Ernesto Alterio: “El cuerpo de Eva era un emblema muy poderoso, tenían que ver cómo hacerlo desaparecer”

En Santa Evita, la serie de Star+, el actor -hijo de Héctor Alterio- interpreta al coronel Moori Koenig, a quien le dieron una orden: “Conviértala en una muerta tranquila”. ALERTA SPOILER

Ernesto Alterio a solas con Teleshow

Ernesto Alterio impacta con su personificación del siniestro teniente coronel Carlos Eugenio Moori Koenig en la miniserie Santa Evita. Es el actor clave de la trama, el hombre que se encarga de hacer desaparecer el cuerpo embalsamado de Eva Perón tres años después de su muerte. También es quien, antes, había sido edecán de la primera dama durante sus años de esplendor y quien le pasaba los informes a Juan Domingo Perón durante la enfermedad de su esposa. Y el mismo que después desarrolló una pasión enfermiza por el cadáver que lo terminó llevando a la locura.

“Estoy muy contento de haber participado en esta gran producción, con gente de muchísimo talento y contando esta historia que es fascinante”, le dice Alterio a Teleshow sobre la miniserie de siete capítulos que se emite por Star+, en coincidencia con los 70 años de la muerte de Evita. La obra se basa en la célebre novela de Tomás Eloy Martínez publicada en 1995, y el elenco se completa con Natalia Oreiro como Evita, Darío Grandinetti como Perón, Francesc Orella como el médico embalsamador Pedro Ara y Diego Velázquez como el periodista Mariano Vázquez, una especie de alter ego de Eloy Martínez.

El papel marca un antes y un después en la trayectoria de Ernesto, sobre todo en su relación con la Argentina. Es que el recorrido de su personaje transita desde 1947 hasta 1971, y en cierta medida dialoga con su historia personal de desarraigos, con ese país que lo vio nacer en 1970 y cuatro años después lo empujó al exilio por las amenazas que sufrió su padre, el prestigioso Héctor Alterio. “Mi papá pudo volver acá en el año 80″, cuenta el actor que vivió la mayor parte de su vida personal y profesional en España, y que se siente un poco de cada tierra.

Natalia Oreiro y Ernesto Alterio en Santa Evita

—Moori Koenig es un personaje de una oscuridad y una locura muy interesante para interpretar.

—La verdad que sí. Era muy atractiva la propuesta por la posibilidad de interpretar a ese ser tan complejo, con un conflicto tan extraño. Y también con una peripecia, un recorrido tan grande, ¿no? Porque el personaje aparece con 35 años en el cénit de su plenitud y sufre un proceso de deterioro hasta que aparece al final de la historia, con 65 años, completamente alcoholizado y psicótico. Es un personaje muy rico

Y que se ha obsesionado con el cuerpo de Evita.

—Y... es en cierta medida también la historia de una obsesión. Es la historia, sí, de este personaje al que le encargan esta misión en un principio de cuidar a alguien a quien detesta, digamos, ideológicamente pero que en él se empieza a jugar una extraña atracción, ¿no? Yo creo que eso genera un cóctel tremendo. También ubicado en un momento histórico, para dimensionar bien lo que significaba esa figura en ese momento. Entonces, bueno, es un personaje muy rico que me ha posibilitado también explorar aspectos de la condición humana, también bien extraños.

—Me quiero quedar primero en el personaje. A la hora de armarlo, ¿habías leído anteriormente el libro?

—No. Antes de recibir la propuesta sabía de la existencia del libro. Yo había leído La novela de Perón, pero no había leído Santa Evita. Fue a raíz de tomar contacto con el proyecto que la pude leer.

—¿Y cómo es el vínculo a la distancia con el peronismo?

—No lo sé bien. Al no vivir acá, yo no tengo un día a día de lo que es. Lo que sé es por lo que cuentan mis padres, por lo que supe de mis abuelos: es un movimiento que me ha interesado como también me ha interesado la historia de la Argentina, que es mi país de origen. En España me preguntan por el peronismo: no lo entienden. Igual, es un movimiento que ha ido mutando hasta el día de hoy.

