Maxi Trusso descubrió su amor por el arte desde la más temprana infancia. Siendo el menor de nueve hermanos, primero lo acompañaron las canciones que pasaban en la radio, después los casetes, los vinilos, los CDs, y finalmente las plataformas digitales. En cada etapa de su vida sintió la necesidad de hacer música, pero no fue un camino sencillo. Desde Italia, el artista argentino charló con Teleshow sobre sus comienzos, el regreso a Roma en plena pandemia, y el himno que compuso para el Papa Francisco.
A los 52 años, lo primero que se le viene a la mente sobre su carrera son sus tiempos como DJ. “Me encantaba pasar música, sentía que el héroe de la época era el disc jockey, por eso me dediqué un poco a eso cuando surgía la música dance y la posibilidad de mezclar canciones”, asegura. Fruto de aquella curiosidad incesante, surgió su faceta de compositor y lanzó hits como “Please me”, “Same Old Story”, “Nothing at all”, “Fragments of life”. El último del listado, de la mano del dúo Rey Vedas, lo llevó a ser telonero de los Rolling Stones; y el primero fue en sus tiempos como integrante de la banda Poncho, y resultó el tema elegido para musicalizar la publicidad de una reconocida cadena de electrodomésticos en 2011, que tuvo a Ricardo Darín como protagonista.
“Haber crecido en una familia tan numerosa fue como si hubiese tenido diez padres, porque son cuatro mujeres y cinco varones; y tengo mucha diferencia con la hermana que me sigue, nueve años, así que era como un hijo único porque algunos ya se estaban casando”, cuenta sobre su círculo familiar. En este sentido, explica que no compartió etapas escolares con ninguno, y que tuvo más vínculo con sus primos por la cercanía de edad.
En los 90 decidió seguir su sueño y viajó a la capital italiana en búsqueda de oportunidades. Asume que su estadía podía durar un suspiro si no resultaba como esperaba, pero terminó viviendo en Roma durante una década. “En ese tiempo hice muchos amigos, conocí de arte, aprendí a conocerme mucho, y más adelante me mudé a Inglaterra un tiempo”, revela.
Mientras descubría su afinidad por la música electropop, fue construyendo un estilo propio, alejado de los cánones que imponía el mainstream en ese entonces. Al regresar de Londres se convirtió en padre de Olivia junto a su expareja, y recuerda el nacimiento de su única hija con mucha ternura: “Ella vivió muchas etapas, me acompañó muchísimo y me ayudó a descubrir lo que quería hacer; fue mi gran inspiración y una gran fuerza para luchar por hacer mi camino”.
“Espero seguir transmitiéndole que el arte es lo más importante, que es el mejor estímulo para poder hacer lo que nos guste, para pensar nuestros sueños y nuestros ideales”, confiesa. Volvió a Buenos Aires en los 2000, y construyó su trayectoria en nuestro país por dos décadas, hasta que en el 2020, antes de que se desatara la pandemia de coronavirus, regresó a Italia.
“Me habían contratado para hacer la música de una película, y lo que vino después fueron momentos muy difíciles, porque cada artista tuvo que forzosamente redescubrirse, reamarse, y salir de la zona de confort”, comenta sobre la pandemia. Después de la separación de la madre de su hija, trató de reconectarse con la esencia creativa que lo invadió en las vísperas de sus 20 años, y visitó una tienda de ropa que ocupa un lugar especial en su corazón.
“Había un local que era una referencia para mí, porque siempre que iba ahí me sentía en familia, y un día yendo a este lugar conocí a Tracy, que es mi mujer hoy. Ella estaba ahí, le gustaba el arte, empezamos a hablar, y nos dimos cuenta que estábamos en una situación parecida”, relata sobre el flechazo que los sorprendió y perdura en el tiempo.
—Teniendo una familia numerosa, ¿alguno más se dedicó a la música o fuiste el único?
