Falta tan solo una semana para la gran final de Canta Conmigo Ahora, y los diez participantes que siguen en carrera viven cada presentación con mucho nerviosismo, sabiendo que en esta instancia cada detalle cuenta. Flor Álvarez tiene 27 años, es cordobesa, está embarazada de siete meses, y es una de las diez finalistas. Decidida a transmitir un mensaje en contra de la estigmatización de las personas ciegas, cada vez que habla al respecto deja sin palabras a todos los presentes en los estudios de Don Torcuato.
Algunas emisiones atrás, Marcelo Tinelli le preguntó a la madre de Flor por su historia de vida. “Ella nació prematura, a las 28 semanas de gestación, y fue melliza con un varón, pero el mellizo falleció a la semana; y ella, guerrera, la peleó dos meses en incubadora y el oxígeno le provocó un desprendimiento de retina, y por eso tiene retinopatía del prematuro”, reveló su mamá en ese entonces. En diálogo con Teleshow, lo primero que remarca Álvarez es su forma de pensar respecto a la discapacidad visual: “Creo que no tener visión no me dificultó en nada en cuanto a las metas que me fui proponiendo, pero sí faltan mejorar algunas cosas como sociedad”.
A horas de subirse al escenario para defender su lugar, repasa el camino que transitó hasta convertirse en artista callejera en la peatonal de Córdoba para tener ingresos propios y poder independizarse. “Cuando tenía cuatro años iba al coro de la escuela para ciegos Helen Keller de Córdoba, y a partir de los siete empecé a estudiar técnica vocal”, cuenta, y explica que fue difícil encontrar quien le enseñara el pentagrama en sistema de braille. Recuerda con cariño a la pianista ciega Elvira Ceballos -fallecida en septiembre de 2019-, la última profesora que la ayudó en su formación.
A los 15 años empezó su carrera como solista, brindando shows en bares y eventos. En cuanto a su vocación, se sincera y aclara que aunque siempre le gustó cantar, tuvo muchos temores antes de tomar la decisión de asumir la profesión. “Cuando era adolescente no sabía si la música era realmente lo que iba a seguir, a esa edad estaba llena de dudas, pero como después no conseguí trabajo por la falta de oportunidades que hay para las personas con discapacidad, decidí cantar en la calle”, expresa. Y enseguida agrega: “Ser artista callejera me dio y me da muchas satisfacciones todavía, porque a pesar de todo, sigue siendo mi fuente de ingresos y en 2017 logré irme a vivir sola”.
Cantar en la vía pública implica el traslado de los equipos de sonido, el amplificador, además de encontrar dónde instalarse, cuando cada vez hay más colegas que también buscan un lugar, sumado al factor climático, que puede ayudar o representar la pérdida de un día de trabajo. “La remo todos los días y no es nada sencillo estar allá afuera, pero no reniego del modo en que me gano la vida porque es una buena oportunidad para que la gente me conozca, y hacer alguna moneda”, asegura. En este sentido, define los tiempos de pandemia de coronavirus como “el peor momento que le tocó vivir”, porque implicó el freno de la actividad artística y tuvo que rebuscarse a través de las redes sociales.
“Para sobrevivir hice vivos una vez por semana en Instagram; pasaba una gorra virtual con mi CBU y la gente colaboraba”, rememora. La incertidumbre de hasta cuándo iba a perdurar el aislamiento la puso contra las cuerdas, y la hizo preguntarse si debía seguir cantando. Pero no abandonó sus sueños y tampoco dejó de lado su otra pasión: enseñar. Dotada de una gran vocación de servicio, y motivada por la convicción de que todos podemos aportar un granito de arena para ayudar a otros, da clases de canto y musicografía braille. “La verdad es que en Córdoba hoy no hay quien enseñe a leer y escribir música a personas ciegas, y por eso es muy valioso que haya una posibilidad de aprender, porque somos muy pocos los que podemos brindar esta enseñanza”, detalla.
El casting del programa llegó en un momento donde estaba invadida por la frustración, y cursaba el cuarto mes de gestación de su primer bebé en camino, fruto de su noviazgo con Lucas Belbruno. “Entre las hormonas del embarazo y que había perdido mi lugarcito en la peatonal, y que había días que no conseguía un espacio, a veces me sentía mal, pero cuando pasó esto de Canta Conmigo Ahora y sentí que era una señal, un impulso para seguir”, celebra. En su primera audición frente a los 100 jurados cantó “Brindis” de Soledad Pastorutti, una canción que resulta más que especial para ella.
