Alejada hace tiempo de la primera plana mediática, Marixa Balli continúa con su camino de emprendedora textil. Una aventura que inició de manera tímida allá por 2005 en el interior de la provincia de Buenos Aires, continuó con un puesto en la feria de La Salada y ahora luce orgullosa su local a la vista en el barrio de Flores. Sin embargo, el entusiasmo de la exvedette contrasta con la realidad cotidiana de cualquier empleador, que debe hacer frente a unos cuantos costos y riesgos por unos pocos beneficios.
De esto habló Marixa en un extenso móvil con Ángel de Brito y su equipo en LAM. Desde el interior del local, saludó una a una a las angelitas y se puso al día saldando asuntos pendientes con algunas de ellas. Todo en buenos términos, claro está. Y si bien durante toda la charla sobrevoló su pasado -y por qué no, futuro- ligado al espectáculo, el tema de fondo era otro.
“Estoy muy dedicada a este laburo, como cuando estuve en La Salada”, explicó la intérprete del recordado hit “Cachaca”. Y pasó a detallar la batalla diaria que significa ser emprendedora en Argentina desde su experiencia en Xurama, el local que lleva adelante en la esquina de Bogotá y Nazca, en medio de la zona comercial conocida como avenida Avellaneda.
La actriz se puso la camiseta y le puso el cuerpo al proyecto. Ella misma se encarga de comprar los materiales y hasta de realizar los bocetos de los diseños, un talento espontáneo que desarrolló entre bambalinas. “En el local soy una más, trabajamos todas a la par. Y en la fábrica me siento con el modelista, hago los dibujos y me súper interpretan sin haber estudiado diseño de calzado”, asegura.
El don creció en aquellos tiempos de teatro, en los que le decían que tenían inventiva, que por qué no se animaba a ir más allá. Y ella dudaba. El empujón final se lo dieron su padre y su hermano y empezó en el 2005 en una biblioteca en desuso en un club social de Saladillo, la patria chica de su padre. 15 años después, se encontró con una situación que nadie imaginó ni en la peor de sus pesadillas: una pandemia.
“Fue terrible para todos hasta que pude conseguir el permiso para salir y vender online me fue genial. Todo el mundo compraba”, recordó. De Brito quiso saber si había logrado mantener el staff de empleados. Y Marixa se despachó con toda su bronca. “Mantuve todo, pero el que se quiso autodespedir obviamente me hizo juicio. Lo hicieron en muchos locales, la gente quiere que la contrates para cagarte, para hacerte juicio. Por eso no hay laburo en Argentina, porque las leyes están muy mal”, afirmó.
En ese panorama, aseguró que necesitaba más empleados pero que no se animaba a contratar más personal. “Cada vez que ves un empleado, te preguntás cuando te va a costar de juicio. Es patético. Acá es todo a favor para los chorros, para los delincuentes y para el empleado que viene a laburar un par de meses para cagarte”, sentenció, y dio un ejemplo para avalar su postura. “Tuve una chica venezolana tuve dos meses en blanco, se me fue 15 días de vacaciones, llegó y me hizo juicio. Los abogados se pusieron de acuerdo y me cagó completamente, como siempre. Ahora tengo un buen equipo de abogados”, señaló.
“Generalizar no está bueno”, objetó en este punto Andrea Taboada, y Balli asintió. “Tengo buenos empleados, cuando me confundí, me confundí, pero di todo. Pasa que por un mango te matan, y llega diciembre y se vuelven locos, porque quieren plata. Es lamentablemente, decí que todos los días encuentro gente que quiere laburar”.
En tono enérgico, continuó relatando su cruda realidad en modo honestidad brutal: “Si cambiaran las leyes, tendría todos los empleados en blanco”, aseguró. Y agregó que imagina un futuro lejos de Argentina. “Tengo nacionalidad italiana y tengo pensado irme. Mientras mi madre esté conmigo, y espero que sea por muchos años, es lo único que me retiene en este país. Después, no tengo más ganas”, señaló con tristeza, y aventuró un futuro en Italia o España: “Miami no es mi estilo”, descartó. Y profundizó los motivos por los que emigraría.
“Acá hay mucha falta de respeto, estamos acostumbrados a que te garquen constantemente. Quiero calidad de vida, salir a la calle y que no te afanen el celular”, reflexionó. Y cuestionó no poder usar algunos de sus bienes por temor a que la roben “Tengo un auto para la vida y otro para el trabajo. ¿Está bien tener alhajas y no poder usarlas?”, se quejó.
Más adelante, habló de otros problemas que enfrentan los comerciantes día a día, como la inseguridad y la inflación. “Este polo comercial tiene mucha seguridad y es maravilloso. Trabajamos tranquilos”, agradeció. Y respecto a lo económico, aseguró no estar tan pendiente de las fluctuaciones del dólar: “Le gravamos muy poco a los productos”, aseguró.
Hacia el final del móvil, y aprovechando la cercanía con el Día de la Madre, De Brito retomó aquella sentencia reveladora de la entrevistada y le ofreció el aire de América para que le dijera unas palabras a la mujer que la llevaba ida y vuelta al Teatro Colón para que pudiera cumplir sus sueños y que la retiene en el país a pesar de las dificultades.
“Mi vieja es una señora que vale millones, la amo con todo mi corazón y es lo único que me queda”, comenzó a decir Marixa, distraída por lo que ocurría detrás de cámara. Allí, el movilero Santiago Sposato gestionaba la presencia de la mamá -”se llama Sussy, no Susana, advirtió la hija- que había seguido la hora larga de entrevista en un comodísimo segundo plano. La actriz la abrazó y ella apenas atinó a agradecer, sin levantar la mirada, haciendo gala de una timidez que llamó la atención del conductor. Y Marixa recogió la ironía y se hizo cargo: “Yo no salí tímida como Sussy, salí a mi viejo que era así como yo”, admitió con una sonrisa.
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