Es una tarde cualquiera en los estudios de Polka donde se graba Canta Conmigo Ahora, el programa en el que Manuel Wirtz sumó un nuevo eslabón a su reconocida habilidad para comunicar sentimientos. Las canciones, la ficción, el espectáculo callejero, la animación, la mímica; a esa probada ductilidad le sumó la capacidad de transmitir todo ese bagaje artístico con la difícil misión de ponerlo en palabras. De empatizar con chicos y chicas que llegan de todo el país en busca un sueño y él sabe que son pocos los que lo logran pero que todos pueden lograrlo. Y también sabe que nadie pierde más que el que no lo intenta.
Desde el comienzo del certamen que conduce Marcelo Tinelli y que ya va por su segunda temporada, Manuel sobresalió entre el panel de los 100 jurados no solo por su trayectoria. Las bromas internas lo designaron como delegado, pero a la hora de hablar en serio sus devoluciones dan en la tecla de la fibra más íntima. Siente, mastica cada palabra y logra conmover a los participantes, a sus colegas y al conductor, que establece un código particular en cada una de sus intervenciones.
“Siempre le digo a Marcelo que soy fan del programa y él se ríe”, admite, abriendo un poco de la intimidad de una relación que lleva décadas y que los tiene otra vez juntos en un nuevo proyecto. “Estoy orgulloso de formar parte, porque más allá de ser un concurso y un programa de entretenimientos, no deja de ser un hecho artístico, y genera un lugar de visibilidad”, agrega, y deja ver el entusiasmo de ser puente para aquellos que pueden mostrar lo suyo.
Y así conecta inevitablemente con el Manuel que recién empezaba a garabatear sus canciones y que soñaba que algún día alguien las escuchara en la radio. Así lo canta en uno de sus últimos temas y lo revalida en sus conciertos por todo el país, donde viaja en el tiempo y en el espacio con esa capacidad única que tienen la música y el arte a la hora de expresar sentimientos.
—¿Cómo vivís la experiencia de Canta Conmigo Ahora?
—Formar parte de esto creo que es coherente con todo lo que hice en mi carrera, y en mi vida. Soy un tipo que empezó bien de abajo y que sabe lo que significa que haya un espacio así en un medio tan poderoso y encima con un tipo como Marcelo a quien conozco hace muchos años y que ha sido un generador constante de artistas.
—Se ve una emoción muy genuina en cada programa, y vos sos uno de los que más se conmueve con las interpretaciones. ¿Te toca alguna fibra íntima ver a esos potenciales artistas que sueñan con llegar?
—Pasa por ahí. Me lleva a San Nicolás, mis pagos, a los domingos en los que lavábamos el auto con mi viejo. Y cuando no se escuchaban los partidos de fútbol, se escuchaban canciones y yo siempre veía cómo mi viejo se emocionaba o se volvía loco cuando aparecía una que le gustaba y la empezaba a cantar. Yo por dentro decía “qué bueno sería el día de mañana tener una canción que suene en la radio y que mi viejo la cante”. Por suerte lo puede vivir y lo pude disfrutar. Y cuando veo esos pibes que aman la música, me aparece la imagen de Manuelito, el pibe que a los nueve años agarró una guitarra y empezó a tocar pensando que así iban a aparecer más chicas alrededor. Después me di cuenta que la cosa pasaba por otro lado.
A este deseo infantil, Manuel le puso letra y música en “Fotos y canciones”, un hermoso tema de su último disco. “Soñaba con hacer una canción que esté viva para siempre”, dice la letra de un artista que mira hacia el pasado y también hacia el presente: “Como soy un convencido de que lo mejor está por venir, creo que todavía no compuse la mejor canción”, asegura.
—¿Por qué fue este el momento de mirar para atrás y retratar esa infancia?
—El disco salió en el 2020, vino la pandemia y fue un momento en el que uno empezó a evaluar porque había tiempo, porque la cabeza necesitaba llenarse con algo. Es mi disco más autorreferencial y me agarró esta cosa de mirar para atrás, tengo 59 años y es una edad muy linda para reflexionar sobre determinadas cosas. Siempre conté historias de otros, tomé prestados amores o dolores y sentí que era hora de contar mi historia.
—Bueno, a lo largo del programa varios participantes hicieron suyas tus canciones al punto de emocionarse y emocionarte.
