El lunes por la noche Margarita Bullrich se presentó en La Voz Argentina, y su audición a ciegas terminó con las cuatro sillas dadas vuelta. Lali Espósito, Mau y Ricky, Ricardo Montaner, y Soledad Pastorutti le ofrecieron la oportunidad de formar parte de sus respectivos equipos, y la joven de 18 años eligió a la dupla de hermanos. En medio de las repercusiones por su participación, la hija del exsenador Esteban Bullrich habló con Teleshow sobre la emoción que sintió por el apoyo de su familia, los comentarios en las redes sociales y la profunda admiración que siente por la tenaz actitud de su padre desde que le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA) en abril del año pasado.
“Duro es el camino y sé que no es fácil...”con esa frase de la icónica canción de Patricia Sosa, Margarita expresó su deseo de transmitir sentimientos a través de la música, y acompañó todo el tema musical con el lengua de señas. Debajo del escenario la alentaban su mamá, María Eugenia Sequeiros, su hermana Luz, y su padre, quien no pudo contener el llanto cuando la vio interpretar aquellas frases, que fueron una suerte de himno para la familia. “Ese tema es una locura para mí por todo lo que transmite detrás de la letra, te hace sentir que te comprende, y ese sentido de comunidad que genera la música me encanta”, asegura en diálogo con este medio sobre el simbolismo que encubría la elección de “Aprender a volar”.
“Ayer lo vimos en vivo todos en mi casa, mis cuatro hermanos y mis papás, y fue re emocionante para todos revivirlo”, cuenta. Y con timidez y humildad, enseguida agrega: “Soy nueva en esto, tengo muy poca experiencia, tanto por aprender, y estoy tratando de disfrutarlo”. Sorprendida por la ola de mensajes que recibió en su cuenta de Instagram, las menciones de su nombre en Twitter y la experiencia de dar entrevistas, asume que recién ahora toma dimensión de la magnitud del acontecimiento televisivo. “Ojalá que más allá de mi voz, que sé que tuve errores, con que a una persona le haya servido para algo, yo ya me quedo feliz”, celebra con una sonrisa, convencida de que el propósito ya está cumplido.
Al analizar su vocación artística repasa su infancia y recuerda que desde muy chica empezó a jugar a ser artista. Después estudió comedia musical, y en cada uno de sus pasos tuvieron que ver sus padres, dos apasionados por la música. “A mamá siempre le gustó la música, especialmente la música católica, de misa, y siempre me decía: ‘Dios no me dio a mí el don de poder cantar, pero te lo dio a vos’; y era fuerte para mí, además de que papá siempre fue muy fan de la música, y siempre nuestro plan era el finde cantar juntos”, expresa, y recuerda con alegría todas las veces que interpretaron su gran hit como dúo, una versión padre e hija de “Colgando en tus manos”, imitando a Marta Sánchez y Carlos Baute.
Tampoco faltaban los clásicos de Queen en la sobremesa familiar después de un asado, las simbólicas enseñanzas de Jorge Drexler a través de sus canciones, ni las raíces argentinas con representantes del folclore. “Los cimientos de lo que me gusta hacer son mis papás, porque me inspiraron a no guardarlo en un mundo donde quizás sigue estigmatizado hacer música; sin ellos no cantaba, me contagiaron el amor, y de hecho los dos tocaban la guitarra y después dejaron, pero las guitarras que yo siempre usé son las suyas, así que tenemos mucha historia juntos”, confiesa.
“Mientras cantaba lo escuchaba a papá llorar detrás del escenario, además de que sabía que estaba ahí”, revela con la emoción de nuevo a flor de piel. “Me daba fuerzas y me reafirmaba el porqué estaba haciendo lo que estaba haciendo, aunque fui por mí, también fue en gran parte por él”, explica. Además aprovecha para extender su gratitud: “Que me haya podido acompañar fue un regalazo porque es difícil para él, se cansa mucho y fue un momento muy emocionante que esté presente y que pueda haber venido, la verdad es que tener a mi familia ahí fue lo mejor del programa”.
Por estos días Margarita está estudiando Ciencias del Comportamiento en la Universidad de San Andrés, y a la hora de esbozar su futuro apela al mismo lema de su padre, “La vida es hoy”. “Siento que todavía soy muy chica y me queda mucho por aprender, que no sé ni la mitad de cosas que debería saber para dedicarme a esto, pero sí sé que quiero que la música esté siempre presente en mi vida porque para mí es poder expresarme, decir lo que siento, conectarme con la gente, con mi familia y amigos; realmente vale mucho la música sentida en el corazón”, sostiene.
—¿Qué sentiste cuando viste tu audición en la tele?
— Fue muy fuerte, y me di cuenta que se notó que yo estaba paralizada en ese momento. En las devoluciones de cada uno yo no podía reaccionar, y se vio como me decían que tuve imperfecciones y yo sabía, pero por los nervios no podía ni asentir. Era la primera vez que me subía a un escenario: pasé de cantar con mi familia y mis amigos a La Voz Argentina, sin escalas. Era imponente ver las sillas de gente que admiro y toda la gente alrededor. El año pasado había visto toda la temporada, pero no podía participar por mi edad.
