“Te voy a cuidar siempre y más que nunca. Gracias por ir de mi mano estos 34 años”, prometió en noviembre del año pasado, el día de su cumpleaños, el actor Antonio Ibáñez ante una foto de él de pequeño. Para ese entonces el artista ya conocía el para nada alentador diagnóstico: tenía un linfoma. Estoicamente cuidó de él como lo dijo en su publicación, hasta que en julio partió, dejando antes un fuerte mensaje de enseñanza a sus seguidores y recalcando la importancia de vivir el presente.
El 12 de julio, alguien desde su cuenta publicó su carta de despedida. “He luchado con todas mis fuerzas pero no he conseguido ganar esta batalla. Tenía muchas ganas de vivir y seguir creando arte. Aun así, podréis ver, sentir y tocar mis energías más puras en todos mis cuadros. Allí os podréis perder en mi alma linda y generosa”, dice el mensaje escrito en castellano y en inglés. Una breve galería de sus imágenes y sus cuadros inmortalizó su improvisado altar en las redes sociales, que de inmediato se llenó de reconocimiento en una amarga y sentida despedida.
“Actor y pintor”, como se definía en las redes sociales, Antonio nació en Granada en 1987, ciudad en la que estudió Bellas Artes y en paralelo realizaba diferentes cursos de actuación mientras su rostro se hacía conocido en diferentes campañas publicitarias. Pero el joven no iba a tardar en demostrar que era mucho más que una cara bonita. En el 2010 dio su primer gran salto y se mudó a Madrid, donde pudo desarrollarse profesionalmente como actor. Su primer papel importante lo consiguió en Arrayán, y desde entonces se lo vio en las series Aida, La que se avecina, Ciega a Citas y El Ministerio del Tiempo, hasta que le llegó su primer protagónico en el cine con Chicas Paranoicas y se destacó en el corto Gabriel, donde interpretó a un robot sexual.
Pronto su país le quedó chico y con sus diferentes proyectos llegó a todos los rincones del mundo. Su trabajo como modelo le abrió las puertas del resto de Europa y Asia. Como pintor, en el 2016 abrió su propia galería de arte y tres años después tuvo la posibilidad de presentar sus cuadros en París. Como actor, se proyectó en las plataformas, su talento llegó a todos los rincones de América Latina. Polifacético, se animó a participar de The Dancer, un reality show de baile. Y también fue convocado por algunos artistas para protagonizar sus videos musicales, y se lo pudo ver en los clips de Aitana (”Nada sale mal”) y de Maldita Nerea (”Un planeta llamado nosotros”).
Reflejo de lo que estaba viviendo, este año estrenó el cortometraje Supermen, “dedicado a todas las personas que luchan contra el cáncer”, tal como él mismo lo presentó. En la portada, elocuente, se ven dos fotos de él de perfil, enfrentadas, una antes de comenzar su quimioterapia y otra después, ya sin cabello, mostrando las secuelas de su tratamiento.
En sus redes sociales fue compartiendo con sus seguidores la evolución de su enfermedad: “Otra etapa en mi vida. Hace un mes, un líquido recorre mi cuerpo para curarme. También creció esa incertidumbre de la que te haces amigo; muy diferente a la que yo como actor y pintor decía que casi siempre me acompañaba”, escribió en una imagen que lo mostraba con su cabellera rapada: “Miedo, al principio. Hoy ya no lo tengo, quizás habrá algún día que sí, no lo sé... Lo que sienta, lo dejaré estar y lo abrazaré. Pasan los días y todo está más en calma, en paz, controlado, ya sé de qué va esto y a lo que me enfrento, Linfoma. Me entraron unos nervios que recorrieron mi cuerpo (parecían interminables) como cuando un relámpago o trueno atraviesa el cielo”, agregó a continuación.
Luego, muy gráficamente describió su sensación ante el diagnóstico: “Las imágenes del amor de mi vida, mi mami, mi padre, mi hermana, mis amig@s, de los rodajes, pintando en el estudio, los compis de clase, castings, me pasaron por la cabeza como si de un tráiler se tratara. No le pude dar a ‘Saltar Anuncio’. Apareció ese tipo de egoísmo de por qué a mí; supongo que normal en este proceso”.
