Llegó a ese lugar de popularidad que todos los artistas quieren alcanzar. Sin embargo, en pleno auge, J Balvin entendió que lo más importante de su vida era seguir siendo José. Y así llamó a su último álbum, con el que se estará presentando este sábado en el Movistar Arena de Buenos Aires. El cantante colombiano, de 37 años, lleva más de 15 dedicado a la música. Y fue uno de los primeros en dar a conocer el género urbano en todo el mundo. Sin embargo, él mismo reconoce que el camino al éxito no siempre es tan simple como la gente cree. Y, por eso, hoy prioriza la familia que formó junto a la modelo argentina Valentina Ferrer, con quien tuvo a su hijo Río, por sobre las mieles de la fama.
—¿Con qué nos vamos a encontrar en este show?
—Con la mejor energía. Yo creo que se van a encontrar con mucha música, buena vibra y un buen mensaje. La idea es darles mucha alegría. Yo creo que eso es lo más importante, porque es el poder que tenemos los artistas de cambiar el ambiente y hacerlo mucho mejor.
—Sobre todo en estos tiempos que venimos de pasarla tan mal, ¿no?
—Cien por ciento. Yo creo que es como una forma de catarsis, de uno como artista y del público también. De soltar, de limpiar...
—Vas a estar presentando tu último disco y haciendo un repaso de tu carrera. ¿Va a haber algún tema nuevo también?
—Los temas más recientes, obviamente, los voy a cantar. Pero temas inéditos todavía no. Van a tener que esperar un rato para ver cuándo sacamos lo nuevo.
—¿Por qué, después de tantos años siendo conocido como J, decidiste ponerle tu nombre de pila real al álbum?
—Porque yo soy un ser humano como cualquiera. Y me gusta que me llamen por mi nombre, de verdad. Porque ese soy yo: José. Como que estoy tratando de cambiar esa parte de como llaman a los artistas. Yo, por lo menos, cuando los veo les hablo por su nombre real. Creo que soy de los pocos que se sabe cómo es el nombre natural de todos los famosos.
—Pero hay algunos que, después de tantos años usando su nombre artístico, se olvidan de cuál era su verdadera identidad...
—Ah, no. Yo nunca llegaría y diría: “Soy J Balvin”. Yo digo: “Soy José”.
—¿Y cómo reacciona la gente ante esto?
—Pues algunos te dicen: “Ay, ya sabemos”. ¡Pero no tienen por qué saberlo! Yo aún voy a conciertos o a lugares donde dicen: “¿J Balvin? No lo conozco...”. Y no me tienen por qué conocer. No es una obligación, así que no hay lío con eso.
—Eso habla de un alto grado de humildad de tu parte, porque la verdad es que la mayoría de los artistas se ofenden si uno no conoce el nombre, la historia y la trayectoria.
—No, pero esos están fuera del tiesto, como decimos nosotros. Es que no tienen por qué conocerte. Los artistas son una elección. Aunque a veces hay algunos que te los imponen, finalmente, la música es subjetiva. Y cada quién te puede escuchar, pero no tiene por qué saber de todos los artistas.
—¿Cuánto hacía que no venías a cantar a la Argentina? Porque se que has venido de visita hace muy poquito...
—Como tres o cuatro años...En el 2019 fue la última vez.
—¿Y cómo es para vos presentarte en este país, que ahora pasó a ser un lugar muy especial imagino?
—Súper. A mí me encanta Argentina. Mi hijo es argentino, mi mujer es argentina...Cuando he podido he estado en Carlos Paz, en Córdoba. Y me gustas mucho, me siento muy bien en este país.
—¿Qué es lo que más te atrae de las cuestiones características de este lugar? Porque a algunos les gusta el mate, otros por ahí se enganchan con el Fernet, están los que hablan del asado...
—¡El asado! A mí, el asado. Pero reconozco también la importancia del mate, culturalmente.
—¿Reconocés la importancia o ya le tomaste el gusto?
