Suena “Twist And Shout” y no hay dudas: está llegando Marcelo Tinelli. El tema interpretado y popularizado por The Beatles acompaña al conductor desde los días de Videomatch y también lo hizo este viernes en la intro de su participación en el America Business Forum, el cual se está desarrollando en Punta del Este Convention Center, de Uruguay.
Entrevistado por Ignacio González Castro, fundador y CEO de ABF, Tinelli dio distintas definiciones sobre distintos momentos de su carrera, habló de sus mentores, de sus padres tanto biológicos como quienes lo adoptaron en el medio, de cómo se construye un éxito, de la importancia del rating, los hijos y mucho más.
Al escenario llegó junto a su hijo Lolo. “Es mi compañero, entró en el primer programa de este año y dije: ‘Tiene que entrar acá también’”, contó Marcelo.
“Me pone muy feliz haber transitado diferentes etapas a lo largo de mi vida. Todos somos singulares, todos vamos cambiando permanentemente. Agradezco los cambios de la gente. Ojalá todos podamos buscar la singularidad y no temerle para poder hacer nuestros propios cambios, nuestra propia ruta. No mirando a derecha o izquierda, sino para adelante, viendo al propio camino, que no sabemos cuál es, pero yendo con garra, empuje y esfuerzo. Se puede lograr”, fue una de las primeras sentencias de Marcelo en la tarde uruguaya.
“Cuando me preguntan si soñaba con esto, ni de casualidad. Yo era un chico de Bolivar, tenía 10 años, era muy chiquito y de repente se dieron un montón de cosas para que yo viniera a Buenos Aires. Yo no quería estar en la tele y Gustavo Yankelevich me dijo un día antes de conducir un programa que lo tenía que hacer”, contó acerca de cómo se dio su debut en la conducción.
Sus maestros: “Mi papá me marcó en algo que es la mente del periodista, del periodista deportivo. Él era periodista en el diario de mi abuelo, La Mañana, de Bolivar. Yo era chiquitito y le tomaba la formaciones de los equipos en los partidos de Bolivar. Yo sin saber que después me iba a gustar tanto el periodismo. Entonces, sin querer me metió una semillita. Cuando vine a Buenos Aires y empecé a trabajar en Radio Rivadavia, dije: ‘¿Y esto de dónde lo saqué?’, y me acordé que era de mi viejo, porque yo no tenía ni idea. Después, cuando tuve 21 años, apareció Juan Alberto Badía, que fue quien me dijo: ‘Vos tenés que conducir shows, tenés que hacer entretenmiento’. Y yo decía: ‘Soy un desastre, soy encorvado, me da cosa presentar musicales’. Y él me insistía: ‘No seas boludo, presentá musicales, saló al escenario, hablá'. Badía veía algo en mi que yo no lo veía en ese momento. Y el otro que vio algo en mi fue Gustavo Yankelevich, al que le estoy eternamente agradecido. Él me dijo: ‘Vos podés hacer un programa’. ‘Yo no puedo’, decía. ‘Bueno, hacelo’, me insistió. Y empezamos los primeros tres meses. Después se fue el productor, que eran los dueños de ESPN en ese momento. Y dije: ‘Ya está, terminamos acá'. ‘No, ¿qué terminamos acá? Lo vas a producir vos’. Gustavo también vio en mi algo que yo tampoco veía”.
Su vínculo con Juan Alberto Badía: “Fue un hermano mayor, un papá en todo. Desde el año 1981 que empezamos en un programa en Radio Rivadavia, en Piedra Libre, me pegaba unos gastes tremendos, me decía que yo no sabía nada de periodismo deportivo. Pero me incorporó a su vida, a su familia. Yo tenía una familia diferente a otras familias: tenía una mamá con algunos problemas psicológicos, psiquiátricos después. Mi papá fue alcohólico y murió cuando yo tenía 10 años. Y Juan Alberto me incorporó a su familia cuando yo me encontraba solo en casa. Él fue testigo de mi primer casamiento, con Soledad Aquino. De hecho, ella trabajaba en un programa de Juan Alberto y yo la conocí ahí. Siempre me trató como un hijo más”.
