
También hubo tiempo para hablar de periodismo. Intimidades del caso Ciccone y de la indignación que le provoca la falta de justicia e impunidad. Sobre la Vicepresidenta siente que está desesperada y que todo le salió mal, con énfasis afirma: “Nadie nunca jamás dijo ´Cristina es inocente´, esa frase no existe”.
—¿En qué momento de su vida se encuentra hoy?
—En un momento, no sé si diferente, pero enfocado en el trabajo, con mucho laburo por suerte, con mi programa, con W, todos los días de domingo a jueves, en radio Mitre y con el diario, como siempre; pero también tratando de hacerme un espacio para mis hijos y un poco para mí.
—¿Cómo es Nicolás papá?
—Tengo a Julieta, Milo y Lisa. Julieta tiene 7, y Milo y Lisa son mellizos, tienen 5 y medio casi 6, o sea que, de alguna manera, vinieron los tres juntos.
—¿Y cómo le cambiaron la vida?
—Muy rotundo, solamente el nacimiento de Julieta fue increíble, y después vinieron los mellizos. Fue una experiencia hermosa y traumática también, por lo difícil, pero mi mujer, Laura, me banca y me cambió mucho. Miro para atrás y veo muchas de las cosas que hice y digo: ¿cómo las hice?
—¿Qué cosas, por ejemplo?
—Las investigaciones de la ruta del dinero K, el caso Ciccone, trabajé más de 25 años sin francos, ahora tampoco es que tengo muchos francos pero los hijos te cambian un poco eso, empezás a ver todo muy diferente. Viajé muchísimo, la verdad es que de mi carrera no me puedo quejar, casi de nada me puedo quejar.
—Cuando se enteró de que iba a ser papá de mellizos, ¿qué fue lo primero que sintió?
—Felicidad, miedo, felicidad, miedo, felicidad, felicidad, felicidad. Y después caos. Recién ahora se va acomodando todo, todavía más hermoso, pero teníamos tres bebés, 582 pañales por mes. Ahora, si lo pienso que tengo tres hijos no lo puedo creer.
—Dijo la palabra miedo. ¿A qué le tenía miedo?
—Bueno, la paternidad un poco es eso. Mucha felicidad, mucha felicidad, mucha felicidad, pero siempre hay miedo de que les pase algo, me ha pasado, nada grave por suerte, pero que se enfermen o que se golpeen o que se maten entre los tres o que los tres nos maten a los dos. Son muy buenos chicos, son hermosos.
—¿Cómo ve el futuro de sus hijos en este país?
—Es un gran tema. Yo creo que, lamentablemente, la Argentina va a estar mucho peor, está peor y es como que no nos damos cuenta. Viste que dicen que la luz del sol tarda en llegar a la tierra 7 minutos, o sea que si el sol ahora se apagó, dentro de 7 minutos no vamos a existir más, creo que son siete minutos o siete horas, no importa, hay un lapsus, y me parece que estamos viviendo eso, estamos viviendo algo que es peor de lo que lo estamos viviendo, y eso va a ir llegando, ese 50% de pobres es una tragedia absoluta, que haya 10 % de indigentes también es una tragedia, lo que pasó con la educación en la pandemia. Mis chicos estuvieron más de un año sin clases, se les partió la cabeza, yo, por suerte, no me puedo quejar, los pudimos contener, pago un buen colegio, pero estuvieron más de un año, mi hija perdió el preescolar, y entró a primer grado medio año tarde.
Ahora, según datos de Unicef, más de un millón de chicos dejaron el colegio y lo están dejando. ¿Qué está pasando hoy en los fondos del conurbano bonaerense con los pibes? ¿Qué está pasando en las provincias donde el narcotráfico está muy instalado? Y no me refiero solo en Rosario, en Santiago del Estero, en el norte… Se ve mucho en Rosario porque hay violencia callejera, pero lo que pasa en Entre Ríos también es dramático, y todo eso va a ser peor porque nadie está haciendo nada para que sea mejor, la educación es cada vez peor. En Santa Cruz pasaron de grado todos los chicos por decreto, algo que ya había pasado cuando el señor Ricardo Jaime era Ministro de Educación en los 90, pero eso es, perdón por la palabra, cagar el futuro, o sea romper el futuro, no darle educación a los pibes, no darles de comer.