—A mí me gusta pero al final, cuando no está tan agrio. Y sin nada. Yo veo que le ponen azúcar, algunas veces, y no me gusta así.
—Me imagino que eso te lo fue inculcando Valentina...
—Yo tomaba mate antes pero en sobre, no es lo mismo.
—¡No! ¡No hay comparación!
—Nada que ver con la bombilla, es diferente.
—A muchos extranjeros les parece raro esto de estar compartiendo una bombilla, que después de la pandemia un poco se dejó de hacer.
—Pero eso a mí me parece muy lindo, porque me recuerda a las épocas de antes. Como los vikingos, que todo el mundo compartía la misma copa. Me parece bonito de verdad. ¡Cero problema! La última vez que vine a grabar un video, la gente de la producción tenía un mate que lo rotaron por todos lados. Y yo ahí también, casi me lo llevo.
—Es que esa es la idea del mate: no es una tomar una bebida sino compartir un momento.
—Exacto. Por eso digo que nunca había visto un producto que uniera tanto a las personas como el mate. Porque el café es cada quien con el suyo. Pero esto es: que lo roten.
—¿Y qué te gusta hacer cuando venís de vacaciones?
—He estado acompañando a mi hijo en su primer año. Y me fui por ahí a Carlos Paz a tirarme a un charco, un lago, un río...Y me encantó. Me gusta montar en moto. Me quebré un brazo....
—¡¿En Carlos Paz?!
—Sí, hace como tres meses.
—¿Has tenido la posibilidad de visitar algunos de lo otros tantos paisajes que tiene la Argentina?
—No, pero me gustaría mucho. Quisiera ir al Perito Moreno y a muchos lugares que me parece que son bien lindos.
—¿En la gira te acompañan tu mujer y Río, también?
—Sí, me acompañaron. Es un momento interesante porque, por su edad, nuestro hijo puede viajar con nosotros. Mi mujer tiene su carrera y su empresa y también hay que respetar que tiene que tener sus espacios para trabajar, porque es totalmente independiente.
—¿Y cuánto cambió tu vida desde que llegó tu hijo? Porque por lo que se ve sos un papa bastante “canguro”, como se dice acá, porque estás mucho con el chiquito en brazos...
—Apenas estoy aprendiendo esto. Es algo totalmente nuevo, porque un año y tres meses realmente no es nada. Así que estoy aprendiendo y, dicen, nunca se deja de aprender. Mi madre todavía tiene dolores de cabeza conmigo, así que imagina.
—Es que la paternidad es para toda la vida y, el mayor problema, es que no hay un manual por lo que todos cometemos errores con los hijos.
—Eso es lo más difícil, porque uno es consciente de que puede transmitirle inseguridades, temores o miedos. Por eso mismo es que hay que ser más cuidados. Ver si le puedes dar seguridad, optimismo, tolerancia y empatía.
—Vos por un lado sos una de las personas más influyentes del mundo, pero por el otro has demostrado tu propia vulnerabilidad saliendo a hablar de los problemas de ansiedad o depresión. Y es muy importante ese mensaje teniendo en cuenta que la gente piensa que en la vida del famoso es todo perfecto.
—Yo creo que la gente tiene que dejar de endiosar y glorificar a los artistas como si no fueran humanos. En el caso mío, soy una persona como cualquier otra, que tiene una carrera que tiene mucha visibilidad. Pero eso no quiere decir que no tenga malos momentos y que no llore. Por eso no tengo problema en hablar de salud mental, porque sé lo importante que es. Sé que es una pandemia real, que los niveles de suicidio son altos a nivel mundial, que la depresión es cada vez más alta, que la ansiedad es cada vez más alta. Los estudios dicen que las redes sociales hacen que la gente empiece a ser más propensa a tener ansiedad y depresión. Y por eso hicimos una aplicación nueva llamada Oye, que es no solo para salud mental sino también para logar una calidad de vida más tranquila. Y paz. Entonces, no solo de habla de salud mental, sino de cómo podemos ayudar al mundo.
