Como todo artista, Heidy Viciedo tiene un himno que hizo propio, y en su caso son las estrofas de “Natural Woman” de Aretha Franklin, una de sus grandes referentes musicales. Esa canción que interpreta con tanto sentimiento en cada uno de sus shows tiene un valor especial: la letra traza un paralelismo con el flechazo que sintió cuando conoció a un argentino que se convirtió en el padre de sus dos hijos. La jurado de Canta Conmigo Ahora (El Trece) mantuvo una charla íntima con Teleshow, donde recordó su partida de Cuba, la experiencia de ser dobladora en películas de Disney, y la vida familiar en Buenos Aires.
Conserva la mirada de soñadora intacta, la misma que tenía a sus 20 años, cuando se presentaba con el trío de música a capella que cofundó, Café Soul, y había tenido la oportunidad de compartir escenario con Pablo Milanés. Desde muy pequeña escribía poemas y cuentos que algún día convertiría en canciones. Su primera libreta de tapa marrón guarda las pruebas de la vocación de cantautora que la acompaña hasta hoy en día.
“Cuando estuve lejos de mi familia sentí más la necesidad de desnudar mi alma y compuse mucho; lo mismo me pasó durante la pandemia”, confiesa sobre el motor de su inspiración. En 1998 recibió la invitación para cantar en México junto a bailarines y músicos, y los sentimientos encontrados la invadieron, por la posibilidad de irse de La Habana sin saber cuándo volvería. “Le dije a mis padres, ‘Esto es lo que quiero, salir a hacer lo que amo, que es hacer música en otro país’, y ellos me dijeron: ‘Adelante’”, rememora, y se conmueve cuando explica que fue crucial el apoyo que le brindaron.
Después de dos años viviendo la experiencia de formar parte de un espectáculo de talla internacional, siguió su camino musical en las tierras aztecas, y combinó sus pasiones cuando prestó su voz para series y películas de Disney. Nada más y nada menos que Phill Collins la eligió para interpretar el tema “Grandes Espíritus” del film Tierra de osos. “Hacer la versión en español para Latinoamérica de la misma canción que cantó Tina Turner en inglés, son cosas que uno las sueña, las piensa, las decreta una y otra vez, y cuando se hacen realidad no lo podés creer”.
Como muchas historias de amor que desafían a los incrédulos en el destino, la forma en que Heidy conoció a Gonzalo bien podría ser el guion de una comedia romántica: “Estando en México me enamoré de un argentino y eso me trajo acá, gracias a que el primo de quien hoy es mi esposo se había puesto de novio con mi mejor amiga por Internet”. Aquel romance virtual se iba a volver más tangible, y el primo de su marido viajó acompañado para no enfrentar solo aquel significativo encuentro.
Entre risas, recuerda el día que se conocieron en el aeropuerto, y que la buena onda fue inmediata. “Los fuimos a buscar al aeropuerto y enseguida empezamos a planear un viaje a Acapulco todos juntos, para que ellos conocieran un poco más, algo que finalmente sucedió”, rememora. Lo que comenzó como una amistad se convirtió en una relación romántica, y Gonzalo se quedó a vivir allá hasta que pensaron en ser padres juntos y decidieron que querían vivir en Buenos Aires.
Ya instalados en la capital porteña, dieron el “sí, quiero” para coronar su unión. En 2007 llegó su primogénito, Iñaki, y en 2011, Dante. Con la identidad forjada en tres naciones, les transmitieron la fusión de culturas y las raíces que llevan como bandera a donde sea que vayan. Luego recurre al humor y cuenta que en realidad hay otro niño más que forma parte de la familia: Morrison, el hijo de Jimena Barón, de quien es íntima amiga desde hace ocho años. “A Momo lo conocemos desde que era bebé, le cambiamos los pañales, lo amamos con toda la fuerza de nuestro corazón”, expresa. Y también le dedica elogios a la autora de “La Cobra”: “Ahora Jime está preparando su nuevo disco, que va a ser glorioso; está dejando alma, corazón y vida, como siempre. Está contenta y eso es muy bueno”.
Heidy lanzó este año su flamante disco Negra, que cuenta con canciones de su autoría y algunas reversiones latinas, como la interpretación del hit “Vogue” de Madonna en español. Por estos días está preparando su regreso a los conciertos después de casi dos años de concentrar sus energías en componer, generar contenido y realizar algunas participaciones en programas de televisión, incluyendo su paso por La Academia de ShowMatch como invitada de Rodrigo Tapari en 2021.
—Se te vio muy conmovida varias veces en Canta Conmigo Ahora, ¿qué es lo que más te emociona?
—Me emociona cómo llevan a cada provincia en el corazón cuando dicen: ‘Yo soy de Salta, de Córdoba, de Catamarca, etc.’, y cuando saludan a su gente. Desde que suben la rampa nos vamos dando cuenta cómo se paran, si tienen cábalas, vamos midiendo todo lo que transmiten, porque no se trata solamente de tener una voz inmensa, sino de lo que transmitís. La misión de los participantes es extrapolar todo lo que sienten, y cuando se crea esa magia es maravilloso.
—Hubo muchas historias de vida que traspasaron la pantalla
—Ni me digas. Cuando en el programa hablan de la familia, que los extrañan porque están lejos, a mí personalmente me desarma. Sé que uno está para apretar un botón, pero antes que todo somos humanos. Antes de dar la devolución me vuelvo a armar, pero me deshidrato muchas veces porque la distancia es tremenda. Mirá si no lo voy a entender, que hace más de 20 años que no vivo en Cuba.
—¿Tenés familia viviendo allá?