Nosotros estamos en la capital o en el conurbano, ahora, en el resto del país, hay un informe que hizo el diputado Rubén Manzi de la Coalición Cívica sobre cómo se violaron los Derechos Humanos en todo el noreste de la Argentina y es dramático, hubo muertos, muertos que no se esclarecieron, gente que la policía, de golpe, le dijo a sus familiares “está muerto”, se lo habían llevado de la puerta de la casa. Hubo escenas muy delirantes, demenciales y la pandemia generó mucho esto, lo dicen los expertos en salud mental, que se empiezan a ver ahora. No darle educación a los pibes es cagar el futuro.
—En lo personal, ¿la pandemia le afectó la salud mental? ¿Sintió “enloquecer”?
—A mí me afectó mucho ver a mis hijos. Mi hija Lisa decía: “¿Y si salimos a la calle y le tiramos al virus con un jabón?”, pero bueno, después fue mucho tiempo, no iban a clase y ellos entienden todo. Los que más entienden son los chicos y la muerte estaba ahí. A mí lo que me pasó, obviamente como muchos de nosotros los periodistas, fue trabajar más que antes, que era una especie de bendición-maldición, yo salía a la calle al principio y no se sabía bien cómo era.
—¿Tuvo miedo?
—Al COVID no. Suelo ser bastante inconsciente, y tengo comorbilidades. No, yo en lo personal no. Mucha gente de mi familia sí, se enfermó, yo temía por mis abuelas, falleció la pareja de mi viejo, pero eso fue como en la última ola.
—Tiene comorbilidad. ¿Cómo se lleva con ese tema?
—¿Con la gordura?
—Sí.
—La detesto, cuando me veo no lo puedo creer.
—¿Come por hambre o por ansiedad?
—La verdad tendría que hablarlo con un psicólogo, con un psiquiatra.
—¿Nunca lo hizo?
—Yo era re flaco hace muy poco, si te muestro una foto no lo podes creer. Bah, no hace muy poco, pero… Soy un experto en dietas, adelgazar me resulta fácil, lo hice cientos de veces. Detesto la gordura, cuando me veo no lo puedo creer.
—¿Y qué es lo que más le cuesta hoy?
—La verdad no sé, porque yo me siento muy bien hoy. Estoy jugando al golf todos los días, te voy contando cosas, me hago un espacio para eso que me parece muy bien. Trato de estar con mis hijos, pero siempre es poco el tiempo lo que les puedo dedicar porque el día entero solo tiene 24 horas.
—¿Qué le sorprende más de ellos?
—Hoy mi hijo Milo me dijo: “Contame todas las noticias que sabés”.
—¿Qué le contó?
—Empecé por la última. O sino me preguntan cosas de Dios, cada uno es muy particular. Lisa, la melliza de Milo, es muy libre, es muy lúcida. A Julieta le leo para que se duerma Casa tomada de Cortázar, me encanta eso. A veces, les hablo como si fueran medio adultos pero el niño soy yo.
—¿Cómo se lleva su esposa con “el niño” Nicolás?
—Me ama porque yo soy adorable, como yo la amo a ella. Nos conocemos hace mucho, estamos hace mucho tiempo juntos.
—No le pide que se cuide con sus investigaciones.
—Ese tiempo ya lo pasamos.
—¿Y cómo fue?
—Yo tuve custodia siete meses y Julieta se crio, sus primeros siete meses de vida, adentro de un auto con la policía. Yo le agradezco a la policía metropolitana por cómo me cuidó. Empezaron siendo tres días de custodia y terminaron siendo 7 meses, cuando ella lloraba le ponían la sirena. Caminé solo 60 metros, me pegaron en la calle dos veces, pero tengo que decir que en la gestión de Alberto Fernández el clima en la calle bajó, yo no sé si porque los propios kirchneristas están más enojados con el propio gobierno que con el periodismo, no sé, pero tampoco tuve miedo, ni siquiera en ese momento que tuve custodia, yo sabía que no iba a pasar nada, aunque sacaron el arma mil veces estando arriba del auto. Aprendí mucho de eso.
—Mencionó al periodismo. ¿Cómo lo ve hoy?
