Carlos Alberto García Moreno cumple 71 años. Dueño de una carrera extensa e impresionante, el máximo referente del rock argentino nació un día como hoy pero de 1951 en Buenos Aires. En ese momento gobernaba el país Juan Domingo Perón, quien había llegado al poder en 1946 y se preparaba para ser reelegido tras una reforma en la Constitución Nacional.
Los primeros años de vida del músico coincidieron con un difícil período para la Argentina. La segunda presidencia de Perón no iba a ser como la primera, en 1952 -poco antes de que García cumpliese un año- murió Evita, y en 1955 llegó al poder la llamada Revolución Libertadora, la dictadura militar que gobernaría hasta 1958.
Sin embargo, pese a ese contexto negativo, la posición económica de su familia era muy buena, entonces en ese hogar no se sintió la crisis que empezaba a sufrir gran parte de la población. Al finalizar el régimen de Pedro Eugenio Aramburu, Argentina se encontraba en default, y la deuda externa había crecido hasta los 1.800 millones de dólares (dato tomado del libro De la banca Baring al FMI. Historia de la deuda externa argentina, de Norberto Galasso). En lo político, el peronismo estaba proscripto; y en lo que respecta a la política cultural fueron clausuradas publicaciones como la revista De Frente y el periódico Palabra Argentina.
Carlos Jaime García Lange, el padre de Charly, venía de una familia adinerada. Además de ser físico y matemático, era uno de los dueños de la primera fábrica de muebles de fórmica del país. Cuando murió Evita, no puso el crespón negro con el que los trabajadores despedían a la dirigente política y, a partir de allí, empezó a ser perseguido por las autoridades.
Si bien en ninguna de las biografías de Charly García aparece el dato de rigor sobre qué orientación política tenía su familia, con ese detalle de no poner el signo de luto por la muerte de Eva Perón podemos inferir fácilmente que peronista -al menos la rama paterna- no era. En diálogo con el periodista Sergio Marchi para su libro No digas nada. Una vida de Charly García, el artista dio más pistas al respecto: “Yo tengo la mitad de la cara blanca, ¿sabés por qué? Porque cuando se murió Evita, mi viejo no tenía un catzo que ver con nada. No puso un cordoncito en la fábrica, y por ese detalle a mí se me volvió la mitad de la cara blanca. ¿Mi viejo y yo qué carajo tenemos que ver con Perón y todo eso?”.
Más allá de lo que dice Charly en ese pasaje, lo cierto es que la aparición del vitíligo es posterior, como bien lo aclara el propio Marchi. Igualmente retomamos esos dichos del músico porque confirman que su familia no simpatizaba con Perón.
Cuando aún no había cumplido los tres años, un hecho -en ese momento menor- iba a cambiar la vida de Charly para siempre: sus padres le regalaron un piano de juguete. Al poco tiempo notaron que el niño empezaba a sacar alguna que otra melodía y no dudaron en llevarlo, en 1956, al Conservatorio Thibaud Piazzini para estudiar piano. Del conservatorio -una institución privada fundada en 1904 por Edmundo Piazzini y Alfonso Thibaud- le mandaban a la profesora Julieta Sandoval a darle clases a domicilio. La casa de la familia García estaba ubicada en esos años en José María Moreno 63, en el barrio porteño de Caballito.
El sábado 6 de octubre de 1956, alrededor de las 18:00, hizo su primera presentación en público. Tocó “Al claro de luna” (anónimo) y “Tres motivos musicales” (acreditado a Julieta Sandoval, su profesora). Los años venideros también haría distintas presentaciones.
Sin embargo, no todo fue positivo en esa época. Cuando aún no había cumplido los cinco años, sus padres decidieron realizar un viaje a Europa sin su pequeño hijo ni sus hermanos. Eso le provocó un profundo dolor a Charly y en su vida apareció el vitíligo, una enfermedad de la piel que se origina, entre otros motivos, por trastornos nerviosos o emocionales.
En el contexto político, social y cultural del país no eran momentos sencillos. Si bien la dictadura autodenominada Revolución Libertadora no sería tan sangrienta como la que llegaría dos décadas después, se vivían momentos difíciles, sobre todo desde el plano económico. Y eso también lo empezaría a sentir la familia García.
Cuando sus padres volvieron de Europa, además de encontrarse con el vitíligo de su hijo, la situación económica familiar entró en crisis: Don Jaime tuvo que empezar a trabajar como profesor enseñando física y matemáticas; y la madre del músico, Carmen, ingresó como productora del programa de radio Folklorísimo, en el que solían presentarse las estrellas del folclore. Ella le contaba a todos sobre las virtudes de su hijo como pianista.
