Acá empezó todo, antes que en la plaza. En la cancha de Vélez, un 23 de octubre de 2009. Maurito fue a su primer recital, ubicado en el campo Say No More algo lejos del escenario, cerca de una torre de sonido, mojado por la lluvia y separado del VIP por un vallado. Cuando se sintió un poco cansado, su papá Guillermo los llevó a él y a su hermano Nahuel para atrás, a sentarse en la tribuna. “¿Cómo están los pibes del fondo?”, preguntó Duki un par de veces hoy, en este jueves 6 de octubre de 2022, día en que por primera vez un rapero argentino se presentó en un estadio de fútbol. Estaba preocupado por cómo la estaban pasando los del campo trasero, los más enérgicos y los que más cantaron, esos que esta noche estuvieron en el mismo lugar en el que él y su familia vieron aquella resurrección de Charly García.
Él mismo se reconoce como uno “de los pibes del fondo, de los adictos al quilombo” y para ellos fue que montó un ring en el centro del campo, acortando la lejanía con el tablado principal y regalándoles justamente los arrolladores versos de “Hello Cotto”, junto con la emotiva y britpopera “Ticket” (”¿Cómo quieren que no humille? Si yo soy hijo del Guille”).
En ese mismo cuadrilátero dirimieron sus asuntos Mauro y Duko, después de una simpática intro grabada en donde al mejor estilo de desdoblamiento maradoniano se tiraron con todo. “¿Cómo me vas a interrumpir así cuando estoy hablando con mi gente? ¿Qué te pasa?”, apuró Mauro, camperón del Milán, ningún tatuaje en cara. “¿Tu gente? Esta es mi gente: les gusta mi música, mi actitud, mi flow, mi carisma. Me eligieron a mi, hermano”, la empezó a pudrir el Duko. “Yo te entiendo... Es difícil que te reemplacen y salga algo mejor que vos”, le disparó como sobrando la discusión con su otro yo. “Te voy a decir algo para que te lo grabes: la obra nunca va a poder reemplazar al artista, el autor es el que elige el principio y el final de cada libro que escribe. Y eso siempre va a ser así”, cerró Mauro y se ganó una ovación más.
Mientras se debate entre persona y personaje, Duki sigue escribiendo un relevante tomo del gran libro del rap argentino. Pero sabe que no lo está haciendo solo. Si en este mismo estadio y también en 2009 Luis Alberto Spinetta reflotó a sus “bandas eternas”, el rapero juntó a sus feats eternos. O a casi todos. Y puso en escena a lo más caliente de las últimas dos camadas del movimiento como para refrescar la historia reciente.
C.R.O. aportó el tono emo en “Alas”, “Fvck love” e “Hijo de la noche”; Obie Wanshot puso su sello oldschool en ”H.I.E.L.O”; Lucho SSJ sigue creciendo en público y para Duki mantiene el crédito abierto (”Perdoname si llego tarde”). Rusherking, Lit Killah y FMK, tres de los más pegados de la última ola, se repartieron “Además de mi”, “Mala mía” e “Interestelar”. Y lo dejaron al anfitrión a punto caramelo para que Emilia terminara de edulcorarlo con un pico y un “te amo” suavecito en una versión acústica y a los ojos de “Como si no importara”.
El español Rels B viajó especialmente a Buenos Aires para acompañar a su amigo en ”Yin Yan” y Khea subió un poco el volumen de la locura para “Hitboy”, dejando todo caliente para que C.R.O., Obie, Lucho se les sumaran en una versión reducida del remix de “Tumbando el club”, el himno nacional del trap.
¿Y los #ModoDiablo? Lejos, pero bien adentro del corazón. “Ellos estuvieron conmigo cuando yo pasé los peores momentos, tanto como mi familia, y ellos son mi familia. Así que esta canción se las dedico a Ysy A y Neo Pistea, que los amo con mi vida”, dijo antes de “Quavo” y después de “Vuelta a la luna”. Él solito revivió a la efímera superbanda de trap, los white Migos, también invocados implícitamente en “Pintao” y “Pininfarina” (junto a Rei), dos en las que los grandes ausentes también habían impresos sus voces.
“Gracias por este momento, los amo, loco. Terrible, guachos”, había saludado Duki después de la tercera canción y se quebró. Había pasado un fragmento de “Givenchy” -su última creación- seguido de “Rockstar” y “Si te sentís sola”, dos de sus primeros éxitos, coronados con ráfagas de fuegos artificiales que no hicieron ruido. Mientras se secaba las lágrimas, seguía hablándole a los suyos, a esa multitud que agotó las entradas y le sigue creyendo. “Me acabo de dar cuenta de donde estoy parado hace diez minutos y lo no puedo creer. Yo todos los días me levanto diciendo que en algún punto esto se lo merecen ustedes. Y esto lo logré gracias a ustedes. Gracias de verdad”, insistió y la emoción le volvió a cortar la voz.
“Muchas veces me pasa que me cruzo con gente que me dice: ‘Tu música me cambió la vida’. Que ustedes hayan escuchado mi música, me cambió la vida a mi, por eso siempre se los voy a agradecer. Y no quiero decir más boludeces porque cuando me pongo sentimental, me pongo re gil”, cerró.
Del “No vendo trap” inicial a los hits de la Temporada de reggaetón (”Unfollow”, “Top 5″), Duki también trazó el recorrido de su propia parábola con este show rebosante, excesivo, definitivamente celebratorio. Y en esa versatilidad estuvo sólido, no se le quebró el flow ni abusó del autotune. Además, se lo notaba relajado: después de una siesta en el camarín, salió tranquilo y a comerse el escenario de a poco, vestido con un chaleco oscuro sobre una remera blanca, para nada ostentoso como tal vez ameritaría una cita como esta. Con Asan como dj y segunda voz cuidándole la espalda en todo momento, también lo bancó su potente banda corte nü metal, conformada por Andy Vilanova en batería, Yesan en guitarra y Julián Montes en bajo: cada vez que el rapero se le montó, infló el pecho para pelar su interpretación más poderosa, como si le quisiera empatar a la música.
“Muy merecido todo, amigo, sos realmente un orgullo para todos”, lo felicitó Nicki Nicole después de que recrearan juntos “YaMeFui”. Con emoción y lágrimas en los ojos, la rosarina le reconoció el carácter de abrepuertas a Duki. Lo mismo hizo Bizarrap, quien apareció con la casaca de su querido Vélez para remixar “Malbec” en vivo. Una bandera argentina con el sol y su cara tatuada fueron testigos: “No tengo palabras, sos el 1, hermano. Sos el número uno. Gracias a vos, muchos estamos donde estamos. Nunca me lo voy a olvidar”, le dijo el Biza. Y la estrella de la noche tiró una primicia sobre la tan ansiada colaboración entre ellos: “La Session va a salir antes de mundial como prometimos, quédense tranquilos”, aseguró Duki.
42 temas y dos horas y media después, “Givenchy” se terminó de completar y cerró el círculo. “El día que ustedes me miren y sientan que yo ya no soy el mismo de antes, quiero que me lo digan. Porque yo hasta el día que me muera, voy a ser un pibe más como ustedes. Y voy a seguir diciendo que los sueños se cumplen, porque los sueños se cumplen”, voceó como diciendo que el trap no se mancha. ¿Es el final de una etapa? ¿Será un nuevo punto de partida para el rap argentino? Por ahora, la historia de Duki y Vélez continuará este viernes 7 y después habrá dos funciones más en noviembre.
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