—Muy bien, lo veo bien, a veces veo cosas del periodismo pasado y me parece más moderno que el de hoy. Por ejemplo: La noticia rebelde, Tato Bores o ayer lo entrevistaba a Chiche Gelblung en mi programa y es gente que rompió esquemas. En la Argentina hay no sé cuántos canales de noticias, en todos, salvo alguna excepción, hay gente muy profesional. Me siento viejo diciéndolo, pero hay mucho periodista joven que hace su trabajo bien, que escriben muy bien.
—En su caso empezó de chico haciendo gráfica, escribiendo.
—Si vos me preguntás qué soy, te contesto: “un periodista gráfico”.
—¿Cómo fue pasar de la gráfica, de escribir, a estar frente a una cámara de televisión? ¿Recuerda ese primer día?
—La primera vez fue con Jorge Lanata en 26 TV, hice una participación.
—¿Ese día cómo fue?
—No me di cuenta tanto, fui bastante inconsciente. Y todo fue pasando…
—Pero, ¿lo buscó?
—No tanto, pero al mismo tiempo uno después se da cuenta de que tal vez sí. Empecé en radio Mitre, iba a estar un tiempo en el programa de Lanata, pero en el primer programa yo estaba investigando el caso Ciccone, a Laura Muñoz, y fue espectacular lo que pasó. Laura Muñoz contó lo que contó, yo le digo: la ciudadana Muñoz, en el primer programa de Lanata el 6 de febrero del 2012, pasaron 10 años. A partir de ahí fue una montaña rusa y Lanata me dijo de estar en la tele, yo no tomé dimensión de lo que iba a pasar.
—Cuando se conocieron sus investigaciones y estas colisionaban con el poder ¿qué pasó?
—¿En el poder K?
—Sí.
—Enloquecieron.
—¿Lo llamaron? ¿Tenía noción de lo que se le venía?
—Yo sabía del impacto porque lo venía laburando hacía 7 meses. Hago la primera nota en el diario Clarín el 18 de septiembre del 2010. Entonces pasó un tiempo, 2011, y cuando hablé con Laura Muñoz se armó todo, y lo hablé cara a cara con Boudou. Fue un largo chequeo. Con Boudou fue un ida y vuelta en un acto porque yo tenía buena onda con él, me caía simpático, le pregunté si conocía al que se le decía Vanderbroele y me dijo que no. Le dije: “Es el crimen de una chica que fue tu novia”, y él me respondió: “No fue mi novia”, y yo me quedé, le contesté una barbaridad, él se fue, salió, estábamos en un hangar de Aerolíneas Argentinas, y volvió como a los tres minutos solo y me dijo al oído esta frase, que no me olvido más: “¿No te da bronca calibrar del otro lado del que está la gente?”, era diciembre del 2011, acababa de ganar las elecciones, estaba en su apogeo total de poder y éxito.
Pero cuando él me dijo “no fue mi novia”, él sabía que yo estaba hablando de Guadalupe Escaray, la prima de Vandenbroele, mujer que él nombró como jefa regional de ANSES y fue novia, en realidad, del socio de Boudou, Núñez Carmona.
—Con “esa aclaración” de Boudou ¿usted confirmó todo?
—Es que se presentó una presentación judicial y fue muy difícil para la justicia de aquel momento. Y también había un ataque permanente desde el Estado a los periodistas, cosa que yo me podía bancar. Lo que nunca voy a perdonar es que hubo colegas que atacaron a testigos de casos de corrupción, que eso es diferente, atacaron a la gente que se animó a hablar. Yo veía colegas atacando a esa gente o riéndose, defendiendo a multimillonarios, que son ladrones, como lo confirmó la justicia, y no lo podía creer, ¿a quién están defendiendo? Hoy no se animan a hacerlo, lo lamento por ellos.
Colegas se reían defendiendo a Lázaro Báez, diciendo que nuestras notas eran mentira, ahí está, no se animan ellos a defenderlo. Ningún dirigente, ninguno de los que habló de Cristina Kirchner en el caso de vialidad, en el caso Hotesur, la ruta del dinero K, o su relación con Lázaro Báez, dijo simplemente esto: “es inocente”, nadie nunca jamás, ni ellos.
