El mecanismo de Los 8 escalones, ahora, de los dos millones es claro. Quien resulte ganador, adquiere automáticamente el derecho a participar de la siguiente emisión para seguir engrosando sus bolsillos. El derecho, vale aclarar, y no la obligación, por ello el conductor Guido Kaczka le pregunta a los vencedores de manera formal si vuelven por un nuevo desafío. Y lo que parece una obviedad, muchas veces encierra sorpresas.
La última corrió por cuenta de Sebastián, un empleado del área de sistemas de una empresa de seguros. Durante el programa, supimos que además es coleccionista de vinilos y CDs, que le gusta escribir cuentos, que había contestado el 95 por ciento de las preguntas antes de ingresar y que usaría el dinero para su objetivo de comprar un departamento.
Sebastián fue realizando su recorrido con aplomo y tranquilidad y subiendo escalones hasta llegar a la final. Hasta allí, no había cometido ningún error y con esa confianza se enfrentó al jurado integrado por los habituales Carmen Barbieri, Martín Liberman, Nicole Neumann y Santiago Do Rego y el invitado de cada programa, en esta ocasión el músico santiagueño Peteco Carabajal.
El participante inició la ronda final con la misma seguridad con la que había subido los escalones. Fue sorteando las preguntas hasta que la ronda se detuvo en Liberman y su temática deportiva. Por entonces, Sebastián tenía seis luces verdes, que significaban otros tantos aciertos, mientras que Alan, su contrincante, llevaba tres. Como quedaban cuatro preguntas, la situación era de un eventual match point. En caso de responder de manera correcta y no hacerlo su rival, automáticamente se convertiría en ganador.
Y eso fue lo que ocurrió. El periodista deportivo preguntó por el equipo argentino en el que había jugado el exrugbier Gonzalo Quesada, y Sebastián eligió Hindú. “Todas, todas luces verdes. Inédito, nunca ocurrió”, exclamó Kaczka. “Final perfecta, siete de siete. Recorrido perfecto. Solo en alguna aproximación no estuviste perfecto”, acotó Liberman, mientras Sebastián agradecía con la mirada, ya con el cheque en mano, y recibía las felicitaciones de Alan.
“¿Alguna vez habías ganado algo?”, le preguntó el conductor. “Una entrada para un concierto y una vez en el Quini 700 pesos, juego todas las semanas”, respondió . “Ah, sos re timbero. Pero ahí es azar y acá no, acá te lo ganaste”, lo felicitó Guido, mientras desandaba el camino hasta el punto de partida para realizarle la pregunta final.
“Estos dos millones los tenés, no te los saca nadie. Te lo comiste al juego, ningún error. Si te veo así, me parece que teneés ganas de empezar de nuevo”, interpretó el conductor pero su intuición esta vez le jugó una mala pasada. “No, la experiencia es única pero no. Le dejo el lugar a Alan”, señaló ante la sorpresa general. Y explicó sus motivos.
“Siempre dije que si participaba y llegaba a ganar, que no iba a seguir. Lo más justo es que gane una persona y le ceda el lugar al resto dejarle el lugar a otro porque todos tenemos necesitamos las mismas oportunidades”, sentenció. Desde el jurado, Liberman volvió a tomar la voz para trasladarle una reflexion de los jurados .“No sé que es justo o no. Tu conocimiento te da la posibildiad de seguir, tu solidaridad hace que le des el lugar a Alan. “Me gustaria ,pero no. Cerró, antes de oficializar su renuncia y recibir los últimos aplausos.
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