A los doce años, Charly se recibió de profesor de teoría y solfeo. Ya corrían los primeros años de la década del ´60 y la aparición de un grupo inglés le cambió la vida y ya no quiso dedicarse a la música clásica. Los Beatles encendieron su deseo de hacer otro tipo de música: “Yo estudiaba música clásica y no me gustaba la música popular. Cuando escuché a Los Beatles me rompió la cabeza. (...) Eran jóvenes, tenían mucha plata, eran lindos, componían sus propias canciones. Eso hizo que no esté en un conservatorio o dando lecciones”, contó el propio músico en una entrevista con Beto Casella en 2012.
La década de 1960 fue clave para el surgimiento del rock nacional. Empezaron a aparecer los primeros grupos que cantaban canciones en castellano -algo impensado años atrás- y poco a poco comenzó a germinar un mercado de consumo nuevo: se editaron los primeros discos producidos en el país.
A mediados de los ´60, Charly entró en la adolescencia, momento de su vida en que se le empezó a despertar la personalidad rebelde. Pidió insistentemente a su familia que le comprara una guitarra eléctrica, se dejó el pelo largo -para estar a tono con la estética de los rockeros argentinos- y comenzaron las peleas con su padre, quien esperaba que se convirtiera en concertista o ingeniero. Carlos Jaime empezó a insistirle con que saliera a conseguir un empleo. Los cruces entre ellos se hicieron constantes y hubo una ruptura en la relación.
Como decíamos, el padre lo había mandado a trabajar, pero al poco tiempo a Charly le tocó el servicio militar obligatorio. Estamos hablando de 1971, el artista tenía 20 años y además era un momento en que estaba empezando a despegar -de a poco- Sui Géneris, el grupo formado junto a Nito Mestre, un compañero del colegio secundario. Su paso por la colimba lo inspiró para componer la canción “Botas locas”, cuya letra reza: Yo formé parte de un ejército loco / tenía veinte años y el pelo muy corto / pero mi amigo hubo una confusión / porque para ellos el loco era yo.
“Botas locas” fue una canción censurada que no pudo editarse en el álbum Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, de 1974. Sin embargo, el grupo solía tocarla cuando se presentaba en vivo. Por ejemplo, en agosto de 1975, un mes antes de la despedida de Sui Géneris en el Luna Park, los músicos se presentaron en Montevideo y terminaron presos por interpretarla.
Volviendo a la colimba, para lograr salir del ejército, simuló locura. Tomó el cuerpo de un muerto de una sala del hospital, lo puso en una silla de ruedas y lo llevó a tomar sol. Al ser descubierto, explicó: “Lo vi muy pálido”. Fue declarado maníaco-depresivo con personalidad esquizoide y le recomendaron la baja.
Al poco tiempo de salir del servicio militar conoció a María Rosa Yorio, la mujer con la que se iría a vivir a una pensión tras abandonar el hogar paterno en 1972, antes de cumplir 21 años. Época de muchos cambios para el músico. Los primeros tiempos fueron difíciles porque García resignó la comodidad de su hogar familiar y con Sui Géneris el éxito todavía no había llegado. Pero eso cambió, el grupo empezó a tener cada vez más popularidad y finalmente pudo empezar a valerse por sí mismo. La relación con Yorio también prosperó e incluso tuvieron un hijo en 1977: Migue García.
En los ´60 el país sufriría nuevamente un golpe de Estado. Luego del gobierno del radical Arturo Illia, tomó el poder la llamada Revolución Argentina con la llegada de Juan Carlos Onganía a la Presidencia en 1966. A Onganía lo sucedieron Roberto Levingston y Alejandro Lanusse. El fin de ese período militar -que terminaría en 1973- coincidió con el auge de Sui Géneris. El grupo se consolidó ese año al editar el exitoso disco Confesiones de invierno.
En tanto, la situación política en la Argentina se tornaba cada vez más difícil. La Triple A combatía con violencia todo lo que no le gustaba y no era un buen momento para atacar a las instituciones. Y justo eso era lo que se le había ocurrido hacer a García. Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974) reunía un par de temas que no iban a superar la censura: el ya mencionado “Botas locas” y “Juan Represión” debieron ser suplantados por otros, y algunas canciones tuvieron que ser modificadas en sus letras antes de entrar al estudio de grabación. El disco fue muy elogiado aunque no vendió como se esperaba. Esto deprimió a García y decidió ponerle fin a esa etapa.