—¿Lo puede reiterar?
—Nadie nunca jamás dijo “Cristina es inocente”, esa frase no existe. Pero no existe. Por algo es, ahí están las evidencias. El propio abogado de Cristina, Carlos Beraldi, dijo en su último alegato en la causa de vialidad: “Sí, había alguien que pagaba el alquiler de esos hoteles, que era Lázaro Báez, y alguien que los cobraba, que eran los Kirchner”, eso es un delito, es incompatible con la función pública, no podés alquilar tus hoteles a alguien que es proveedor del Estado y que el 25 de mayo del 2003, cuando Kirchner asumió y no dejó sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada, no era un magnate, no era un constructor con un futuro de potentado, como muy rápidamente se convirtió. Al otro día, la Inspección General de Justicia, el organismo que regula las empresas, hizo un trámite urgente para ampliar el capital social de Austral Construcciones, al otro día, porque era un plan, le iban a dar miles de millones de pesos y dólares en obra pública. Báez llegó a tener un patrimonio calculado por la justicia de más de 300 millones de dólares. Billy Idol, el astro del pop, por poner un solo ejemplo, no tuvo esa fortuna. Báez llegó a tener tres aviones privados, Lio Messi tiene uno. 20, 33 capitales finales en estancias, 1900 autos, casas que construyó con proyecto natural en El Calafate, que hay que regarlo, que nunca usó; cuando llegó la justicia estaban los muebles con los plásticos, casas con ascensores, mansiones. A mí me da mucha pena, porque esa provincia está hecha mierda, en Caleta Olivia no hay luz, no hay agua. En Río Gallegos se corta la luz muy cada tanto y no hay agua.
—¿Le duele que sea así?
—Sí, porque yo fui a Santa Cruz. Cuando veo a los abogados de Cristina o a Cristina decir “las rutas están”, o a Máximo Kirchner, yo le pido que vayan ellos a la plaza de Río Gallegos y lo digan con un altavoz, la gente los mata. La autovía que tiene que unir Río Gallegos con Comodoro Rivadavia no está. La pagaron diez veces. No está. No puede ser. Se la robaron. Es así. Más allá de cómo termine el juicio de Cristina Kirchner. Porque en la Argentina hay una embestida tan fuerte contra los jueces. Si vos ves todo lo que pasó desde que asumieron los Kirchner en su tercera presidencia es impresionante. Quisieron sacar a los que no les gustaban de lugar. Les sacaron la jubilación. Les pusieron otra jubilación. Les quisieron hacer pagar Ganancias. Cambiaron el Consejo de la Magistratura. Quieren cambiar la Corte, quieren que haya 250 miembros, 25, 15. Fueron contra el procurador, contra los fiscales, Stornelli, Policita, son todos malos. Bonadío era el tirador. Ercolini. Todos mal. Todos. Lázaro Báez llegó a tener tres aviones privados, Lio Messi tiene uno.
—Habló de plan. ¿Cuál cree que es hoy el plan de Cristina?
—Yo creo que es una mujer que está desesperada.
—¿Desesperada por qué?
—Todo le salió mal. A mí me consta cómo hablaba con Alberto Fernández hasta que dejaron de hablar, porque ya se dejaron de hablar. Ahora está la polémica de Bullrich que le dijo a Felipe Miguel “te voy a cagar a trompadas”, esa frase no es nada comparada a lo que se decían. Que está bien, es política. Todas las reuniones privadas son fuertes.
—¿Qué se decían?
—Se insultaban, se cortaban el teléfono. Se gritaban. Para ella él es un inútil.
—¿Y ella para él?
