1. Nació el 30 de octubre de 1938. Travesuras del destino, ese mismo día Orson Welles anunciaba por la radio que una invasión alienígena atacaba Estados Unidos y ese mismo día, 22 años después, nacía Diego Armando Maradona.
2. Su madre, Celestina Felisa Villareal nació en 1906 y murió a los cien años. Su padre, Emilio Larrea, nació en 1902 y murió en 1949, a los 47 años. Su hermano, Emilio Horacio, diez años mayor, falleció en 1973.
3. Su papá tocaba muy bien el bandoneón y formó un cuarteto llamado Larrea y sus muchachos. Con siete años, su hijo lo acompañaba en las giras tocando las maracas
4. Como Larrea padre no podía vivir de la música trabajó de peluquero, boyero y hasta manejó un taxi. “El día que nació mi papá murieron su hermano mellizo y mi abuela, por una septicemia. Lo amparó una familia afincada en un rancho. Cuidado por una señora a la que llamábamos Honoria, se convirtió en un criadito, heredando del padre adoptivo un carro y dos caballos. Así se transformó en un boyero que acercaba la comida y el mate cocido a los peones de campo antes de ser uno de ellos. En 1944 yo me enteré por mi padre de las mejoras que se les prometían a los peones. Me explicó que si Juan Perón llegaba a tomar decisiones, pasarían de ganar 50 a 170 pesos. Eso me hizo peronista, aunque hace años que ya no encuentro referentes ahí”, narró en Infobae.
5. Fue su papá el que le enseñó cómo identificar un buen compositor, una buena obra musical, el que le hizo descubrir a Aníbal Troilo, Horacio Salgán y Agustín Bardi, “un músico para los músicos”.
6. A los ocho años le “presentó” a Carlos Gardel. “Es indescifrable Gardel, no hay otro cantante popular con tantos recursos interpretativos, técnicos y anímicos. Es cierto los ‘gardelianos’ parecemos dementes”.
7. No era bueno para el fútbol. Primero fue hincha de Boca, pero la “la Máquina” de River lo hizo cambiar de camiseta
8. Había cumplido diez años cuando comprobó que la radio sanaba. Cuando su papá falleció, su mamá quedó inmersa en una tristeza profunda. Se vistió completamente de negro y tres veces por semana iban al cementerio. Para acompañar el duelo decidió apagar la radio, ese aparato que había hecho a su hijo “el chico más feliz de Bragado”.
9. Después de tres meses, el hijo le insistió para volver a encenderla. “Sintonice El relámpago, que conducía Jaime Font Saravia y representaba la redacción de un diario con alegría y comicidad”.
10. “Buscando una mirada cómplice me di vuelta para compartir con mamá algo divertido y la vi sonreír después de tanto tiempo. Quedé petrificado frente a esa imagen con sonido que me hizo sentir que mi madre había vuelto a vivir. Con esa risa, que rompió el silencio de la casa, comprendí en ese mismo instante, el poder sanador de la comunicación. Esa escena que guardo para toda mi vida define y justifica mi amor por este medio” (Héctor Larrea, una vida en la radio).
11. Su mamá era costurera. Para ayudarla, su hijo aprendió a pegar botones, coser y planchar. A los 12 años salió a repartir volantes de tiendas. A los 13, animaba bailes y se metió en el periodismo deportivo. Firmaba como Ril y seguía la campaña de Deportivo Bragado.
12. Lo dejó para trabajar en el carrito parlante. Arriba de un Rastrojero, con un precario micrófono anunciaba las ofertas de los comercios y entre precios de asado y aceite pasaba unos tangos. “Después trabajé en una red de parlantes, o sea una mesa Philips conectada a amplificadores que se ponían en las esquinas, arriba de los negocios. Me abonaban 70 pesos. No era plata, pero en una casa pobre venía bárbaro. Más tarde desembarcaría la radio con hilo: pagabas una mensualidad, te ponían un bafle en tu casa y te transmitían lo que pedías…”
13. A los diez años se animó y le escribió una carta a Antonio Carrizo “a los efectos que pueda orientarme sobre qué requisitos debo cumplir para ser locutor profesional”.
