No importa que falte un año para su estreno, la película del momento tiene nombre de muñeca rubia de medidas inalcanzables. Desde que Warner Bros. distribuyó las primeras imágenes de la superproducción de Barbie dirigada por Greta Gerwig -una Margot Robbie en total pink que no puede ser más igual a la creación de Mattel, junto a Ryan Gosling platinado y de abdominales tallados, como Ken–, la expectativa mundial para conocer detalles de la trama no para de crecer. Y como pasó con House of Gucci, cada nueva foto o video que se filtra desde el set en Venice, California, genera una revolución en las redes sociales.
Pero el guión, que también es de Gerwig (y de su marido, Noah Baumbach), está guardado bajo siete llaves. Hasta acá sólo se sabe que la sinopsis es la misma que acompaña al proyecto desde sus inicios, en 2014: la muñeca más famosa de la historia es expulsada de Barbieland por no ser lo suficientemente perfecta y se embarca en una aventura en el mundo real. Con Gerwig a la cabeza, tras varios cambios en la dirección y en los protagónicos -se habló en su momento de Amy Schumer y Anne Hathaway para interpretar a la blonda-, se espera, sin embargo, que sea una pieza feminista.
Gerwig, que se hizo conocida como una de las estrellas del mumblecore -films de bajo presupuesto donde los diálogos, casi murmurados, prevalecen sobre la trama, como los de los hermanos Duplass y los del propio Baumbach- a mediados de los 2000, viene de dirigir Lady Bird (2017) y Mujercitas (2019), que le valieron tres nominaciones al Oscar y la consolidaron por su mirada sensible y de género. En ese sentido, el blog sobre cine independiente World Of Reel adelantó que en la película la realidad desilusiona a Barbie cuando descubre los desafíos de ser una mujer de carne y hueso, como el sexismo y los estándares de belleza imposibles hasta para ella. “Pero el conflicto surge cuando se hace claro que Ken ama la experiencia en la vida real tanto como a Barbie -asegura, aunque ni Gerwig ni nadie en Warner lo ratificaron-. Al mismo tiempo, un malvado CEO de Mattel (que ya sabemos por las fotos, será Will Ferrell) se empeña en hacer que la pareja plástica regrese a Barbieland”.
En una entrevista con la edición británica de Vogue cuando fue elegida para el papel, el año pasado, Margot Robbie -nominada al Oscar como Mejor Actriz por Tonya (2018) y como Mejor Actriz de Reparto por Bombshell (2019)- dio más pistas: “¡Viene con un montón de accesorios! Y gran cantidad de conexiones nostálgicas. Hay muchas formas de abordar la historia: la gente escucha Barbie, y cree que sabe lo que va a ser la película. Pero después escuchan que está escrita y dirigida por Greta Gerwig y se dan cuenta de que no puede ser lo que podría parecer en un primer momento”.
También se sabe que el casting pone el eje en la diversidad y hay otras grandes figuras: la actriz de Saturday Night Live Kate McKinnon, America Ferrera (famosa por encarnar a la versión americana de Betty la fea), Simu Liu (Schang Chi en el universo Marvel), la modelo y actriz Hari Nef (Gittel en la serie Transparent), el ruandés Gcuti Gatwa (Eric en Sex Education) y la protagonista de la serie Insecure, Issa Rae, además de Ferrell.
¿Pero por qué genera tanto interés e intriga -y no precisamente en los niños- una película no animada sobre la muñeca que desde fines de los años 50 enseña a las mujeres desde chicas cómo ser perfectas (o por qué nunca lo serán)? La historia de la Barbie es desde más de setenta años parte de la nuestra: objeto de deseo coleccionable y aspiracional como juguete y como concepto. ¿Quién no quiso tener su cintura mínima o peinar al menos su pelo rubio y larguísimo?
Las medidas de la Barbie, que a escala mediría 1,75 m, se han estimado en 91 cm de busto, 46 cm de cintura y 84 cm de caderas y fue vestida por diseñadores como Armani, Carolina Herrera, Vivienne Westwood, Versace, Givenchy, Dior, Hervé Leger y Oscar de la Renta… ¡Hasta Louboutin le hizo en miniatura sus clásicos zapatos con suela roja! Por eso es que también los fanáticos de la moda están ansiosos por el vestuario del film de Gerwig.
La muñeca Barbie fue creada en 1959 por Ruth Handler, que tenía una fábrica de juguetes de plástico con su marido, Elliot Handler. Cuando se asociaron con Matt Matson crearon la marca Mattel, por Matt y Elliot; se hicieron un nombre vendiendo ukeleles y casitas de muñecas. Hay dos versiones sobre cómo se iluminó para crear a su producto estrella –que se inspiró en un viaje a Alemania en familia o bien viendo jugar a su hija Bárbara, por quien bautizó a su creación–, pero en las dos sobresale el mismo objetivo: hacer muñecas más realistas, más parecidas a lo que querían ser las niñas. Si lo logró o puso esos deseos demasiado altos todavía está en discusión, pero lo cierto es que en el primer año desde su lanzamiento, vendió 351.000 modelos.
El resto vino por añadidura: el éxito de Barbie los impulsó a fabricarle un novio, Ken, llamado así por su hijo. También otros personajes y accesorios para completar un mundo rosa en miniatura. Desde el principio enfrentó controversias: ¿Era sólo una rubia tonta? Desde el principio nació estereotipada, pero eso no impidió que generaciones y generaciones de chicas soñaran con tener la suya, en tiempos en que no se cuestionaban los mandatos de género implícitos en los juegos infantiles. Ni siquiera eso hizo mella en su historia de éxito: hasta hoy, Mattel lleva vendidas más de mil millones de Barbies.
La frase “Tú puedes ser lo que quieras ser” se convirtió en uno de los slogans más poderosos de la historia del marketing, pero también encierra fuertes contradicciones. Hace años, un estudio del departamento de Psicología de la Universidad de Oregon sobre niñas de entre cuatro y siete años demostró que pese a que la muñeca evolucionó con los tiempos y desarrolló cientos de versiones de mujeres profesionales (de la Barbie veterinaria a la Barbie astronauta), las niñas que juegan con Barbies tienen a reducir sus aspiraciones de carrera.
A la par aumentan la presión sobre sus cuerpos, que jamás podrían verse como el de la rubia que aprenden a idealizar. Un estudio de 2014 reveló que el cuello de la Barbie es dos veces más largo que el de una mujer promedio y su contorno tiene 15 centímetros menos: ¡Barbie sería incapaz de mantener su cabeza erguida! Su cintura de 41 cm es más chica que su cabeza: si fuera real, sólo tendría capacidad para albergar medio hígado y un pedacito de intestino. Sus muñecas son absurdamente pequeñas: Barbie sería incapaz de levantar objetos. Y sus piernas sólo son posibles en sueños, son un 50% más largas que sus brazos, cuando las de la mayoría de las mortales sólo los superan en un 20%. Los piecitos son tan mínimos que recuerdan las torturas de la ceremonia del vendado al que eran sometidas las orientales.
Margot Robbie enfundada en un traje de cowgirl rosa y con la voz aguda y sexy del cliché de la típica californiana es lo más parecido que vamos a ver a la muñeca creada por Hendler. Y tiene sentido la fábula: si hasta para ella es difícil –¿Cómo podría alguien en un mundo real o imaginario encontrarle imperfecciones?–, es obvio que el resto no tiene chances. Ahí es donde el talento de Gerwig sin duda hará su magia.
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