Ernesto Alterio es el teniente coronel Carlos Eugenio Moori Koenig en Santa Evita

—¿Te sentís argentino?

—Mira, yo soy argentino pero también soy español, y lo siento como una suerte porque es una cosa que suma. O sea, soy argentino y además soy español, y además soy el hijo de Héctor y de Ángela. Y además, soy hermano de Malena. Y además, el papá de Lola. O sea, son cosas que suman. No lo siento como un conflicto.

—Vuelvo a Santa Evita. Es muy interesante cómo la serie cuenta, a través de lo que pasó con el cuerpo de Eva, un momento histórico difícil de la Argentina.

—Sí. Para mí lo interesante que tiene la serie es que está basada en la novela de Tomás Eloy, en la que sí parte de un hecho histórico, pero hace una construcción en la que el terreno entre la ficción y la realidad no está tan claro. El propio Tomás Eloy decía que las cosas que él inventó la gente pensaba que eran ciertas, y las cosas que eran ciertas, la gente no las creía. Entonces, para mí lo interesante es que pone la pelota en un terreno de juego donde la realidad y la ficción hacen una danza.

—Bueno, es claro, es un gran zona gris en la que no sabemos realmente bien qué fue lo que ocurrió.

—Está claro que parte de hechos históricos, pero yo creo que también tiene que ver con la propia estructura de los mitos. Pienso en Jesucristo: hay hechos históricos, ¿pero qué hay de cierto? Los mitos los hacemos los hombres.

—Bueno, algo de eso aparece también en el primer capítulo y tiene que ver con el motivo por el que deciden robar el cuerpo: para no convertirla en una santa.

—Eso es lo que le encomiendan a mi personaje: “Conviértala en una muerta tranquila”. Le tenían mucho miedo al poder que tenía primero en vida, y una vez muerta, le seguían teniendo mucho miedo a lo que podía hacer. Nos ubicamos en un momento donde los militares que derrocaron a Perón también armaron una campaña para erradicar todo lo que tuviera que ver con el peronismo. Y en ese sentido, el cuerpo de Eva era un emblema muy poderoso. Entonces tenían que ver cómo expropiar ese cuerpo, hacerlo suyo y hacerlo desaparecer.

—¿Cómo fue el vínculo con Natalia?

—Ya había podido trabajar con ella en Infancia clandestina, una película de Benjamín Ávila. Nos conocíamos. Es muy gustoso trabajar con ella. Además, está súper bien colocada en este proyecto, y eso lo hacía muy placentero y muy fácil.

—Han hecho un trabajo increíble ustedes, por supuesto. La realización, la ambientación de época es maravillosa. Y a mí me gusta destacar cómo este mundo en el que estamos viviendo con las plataformas permite productos de una calidad alucinante y que llegan a diferentes partes del mundo.

—La verdad que sí. Y es algo para agradecer mucho a Star+: que haya tenido esta iniciativa y este arrojo y esta apuesta de hacer un producto y convocar a gente tan talentosa que hay aquí. Tenemos al Chango Monti que es una joya que hay aquí en la Argentina, un gran iluminador. Mercedes Alfonsín en la dirección de arte. Están Rodrigo García y Salma Hayek como productores ejecutivos... Es un momento muy bueno porque aparecen productos en streaming que tienen mucha calidad.

—¿Qué deseás que pase con la serie?

—Pues... que sea un éxito mundial. Eso es lo que deseo. Tengo muchas ganas que la vean y compartirla con la gente. Que sea ya de la gente.

—Y nosotros te queremos en más proyectos en Argentina.

—Ay, yo también. Ya me van a ver.

—¿Estás dispuesto? ¿Tenés ganas?

—Sí, para mí tiene algo muy especial venir a trabajar acá. Hay algo en mí que se completa.

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