—Es bellísimo, es lo más lindo que le puede pasar a un tipo que hace canciones. Que te digan “con esta canción me enamoré”, “con esta canción he sido feliz”, “esta canción me salvó”. Cuando alguien hace la hace propia se cumple el ciclo que debe cumplir una canción. Una vez que la mostrás, es una hoja al viento, y se aloja en algún lugar del corazón o del alma y ahí permanece hasta que algo dispara ese momento del cual forma parte. La música es sanadora, genera vínculos y encuentros, aunque no nos conozcamos o hablemos distintos idiomas.
—Queda claro que soñabas con hacer canciones. ¿Soñabas también con el mimo, el actor, el clown, el animador, todas esas disciplinas que conforman tu personalidad artística?
—No soñaba con eso, pero por suerte la realidad superó a la ficción. Siempre he dicho que la verdadera meta es el camino; mientras uno camina va encontrando cosas para elegir, para desechar, para aprender, para equivocarse y volver a intentar. Para caer hay que levantar y siempre fui un tipo curioso, inquieto, con ganas de saber que había a la vuelta a la esquina, y ese camino me llevó y me seguirá llevando por esta vida. Dios tiene el control de las cosas, yo voy para adelante y Dios me acompaña
Manuel se emociona con esa gratitud que recibe del público y viaja también a las canciones que lo conmovieron a él, al pibe que lavaba el auto y paraba la oreja para captar las nuevas ondas. Y entre Palito Ortega, Leonardo Favio y Los Wawancó, apareció la influencia de su hermano mayor Daniel, el Tuerto, histórico baterista del rock argentino fallecido en 2008. Así descubrió al Flaco Spinetta con Almendra, a Charly García con Sui Generis, a Pappo como llave al rock más pesado de Led Zeppelin y Deep Purple. Pero nada como Los Beatles, el decisivo big bang para su generación: “Cada vez que escuchaba ‘Hey Jude’ o ‘Let it be’, lloraba desconsoladamente. No sabía qué decía la letra, pero había algo que me llevaba a esos lugares a los que solo la música te puede llevar”, explica, intentando descifrar los laberintos de la emoción.
La música fue su puerta de ingreso al arte, que luego fue mezclando con otros estilos hasta conformar el artista multifacético que es hoy. Y que lo acompaña en cada una de sus expresiones, por más que en la actualidad el que dirija la batuta sea el músico. “No puedo andar disociando, porque cuando subo a un escenario a cantar, también sube el clown, el mimo, el actor”, asegura.
Y en el formato íntimo de sus shows, de cercanía e interacción con el público, deja volar un perfil standapero, donde conviven el Manuel de No te quedes afuera, con el Lalo que interpretaba en Casados, con hijos, y cada vez que apela al gag del sacacorchos, hace estallar de carcajadas cada auditorio. “El humor es sanador y muy necesario y más en estos tiempos. Yo soy todo todo eso y lo llevo conmigo, es parte de mi esencia”.
—Y aparecen también en tus intervenciones como jurado.
—El programa genera alegría por un lado, por lo que significa para la gente y para los artistas. Hay artistas que están invisibilizados y este programa los hace visibles, por eso yo no entiendo por qué hay tanta gente que reniega de un espacio como este. Deben ser esos amargados que no les gusta la música y les molesta hasta escuchar al vecino cantar, gente que no entiende la pasión y el sentido del humor que tienen las personas que eligen esta profesión de cantar.
—Más allá de las trayectorias, en un punto son todos iguales porque cada jurado vale un voto, y se genera algo muy interesante en la convivencia y en el intercambio de opiniones.
—Hay mucha juventud, mucho ímpetu, Cada uno tiene su propia historia y la está defendiendo desde su lugar y lo bueno que está haciendo Marcelo es que ellos bajen y canten con los participantes y la gente conozca la gran cantidad de talentos que hay.
—¿Con tanta experiencia en el medio, cómo ves este momento de la tele?
—Son tiempos complejos y no sabemos qué va a pasar no solo con la tele, sino con el mundo. Y en este panorama, un programa como el de Marcelo me parece que es un programa que integra, con un jurado fantástico que demuestra programa a programa que son muy grandes artistas. Estoy muy orgullosos de todos los compañeros, estoy jugando en un equipo con grandes jugadores, y eso me hace feliz.
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