El éxito de Videomatch: “Lo que hicimos en los 90s es irrepetible. Lo que hoy tiene la tv con respecto a la gran competencia es el teléfono y el contenido que sube cada uno de nosotros. Sin querer somos competencia de esa televisión a la que toda la familia se reunía para ver un programa. Produjimos televisión de una manera que hoy diría que es una locura. Figuretti viajaba a manejar con Michael Schumacher. Y el alemán le decía: ‘Vos haceme los cambios’. ¡Y Figuretti iba con la palanca de cambios y Schumacher manejando, un delirio! En el mundial del 94 yo estaba atrás de un arco porque quería relatar fútbol. Ya conducía Ritmo de la Noche y Videomatch, pero quería relatar. Terminó el primer tiempo de Alemania - Bolivia, el partido inaugural y llego corriendo hacia el arquero de Bolivia, que se llamaba Trucco. Le pongo el micrófono y él me dice: “¡¡¡Tinelli!!!”. Y lo agarra a otro jugador, a Etcheverry y le dice: ‘Mirá quién está'. Era tan fuerte el programa que vivíamos una locura increíble”.
El éxito: “Cuando yo hablaba con el equipo de productores de Videomatch, decía: ‘Vamos a hacer milanesas con papas fritas. Algo que nos guste a todos, un humor que se entienda’. El éxito es un camino, no es una puerta de salida, como el “exit”. Hicimos muchos fracasos, tuvimos temporadas que perdimos con productos muy fuertes de la competencia... Siempre le digo a los productores: ‘No se rindan, no se rindan’. Es importante tener un equipo que tenga ganas, que tenga fuerza. Yo los quiero ver siempre como diciendo: ‘Acá estamos y vamos por más’. Y con la misma humildad de siempre, hagamos 3 o 30 puntos de rating.
Cómo transformó el formato Canta Conmigo Ahora: “Nosotros estamos teniendo un año con un programa totalmente diferente a lo que veníamos haciendo antes. Es un formato inglés. No tengo nada contra los ingleses, pero esa sociedad se caracteriza por ser inexpresiva. A diferencia de los latinos, que somos de tocarnos, de besarnos, abrazarnos, compartir un mate. Entonces, tuvimos que adaptar el formato a una televisión latina. Entonces, yo siento que me queda muy lejos el jurado. Yo lo iría a abrazar al Puma Rodríguez, le diría: ‘Vení a cantar con esta mujer’. La idea es transformar un formato exitoso en el mundo, pero que le podamos meter la impronta local. El formato va una vez por semana, 10 episodios en todo el año. Nosotros lo hacemos todos los días, entonces hay que buscarle algo más”.
La importancia del rating: “Tanto El Trece como Telefe han sido mi casa. Pero también al que le agradezco mucho es a Daniel Hadad, que me ha dado una oportunidad en un momento muy importante de mi vida. Para mi es un referente y siempre lo sigo, porque todo lo que ha hecho con Infobae es maravilloso. En ese momento yo no tenía lugar en Telefe, porque pasaron cosas. Y Hadad en ese momento me dijo: ‘Venite a Canal 9′. En ese momento era el tercer canal. ‘¿Podré hacerlo?’, pensaba yo. Y me convenció. Fui a jugarmela. Estuve un año, nada más, porque pasé a El Trece otra vez. Pero fue maravilloso, hicimos un programa espectacular. Nos llevamos Los Roldán, que era el éxito más importante que estábamos haciendo en ficción. Y pasamos con ShowMatch, que fue un desafío muy grande. Yo trato de no meterme en las negociaciones, las encabezan quienes manejan la productora. Pero siempre estoy atento y me gusta la pantalla y me gusta ver qué nos acompaña en la pantalla en la que vamos a estar. Porque es muy importante el programa donde nosotros venimos. No es lo mismo para hacer rating... Yo trabajo para hacer buen número de rating. No tengo esta cosa de los actores cool que te dicen: ‘No, si no me venís a ver al teatro, no me importa. A mí me interesa hacer un buen producto. Yo no miro el rating’. Yo les digo a todos: ‘Tratá de mirarlo, porque de eso vivís, boludo’. Es como un verdulero o un carnicero te digan: ‘No importa si no vendo venduras. No importa si no vendí carne, lo importante es tener buena carne’. Bueno, guarda porque se te va a pasar en la heladera. Esto lo paso a la televisión: yo trabajo para hacer buen rating y que lo vea la mayor cantidad de gente posible. Y no me avergüenzo de decirlo. Trato de hacer un buen programa, con algunos errores y aciertos, pero que lo vea la mayor cantidad de gente”.
El final de la conversación lo marcó el saludo sobre el escenario que Tinelli recibió de parte de sus hijos Candelaria, Francisco, Juana y nuevamente Lolo, quien fueron a abrazar afectuosamente a su padre.
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