—Él ahora, según mi información, está obsesionado con todas las operaciones que dice que le hicieron de parte del kirchnerismo. Y ahora, por primera vez, se está plantando un poco, esto no significa que su gestión haya sido buena ni nada, pero nombra ministros sin consultarla. Que eso sea noticia en la Argentina… Solamente pasa en la Argentina. Y es muy triste. Un gobierno no puede funcionar con un gabinete que se detesta. Con un presidente que detesta a la vice y viceversa. Eso arruinó las instituciones también. En la Argentina no hay jefe de los fiscales. No hay procurador general de la Nación. Está Eduardo Casal que es interino y es muy bueno, porque es un tipo de carrera y hasta los Kirchner creo que se dieron cuenta. Pero ¿por qué no hay? Porque Cristina no le quiso votar a Daniel Rafecas a Alberto Fernández. Quieren ampliar la Corte pero se quedó vacante el lugar de Highton de Nolasco. ¿Por qué no nombran un juez de la Corte? Porque no se pueden poner de acuerdo. ¿Por qué no nombran los Juzgados que están vacantes? Mientras, asola el narcotráfico. Asola el crimen organizado. Asola la corrupción, porque no se pueden poner de acuerdo. Por eso te digo, hay cosas que están pasando que no vemos y vamos a ver. Todo el Poder Judicial fue a Santa Fe a pedir que nombren a los jueces y a los fiscales que faltan por el narcotráfico. ¿Nombraron a alguno? A ninguno.
Por otro lado, tenemos una clase política que, al día de hoy, está hablando de las PASO. Se putean entre ellos. Yo entiendo la lucha de poder y tiene que existir en democracia, pero hay 50 % de pobres. Hay una inseguridad que es intolerable. Hay pobres que trabajan, gente que trabaja que es pobre. A los jubilados no les alcanza para nada. O sea, no les alcanza para comer. Recién escuchaba a Eugenio Semino que pedía el 100 % de aumento y decía que aun así no les va a alcanzar para la canasta básica. Entonces estamos viviendo en un país que lacera a los que más saben, que son los viejos, lo digo con todo cariño, en cualquier cultura es la persona a la que se va a escuchar por la experiencia, y a los chicos. Entonces qué es lo que va a venir. Y los que están en el medio se van. Muchos empresarios se van.
—¿Se iría del país?
—Lo pensé un montón, muchas veces.
—¿Lo pensó hace mucho tiempo o hace poco?
—Todo el tiempo. Pero ahora que mis hijos empezaron a tener amigos es más difícil. Y hacer una carrera. No sé. Pero es un país que raspa, que lastima. Perdón, no es un país, hay una clase política, y no estoy generalizando, o una clase dirigente, hasta empresarial. Sin generalizar, porque por suerte hay un Poder Judicial que funciona. Hay empresarios que se la bancan. Hay políticos que se la bancan. En cada ámbito hay gente que es para el arca de Noé si querés. Pero parece que siempre ganan los malos. Es Cambalache.
—¿Qué políticos cree que se la bancan?
— Muchos. Todos los que con honestidad denunciaron casos de corrupción y gestionan con transparencia.
—¿Nombres?
— Lilita Carrió es una.
—A la hora de comunicar, ¿cómo maneja su opinión? ¿Es totalmente libre o trata de cuidarse con lo que dice?
—Cuando es opinión sí. Además yo aclaro siempre. Como decía Fayt, las opiniones son libres, los hechos son sagrados.
—Está haciendo todos los martes a las 22 horas Ver y rever. Hace entrevistas. ¿Cómo se siente como entrevistador?
— No muy bueno en la tele. Me falta muchísimo. Pero me parece que hay entrevistas en las que logré crear climas que estuvieron muy buenas. Tengo un vicio de la gráfica que es más de maratón de fondo, cuando a veces en la tele son 100 metros llanos. Pero bueno, la verdad es que agradezco mucho y mucha gente es muy valiosa, han venido al programa tal vez antes que a otros. No porque sea una primicia sino porque quiso venir a mí programa. Está bueno. Es difícil entrevistar.
—¿Qué es lo que busca sacar de cada entrevistado?
—Yo decidí que, y es así, siempre lo hice, voy a escuchar al otro. Yo entrevisté a Ginés González García en un momento complicado para él. Había una leonera en Twitter que quería que yo salte del escritorio y le corte el cuello. Yo le hice todas las preguntas, todas, y él las respondió. En mi programa todavía no me tocó alguien que me pelee con chicanas y mentiras. En otras entrevistas sí. Baradel, por ejemplo, se levantó de la mesa y se fue porque le dije: “Usted nunca estuvo enfrente de un aula”. Es así. Era portero de un colegio. No se la bancó y se fue. Pero, aunque no lo parezca, yo soy muy tranquilo. Nunca me peleé en mi vida con nadie. Ni a piñas ni discutiendo.