14. La respuesta que recibió decía: “Tener quinto año. Cursar el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER). Alcanzar un muy buen nivel cultural”. Le hizo caso. Luego de tres intentos logró entrar al ISER. Se recibió en 1961 junto a otra persona que se convertiría en referente: Juan Carlos Mareco.
15. Su primer programa como “locutor con carnet habilitante” lo tuvo en Radio Antártida. Presentaba un tema auspiciado por jabones Fulton. Para ganar unos pesos extras presentaba artistas en bailes y confiterías.
16. En uno de esos bailes, conoció a un muchacho de ojos negros. Se llamaba Roberto Sánchez pero lo presentó como Sandro. Se hicieron muy amigos. Cuando el padre del cantante murió repentinamente de un ataque al corazón, Larrea lo ayudó económicamente, algo que Sandro nunca olvidó.
17. Aunque parezca insólito lo que le permitió llegar a la radio fue… la televisión. En 1966 entró a Canal 13. Condujo varios ciclos y en 1969 se sumó a La campana de cristal, que conducía Cacho Fontana y tenía de movileros a Leonardo Simons, Julio Lagos y Fernando Bravo.
18. La tele le dio popularidad, lo convocaron de El Mundo. Larrea propuso un ciclo para difundir tango, folklore, boleros y jazz. Le contestaron que solo podían darle 30 minutos. “Hagámoslo rapidísimo”, propuso Larrea. “Joder, qué título”, de dijo el director artístico. Nacía un ciclo que haría historia y marcaría la vida de generaciones de argentinos.
19. El primer programa de Rapidísimo fue el lunes 3 de febrero de 1969, por El Mundo de 9.30 a 10. Pautó dos tangos de Horacio Salgán y Osvaldo Pugliese, un tema folklórico de Ramona Galarza y un jazzero, Count Basie. Al mes le dieron media hora más y al tiempo, logró las dos que ambicionaba.
20. Entre los músicos se comenzó a difundir que había un locutor que pasaba temas sin ningún compromiso comercial. Así fue como Alfredo Zitarrosa se presentó a agradecerle que lo difundiera.
21. En 1973 comenzó con Rapidísimo por la tarde de Rivadavia. Dos años después pasó a la mañana, primero con tres horas, luego con cinco. El programa comenzaba a las 8.30 pero él se levantaba a las 4 para estar informado y pensar retoques musicales.
22. “Digo arrancamos porque, como siempre, hubiese sido imposible hacerlo solo. Hacer radio siempre es un trabajo en equipo. Uno puede tener ciertas capacidades pero necesita del compañero que te da pie, de los productores, los operadores. Es un trabajo en equipo”. (Héctor Larrea, una vida en la radio).
23. Ofrecía información variada, sketches cortos, música, todo bien arriba y rápido. Lo criticaban por gritón pero Larrea argumentaba “le doy fuerza a la gente para empezar el día. Y nunca me olvido que me escuchan los obreros de las fábricas y hay que hablar fuerte por los ruidos de las máquinas”.
24. En un momento en que casi todos los conductores y columnistas eran hombres sumó a Beba Vignola y Rina Morán con sus risas características. Las dejaba expresarse como colegas y no como meras acompañantes, algo poco habitual en esa época.
25. La “rompió” cuando convocó a Luis Landriscina. El humorista no quería hacer radio pero Larrea lo convenció. Con guion de Julio César Castro nació Don Verídico que empezaba sus historias con “Hombre que supo ser..” El segmento gustaba tanto que las fábricas programaban los horarios de descanso para que la gente pudiera escucharlo.
26. Otra de sus figuras fue Mario Sánchez, el humorista llegó a hacer 75 personajes. Los más recordados El gaucho Barrale, y Bartolito. Víctor Harriague, ex compañero del ISER fue la voz del Doctor Pueyrredón Arenales, nombre que surgió por la esquina donde estaba la radio. El personaje estuvo nueve años y con su toque aristocrático deslizaba comentarios filosos de la situación política.
27. Una de las veces que entrevistó a Diego Maradona, el inolvidable diez lanzó la mejor definición de Larrea. “Héctor. Usted es la cocina de mi vieja en Fiorito”.
