Carla Levy, una de las finalistas del reality Expedición Robinson, falleció este miércoles a los 50 años. Tenía cáncer de ovarios y sus allegados denunciaron mala praxis en los estudios previos que no lograron dar con el diagnóstico adecuado, y la despidieron con dolor y bronca en las redes sociales..
A mediados de 2001, Carla fue la subcampeona de la segunda edición del programa que conducía Julián Weich en Canal 13 y que significó el desembarco de los realities en la televisión argentina, junto a Gran Hermano y El Bar. A pesar de su alto perfil en la competencia y ha haber tenido una importante exposición en el programa, se alejó de los medios y se dedicó a sus emprendimientos personales. El premio del programa lo destinó a su salón de belleza, y en 2002 abrió la primera peluquería con Internet, marcando un espíritu vanguardista que la acompañó en diferentes trabajos.
Su gran amiga y exsocia, Lorena Frost, la recordó en sus redes sociales, donde le dedicó unas sentidas palabras. “Es mi amiga con la que más viajé, tuvimos peluquería, un sushi, de todo hicimos. Recorrimos países con ella, vino de viaje de egresados conmigo, no venia a mi escuela pero quiso venir con mi división”, agregó para dar cuenta del calibre su amistad. Y en este mismo espíritu, mostró un conmovedor mensaje de un viaje a Italia que soñaban hacer juntas.
En una serie de mensajes, Lorena cuestionó duramente la atención médica que le hicieron a su amiga y por la cual no pudieron obtener un diagnóstico a tiempo: “Los síntomas del cáncer de ovarios son confusos y no sale en una transvaginal. Los chequeos preventivos son 100% necesarios”, advirtió. “Pero Carla estaba bien de laboratorio y chequeos y era una puta resonancia que no le hicieron a tiempo. Un tumor en fase 1 o 2 es altamente curable, que no se atrase, porque ahí no hay cura”, cerró con el dolor de lo irreversible y con la entereza de generar conciencia para que no vuelva a ocurrir.
A sus 29 años, Carla fue una de las 16 participantes que se inscribió en la segunda edición de Expedición Robinson, con el objetivo de intentar sobrevivir en la más profunda naturaleza y en la soledad de la isla Boca de Toro de Panamá. Desde el principio, Carla, que se presentó como cosmiatra, mostró su alto perfil: “Me gusta vivir cómoda y darme todos los gustos. Sé que seduzco, y la seducción en la isla puede servir para que no te echen”. Pero supo correrse a tiempo de ese rol y con su capacidad de adaptarse a las adversidades llegó hasta las últimas instancias de la competencia.
El capítulo final, emitido en mayo de 2001, fue seguido por más de dos millones de personas, y allí se vio como Carla se convirtió en finalista, derrotando a Alejandro Colloca en un juego de destreza y habilidad sobre un entramado de cuerdas. Por 5 votos a 2, la final, y el premio de 100 mil pesos/dólares, quedó en manos de Vick Fernández, erigida en el argumento del programa como “la buena”, en esas caracterizaciones relativas que suelen tener este tipo de programas.
Sin embargo, en los instantes finales y en la soledad de la isla, ambas participantes tuvieron la posibilidad de limar algunas asperezas y arribar con buenos términos al consejo final que determinó a la triunfadora. “Me siento que gané. A lo mejor no reconocida con un Robinson. Aprendí, crecí, me descubrí muchas cosas que en mi vida hubiese podido hacer”, señaló Carla a modo de balance al finalizar el programa. Y para demostrar que no había ningún resquemor con su adversaria, señaló: “Estoy tan feliz como si hubiese ganado. Y me alegro de corazón que Vick haya ganado”
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