—¿Es tímido?
—Un poco sí. Bastante. Ahora, no me vengas a mentir con algo que no… Ahí sí voy a intentar plantarme. Es muy difícil, aprendí también eso con los años. Hablar de lo que hace el otro es muy fácil. Ahora, vivir tu vida y hacer lo que vos querés es más difícil. Y entonces, aunque me cuesta, me perdono un poco eso.
—¿Es de verse en los programas que hace?
—No me gusta, pero sé que es bueno hacerlo.
—¿Está en el momento en el que pensó llegar a estar?
—No, pero tengo un amigo, Álvaro, que me dijo en la primaria que yo iba a trabajar en la tele. Yo nunca lo había imaginado…
—¿En qué momento o con qué nota periodística sintió que se “consolidaba” en la profesión?
—En muchas notas de gráfica, ya en la revista Noticias. Muchos me dijeron que estaba obsesionado con los Kirchner, bueno, me tocaron. Yo tengo 42, entré a trabajar a los 18. Cubrí desde De la Rúa presidente hasta ahora. Conozco a casi todos los políticos de la Argentina. Gobernaron los Kirchner la mayor parte del tiempo. He hecho notas muy críticas de Macri. Lo critico. Pero me aparece la ruta del dinero K. En Ciccone yo sabía que el caso era así. No tenía ninguna duda. Estaba muy probado. Por suerte la Justicia actuó. Fue el primer Vicepresidente procesado en funciones en la historia y el primer exvicepresidente condenado por la Justicia con condena firme de la Corte. ¿Eso es una gratificación personal? Más o menos. A ver, el caso no es mío. Como toda causa judicial es un trabajo colectivo de un montón de medios, La Nación…
—Un trabajo colectivo entre colegas quiere decir.
—Sí. Yo no lo siento mío, pero me involucré mucho. Y está bueno saber que puede haber justicia, pero no está bueno que hayamos tenido un vicepresidente tan penoso que se afanó la máquina de hacer plata y dejó los dedos pegados. Porque la verdad es que lo hicieron al estilo motochorros. Con perdón de los motochorros. Y después con el caso Ciccone con Lanata, el segundo programa creo que tuvo 33 puntos de rating, no me acuerdo. Ahí yo no era consciente. Después de eso un poco sí me di cuenta de lo que era… Y, además, el ataque que vino desde el gobierno, los gobernadores, los diputados. Ahora nos olvidamos pero cada lunes estaban todos diciendo que era todo mentira.
—Hoy lo llaman los políticos. ¿Qué pasaría si le agarráramos su teléfono?
— (Risas).
—¿De qué se ríe?
—Me llaman todo el mundo.
—¿Y qué le dicen?
—Como me llamaban antes. Pobre los Kirchner, creían que tenían todo controlado. No. El periodismo, lamentablemente, es nadar en el rencor ajeno.
—¿Hubo algún llamado en particular que lo sorprendió?
—Me llamó gente a la que critiqué mucho y con la que hoy tengo muy buena relación.
—¿Quién?
— No lo voy a decir. Las fuentes son sagradas.
—Para finalizar, ¿a qué personas les agradecería hoy su presente?
—A mis viejos. A mi mujer. A mis hijos. ¿Vos decís de la profesión?
—A los que sienta
—A la gente de Perfil. A Fontevecchia, Gustavo González, Héctor D’Amico. Me voy a olvidar. A Emilio Fernández Cicco. A Lanata. Carlos D’Elia. A Ricardo Ravanelli. A Fausto Jaime. Yo tendría que saludar a gente con la que trabajo hoy. A todos los compañeros que me acompañaron en los programas. Yo soy bastante desorganizado, torpe a veces. A mi jefe del diario. Voy a parecer chupamedias pero no, es así, a Julio Blanck. A Ignacio Miri. Me voy a olvidar de gente. A Hermenegildo Sabat.
—Si le regalan una caja con todas las cosas que perdió en estos 42 años y por un momento solamente puede recuperar una sola. ¿Qué le gustaría recuperar?
—Salud. O tiempo con mi familia.
—Nicolás Wiñazki es igual a qué.
—A nada, soy único (risas).
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