“¿Para cuándo el bebé?”, “¿No querés tener hijos?”, “¿Nunca pensaste en ser mamá?”. Casi todas las mujeres recibieron al menos una vez esta pregunta, muchas veces desde la inocencia y desde el amor, pero igual de incómoda ya que sin quererlo juzga y pone en el banquillo como si hubiera que explicar abiertamente por qué no, incluso cuando puede tratarse de una situación que excede la propia decisión y que abarca cuestiones médicas. Hace unos días cansada de escuchar los mencionados planteos, Barby Franco puso en palabras lo que tantas otras personas sienten: “Acoso en fertilidad”.
La secretaria de Mariano Iúdica en La Noche del Domingo que está desde hace una década en pareja con el abogado Fernando Burlando, ya no quiere escuchar que le pregunten si está embarazada y sin exponerse a dar mayores detalles aseguró que le dolía porque estaba “en lucha”.
“Cansada del acoso en fertilidad. Duele. Más que nada cuando uno está en lucha. Más de una me debe entender”, escribió en su cuenta de Instagram y en otra story dijo que solo Ángel de Brito conoce desde el principio su historia. Rocío Marengo hace unas semanas contó que se sometió a un tratamiento para ser mamá y que éste falló. Aún así siguió recibiendo preguntas respecto a si tendría un bebé y si seguiría intentando.
“¿Cuándo ustedes van a ser papás?”, le preguntó una cronista a Gimena Accardi y Nico Vázquez. Ante la incomodidad de los actores y para que ellos no se sintieran expuestos, Benjamín Rojas tomó el guante: “Qué pregunta tan íntima”. “No estuvo bien pero no fue con mala intención”, pidió disculpas la periodista salteña días después.
María Agustina Capurro, psicóloga con orientación perinatal y reproductiva (MN 69748) dijo a Teleshow que “si bien estamos transitando un momento de mayor apertura en relación al cuidado de los mensajes, el respeto por los caminos singulares y la diversidad, ciertos mandatos continúan muy arraigados”. Luego, especificó: “La edad, las parejas heteroformadas, el cuerpo de las mujeres, continúan siendo el escenario principal en el cual la pregunta que se formula, desconociendo todo contexto, de cuando llegará el hijo o hija se impone y toma forma de presión social”.
Ante el cuestionamiento, la especialista se refirió a por qué, bien puede caber el término usado por Franco: “Muchas mujeres eligen no abrir información en relación sus procesos, elecciones, desafíos, otras si lo hacen y todo ello es válido. Lo que aparece como disruptivo, incluso agresivo y por ello cabe la categoría de acoso, es la insistencia en la pregunta a pesar de que lo no dicho evidencia el sufrimiento o malestar que ocasiona”.
Si bien cada vez más mujeres deciden no ser madres y ante la pregunta lo cuentan y defienden la postura que rompe con los mandatos establecidos, muchas veces el no ser madre no tiene que ver con una elección y detrás de “¿para cuando el bebé?” se esconde el dolor, como dijo la modelo. “Muchas veces se desconocen diagnósticos, tratamientos, intervenciones quirúrgicas, pérdidas gestacionales, procesos administrativos, duelos, toma de decisiones, y muchas otras posibilidades que se transitan y que por no ser visibles no son tenidas en cuenta”, explicó la psicóloga, demostrando que lo que se ve, es solo la punta del iceberg.
“Cuando el deseo está presente y pulsa y el embarazo por diferentes motivos no llega se activan emociones, dudas, ansiedades, incluso la culpa puede emerger. Son momentos de vulnerabilidad y sensibilidad que requieren de un abordaje cuidadoso lejos de las expectativas ajenas y presiones del entorno”, agregó y sugirió “ser respetuosos, no presuponer y tener presente que no hay obligatoriedad por transmitir el minuto a minuto de estos caminos que conllevan mucha movilización y emociones asociadas es fundamental”.
Lo de Barby Franco no es algo aislado, solo que “en las figuras públicas esto se ve amplificado porque el entorno es masivo y pareciera ser qué hay derecho a opinar, preguntar, porque algo de la esfera privada se filtra y se da a conocer”, pero le pasa a la mayoría de las mujeres. Para Capurro, que ella se animara a hablar puede servir como una “oportunidad para reforzar la importancia del cuidado y poder desarmar la presiones que responden a estereotipos y mandatos que encierran y producen sufrimiento”.
Capurro además diferenció aquellos casos donde la pregunta puede doler pero está hecha con buena intención y desde el amor, de aquellos donde tiene que ver con la presión social.
“El entorno cercano, familiar, que cuida y quiere y puede hacer la pregunta e igual va a doler e incomodar o molestar pero hay una intención que tiene que ver con el afecto y uno puede dar una respuesta, la que fuera y desactivar para que la pregunta no se repita”, dijo y contrastó: “Otra cosa es la presión social, que puede estar desde el entorno no tan cercano y desde los medios de comunicación y mensajes que caen sobre las mujeres, sobre el reloj biológico y ni hablar de si es una mujer heterosexual en el marco de una pareja, es más prevalente todavía, ‘cómo no está pensando en tener un hijo o por qué no lo tuvo’, y ahí hay mucho por hacer, sobre todo por la insistencia”.
En ese punto remarcó que en la reiteración, cosa que tal vez ocurre más con las famosas, se produce una “victimización”: “En algunos casos está claro que detrás hay mucho dolor y hay algo de respeto que hay que tener en cuenta, hay mucho malestar detrás, les miran el cuerpo a ver si creció o no la panza y ahí es cuando se torna violenta la forma y deja de ser bienintencionada la pregunta”.
Detrás de cada persona hay una historia: decisiones de vida, frustraciones, tratamientos médicos o dolores. Empatizar, como principal premisa es el gran desafío en estos tiempos de cambio y entender que se trata de cuestiones íntimas que serán (o no) develadas, si el protagonista quiere en el tiempo y espacio que éste lo desee si es que lo hace. Por las que son mamás, por las que eligen no serlo, por las que quieren y no pueden.
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