“Gracias por venir a escuchar esta música pese al frío”, saludó Jack White a la abrigada y abigarrada muchedumbre bañada de distorsión que tenía a sus pies en el predio de Costanera Sur. Primavera cero: ventosa y plomiza la tarde noche del viernes 14, esa que le dio marco otoñal a la prolongada caminata por el lado salvaje de la ciudad hasta el suelo agreste e irregular de Road To Primavera: Primavera Sound Buenos Aires es un hecho y el festival nacido en Barcelona comenzó a escribir su historia en Argentina con un par de shows rockerísimos y sin concesiones.
Todo azul: la melena de troll -casi como la que peinaba el Potro Rodrigo antes de morir, aludido también en el nombre del barrio popular lindero que vio alterado su ritmo por la llegada del festival-, las luces y el cable de su chirriante guitarra eléctrica. Todo negro: el alma, el cuerpo y el corazón blusero de su música demoledora, valvular, sin pausas. El cara pálida White comandó a una pequeña orquesta mestiza e incendiaria que le hizo contrapeso furioso al viento de la noche (bestial el swing del baterista Daru Jones, en modo pulpo-virtuoso) y con la que fue edificando en escena distintos momentos de su camino.
Da lo mismo si son estrenos solistas (”Taking Me Back”, “Fear of the Dawn” y “Love is Selfish”, extraídos de sus discos editados en este 2022), si son del catálogo fino de The Raconteurs (“You Don’t Understand Me”, en la que el líder cambió las seis cuerdas por el piano), del supergrupo The Dead Weather (“I Cut Like a Buffalo”) o los hits intercontinentales de The White Stripes (”Fell in Love With a Girl” fue el primero que sonó). Todo tuvo la misma pátina sucia, garagera, atemporal y ese nervio que vuelve tan excitante a la música conocida como rock.
“What’s the Trick?” funcionó como link a la actualidad después “Blue Orchid” y antes del final con “Seven Nation Army”, con su indeleble coro de cancha y un tigre en 3D acechando al pogo desde la pantalla. Las sonrisas extasiadas entre el público lo certificaron con un último y satisfecho aplauso, mientras Jack desmembraba el encordado de la eléctrica como ofrenda.
Antes había sido el turno de Pixies. La leyenda indie rock estadounidense juega muy de local cada vez que viene al país y no solo por la presencia de la bajista Paz Lenchantin -nacida en Mar del Plata- en su formación, sino por cómo la reacción del público argentino termina de redondear los dobleces pop del grupo guiado por las voces y la cuerdas de Black Francis.
El corito de la multitud le dio el toque a las melodías inoxidables “Debaser”, “Wave of Mutilation”, “Caribou” y “Gigantic”, que resaltaron de entre un puñado de novedades provenientes de su flamante Doggerel (“Who’s More Sorry Now?”, “The Lord Has Come Back Today”, “There’s a Moon On”).
Ellos se mostraron sobrios, sin visuales ni saludos demagogos, con un saludable bajo perfil que dejó en primer plano a la música y con un humor más apropiado para un show de antro que para uno de los festivales más grandes del mundo. Para terminar de darle mecha a su fuego sagrado, hubo espacio para la desgarradora interpretación de “Gouge Away”, la circular “Here Comes Your Man” y la apocalíptica “Where Is My Mind?”.
Desde la penumbra, Cat Power encendió la noche en Primavera Sound acompañada por un trío de guitarra, batería y teclado que se reúne en torno a su repertorio deforme y folk, nutrido tanto de su cosecha personal como de lo facturado por otros artistas. La voz espectral de Chan Marshall le dio vida a sus infaltables y deconstruidas lecturas sobre “(I Can’t Get No) Satisfaction” (Rolling Stones), “White Mustang” (Lana del Rey) y “New York, New York” (popularizada por Frank Sinatra), entre la intensidad oscura de “Manhattan” y “The Greatest”, con la que se despidió.
Con los últimos acoples en el aire, Chan despegó la lista de temas del piso, la convirtió en pelota de papel y la tiró en dirección al campo como para dejarle un recuerdo más tangible a algún fan con suerte entre el campo. Pero a diferencia de lo que había sido su set, al tiro le faltó fuerza y puntería: el bollito no superó el vallado y se escuchó un sonoro “uhhh” como lamento colectivo.
Sobre los últimos minutos de la claridad de la tarde, los primeros en subirse al escenario habían sido Las Ligas Menores, grandes exponentes del indie argentino. En poco más de diez años de carrera, construyeron un sólido repertorio -brillante en sus matices pop y shoegaze- que pusieron en juego en esta oportunidad. “El baile”, “En invierno” e “Hice todo mal” fueron algunas de las credenciales que mostraron ante el público del festival.
Todo ocurrió en un mismo escenario, el Flow, y las transiciones entre shows estuvieron musicalizadas suavemente con parte de la artística del festival -que sigue el 7 de noviembre con Björk, el 12 con Travis Scott y el 13 con Arctic Monkeys como números principales-, mientras el público iba y venía en busca de algo para comer, de refrescarse aun más en el beer garden de Heineken, de sacarse selfies con el cartel movedizo de Primavera Sound o descansar un poco los pies en las áreas de relax.
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