En 1974, la Argentina volvía a atravesar un momento de fuerte convulsión política. Ya había retornado la democracia con la llegada de Héctor Cámpora y había vuelto Juan Domingo Perón, quien estaría en el poder hasta el 1 de julio, día de su muerte.
En medio de todo eso, se formó PorSuiGieco, un grupo compuesto por Raúl Porchetto, los Sui Géneris (Charly García y Nito Mestre), León Gieco y María Rosa Yorio, por entonces pareja de Charly. Los músicos se reunieron con el objetivo de fundar una editorial y, de esa forma, pelear contra las compañías discográficas y sus editoriales asociadas, que se quedaban con un porcentaje importante de las regalías y poseían los derechos de los temas de por vida. Eso no ocurrió porque se pusieron a hacer música. En marzo de 1976 editaron el primer y único álbum de la banda pero tuvieron serios problemas con la censura. Cuando Charly compuso “El fantasma de Canterville”, lo llamó a León Gieco y le dijo que tenía un nuevo tema pero que era para que lo cante él y se incluya en el disco debut de PorSuiGieco. Sin embargo, el proceso militar ya estaba en marcha y el control sobre las canciones era imposible de eludir.
María Estela Martínez de Perón había asumido cuando falleció su esposo -en 1974- pero un golpe de Estado terminó con su mandato de casi dos años. El llamado Proceso de Reorganización Nacional -la más cruel dictadura militar de la historia del país- cambió la vida de mucha gente y la de Charly García también.
La dictadura coincidió con La Máquina de Hacer Pájaros (1976-1977) y Serú Girán (1978-1982), las últimas dos bandas de García antes de establecerse como solista. En esa época el músico sufrió la persecución pero, pese a eso, se quedó en el país. (Hubo un pequeño período de tres meses en el que se estableció en Brasil pero luego volvió a la Argentina). Gracias a su poesía logró burlar la censura y se transformó en un referente indiscutible para la juventud de la época.
Pese a ser un artista reconocido y popular, nunca se dejó de mover por entornos pequeños, lugares donde años atrás había forjado relación con muchos de los músicos que luego trabajarían con él. Por ejemplo, para La Máquina de Hacer Pájaros, se contactó con Carlos Cutaia, Gustavo Bazterrica, José Luis Fernández y Oscar Moro -todos viejos conocidos- y se empezaron a presentar en La Bola Loca, el boliche de Atilio Stampone que albergaba cada noche a más de 200 personas para verlos en vivo.
Con Serú Girán fue distinto porque -como mencionamos- Charly se fue un tiempo a Brasil con David Lebón, su amigo desde la época de Sui Géneris, y ahí empezaron a darle forma al proyecto. Luego se incorporó Pedro Aznar; y Charly sumó a Moro, quien ya venía tocando con él en La Máquina de Hacer Pájaros.
Tras el nacimiento de su hijo, García se separa de Yorio y al poco tiempo comienza una relación con la bailarina brasileña Marisa Pederneiras, alias “Zoca”, uno de los grandes amores del músico. Su estancia en Brasil también le permitió estar cerca de ella.
El fin del proceso militar coincidió con el comienzo de la carrera solista del músico. El 26 de diciembre de 1982 Charly sería el protagonista de uno de los recitales más importantes de la historia de la música argentina. Y hay varias razones para validar esa afirmación. Fue el primer concierto solista del cantante -que ya había disuelto Serú Girán- y el primero de un músico de rock argentino en un estadio de fútbol. Ese día presentaba Yendo de la cama al living, su primer disco en solitario. Más de 25.000 personas llegaron hasta la cancha de Ferro Carril Oeste para ver al hombre del bigote bicolor, quien desplegó un repertorio que ya contaba con varios hits y se despidió en medio de un “bombardeo” que tiró la escenografía.
El segundo disco de estudio solista de Charly García tuvo la particularidad de ser lanzado en un momento histórico de la Argentina. El 30 de octubre de 1983, Raúl Alfonsín ganaba las elecciones con el 51,7 % de los votos y el país se preparaba para el retorno de la democracia cuando el 10 de diciembre el candidato de la Unión Cívica Radical asumiría la Presidencia de la Nación. En medio de todo ese fervor, Charly editaba en los primeros días de noviembre Clics Modernos, que, como su nombre lo indica, iba a ser un disco “moderno”, dado el sonido new wave que le impregnó García.
