Felices, Ricardo Darín y Peter Lanzani compartieron las primeras fotos de su llegada al Festival de Venecia, dónde este sábado presentaron la película que protagonizan juntos: Argentina, 1985. Los actores caminaron la alfombra roja del prestigioso encuentro cinematográfico en compañía de Santiago Mitre, director del film que trata sobre el juicio a las juntas de la dictadura militar que gobernó el país entre 1986 y 1983, y la actriz Alejandra Flechner. Y luego dialogaron con los medios en conferencia de prensa.
“El juicio de 1985 es un hecho fundamental para la Argentina. Inaugura la democracia y al mismo tiempo condena la violencia como posibilidad. Creíamos que el cine tenía que retratarlo y nos alegra y nos enorgullece haber sido los primeros en hacerlo y presentarlo de esta manera al mundo. ¿Por qué una película así no se hizo antes? No lo podría decir. Tal vez hacía falta tiempo para poder contar esta historia”, dijo Mitre para dar comienzo a la charla.
Sobre la importancia de este film y su implicancia en la actualidad, Darín señaló: “Está mirando sobre todo hacia adelante, hacia las generaciones nuevas. A la idea de recuperar la dignidad y no bajar los brazos a partir del ejemplo, no solo desde el discurso. Esta es una película llena de humanidad y a partir de ella está muy comprometida la relación con los más jóvenes”.
Y también habló del fiscal Julio César Strassera al que personifica y de las situaciones más relajadas que decidieron incorporar para “desacralizar” la historia. “Fue muy trabajoso armar el equipo que llevó adelante el juicio. En ese momento nadie quería subirse a esa tarea que resultó titánica. La gente más encumbrada y prestigiosa de la Justicia se rehusaba, tal vez porque no creía que el juicio finalmente se iba a hacer”, señaló Darín. En tanto, sobre la composición de su papel señaló: “Buscamos un camino propio, pero aprovechando algunas características imperdibles de su personalidad. El humor áspero y ácido que tenía y que seguramente usó como catarsis para su tarea terminó de definir al personaje que estábamos construyendo, no al real. Nos dimos cuenta que así la cosa funcionaba mejor”.
Sobre su compañero de rodaje, con quien hasta ahora no había compartido elenco, Darín aseguró: “Lo conocía porque es amigo de mi hijo (Chino Darín) y porque vi algunos de sus excelentes trabajos. En el mano a mano nos afianzamos muchísimo. Yo le agradezco mucho todo lo que hizo”. En la película, Lanzani encana al fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo.
“Yo no viví la dictadura. Nací más tarde. Pero empaticé sobre todo con la humanidad de la historia y de los personajes. Eso es lo que más me llegó cuando leí el guión. En los ojos de todos nosotros, cuando nos mirábamos mientras actuábamos, sucedía todo, habiéndolo vivido o no. Allí nos dábamos cuenta de inmediato qué estaba bien y qué estaba mal. En mi caso, traté de encontrar el tono para el personaje, el léxico de un abogado siempre es complejo. Me vestía de traje en mi casa, me presentaba y hablaba así con mis amigos. Y qué puedo decir de Ricardo, para nuestra generación es una eminencia“, dijo a su turno Peter.
No obstante, Darín explicó que él en su adolescencia vivía la dictadura en un estado de “cierta nebulosa” y que la sociedad era escéptica con respecto al accionar de la Justicia. “Más allá de la edad exacta de cada uno y de cómo estábamos parados frente a todo eso, lo importante es recordar que cuando en una sociedad se instala el terrorismo de Estado lo primero que ellos tratan de hacer es evitar la comunicación, el encuentro, el cara a cara. Que no se corra la voz. Eso lleva a que la verdad tarde en pegar la vuelta. No hay que olvidar que estábamos completamente vedados de información. El juicio no tuvo una televisación como las de hoy. Por eso recién al final todos nos sentimos mucho más ansiosos y expectantes”.
Finalmente, sobre cómo se maneja el encono frente a lo que estaba sucediendo, el actor señaló: “Cada uno hace lo que puede. Es importantísimo revisar la violencia propia, la interna. Hay que ver lo que nos pasa adentro. A veces sin darnos cuenta podemos contribuir a esa violencia generalizada. Si uno tiene una sensibilidad humanista, nuestro primer deber es ponernos en el lugar del otro, inclusive cuando recibimos una agresión. La bola de nieve es muy fácil de generar y muy difícil de detener. No olvidemos que el odio probablemente sea el único sentimiento que no prescribe”.
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