—¿Qué te hizo inclinarte por Mau y Ricky a la hora de elegir en qué equipo estar?
—En realidad fui sin pensar que se iban a dar vuelta las cuatro sillas, para mí eso fue una sorpresa total. Pero a Mau y Ricky los sigo hace mucho tiempo, los admiro mucho por el mensaje que dan. También quería pensar bien la decisión según lo que me dijeran, la disposición de cada uno como coach, porque estoy ahí para aprender y hacer un camino en esto. Como se dieron vuelta primero y yo los quería mucho, los elegí, me ganó el fanatismo.
—Hasta el momento ningún participante había incluido lengua de señas, ¿cómo surgió la idea de incorporarlo en tu presentación?
—En cuarentena me di cuenta de que a mi papá le empezaba a costar el habla, y me dieron ganas de estudiar las señas. Me parecía muy loco que si todos lo estudiáramos, todos podríamos hablar con todo el mundo, porque es universal. Hay algunas señas distintas en cada idioma, pero si todos en el colegio las aprendiéramos, podríamos hablar con personas de otros países. Me parecía algo re lindo y la concientización también, porque la música es algo que tenemos que poder escuchar todos, y sino al menos tenemos que poder sentirlo. Empezó por papá, pero después también me di cuenta de que la idea de que alguien se pierda la música no es algo que me guste.
—Tu participación tuvo mucho valor emocional, y las lágrimas de tu papá traspasaron la pantalla. Incluso mencionaste una de sus frases y le dedicaste la canción...
—Totalmente. Creo que pasar por una situación así, de ver a un familiar cercano sufrir constantemente, y también el hecho de no poder hacer nada al respecto, como una sensación de impotencia, te enseña mucho de vos mismo. Claramente no soy la misma persona ahora que cuando a papá lo diagnosticaron, ninguno de mi familia, porque también es un camino a conocerte en una situación así. Es algo que al menos nosotros no habíamos vivido antes, aunque mi hermana Luz había tenido cáncer a los 8 años, algo que papá había contado en algunas entrevistas, pero éramos todos muchos más chicos. Si bien mis papás lo re sufrieron, ahora estamos todos más grandes y esta situación fue lanzarnos al vacío casi.
—Pasó poco más de un año del diagnóstico, y cuando subiste al escenario dijiste la misma frase de la canción “Duro es el camino”, para expresar cómo lo vivieron como familia...
—Es que es tal cual. Tratamos de dejar que Dios actúe, pero también tuvimos mil dudas: muchos ‘¿Por qué a mí?’; ‘¿Por qué a nosotros?’; ‘¿Por qué a mi papá?’. Y ahora evolucionó gracias a Dios y la dinámica familiar también, a como dice papá, un ‘para qué'. Tratamos de pensar qué podemos sacar bueno de esto y cómo podemos transformar este dolor en algo que nos sirva a nosotros o al resto de la gente. También cómo honrar los planes que tiene Dios para nosotros, y confiar, sintiendo que somos parte de algo más grande en este mundo. Yo lo vivo entregándome al día a día, obvio que hay días que estoy triste, que lloro, que me enojo, pero lo importante es que no nos quedamos ahí. Aprendimos a no quedarnos en eso y poder salir para apoyar al otro. Todos pasamos por eso, por momentos de tristeza, de sufrimiento, de enojo, bronca, rabia, y es lo más normal, es humano. Eso no te hace más o menos fuerte, pero lo importante es no ahogarse en eso, ir aprendiendo a salir.
—Ricardo Montaner cuando saludó a Esteban le dijo: “Yo soy fan tuyo”, una admiración que muchos les deben expresar por la resiliencia con la que afronta la enfermedad
—Fue un momento hermoso y no tengo dudas de que mi papá es una fuente de inspiración, es un genio total, por más que no suena objetivo si lo digo yo que soy la hija. A mí me hizo entender que puede pasar de todo, me puedo equivocar, quizás no se daba vuelta nadie, pero era el momento de mostrarme, de exponer lo que tengo para dar, y si a la gente no le gusta, bendito sea Dios y si les gusta también. El antes y el después son parte del camino, pero el ahora es lo único que tenemos por eso estaba tan entregada a disfrutar, porque más allá del canto y las imperfecciones, tenía los pies en la tierra con ellos ahí apoyándome.
—Hace unos días le compusiste una canción a tu papá en un evento de su fundación, ¿tenés planes de lanzarla?
—Sí, no sé cuando, pero quisiera grabarla y compartirla. La realidad es que al principio yo no tenía idea de cómo seguir adelante, pero ver a mi papá haciendo una fundación y un centro de atención para pacientes con ELA y otras enfermedades que no se conocen tanto, para mí es un mensaje súper esperanzador y me parece enorme. Él podría estar tirado en la cama, que de hecho sería lo más lógico porque le cuesta mucho hacer cosas, y sin embargo está haciendo de todo para que haya un centro con la fundación, que se done dinero para la causa, dirige las charlas de concientización; todas esas cosas me sacan de la tristeza y aunque no puedo hacer nada con respecto a la enfermedad en sí, me dan ganas de preguntarme cada día qué es lo que sí puedo hacer.
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