La revelación de Ale Paker: “Cuando cumplí 30 años tuve una crisis y empecé a buscar a mi mamá biológica”

El jurado de Canta Conmigo Ahora contó sobre su historia y sobre cómo decidió ir a busca de su identidad

Alejandro Paker

Alejandro Paker se convirtió en una de las figuras indiscutidas de Canta Conmigo Ahora. Aunque el actor trabaja desde hace años en teatro y su nombre es sinómimo de “musical”, muy poco se sabe sobre su vida y su historia. Hace unos días, brindó una entrevista en la que contó cómo fue su búsqueda por su identidad, cuando a los 30 encontró a su madre biológica.

“El 2 de septiembre y el 16 de septiembre, festejo las dos fechas de cumpleaños o directamente los 14 días días de corrido”, dijo en diálogo con el suplemente Soy de Página 12 y explicó: “Soy adoptado y la historia de mi origen es tan singular que mi amigo Marcelo Camaño, autor de Vidas robadas, Montecristo, Televisión x la identidad, me decía: ‘Por favor, prestame tu historia porque esto supera cualquier ficción’”.

Entonces el artista contó que hace 21 años, cuando cumplió 30, un 16 de septiembre dijo “Ahora quiero saber” y se puso a buscar datos que le sirvieran para completar su historia. Sobre por qué en ese momento, dijo: “Creo que tuvo que ver con una crisis que tuve. Pero crisis en el buen sentido. Para mí crisis es el momento donde todo lo pongo en duda. Y todo lo que sucedió hasta ahí lo puse en duda. Lo repregunté entera y absolutamente todo. Y sobre todo lo que tiene que ver con mi identidad. Hay algo que mi cuerpo sintió, yo siempre las manifestaciones las tengo en el cuerpo. Ya sea una sensación agradable, o todo lo contrario: quedarme sin voz, que se me despierte una gastritis”.

“No tengo registro de qué me pasó físicamente en ese momento, pero recuerdo que dejé de hablar con mi mamá (adoptiva) porque hubo muchos replanteos en un comienzo de cosas que no tenían que ver exclusivamente con la adopción. Incluso en ese momento tenía una pareja de muchos años y me separé. Fue un momento bisagra donde di un volantazo y me dije que por acá no quiero más. Es otro lugar, es otra dirección y en esa nueva dirección también me estaba haciendo cargo de la búsqueda de mi identidad. Esa identidad que postergué durante 30 años”, siguió.

Para su sorpresa, palabra que él mismo dice, se encontró con “una historia viva”: “Existía la posibilidad de que mis viejos estuvieran muertos, de que no estén en el país… habían tantas opciones que podían suceder. Sin embargo, mi mamá biológica estaba y está viva”.

Consciente de que hay personas que buscan durante años su identidad, contó que desde la primera vez que fue al juzgado a buscar información hasta que habló con su madre biológica, pasaron nada más que diez días: “Fue muy extraño. En el juzgado me dieron 15 libros de enorme tamaño y me senté a buscar un número que tenía que ser correlativo con mi número de adopción. Empecé a hojear los legajos como si fuera la revista Para Ti que mirás en la peluquería, pensando que esa búsqueda era imposible, que no iba a encontrar nada, poniendo en duda lo que estaba haciendo. Y, de repente, encuentro mi número.

“En el juzgado me recomiendan llamar al archivo, voy a un teléfono público, pongo la moneda y llamo. Una señora atiende y me dice que vaya hasta el lugar. El mismo día voy al archivo, me encuentro con la señora, y le cuento mi historia. A los veinte minutos me trae un socotroco y me dijo: ‘¿Vos sabés que esto lo tenés que leer como una historia sin juicio, no?’ Era el último día de trabajo de esa señora porque se estaba jubilando. Al otro día fui a buscar la copia de todo y me lo había dejado con una nota y un moño. Fue maravilloso. Y a partir de ahí empecé a marcar nombres, DNI, fechas, direcciones, teléfonos de los años 70. Primero encontré una tía, después una hermana, y por ella llegué a mi mamá”, recordó.

Al momento de conocer a la mujer que lo había dado a luz, Paker tenía “un montón de expectativas”: “Primero de verme parecido físicamente. Esa necesidad les pasa a muchos chicos adoptados. Y cuando vi a mi mamá descubrí que no nos parecemos nada físicamente. Muy curioso. Mi mamá es morocha de pelo negro, largo hasta la rodilla, un pelo pesado y bien lacio. Muy árabe, con unos ojazos rasgados. Sin embargo, mi mamá adoptiva y yo somos muy parecidos físicamente. La piel, las ojeras, tantas cosas. La identidad también se construye, sobre todo porque copiamos lo que tenemos cerca. Fue emocionante el contacto”.

Aunque para él conocerla era algo que no esperaba y que definió como “un bonus track”, la relación no prosperó: “Pero mi mamá biológica era una desconocida, no había vínculo construido. Yo esperaba el encuentro de novela, pero fue demasiado real. No pudimos profundizar el vínculo”.

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