Antes que María de Amor sin barreras, que Wendy de Peter Pan o Lucy o Mina de Drácula, ella es Josefina. Josefina Scaglione para el público, Jose para su gente y “mamá” para Imanol de un año y tres meses. Multifacética y con ganas de seguir explorando, su pendiente (y meta) es formar parte de alguna película o serie. La actriz que a sus 13 años viajaba una vez por semana desde Rosario a Buenos Aires para estudiar con Valeria Lynch y que una década después protagonizó en Broadway, contó a Teleshow cómo fue trabajar en Nueva York, por qué elige la Argentina y habló de su proyecto solista.
Un rato entre ensayo y ensayo y aprovechando que su pareja (el director teatral Sebastián Irigo) salió con “Ima” como ella cariñosamente llama a su bebé, es el hueco perfecto para encarar la charla, que empezó de atrás para adelante, desde su presente hasta llegar a la importancia y el apoyo que le dieron sus padres cuando era niña, a la hora de alimentar su pasión por lo artístico -no solo en lo emocional, sino en lo logístico- sacrificio que siempre valoró, pero que desde que es madre resignificó y comprende aún más.
Mientras se prepara para el regreso de Drácula, el musical, con dirección de Pepito Cibrián y Ángel Mahler, en un polo opuesto hace una obra de teatro independiente en el Espacio Callejón, Recurso de Amparo, y el sábado 27 de agosto a las 21.00 se presentará con su show solista en La Tangente. Y aquí comienzan a aparecer las distintas Josefina(s): “Es habitar varios de mis colores, voy mutando y siguiendo la transformación, dándole espacio a eso”.
—¿Cómo definís tu música?
—Tiene que ver con mis mundos y el lugar en el que confluyen la actriz, la cantante de musicales y la cantante que se crio escuchando música muy variada, con un trasfondo musical desarrollado y que es momento de compartirlo. Ahí están todas las Josefinas y es divertido, la dramática, la minimalista... y en cuanto a lo que a sonido respecta hay una búsqueda minimalista y moderna, siempre tiendo a componer y producir llevándolo para un lado bastante sintetizado.
—Sin personaje, ahora en el escenario vas a ser Josefina, ¿cómo es despojarse de la caracterización para ser vos? ¿preparas igual un personaje?
—Es una sorpresa para mí, y el personaje va apareciendo. Busco la honestidad expresiva y trato de no pre armar sino entregarme al momento de la acción, lo mismo que hago con el teatro cuando los personajes que van aflorando, solo que ahí tengo guion y acá me sostiene la curva de lo que armo con mis canciones y el personaje aparece solo. Busco que lo que hago esté vivo.
En 26 de mayo del 2021 se convirtió en mamá de Imanol. Sobre cómo el nacimiento de su bebé la atravesó como artista, dijo: “Es darse vuelta como una media ser madre, el mundo patas para arriba y surgen las cosas mas interesantes. En mi experiencia, porque cada mapaternidad es única, suelo vivir los procesos de manera intensa y a flor de piel y si bien es agotador, es enriquecedor. Artísticamente me nutrió y me nutre y es una fuente e inspiración, no tan conscientemente sino desde un lado más sutil. Mi tarea como artista es tener las antenas sintonizadas para captar lo que tenga que captar”.
En un mundo al que aún le falta sostén a la hora de criar, Josefina destaca que tiene un “muy buen compañero” y que juntos logran organizarse para que cada uno pueda hacer lo que le gusta. Es que él, es además director teatral y en septiembre estrenará Regreso en Patagonia, con Nahuel Pennisi, Fer Dente y Franco Masini. Ella tomó con naturalidad su regreso al trabajo tras ser mamá: “Pude darme el lujo de estar los primeros seis meses maternando a full, retomé actividad y nos hizo bien”, dijo y celebró la fórmula: “Mamá contenta = bebé contento”.