—No, ninguno se dedicó al arte en mi familia. En esa época era una elección bastante complicada, eran más abogados, economistas, profesiones de universidad. La elección mía fue difícil, y en un momento tuve que fingir pertenecer al mundo de las finanzas, pero luego pude hacer la mía y escaparme de donde no encontraba lugar yo. Estudié derecho y diseño, pero siempre me gustó la música. Es difícil no saber a dónde pertenecés, pero el moverse a buscarlo es lo que te hace ser y crear. Te hace conectar con las personas, equivocarte, aprender, ayudar y ser ayudado.
—¿Tenés planes de volver a la Argentina?
—Sí, vivo entre Argentina e Italia. En agosto vuelvo para allá, tengo algunos shows pactados y también estoy trabajando en un disco que podría salir entre septiembre y agosto.
—Sos un gran conocedor del Auto-Tune, prácticamente pionero. ¿Qué opinión tenés sobre cómo se usa hoy?
—En esa época estaba pensando en renovar cualquier cosa que hacía, mi idea era hacer cosas distintas. Algo que me daba mucha libertad, pero poca eficacia para conseguir contratos porque era muy difícil en ese momento. Mis ideas parecían un poco locas en ese entonces, pero descubrimos que era un efecto que se podía utilizar en guitarras. Sentí que eso podía ser un nuevo sonido, más que para buscar una entonación perfecta.
—Sin embargo actualmente se utiliza mucho en la industria musical para afinar o modificar voces...
—Como en todo, ahora lo usan como quieren. A veces hasta en shows en vivo y no te das cuenta. Algunos lo usan cuando se van cansando en el escenario, porque cuando te movés mucho es difícil mantener la afinación, entonces corrigen esos pequeños calados. La verdad es que yo no lo uso en este momento, solo para algún efecto de guitarra quizás, pero hoy no voy por ese lado, porque usarlo demasiado siento que vuelve la música muy fría y muy monótona.
—Desde hace años también sos padrino de Fundecua, e incluso has estado en el Vaticano. ¿Cómo nació tu vínculo con iniciativas solidarias?
—Así es, Fundecua es una entidad sin fines de lucro que enseña a chicos a tocar instrumentos de cuerdas, y me parece muy enriquecedor para el alma cuando abordan la música como herramienta de inclusión y transformación social, así que fui participando de distintas iniciativas.
—¿Estabas en Roma el día que proclamaron Papa a Jorge Bergoglio?
—Sí, había venido por un trabajo de música. Citaron a la elección y nadie pensó que podía ser un Papa argentino, y fue una alegría cuando lo nombraron. Yo había trabajado en los museos vaticanos cuando tenía veinte años, y aprendí mucho de arte porque armábamos muestras para el exterior. Así fue como junto a mi hermano conocimos a los últimos tres Papas, una experiencia muy interesante, porque son como filósofos de la vida. También Bergoglio era muy amigo de un tío mío que era sacerdote, biblista, Alfredo Trusso, que hizo la traducción al español de la Biblia, la que leemos en Latinoamérica. De alguna forma u otra quedé bastante unido a Bergoglio.
—Y terminaste haciendo un himno para el Papa Francisco.
—Mis amigos me decían: “Si hay un Papa argentino sería bueno que le hagas una canción”, y le hice “Himno a Francesco”, una alabanza a Francesco vendría a ser. Me acuerdo que cuando trabajaba en los museos vaticanos me pidieron si podía interferir ante el secretario del papa Juan Pablo II, Stanisław Dziwisz, para que nombren a Bergoglio coautor, que sería el ayudante con derecho a sucesión del arzobispado, y pude participar un poco para que sucediera. Eso después le permitió ser cardenal y arzobispo de Buenos Aires. Finalmente en diciembre de 2014 le entregué el CD el día de su cumpleaños, y estaba sorprendido, se sonrío y le hice un chiste deportivo porque sabía que le gusta mucho el fútbol.
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