Lo primero que se ve al atravesar el portón de los estudios de Polka y por detrás del agua que brota de la fuente son dos camiones de exteriores. Al dar unos pasos más y mirar de refilón cómo se va completando el estudio, hay una percepción diferente en el clima general en todo el engranaje que constituye LaFlia y que da vida a Canta Conmigo Ahora. Esa adrenalina que solo genera la televisión en vivo y que se disfruta doble cuando se la extraña. Por eso, después de casi tres meses de programas grabados, los handys suenan más que otras veces, las corridas son un poco más apuradas, las miradas repasan todo por anteúltima vez. Es inminente el fin de la primera temporada del ciclo que conduce Marcelo Tinelli en El Trece, y todo tiene que estar en su debido lugar.
Dentro del estudio y de impecable traje blanco, el conductor repasa la rutina mientras en la primera fila de la tribuna se van acomodando muchos de los participantes que iniciaron este camino. Allí se sientan Alma Pellegrini y Sofía de Blas a medida que quedan eliminadas y junto a ellas están Miguel Ángel Roda, Pamela Rosenstock, Martín Abascal y las Woman To Woman entre tantos excompañeros que reparten aplausos y voces de aliento. El mismo clima de buena onda que se había sentido en la previa, en los jardines de Polka, donde cada reencuentro se reflejó en ese abrazo entrañable de viejos compañeros de aventuras. Clima de estudiantina, selfie multitudinaria y los coros de la cortina del programa como sello de hermandad.
De vuelta al aire, y ya con Nicolás Reyna y Agustina Sol Pereyra constituidos como finalistas, los jurados se enfrenta a una situación inédita en el certamen, ya que el reglamento los exime de votar, ese trámite que se volvió cada día más ingrato a medida que avanzaba la competencia. La decisión está en manos del público, y eso les permite aflojarse y disfrutar con cada una de las interpretaciones. Vestidos con sus mejores trajes, cantan a viva voz los coros de “El rey”, sienten en el alma cada lamento de “Así”, aplauden hasta enrojecer las palmas, se secan las lágrimas sin discreción ni vergüenza, hechizados por el espectáculo que tienen enfrente y matizado con la melancolía propia de toda despedida.
El vivo también trae la consecuencia inédita de la tanda publicitaria. Unos minutos que se mastican eternos. Las correspondientes tribunas -a la izquierda del escenario la de Agustina, a la derecha la de Nicolás- guardan un silencio tan nervioso y profundo que al ajustar los oídos, parece escucharse el traqueteo de los dedos en los celulares tecleando en busca de ese voto necesario.
De fondo, la música solemne agiganta el clima de tensión y la voz en off se pone a tono marcando la cuenta regresiva. A falta de 5, cambia la música y por lo tanto la energía también es otra. Los jurados empiezan con las palmas y se contagian las dos cabeceras al unísono buscando que el tiempo pase más rápido. “4 minutos”, y la producción a pleno comparte sus nervios y sus candidatos. “¿Quién gana?”, se preguntan unos a otros y de momento nadie tiene la respuesta.
“3 minutos” y Tinelli ultima detalles con Hoppe y se acerca a los finalistas para que la espera sea más leve. “2 minutos” y El Puma Rodriguez y L-Gante toman posición en una punta del escenario. Como presidente del jurado, el autor de “La moza” será el encargado de entregar el trofeo, mientras que el cantante de cumbia 420, designado como tesorero, porta en sus manos el simbólico cheque de los 10 millones de pesos. “1 minuto” y Manuel Wirtz detecta la presencia del escribano iniciando el coro de ocasión. Los segundos vuelan, Tinelli empieza a grabar un vivo de Instagram, hasta que la magia de la televisión vuelve a ponerlos a todos en la posición inicial.
Con el sobre en sus manos, Marcelo hace lo que tantas veces hizo. Quiebra la cintura y amaga dar el nombre del ganador o ganadora, ante las quejas del jurado que pide que de una vez por todas lo diga. Las familias agitan sus pancartas, la producción se come las uñas, el conductor pispea y no comparte. Todos transmiten su ansiedad en el lenguaje corporal menos ellos dos, los más interesados, que unen sus procesiones en una postal conmovedora. Se toman de la mano, Agustina apoya la cabeza en el hombro de Nicolás y así escuchan como el conductor dice que votaron más de 22 millones de personas, que hay una diferencia de 68.3 a 31.7 por ciento y, finalmente, que el ganador de la primera edición del Canta Conmigo Ahora es Nicolás Reyna.
En medio de la lluvia de papelitos, apenas se distingue a Nicolás con los ojos llenos de lágrimas y a Agustina con la sonrisa de siempre levantándole la mano. El conductor los abraza y las emociones se hacen una, cuando de golpe, los jurados saltan a la pista y todo es un mar de fotos, abrazos y palabras. Marcela Feudale se le acerca a Nicolás y le dice que lo vio ganador desde el primer momento. Fede Hoppe y el Chato Prada lo felicitan, y allá llegan Rodrigo Tapari, Román el Original, la host digital Emily Lucius y siguen las firmas.
En medio de la algarabía generalizada, hay tres personas que no paran de llorar por el triunfo de Nicolás. Son su mamá Patricia y su hermano Federico que a último momento pudieron llegar desde Catamarca para vivir este momento que no se lo olvidarán nunca. Junto a ellos, Ana Paola, la novia, la incondicional en cada gala, recibe las felicitaciones como si ella hubiera ganado. Como puede, Patricia cuenta la alegría que siente, el orgullo de mamá que no le entra en el cuerpo y ni quiere imaginarse lo que se debe estar viviendo en Catamarca, donde se había organizado una caravana para acompañar el sueño de Nico, que era un poco el sueño de todos.
“Esta noche me parece que en Catamarca no duerme nadie” le dice el campeón a Teleshow, aferrado al trofeo y ya con una sonrisa en el rostro que amenaza con quedarse por mucho tiempo. Destaca el nivel de Agustina y el de todos los participantes y agradece cada voto del público, mientras empieza a despejarse la pista. Mañana, el show debe continuar, con la segunda temporada de Canta Conmigo Ahora. Y miles de talentos de todas partes del país irán en busca de su mismo sueño.
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