La dura etapa que Ángela Leiva atravesó para llegar a su primer Luna Park: “No me sentía una artista de la talla para estar ahí”

Luego de 13 años de carrera, la cantante está a un paso de lograr un nuevo hito en su carrera: presentarse por primera vez en el mítico escenario porteño. Antes, debió superar miedos, inseguridades y un momento bisagra en su vida, marcado por la violencia de género. La intimidad de sus grabaciones en la serie 1-5/18 y su relación con Gonzalo Heredia

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En sus mentes, su música dispara miles de recuerdos: deseos, antiguos amores y las imágenes de quienes ya no están más. Sus shows los trasladan a otro momento y los dejan viajar por la vida. Según ella, algunas mujeres incluso hacen catarsis y le cuentan sus problemas en pleno show. Ángela Leiva aún no lo entiende, pero sabe que ahí es donde nace toda esa empatía y magia: “A veces no entiendo cómo la gente hace tanta piel con uno. No me conocen en realidad, o sea conocen lo que ven arriba del escenario”.

Desde llamar Ángela a sus hijas hasta asegurar que sus familiares superaron enfermedades tras escuchar su música, para sus fans ella es única y hasta hace “milagros”. “Trato de correrme de ese lugar de donde me quieren poner, soy una mina más, soy más común de lo que ellos piensan. Me han contado cada historia... Yo me considero bastante auténtica ahí, pero no es todo lo que soy, es gran parte”, cuenta la cantante.

Luego de 13 años de carrera, aquella niña llena de ilusiones que soñaba cantar está a un paso de lograr un nuevo hito y sumar otra “estrella” a su carrera: presentarse por primera vez en el Luna Park. El calendario marca el 4 de diciembre, ese día la artista llevará la bandera de la cumbia y la música tropical al emblemático estadio para vivir una fiesta con su Amor Prohibido Tour.

Ángela Leiva debutó como actriz con el papel de Gina en la serie 1-5/18 –premiada con el Martín Fierro argentino a la mejor ficción–, la cual musicalizó con su tema Amor Prohibido
Ángela Leiva debutó como actriz con el papel de Gina en la serie 1-5/18 –premiada con el Martín Fierro argentino a la mejor ficción–, la cual musicalizó con su tema Amor Prohibido

Para llegar hasta acá tuvo que enfrentar muchos miedos, algunos incluso internos, por eso la noche anunciada toma más relevancia: “Me genera mucha ansiedad, mucho compromiso, mucha responsabilidad. Me siento una anfitriona como cuando hacés un cumpleaños y decís: ‘Quiero que esté el sanguchito, la bebida, todo’. A mí me pasaba que yo no me sentía una artista de la talla para estar en un Luna Park, imaginate cómo estaba mi cabeza de contaminada, me sentía poco para ir a un lugar”.

Gota tras gota, en silencio y con disimulo, el veneno de una relación tóxica y violenta llevó a la cantante a adoptar este tipo de pensamientos. Estos cuchillos venían desde lo más íntimo de su círculo, su representante y productor musical los lanzaba constantemente. “Esa persona fue mi pareja, mi persona de confianza, era todo, entonces un día me encontré siendo víctima de una violencia de género, de violencia psicológica, que es muy difícil atravesar. Sobre todo porque realmente me creía que yo no valía, sino que valía el otro, que era el que supuestamente me había creado, me había hecho las canciones y bla, bla, bla, bla”, explica Leiva.

Romper esas cadenas invisibles y callar esa voz interna se volvió un momento bisagra en su vida personal y su carrera: el 2019 definió quién es Ángela Leiva. “En qué lugar quedaba yo: ahí era un trapo de piso, un trapo de piso valía más que yo. Y un día tuve que decir: ‘Bueno basta, no es así, yo soy lo que soy’. De última le tengo que agradecer a mis padres que me concibieron, la que se rompió el lomo laburando, la que estudió y la que la que se perfeccionó fui yo. Ahí empecé a entender la vida desde otro lugar”.

Por eso, la creadora de “Mentiroso, Cobarde, Tramposo” llega al Luna Park con una mentalidad inquebrantable: “Hoy me siento distinta, siento que lo llevo con orgullo, que para mí es como la frutillita del postre a toda este tiempo que vengo sembrando muchas cosas buenas. Obviamente es un lugar muy emblemático, pero no hay derecho a sentirse tan poca cosa, uno tiene que sentirse orgulloso”.

Sería la forma ideal de cerrar un año soñado en el que no solo giró por todo el país, sino que fue convocada particularmente por los Ángeles Azules para compartir escenario en Bolivia, Paraguay y Argentina. Y como extra debutó como actriz con el papel de Gina en la serie 1-5/18 –premiada con el Martín Fierro argentino a la mejor ficción– la cual musicalizó con su tema “Amor Prohibido”.

La experiencia la ayudó a dejar atrás muchas inseguridades y apagar las voces que retumbaban en la adolescencia, principalmente frente al espejo. “‘¿Cómo me mira?’,’¿Qué dice de mí?’, ‘¿Me querrán así?’. Me sentía totalmente invadida, pero la invasión estaba en mí, me auto invadía con mis inseguridades. Después empecé a aceptarme como soy, a trabajar en esas cosas que no me gustaban. Si querés la aceptación del otro tenés que aceptarte vos mismo. Si no, estás al horno. Si no, ¿quién te va a aceptar?”.

