Los viajes forman parte de la rutina de Nicole Neumann y Manu Urcera, debido a los compromisos laborales del piloto de TC. Este fin de semana compitió en el autódromo Enzo e Dino Ferrari de Imola, en el GT Italiano Sprint, y la modelo dijo presente para acompañarlo en su gran regreso al circuito. La pareja lleva más de un año y medio de relación, y se acompañan mutuamente en sus proyectos. La jurado de Los 8 escalones del millón registró la especial experiencia con un álbum de fotos y mostró también el reencuentro con su padre y su hermana menor.
“Un resumen de mi sábado. Familia, looks, carrera, podio. ¡Wowww! ¡Días intensos como me gustan a mi! ¡Muy escorpio!”, expresó Nicole en una publicación de Instagram, además de felicitar a Urcera por terminar la primera carrera de fin de semana en segunda posición, en dupla con Daniele Di Amato. En el compilado de imágenes, llamó la atención una de las imágenes donde posó al lado de la Ferrari 488 de la Scuderia Baldini junto a Clara Alicia Bacher. La joven sueca de 20 años es hija de su padre, Bernd Unterüberbacher y de su pareja, Camila.
En los videos se la ve muy cercana a Clara, con quien comparte el amor por los animales y cada vez que está en Europa aprovechan para volver a verse. Cabe recordar que la modelo fue criada por su madre, Claudia Neumann, sin la presencia de su papá. Cuando alcanzó la mayoría de edad lo contactó y pudieron reconstruir el vínculo. En las postales que compartió también se la vio acompañada de Bernd, e incluso retrataron una salida todos juntos. En diciembre de 2021 la modelo habló a corazón abierto sobre su historia de vida durante una charla a solas con Teleshow, y allí reconoció: “El tipo me abandonó. Se fue. Es mucho más duro tener un papá que no te mire a un papá fallecido”.
“A mi me resultó muy traumático. Me hizo tan mal que, al menos al principio, mis relaciones con los hombres fueron complicadas. De algún modo y en algún punto, yo esperaba el abandono, porque era lo que conocía de los hombres”, reveló en ese entonces. Sin embargo, a los 18, mientras estaba en París llegó a un límite personal que la llevó a comprender mejor su identidad y sintió el deseo de buscarlo. “Estaba de novia con un hombre diez años mayor. Un tipo que tenía lapsus agresivos; enamoradísima y creía que él se comportaba así por todo lo que había pasado en su vida, por sus traumas”, rememoró en diálogo con este medio.
“Mi psicóloga de ese momento me dijo: ‘Nicole, por lo general, las personas de este tipo suelen ser iguales con el resto de la familia, y ahí sentí: ‘No quiero esto para mí y mucho menos para mis hijos”, explicó. “En Europa le escribí a papá y vino a conocerme. Su abrazo fue salvador y sanador. Un clic. Me abrió la cabeza. Me dio valor en ese proceso para decidir mi libertad”, aseguró.
Cuando repasó el día en que conoció al instructor de ski austríaco, no pudo contener la emoción: “Lo vi salir de la manga del avión y dije: ‘Ese es mi papá’. Lloramos los dos. Me preguntaba: ‘¿Qué pasará ahora con este señor al que no conozco?’”. Siempre recalcó que no hubo reproches ni pedidos de explicaciones, y que la buena comunicación en base al respeto mutuo fue la clave para empezar de nuevo. “Supe su lado de la historia, porque hasta entonces solo tenía la versión de mamá respecto de su ausencia”, comentó.
“A él le pesaron mucho la frustración y las opiniones cuando se alejó de mí. Había venido de Alemania apostando a una relación que no se dio. La dificultad con el idioma y para conseguir un trabajo lo desalentaron. Era muy joven y toda la culpa recaía en el hombre”, detalló. Y confesó: “Al poco tiempo mamá conoció a Pancho (Conti), padre de mi hermana (Geraldine), y él no creyó conveniente confundirme con una visita anual siendo yo tan chiquita”.
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