28. No usa Whatspp pero manda mensajes de texto desde su antiguo celular y busca temas nuevos en internet.
29. Sigue visitando disquerías, buscando vinilos raros e incunables. En los pasillos de radio Nacional habilitaron dos placares para guardar la cantidad de discos que utilizaba para musicalizar sus programas.
30. Posee una enorme colección de discos de jazz. Una vez le comentaron de una grabación de Charlie Parker que acá no se conseguía. “Me tomé un avión a Nueva York y volví al día siguiente con dos versiones de un valor incalculable para mí”.
31. En 1985, la compañía de Tango Argentino llegó a Brodway. Larrea fue invitado a cubrir el evento. Perfil bajo, se sentó en la fila 25, junto a un hombre de pelo blanco y anteojos extraños que no paraba de tocarle el brazo y hablarle en inglés. Larrea pidió ayuda para que lo acallaran pero le advirtieron que era… Andy Warhol. Terminó haciéndolo una nota para Rapidísimo.
32. Después de 21 años en Rivadavia, en 1994 Rapidísimo pasó a El Mundo. Estuvo hasta 1997. Volvió a Rivadavia pero le dieron la segunda mañana. En 2004 ante la imposición de pautas sobre temas musicales y minutos de humor decidió desvincularse.
33. “La televisión otorga una legitimidad trucha. Tiene un poder tan grande que tu prepaga te trata mejor, y tal vez no tenés necesidad de hacer cola en el supermercado. Trabajé mucho en televisión, pero siempre intenté alternar y hacer un año sí y un año no. No quería cansar a la gente. Siempre que acepté estuve condicionado a que no se interpusiera con la radio”.
34. En 1986 condujo por Canal 11 su ciclo más recordado Seis para triunfar, un programa de preguntas y respuestas. La primera emisión a Larrea le pareció “muy mala”. Sin embargo cuando esperaban 6 puntos de rating hizo 18. Al mes llegó a los 31. Duró seis años al aire.
35. Uno de los juegos consistía en completar una frase a la que le faltaba una palabra. “Me acordé de mi maestra de jardín de infantes, que para completar una palabra decía plin, plin, plin”. Su latiguillo todavía es recordado.
36. Del 11 pasó a Canal 9. Salía al aire los viernes a las 21 y llegó a medir 48 puntos de rating. Gustavo Yankelevich en ese entonces gerente artístico de Telefe reconoció que ese día programaba una película porque era imposible competir con Larrea.
37. Entre 1967 y 2003 hizo 25 programas de televisión. Su última aparición fue en 2018 en Intratables. “No tenemos nada para decirnos con la tele. Me retiré silbando bajito. Mi último programa la gente lo ignoró con gran entusiasmo”, aseguró sin nostalgia y con ironía.
38. En los años oscuros de la dictadura cívico militar, Larrea tuvo gestos que lo diferenciaron de la complicidad. Siguió difundiendo a Pugliese, reconocido simpatizante comunista y apoyó la movida antidictatorial de Teatro Abierto.
39. Su vida personal siempre fue sobria y discreta. “Mi objetivo es vivir tranquilo. No me interesa hablar de romances, ni divorcios. No quiero que mi profesión viva de mí, sino vivir de mi profesión”, afirmó en la primera entrevista que dio en 1963.
40. Tuvo un primer matrimonio con Leonor Ferrara, compañera del ISER. Se casaron en 1964 y cuatro años después se separaron.
41. A su gran amor Eli, María Elizabeth Alba. Fue en 1969, ella había ido a buscar a Carrizo para invitarlo a un acto de beneficencia de la Sociedad de Socorros Mutuos pero se cruzó con Larrea. “Quedé obnubilado: me encontré con una hermosa mujer, de buen humor, muy simpática”. Se fueron a vivir juntos en 1971, a un departamento en Palermo. Al tiempo se mudaron a Martínez. Vivieron muchos años pero quedaba lejos de Rivadavia y además los arreglos doméstico no eran el fuerte de Héctor. En 1984, se mudaron a Belgrano.
42. El 13 de mayo de 1988, Eli y Héctor se casaron formalmente. Un año antes se había sancionado la ley que permitía a los divorciados casarse. Tuvieron dos hijas. Florencia y Laura. “Me convertí en papá un 23 de abril de 1972. Florencia fue tan respetuosa que nació un domingo, día que yo no tenía radio”.