Desde el 2014 está instalada en Buenos Aires, aunque “nada es definitivo”, aclara quien vivió cuatro años en Nueva York y brilló en la cartelera de Broadway con el papel de María en Amor sin barreras. Disfrutó y creció con aquella experiencia, pero no viviría afuera nuevamente. “Apuesto a pleno por mi país y por el talento que hay acá, quiero estar acá, es una elección estar en Argentina y apuesto a trabajar con la gente que quiero. Las puertas al exterior están abiertas, pero instalarme afuera ni loca, quiero que mi hijo crezca acá, cerca de sus afectos y que si decide volar, lo haga”.
“Las amistades, la familia, la forma de trabajar, nuestra idiosincrasia”, son algunas de las cosas que enumeró al ser consultada sobre por qué elige quedarse en el país. “Son esas cosas lidas que nos identifican y que hacen que más allá de los líos de turno, las crisis y los momentos angustiantes elija estar acá. Es nuestra forma de encarar, de relacionarnos. Tenemos una cercanía y una calidez y hay gran materia prima”.
Para ella, hacer teatro en la plaza porteña es “jugar en primera” como también lo es hacer una obra en el off o protagonizar en Broadway y la llena de orgullo. Y sobre las diferencias entre Buenos Aires y Nueva York a la hora de encarar un musical, contó que lo principal es “la infraestructura”: “Es una industria multimillonaria y las temporadas duran años, mientras que acá unos meses, es un milagro entonces que haya producciones del calibre que hay y es porque la gente apuesta a hacerlo en la Argentina, y yo también”.
Josefina recordó que durante los cuatro años que estuvo en Estados Unidos la trataron de una manera muy amena y que sus compañeros de elenco le dieron una cálida bienvenida. “Fue linda la experiencia. Fueron tiempos super intensos, era chica y estaba preparada para vivir eso que viví y cada vez lo valoro mas y se resignifica en mi vida”, dijo quien por su labor llegó a estar nominado a un premio Tony.
Llegar a estar allí fue producto de un largo camino en el que su familia fue crucial. Y hablando de todas sus facetas, aparece la “Josefina hija”: “Mis padres jugaron un rol fundamental y positivo, porque fueron muy comprensivos y compañeros conmigo, me estimularon, me siguieron en mis curiosidades”. Hoy como madre, se pregunta también qué hacer: “Yo voy aprendiendo con Ima, que es lo que hicieron conmigo, estuvieron atentos a mis curiosidades y me supieron comprender”.
Se siente agradecida, ya que en el camino siempre la estimularon y nunca le “exigieron un título” aparte de lo artístico: “Muchos padecen eso”. Su papá siempre estuvo “al pie del cañón” para acompañarla, ya que además, todo implica cierta logística y organización familiar. Y dio un ejemplo que da cuenta de ello: “A los 13 gané una beca para la escuela de Valeria Lynch, soy de Rosario, así que una vez por semana salía del colegio, mi papá me llevaba a Buenos Aires, tomaba la clase de tres horas y volvíamos en el día”.
El próximo 6, 7 y 8 de octubre regresará con Drácula, el musical, en el Movistar Arena: “No veo la hora de volver a ponerme en la piel de Lucy, un ícono super fuerte y amo interpretarla. Me encanta, es el personaje con el que el público enloquece. Hice a Mina para los 25 años de la obra y ahora a Lucy, soy la única actriz en el mundo que hizo los dos papeles”.
Aunque “conquistó”, como ella dice, muchos espacios, siempre hay nuevas metas: “Me falta poder ingresar al universo audiovisual, siento que tengo para dar, yo sigo haciendo castings. Nunca deja de ser momento de seguir poniéndose a prueba. Me atraen las cosas por descubrir, saliendo de mi zona de confort. Es mi gran lema ‘¿y ahora que sigue?’. Estoy ansiosa de ver como me sorprende eso y todo sucede mágicamente: proyecto el deseo y en algún momento se alinean los planetas”.
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