Es imposible separar el contexto que vivía el país con este trabajo discográfico porque, sin dudas, hay una clara mirada hacia la realidad argentina. No es casualidad la relación de ese tono bailable del álbum con la fiesta democrática celebrada en la nación. Además, una canción como “Los Dinosaurios” también era un mensaje directo a la época que ya empezaba a quedar atrás pero con heridas que nunca cerrarían.
Durante la década alfonsinista, Charly se instalaría como el máximo referente solista de la música nacional. El ya nombrado Clics Modernos (1983) y los discos Piano Bar (1984), Parte de la religión (1987) y Cómo conseguir chicas (1989) lo consagraron absolutamente. Decimos máximo referente solista porque en el contexto del rock nacional los ´80 fueron años de formación y consolidación de bandas muy populares que empezaban a llenar estadios: Soda Stereo y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota fueron los más convocantes pero también marcaron la época grupos como Virus, Sumo y Los Abuelos de la Nada, entre otros.
En 1989 llegó al poder su amigo Carlos Menem, quien gobernaría una década, y también comenzaría la crisis de Charly por sus adicciones. Empezó a ser noticia más por los escándalos que por lo musical. Y el periodismo se alimentó también de todo eso y contribuyó a construir el imaginario del rock asociado al exceso.
A diferencia de lo que sucedió, por ejemplo, con Soda Stereo, que basó su carrera en extensas giras por toda América, lo de Charly fue más local pero no por ello resultó menos reconocido en la región. Sin embargo, hubo un hito que sobresalió a mediados de los ´90 para el cantante: se trató del MTV Unplugged hecho en suelo estadounidense un año después de la publicación de La hija de la lágrima (1994). Fue un disco muy significativo en la carrera de García y evidenció la importancia de las artistas mujeres que lo supieron acompañar a lo largo de su trayectoria. Aquí tuvo un rol destacado María Gabriela Epumer, quien formó parte de la banda estable de Charly durante una década: desde 1993 hasta su muerte, en 2003.
Sobre el final del siglo, la carrera de García se vio fuertemente sacudida por sus excesos y repercutió en sus trabajos Say no More (1996) y El aguante (1998). En el 2000 volvió Sui Géneris con la edición de un nuevo disco, Sinfonías para adolescentes, cuya presentación en el estadio de Boca Juniors reunió a más de 25.000 personas. Luego siguió con su carrera solista y, lamentablemente, con sus problemas de adicciones. En 2002 editó el álbum Influencia y en 2003 el disco Rock and Roll Yo.
Con lo dicho, vemos que su mayor producción solista se situó en las décadas del ´80 y ´90. Ya a partir de los 2000 empieza un fuerte declive por sus inconvenientes de salud. Así fue como el 9 de julio de 2008 fue internado en Mendoza por una neumonía. Luego tuvo una extensa estadía en la quinta de Ramón “Palito” Ortega, donde -tras pasarla muy mal- logró recuperarse para volver a los escenarios.
Charly logró volver a tocar en público en 2009: primero realizó un recital sorpresa en Luján y luego un memorable show en la cancha de Vélez. En 2010 editó Kill Gil pero su salud no mejoraba. Los últimos años no fueron fáciles para el cantante, quien en varias ocasiones estuvo internado por problemas de salud.
Sin embargo, el 24 de febrero de 2017 publicó su decimotercer disco de estudio de manera solista y recibió buenas críticas del público y la prensa especializada. Random contó con dos cortes de difusión -”La máquina de ser feliz” y “Lluvia”- y en su primer año vendió más de 20.000 copias, una cifra nada despreciable.
El 15 de febrero de 2018 se produjo una nueva vuelta de Charly a los escenarios. Con dos días de anticipación, se anunció que se presentaría en el teatro Coliseo ante 1.700 personas. Allí repasó temas de su último álbum y algunos de los éxitos de años anteriores. Luego tocó varias veces en el Gran Rex, en el Luna Park y hasta en la provincia de Córdoba antes de la pandemia.
El día de su cumpleaños 70 -el 23 de octubre del año pasado- brindó un pequeño show en el Centro Cultural Kirchner, donde estuvo rodeado por decenas de colegas que le realizaron un emotivo homenaje.
Mientras sus fans esperan verlo nuevamente arriba de un escenario, festejan sus 71 años; y nada mejor que hacerlo escuchando su música y repasando su historia de vida, que es un poco también la historia de este país que lo vio nacer, crecer y trascender.
*El autor del artículo acaba de editar su primer libro: Say no more, un abordaje sobre Charly García como referente cultural de la Argentina. (Tinta Libre Ediciones). Parte del contenido vertido en este texto se desprende del libro mencionado.
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