—Cuando uno habla de depresión o trastornos de ansiedad, ya se trata de una enfermedad. Pero, como bien mencionás, hay muchos jóvenes que están afectados por lo que generan las redes sociales y la opinión de los demás.
—Sí, claro. Si lo afecta a uno ya siendo una persona adulta, imagínate como puede afectar a un niño o a una persona que está pasando por la pubertad o la juventud. Es una gran responsabilidad.
—En el caso puntual tuyo, ¿cuáles fueron las circunstancias que te llevaron a transitar trastornos de ansiedad?
—Lo mío fue totalmente químico. No fue un momento que hice algo que me lo causó. De un día para el otro, me dio un ataque de pánico, después me dio ansiedad y depresión y no sabía lo que era. Hasta que, con ayuda profesional de un psiquiatra, me di cuenta de que tenía que ser medicado. Y no tengo ningún problema en reconocer que para mí es necesario. Es para toda la vida, pero hay que agradecer que exista la medicina.
—Hoy, por suerte, esa enfermedad tiene nombre y tiene una cura. Antes, por ahí, la gente no sabía que era lo que le pasaba y los médicos no se lo podían descifrar tampoco...
—Sí. Igual yo no sé si se trata de una cura, sino de una forma de controlarlo. Es decir, en la actualidad, se puede balancear.
—Imagino que, para los artistas, también es importante tener una buena base y no dejarse llevar por toda la fantasía del medio. Hablo de los afectos, la familia y en el caso tuyo también la fe, para que te bajen a tierra.
—Cien por ciento. Yo tengo a mis amigos que me bajan bien rapidito cuando el ego trata de hacer trampas. Me cortan el vuelo rápido. Así no me guste.
—¿De qué manera lo hacen?
—Con la realidad. “Mira, no tienes que estar haciendo esto” o “Esto no me parece bien”. La mayoría en general están rodeados de personas que siempre dicen que sí. Y, afortunadamente, yo tengo aquí por trabajo a quienes me dicen las cosas como son. Así que, aunque no le guste a uno, tiene que tener la humildad de reconocerlas y si se pueden cambiar ya es parte de la responsabilidad de uno.
—Esos son los verdaderos amigos: no los que te festejan todo sino los que te ayudan de verdad.
—Sí, claro. Aunque a veces le dan a uno ganas de arrojarlos por una ventana, pero para eso están.
—Hace poco te reuniste con el Papa Francisco. ¿Cómo fue ese encuentro?
—Es una persona muy especial a la que le tengo mucha admiración y respeto. No soy muy religioso, pero trato de ser bien espiritual, trato de ser mejor y aprendo de todas las culturas. Soy católico por tradición, obviamente, y así crecí con mi familia. Colombia se solía llamar el país del sagrado corazón de Jesús. Pero Francisco me pareció un gran maestro. Es bien bonita su personalidad y su humildad.
—Si bien Colombia es la gran cuna de la música urbana, vos sos uno de los precursores del género. ¿Imaginabas que se iba a dar este furor a nivel mundial cuando empezaste con tus primeras canciones en Medellín?
—Sí, siempre. Yo creo que no hubiera dado el paso si no hubiera tenido la visión que tuve y sigo teniendo. No iba a arriesgar todo si no, porque yo arriesgué todo...
—Cuando decís arriesgar todo, ¿a qué te referís?
—Arriesgué mis estudios, porque yo cursaba negocios internacionales y comunicación social. Arriesgué no estar con mi familia y con mis amigos, no tener una juventud normal como el resto. Y podía haber perdido ese tiempo. Igual, un técnico colombiano, (Francisco) Marturana decía que perder es ganar un poco, pero yo en ese momento prefería ganar y no volver a la universidad. Y ahora todo está cuadrando como debe ser.
—Sé que tenés varios temas preparados para lanzar durante este verano, ¿podés adelantar algo?
—De momento vamos a estar haciendo mucha música, que quizá no salga como un sencillo de J Balvin sino con otros artistas. Pero estoy súper enfocado en disfrutar la gira, hacer temas y ver cuándo es el momento preciso para lanzar otro álbum.
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