En 2018 su pareja participó de La Voz Argentina (Telefe), y eligió el equipo de La Sole para transitar su paso por el reality. Belbruno se consagró como subcampeón, frente al uruguayo Braulio Assanelli, que fue el ganador de esa edición. “Fue una gran casualidad, no lo podía creer cuando me ofrecieron cantar ese tema; siempre me va a marcar en mi vida, porque fue realmente el inicio de algo nuevo”, reflexiona. En aquella ocasión obtuvo 90 puntos, y aunque su debut fue aplaudido de pie, quedó afuera del certamen hasta volver en La Revancha.
De la admiración al romance
Antes de ser novios, Lucas y Flor fueron fans de sus respectivos talentos. Escuchaban la voz del otro y sentían algo mágico en su interior. Surgió una conexión que los convertía en colegas durante un tiempo y luego pasaron a ser íntimos amigos. Cuando se dieron cuenta de que la química artística se había convertido en amor, fueron por más y se transformaron en una pareja.
“Nos conocimos en la escuela de ciegos y en 2011 cuando ya éramos ex alumnos, preparamos todo el año una actuación para un Festival de música dedicado a las personas con capacidades especiales. A partir de ahí nos hicimos más cercanos”, relata. Así nació la complicidad que se mantuvo en el tiempo, hasta que a fines de 2020 empezó el noviazgo oficial, y en octubre del año siguiente apostaron a la convivencia.
—Tenés una historia de amor muy fuerte con Lucas, ¿cómo están viviendo la dulce espera?
— Parece como si lo nuestro estuviera destinado, que tenía que ser así, porque es increíble cómo se dio todo desde que estamos juntos. Sólo falta un papel, una libreta de casamiento, porque finalmente nos convertimos en una pareja. Pasamos de la admiración por la música al deseo de formar una familia, y ya estamos esperando un hijo, que se va a llamar Ian Luca, como el papá, pero sin la ‘S’.
—Ian Luca te acompaña en todas las galas, desde que empezaste en el programa
—Se porta tan bien gracias a Dios, y cada vez tengo la panza más grande, enorme ya. Tengo fecha para diciembre. La verdad es que tenía miedo por estar embarazada cuando me presenté, no sabía si en el casting me iban a aceptar o rechazar, pero por suerte salió todo bien. El apoyo de mi mamá fue y es incondicional, ella dejó todo para apoyarme, al igual que Lucas, que está firme siempre.
—Incluso Marcelo (Tinelli) le ofreció que ingresara como participante, y Lucas prefirió no sumarse, ¿cómo fue ese momento?
—Lucas es una persona maravillosa, y sí, él dijo que estaba enfocado en que yo brillara. Le insistí en que lo pensara y aceptara, y le dije que hasta podíamos proponer hacer un dúo, que siempre fue nuestro sueño, pero me dijo: ‘Vos te anotaste, vos hiciste la fila, a vos te corresponde este lugar’. Dicen que existe el ego del artista, pero parece que Lucas no lo tiene. ¡Hay que decirle que no a Marcelo Tinelli! Decirle que no a una pantalla tan grande que te da difusión... Solo se puede hacer eso cuando se tiene mucha humildad, y no puedo estar más agradecida de que sea mi compañero en la vida.
—Hace poco hablaste de las críticas que abundan en las redes sociales, ¿cómo enfrentás ese costado negativo de la exposición?
—Sé que hay comentarios de gente que cree que me votan por lástima. Pero yo estoy por mis convicciones y por el amor a la música. Me produce sufrimiento cuando percibo que me ven con lástima. Cuando paso a ser ‘el ángel que canta’ o ‘la ciega que canta’. Sé que mi voz genera emoción y que hasta a veces los jurados lloran, pero me gusta pensar que si yo viera, o si yo no estuviera embarazada, seguramente generaría la misma emoción. Porque en definitiva es mi voz la que emociona, y entiendo que puede ser que alguien se conmueva por todo el conjunto de lo que represento: canto sin poder ver y estoy esperando un bebé. Es verdad que causa admiración cuando subís a un escenario, pero yo elijo creer que es el talento lo que moviliza.