—Sí, mi mamá está allá, y en el 2020 falleció mi papá, no de Covid, pero fue de un día para el otro y yo no pude ir a despedirlo. No poder estar fue muy doloroso. Tuve la suerte de que los dos pasaran un año acá conmigo, que han podido venir a disfrutar en familia, pero fue muy difícil. Esos días mi celular y el teléfono de línea fueron una oficina: para llamar a hospitales, que encima cada médico que lo atendía se contagiaba de coronavirus, y lo tenían que ir cambiando de médico. Me volví loca, estaba desesperada, caminando por cuatro paredes, queriendo irme como sea. Fue todo muy complejo, y desde ese momento mi madre está reticente a venir porque son muchos momentos vividos.
Párrafo aparte merece la trayectoria de su padre, Leonel Viciedo Domínguez, boxeador reconocido en Cuba, que luego fue entrenador y recorrió distintos países. “Era licenciado en cultura física y deportes, especializado en la rama del boxeo, así que llevaba un estilo de vida sano, de disciplina, que viajó a Suecia, Panamá, Sudáfrica, y fue ganando reconocimiento”, detalla Heidy, que por un momento deja de lado sus propios logros para recordar las hazañas del hombre por el que sintió admiración toda la vida. Cuando recibió la noticia más triste, los mensajes no dejaban de llegarle por parte de medios cubanos, y comprendió la huella que había dejado en el mundo deportivo
—La mayoría de los jurados vienen del interior de nuestro país, y todos recalcan lo mismo: lo difícil que es el desarraigo
—Es cierto, es que uno nunca olvida dónde creció. En mi bella Cuba, fíjate si es complicado, que hay gente que se tira al mar para llegar por ejemplo a Estados Unidos. Cuando en plena desesperación te tirás en una tabla de madera, en un botecito hecho con ramas, o en una embarcación sostenida con gomas de auto, hay que imaginar el grado de desesperación de esa persona. Es horrible.
—¿Qué recuerdos tenés de Cuba?
—Uf, tengo miles de momentos en mi corazón, de mi infancia con mi hermana, de mis padres. Cuba es un país maravilloso, que amo, porque es mi tierra, mi fango, mi barro. Nosotros con una lata y un palo hacemos música desde las siete de la mañana hasta las siete del otro día. Tratamos de estar lo más arriba posible, de ser alegres, llevamos eso en la sangre. Somos activos, personas caribeñas que le ponemos garra, y sino fuera por eso, no sé qué pasaría. Siento que se quedó en el tiempo de lo que pudo llegar a ser. Me quedo con todas las cosas positivas que tiene como país, que son mucho más que las negativas, y que son solo de un sector. El pueblo cubano va siempre para adelante, para atrás ni para tomar impulso.
—¿Y hay planes de que tu mamá venga a la Argentina?
—Estamos haciendo fuerza para que cuando vengan los días más lindos se anime a viajar. Trato de ser fuerte porque me conoce como la palma de su mano y se da cuenta de todo. Cuando estoy rota por dentro, queriendo verla y abrazarla, aunque ponga la voz firme, me presiente. Hablamos un montón de veces al día y tenemos el chat familiar. Antes era re difícil, vos levantabas el teléfono para llamar y salía una fortuna. Bendito WhatsApp que podés llamar, mandar audio, y hacer videollamadas.
—En tus redes mostraste que tus hijos heredaron el legado artístico, ¿siguen doblando películas?
—Sí, mis dos nenes hacen doblajes para Disney. Ellos y yo somos los de alma inquieta que nos encanta grabar videos, hacer voces, vivimos así. En cambio mi marido es de otro rubro que nada que ver, y es el que nos banca en todas. Está al pie del cañón para cosa que necesitamos y nosotros para él. Es una mano superlativamente importante, porque si tiene que estar con los chicos en casa o acompañarme, para lo que sea, él está. Armamos una mancuerna poderosa.
—Además cuando te conoció en México ya vivió en primera persona tu pasión como artista…
—Gracias a Dios me conoció así y no cambió absolutamente nada. Igual que como él me conoció, es como yo sigo siendo. Ese no es el común denominador, no siempre pasa. Tengo algunas amigas que veo que se van amoldando al otro, y yo les digo: ‘Seguí en lo tuyo, tiene que entender tu pasión’”. No hay que sacrificar la esencia de cada uno. Él sabe que me hace feliz, que es parte de lo que yo necesito. Siempre le digo a mis amigas que el mejor argentino me lo agarré yo.
—¿Qué te dice tu familia de tu participación en el programa de Marcelo Tinelli?
—A ellos les encanta, están felices de que esté cumpliendo mis sueños. Y conocen el detrás de escena, saben que voy feliz de la vida, como una nena con juguete nuevo. Estoy maravillada con la infraestructura, no tengo más que una palabra para definirlo: agradecimiento. Al equipo que hace posible que yo esté viviendo todo esto, que yo pueda sentir todas estas emociones, y que nos de visibilidad, algo tan valioso para el artista que sabe cuánto cuesta el minuto en televisión. Acá se apostó por mucha gente no tan conocida, más allá de las figuras. La mayoría de las personas no somos tan famosos, y eso nos deja la enseñanza de que no siempre tiene que haber famosos para que algo explote. Muchas veces me digo a mí misma: “¿Soy parte de todo esto?”. Por momentos no puedo creer que estar ahí.
—Pasaron muchos artistas que alcanzaron puntajes altísimos, y algunos se quedaron afuera del podio. ¿Qué les dirías?
—Les diría que los artistas sabemos que es así, pasito a pasito. Se van logrando metas y uno no tiene que parar. Tienen que rodearse de gente que les diga ‘tú puedes’, porque así vas marcando el camino. Y se los dice alguien que vino de lejos. Soy un vivo ejemplo de no dejar de soñar. Cuando se combina el sueño en el amor, aún mejor, como dicen ustedes: cartón lleno.
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