También hizo referencia a su nuevo aspecto físico: “El pelo: Hasta luego. Siempre he querido raparme y no lo he hecho porque… - ¿Y si me llaman para un proyecto y no doy el perfil? Bah. Pues ya es lo que hay”, dijo con humor y siguió: “Llevaba tiempo aprendiendo a vivir en el ahora, a veces es difícil, sí, pero probadlo. Todo esto me reafirma que en la vida las cosas son como son, pasan porque tienen que pasar. Las experiencias te preparan para muchas cosas; para ésta por ejemplo, no tanto. Pero estoy con más fuerza que nunca para afrontar esto y todo lo que venga ¡me encuentro muy bien! Con valentía, con una energía que se ha apoderado aún más de mi cuerpo, mente y Alma”.
“Sinceramente esto no me hacía falta para valorar todo lo que tengo, siento, quiero y disfruto en la vida. Aún así sigo aprendiendo”, reconoció, y se animó a dar una serie de consejos: “No os toméis nada tan en serio. No dejéis el ‘ya te llamo’ pa’ mañana. Ni ese café. Ni la cita que tenías hace semanas. Si sientes decir te quiero hazlo ¡Qué más da!¡ Volveros locxs por y con vuestros sueños, llevadlos al extremo! ¡Luchad por ellos! Ya sabemos que el ‘no’ ya se tiene, pues pa’ lante y que nos quiten lo bailao’ ¡Disfrutad como si no hubiese mañana!”, añadió, y cerró con una posdata: “Incluid una dosis + de AMOR en to’ lo que hagáis ¡Probadlo! Ya me contaréis”.
Desde entonces, sus vivencias le sirvieron de inspiración a la hora de tomar sus acrílicos. “Plasmando sensaciones nuevas”, escribió alguna vez junto con la imagen de un cuadro de su autoría. “Siento que estoy reseteando mi cuerpo, mi alma, dejando más libre mi mente. Siento y estoy en calma, en calma de verdad. ¡Y qué gusto! Como cuando te dejas llevas por el movimiento del mar y miras hacia el cielo... atardecer. Escuchas tu respiración dentro del agua mezclada con el sonido del mar. Rayos de luz. Y solo hay el momento, ese instante...”, reflexionó en noviembre del año pasado. Por esos tiempos también expresaba sus ganas de regresar a la actuación, “teatro te echo de menos, espérame que ya llego”, decía sobre la deuda que le quedó pendiente. También soñaba con tener un estudio de arte “bien grande, con ventanales y si es en Nueva York, mejor”.
Estas inquietudes cosmopolitas se vieron reflejadas en su último gran proyecto, cuando la prestigiosa revista Vogue lo convocó para que realizara un shooting para su edición de mayo último en Arabia, que como era habitual, el artista compartió con sus seguidores. “Fue un gran desafío pintar y diseñar este lienzo de 7x3 metros y crear la ilusión de un ojo de dragón dentro del huevo. El proyecto es un homenaje al surrealismo en clave moderna”, destacó.
Seis semanas antes de su muerte, subió a su Instagram un collage de esta obra. En el fondo, el cielo inmenso, en tonos amarillos y naranjas, sobre las montañas oscuras. A él se lo ve flotando en primer plano, con un pincel en su mano izquierda, la ropa enchastrada por su trabajo, la mirada siempre hacia adelante y la sonrisa apenas dibujada en su rostro. “Volaaareeee, ooohhh”, escribió citando el hit italiano. Y anticipando de alguna manera su partida.
“Un Sí a la vida, al amor, a los sueños, a los momentos hermosos llenos de color y en la forma que sea. Ese Sí que llena de alegría, energía, vitalidad y disfrute. Que a muchas preguntas que nos hagamos, la respuesta sea Sí. A tantas acciones y momentos que queremos que se cumplan, sean un Sí. Que esos ‘no’ que no queremos, los convirtamos en un Sí ¡Y que sea a lo grande!”, dejó como reflexión y enseñanza tiempo antes de partir, luego de un año de lucha en la que además de sus amigos y familia, siempre lo acompañó su arte. Ese que todavía sigue brillando en sus redes sociales y que permanece vivo como un legado de su talento.
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