No me sentía una arista de la talla para estar en un Luna Park, imaginate cómo estaba mi cabeza de contaminada, me sentía poco para ir a un lugar

Ese proceso forjó una Ángela sin igual que domina todo lo que ocurre arriba y debajo del escenario. Ya sea en Gran Bretaña, Suecia, Paraguay, Argentina, o adonde sus shows la lleven. La cumbia no entiende de fronteras.

Carteles gigantes con declaraciones a sus exparejas y gritos desenfrenados, cada fan lo vive como quiere. Aunque, a veces los límites se pierden. Medias, calzoncillos, bombachas diminutas, arriba del escenario Leiva recibe de todo. En su cara se dibuja una sonrisa o una mueca de asombro, todo lo toma con mucho humor, o mejor dicho casi todo. En una de sus presentaciones en Bolivia le tiraron un preservativo. “Eso me puso incómoda, pero porque sentí que lo hacía una persona que tenía ganas de hacerse la canchera, como ‘¡Mirá lo que te tiro!’. Ahí paré el show, todo, lo agarré del piso y dije: ‘¿Quién me tiró esto?’. La gente cuando vos preguntás empiezan a buscarse entre ellos y un par me señalaban a uno y esa persona, que era un varón, se hacía el tonto. Así que le retruqué con una cosa. Lo mismo cuando me gritan cosas, los mal llamados piropos. Me ponen incómoda”, se sincera la artista.

Ángela no se paraliza, busca salir de la incomodidad y dispara, saca a relucir el barrio y responde con el mismo carácter que forjó desde chica en el lugar donde se crio: “Tengo mucho barrio también, me crie en San José Temperley, nací en Tandil, pero me crie en el barrio. Tengo labia, desde muy chica que fui de tener amigos varones y después en este rubro la mayoría de los músicos son hombres, soy uno más. Por eso le respondí con una guarangada que no pudo decir más nada, pobre”.

Esa misma determinación fue la que le abrió la puerta al mundo de la actuación. Si bien sobre el escenario muestra una versión de cantante actoral, que juega mucho con lo dramático, nunca había explorado este plano. Tal fue el caso que la productora Polka la convocó para el casting de la tira 1-5/18 pensando que era actriz. “Fue tirarme a la pileta con algo de lo cual desconocía. Fue muy mágico, porque yo siempre que miraba televisión me sentía capaz de actuar. En mi casa se veían todas las novelas”. Y confiesa: “La vergüenza que tenía el día que fui a los Martín Fierro, no te puedo explicar... Porque eran todos actores menos yo nada. Realmente sucedía que me sentía muy cómoda donde estaba.

Sin embargo, distinto fue cuando se enteró con quiénes debía compartir elenco y el papel que debía interpretar. “Cuando me entero el rol que iba a ser mi personaje, que era la hermana de Bruno, que es Gonzalo Heredia, dije: ‘¿Ay, qué hago?’. Me agarró un ataque porque digo, Gonzalo Heredia... no cualquiera, ¿entendés? El galán de la Argentina. Ahí tuve que hacer toda una concentración mental para creerme que yo lo podía hacer al lado de él. Por suerte Gonza es un amor, es un divino”.

Ángela Leiva fue convocada particularmente por los Ángeles Azules para compartir escenario en Bolivia, Paraguay y Argentina
Ángela Leiva fue convocada particularmente por los Ángeles Azules para compartir escenario en Bolivia, Paraguay y Argentina

—¿Cuál fue la escena más difícil de grabar?

—Las escenas de sexo. Ahí empiezan a jugar otras cosas: ya es el cuerpo, la inseguridad que tenemos todos. Aparte en esas escenas estaba Gonzalo, yo y 30 personas del otro lado. Tenía que hacerme un globo de seguridad y decir: “Listo, ellos son invisibles”. Y después, las escenas de intento de violación eran lo que más comprometida me dejaba a nivel físico. Me iba muy mal de las grabaciones, me afectaba mucho.

—¿Cómo es la Ángela que se sube al escenario?

—Trato de ser lo más auténtica posible, si yo quiero ser un ejemplo o un canal tengo que mostrarme como soy para que el otro también sepa que se puede mostrar como es, tranquilamente.

—¿Cómo ves la movida tropical actual?

—Hoy logró un crossover que sucedió, por ejemplo, en los 90 con lo que era Grupo Sombras, Daniela Agostini, Los Chacales, esa onda de los pelilargos. Hoy estamos en un momento muy lindo porque donde sea, escuchás cumbia: ponés la tele y escuchás cumbia. En el que los artistas que no hacían cumbia, ahora quieren hacer cumbia. Significa que hay algo muy grande que está sucediendo y que lo tiene bien merecido el estilo porque muchos años fue ninguneado. Está en un momento especial del cual estoy orgullosa y creo que también soy una abanderada.

—Cuando te golpeó la fama, ¿sabías cómo manejarla?

—Me acuerdo que lo más heavy que me pasó fue cuando era muy chica, que recién empezaba. Un día bajo al baño a una estación de servicio, estoy haciendo pis y de repente escucho murmullos. Miro a arriba mío y me estaban filmando, pasaban el brazo. Ese día me enojé, me enojé mucho porque era mi intimidad, algo tan íntimo como ir al baño. Y después dije:_”¿Qué más grave que esto me puede pasar?”.

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