Uno de los grandes atractivos de Los 8 escalones del millón llega sobre el cierre del programa, con una pregunta de apariencia formal, pero que cada tanto ofrece alguna sorpresa. A cada ganador, el conductor Guido Kaczka lo consulta para saber si quiere regresar para llevarse otro millón de pesos. Y aunque la respuesta parece cantada, fueron unos cuantos los participantes que optaron por la negativa. Algunos consideraron que uno era suficiente, otros se retiraron al ganar su segundo millón, y las explicaciones fueron bien diversas.
El hecho se repitió en la edición vespertina del martes en el programa de El Trece. Al escalón final llegaron Matías, estudiante de la tecnicatura para agente de Viajes y Turismo; y Viviana Castellano, abogada en un estudio jurídico dedicado a seguros automotor. Como quedaron con la misma cantidad de luces verdes al concluir la ronda, tuvieron que ponerse de acuerdo sobre qué jurado iba a formularles la pregunta para desempatar por aproximación.
Rápidamente acordaron que fuera Carmen Barbieri la encargada de formular la pregunta decisiva: “¿De cuántos relatos se compone la película Relatos salvajes?”, indagó la actriz sobre el filme ganador del Oscar en 2010. Matías acertó con 6, mientras que Viviana optó por 4. Luego de festejar el triunfo, el joven, que ayudará a sus padres a terminar la casa y usará el resto del dinero para sus estudios, escuchó la pregunta del (otro) millón. Y su respuesta se encolumnó entre las sorpresas.
“No sigo, Guido. Hasta acá. Que tenga la oportunidad de seguir ella”, señaló Matías sin dudar, conforme con lo cosechado y abriendo el juego a su adversaria. Como está escrito en el reglamento, el conductor le preguntó a Viviana cuál iba a ser su decisión. “Es obvio que vuelvo”, replicó la abogada, agradeciendo el gesto y con una gran sonrisa de emoción y felicidad en su rostro.
Durante el recorrido, Viviana contó que vive en Palermo con sus tres perros, que practica danza árabe desde los 15 años y que le gusta pintar en cerámica. También contó que, en caso de ganar, usaría el millón de pesos para arreglar su automóvil, que había comprado tiempo atrás gracias a la ayuda de su hermana. Y lo que parecía una de las habituales tareas que se postergan por falta de dinero, encerraba una historia de lucha y superación.
El auto que con su motor fundido aguardaba la reparación, más que un medio de transporte fue un vehículo para su sanación. Es que en su relato, la mujer repasó el cáncer de ovarios que sufrió hace 5 años y del que pudo recuperarse gracias al tratamiento realizado por quimioterapia. El auto le sirvió para suprimir los tres transportes que tomaba para llegar a su trabajo y para dirigirse a la clínica. La historia conmovió a todos, especialmente a Carmen Barbieri, quien vivió muy de cerca la enfermedad en el cuerpo de su hijo, Fede Bal.
“Hoy estoy re bien, estoy con controles cada seis meses y no lo puedo creer porque volví a nacer”, señaló la participante, conmovida y emocionada por llegar a la final. “Es genial que digas que vale la pena vivir. No hay que abandonar el tratamiento, te felicito”, devolvió la panelista. Un rato después, les formularía a ambos la última pregunta. Y a pesar que no pudo alzarse con el premio, Viviana observó cómo la vida, una vez más, le daba la oportunidad de tomarse revancha.
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