—Hay muchos prejuicios y se pregunta muy poco, ¿qué sentís que está faltando, además de empatía y oportunidades?
—Es muy lento todo. Falta accesibilidad e inclusión. Yo golpeé un montón de puertas y me di cuenta de que el desconocimiento pone muchas trabas a la inclusión. Nosotros hoy en día podemos usar el celular como cualquiera, y también la computadora. Podemos escanear un documento, existe un lector de pantalla, y se han creado aplicaciones que facilitan usar WhatsApp y redes sociales. No es como en la vieja escuela que sólo existía el braille. La gente se tiene que interiorizar más. Para que cambien las cosas tienen que pensar: ‘¿Cómo puedo darte trabajo? ¿Cómo te ayudo? ¿Cómo te manejás vos?’. Falta todo eso. Pero es más fácil para el empleador decir ‘no le puedo dar trabajo porque no ve’, que animarse a preguntar cómo nos podemos organizar para lograrlo.
—Hay mucho desconocimiento
—Sí, y a veces la gente no pregunta por miedo a que nos moleste. Pero todo lo contrario, queremos que la gente sepa de nosotros, porque la curiosidad es justamente por la falta de conocimiento. Mucha gente debe pensar ‘¿cómo harán siendo los dos ciegos?’. Lo hemos vivido con Lucas, de responder cuando nos dicen: ‘Chicos, ustedes viven solos, y vos estas embarazada, ¿cómo hacen?’. Está bueno que quieran interiorizarse de cómo es nuestra vida. Hay muchos padres que no ven y que han criado a sus hijos, y nos damos fuerza con eso, además de aprender todo lo que sea necesario. Nos iremos adaptando, y nuestro bebé es el impulso para todo.
—¿Cómo fue el momento en que se enteraron de que estaban por formar una familia?
—Es gracioso porque cuando nos fuimos a hacer la primera ecografía, después de confirmar que estaba embarazada, nos dijeron que era una nena. Y durante varias semanas estuvimos convencidos, le decíamos ‘hija’ todo el tiempo, Lucas me acariciaba la panza y le hablaba. Para un varón ni el nombre teníamos, pero ahora estamos completamente seguros. Por suerte no tuve ninguna complicación en el embarazo y me siento bien. Las doctoras me decían en Córdoba: ‘Andá tranquila a Buenos Aires que está todo perfeco, es un bebé súper sano’, así que no podemos estar más felices.
—¿Qué proyectos tenés como artista?
—Me falta terminar la tecnicatura para ser profe. Dejé de estudiar para independizarme, porque la universidad también implicaba gastos y tuve que tomar una decisión. Tengo muchas ganas de retomar y tener un título que me avale. En un futuro me gustaría trabajar en otro ámbito, porque en la calle no se puede estar toda la vida. Después de que nazca mi bebé y que sea un poquito más grande sería un sueño poder seguir viviendo de la música ya recibida, y enseñando.
El miércoles interpretó “Siempre es de noche”, de Alejandro Sanz, y le dedicó la canción a los dos amores de su vida: Ian y Lucas. Gracias a que obtuvo un alto puntaje, pasó a la última etapa del certamen, y ahora cada presentación será clave hasta que el próximo lunes se defina quién se lleva los 10 millones de pesos. Si bien la posibilidad de convertirse en la ganadora resulta tentadora y le traería cierta tranquilidad económica para la nueva etapa que se viene en su vida, el balance que hace Flor va más allá, y demuestra la cristalina esencia que la define como ser humano: “Capaz alguien nos conoce y piensa: ‘Si ellos pueden luchar por sus sueños, nosotros también seamos valientes’. Capaz sirve para que den vuelta la página y empiecen de nuevo, y eso es lo que importa, para eso estoy ahí”.
A nivel personal, le da batalla a cada obstáculo que se presenta con entereza. La recompensa llega cuando siente que esa actitud no solo motiva a otros, sino que sirve de ejemplo para dejarnos en claro que cada gesto cuenta, siempre. De pronto, surge una sonrisa en su rostro y la invade una ola de felicidad cuando imagina cómo será su hijo. Resume su experiencia en Canta Conmigo Ahora con una frase que habla por sí misma: “El día de mañana, gane o no gane el premio, cuando crezca Ian Luca le vamos a poder decir: ‘Mamá te tenía en la panza cuando cantaba’; lo va a poder ver y eso no tiene precio“.
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