43. “Amo a mis hijas pero la que se encargó de ellas fue mi esposa. Rapidísimo durante muchos años empezó a las siete de la mañana. Trabajaba todo el día. Quizá por culpa fui bastante permisivo con mis hijas. Siempre creí que las chicas recogen ejemplos de vida más que consejos”.
44. Su hija Laura dice: “Es buena madera. No tiene enemigos. Lo admiro mucho porque se hizo solo y nunca le pisó la cabeza a nadie. Jamás le preocupó que otra persona le sacara protagonismo”.
45. Desde 2016, Eli está internada en una clínica de rehabilitación. Héctor la visita todos los días y hablan todos los días por teléfono. Aunque el dolor lo ensombrece sabe cómo esconderlo. Amoroso cuenta que la mima llevándola alguna golosina, a veces complicadas de conseguir porque es celíaca.
46. Vive a dieta porque tiene tendencia a engordar. Fumó tabaco un poco durante unos años y acompaña la cena con una copa de vino.
47. No le gusta mucho viajar. Jamás fue a destinos exóticos. Su último viaje fue a París y Nueva York en 1995. “Me volví viejo. Tengo miedo de viajar al exterior y no encontrar la medicación que suelo tomar”.
48. Se iba de vacaciones en enero pero dejaba grabado Rapidísimo. “Tenía miedo de que me olvidaran”, argumentaba
49. En 1985 se desmayó en los estudios de Rivadavia y fue internado en terapia intensiva. Su médico le pidió reposo. Tres días después ya estaba al aire.
50. En el 2000 le diagnosticaron cáncer de colon. Le dieron el diagnóstico y salió corriendo a hacer su programa.
51. Lo operaron dos veces y comenzó quimioterapia. No dejó de ir a la radio ni cuando recibía las sesiones. Llegaba con pocas energía, brillaba durante el programa y al finalizar quedaba exhausto.
52. Vive rodeado de discos. En su departamento tiene dos habitaciones destinadas a los más de 3000 compactos y su biblioteca.
53. En su casa hay cinco radios estratégicamente ubicadas: dos en el baño, un par en la cocina y una bajo su almohada. Escucha todo el dial tanto de AM como FM.
54. Solía dejarle mensajes a Alejandro Dolina como “El vengador de Bragado”.
55. Erudito del tango puede narrar la historia de cada orquesta, cada cantor, arreglador y compositor del género.
56. En su casa no exhibe fotos de su trayectoria ni de encuentro con personalidades. Solo hay fotos familiares. En un estante que acondicionó Eli se pueden ver alguno de los 16 Martín Fierro que ganó.
57. Así como San Martín, el gran prócer de los argentinos le regaló a sus nietas sus medallas para que jueguen, Larrea -el gran prócer de la radio- le dio algunas estatuillas y premios a sus nietos para que se entretengan.
58. Para sus programas en Nacional llegaba con un maletín de cuero gastado y una pila de discos compactos. También lleva libros que marcó o subrayó para leer al aire. Selecciona material constantemente.
59. Cada vez que se le señala su rol como innovador del dial se corre del lugar del mito. Si se le asegura que junto a Antonio Carrizo y Cacho Fontana son la “Santísima Trinidad de la radio argentina” dice que no, que es imposible compararlo con esos colegas. “Ellos sí fueron maestros e innovadores”.
60. “Yo hago radio, ellos hacían arte. Si se analiza a fondo, al lado de ellos pierdo”, enfatiza, pero los que saben de radio dicen que si Carrizo aportó la cultura y Fontana el show, el creador del oficio de “entretenedor” fue Larrea.
61. Alejado del foco mediático, Larrea destaca este tiempo que transita porque “se van ciertos miedos, cierta falta de serenidad, hay más luz, podés dialogar tranquilamente con tu alma”. Por ahora, como cantan las hinchadas, “no se va, Larrea, no se va”. Y cuando lo haga, lo hará con la misma dignidad con la que se manejó en la vida. Y aunque no le gusten los homenajes, ojalá acepte nuestro ¡gracias por todo, maestro!
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