Así fueron los años de Fernando del Solar en Argentina: alumno ejemplar, rebelde con causa y una revelación que lo impulsó a ser artista

El actor murió este jueves a los 49 años y conmocionó al espectáculo latino. Toda una celebridad en la televisión mexicana, en Buenos Aires había forjado su inesperada vocación

Fernando del Solar vivió hasta sus 22 años en Argentina y luego se radicó en México (Instagram)

Este jueves 30 de junio falleció a los 49 años Fernando Del Solar tras una lucha contra un cáncer de pulmón y linfoma de Hodgkin. Radicado en México desde 1996, se convirtió en una celebridad en la televisión azteca desde sus primeros pasos en la telenovela Perla hasta sus reconocidos trabajos en Venga la Alegría, Hoy y La Academia. En Buenos Aires, había forjado su inesperada vocación, entre las clases del colegio industrial y enfrentándose a mandatos familiares.

Fernando Martín Cacciamani nació el 5 de abril de 1973 en Buenos Aires y creció en una familia de clase media. Su padre, Norberto, se dedicaba al comercio, primero vendiendo semillas y luego con una agencia de cambio y turismo, mientras que su madre, Rosa Servidio era ama de casa. Su infancia transcurrió entre fútbol y bicicleta en la calle y la cita religiosa de los domingos con las pastas amasadas por la abuela. De allí siempre le quedaron los mejores recuerdos de familia y algunos problemas de sobrepeso, que lo volvieron un niño introvertido.

La visita temprana a una nutricionista y una simpatía que supo construir con los años dieron vuelta la ecuación. Pero entonces, en la escuela primaria fue un alumno aplicado, de cuadro de honor y lejos de cualquier inquietud artística. Fernando ni imaginaba con ser artista. No había en su familia nadie vinculado al rubro y se anotó para cursar el secundario en una escuela técnica. Allí empezaron las primeras rebeldías, empezó a sentarse en el fondo, a meterse en algún que otro lío y a dejar de recibir diplomas.

Y fue por ese entonces que lo empezó a seducir la actuación, que se le presentó de manera inesperada. Las clases de Historia del Arte despertaron una curiosidad hasta entonces inédita y el profesor lo invitó a sumarse a un grupo de teatro amateur que fue toda una revelación. Supo que quería ser eso para su vida y que el título de Técnico Electrónico iba a ser apenas un recuerdo de la adolescencia. A falta de un padrino artístico, abrió el diario en la página de los clasificados y marcó un par de propuestas para trabajar de extra. Eso estuvo bien una, dos, tres veces. Pero él quería algunas líneas de texto, y eso no aparecía. Se llevó un par de contactos y probó suerte en agencias de publicidad. La situación mejoró, pero por su cabeza empezaba a dar vueltas una idea y su plan iba a transcurrir lejos de Argentina.

Fernando del Solar se recibió de Técnico Electrónico en un colegio industrial (@fernandodelsolar)

Promediaban los ‘90 cuando Fernando empezó a ver la posibilidad de probar suerte en México. El mundo globalizado recién empezaba a manifestarse y todo se parecía a una gran aventura. “Lo único que conocía de México era Verónica Castro, El Chavo del 8 y Speedy González, que luego me enteré que en realidad era del otro lado de la frontera”, bromeó en una entrevista con Michelle Rubalcava para El Mitch TV.

Pero más allá de sus personajes icónicos, la gran referencia que tenía Fernando era el potencial de sus telenovelas y sabía que las tierras aztecas representaban un inmenso mercado para la ficción “Salí de Argentina con el sueño de ganar un Oscar, la gente me miraba y me decía que estaba loco”, reconoció. Entre ellos, claro, su padre, que no veía con buenos ojos la nueva vocación de su hijo, y mucho menos que fuera a siete mil kilómetros de distancia. “Papá me quería dejar la empresa, pero yo no quería saber nada con eso. Yo me sentía artista, quería actuar”, reconoció Fernando que mantuvo su postura con firmeza. “¿Con qué se come?”, le replicó Norberto cuando sabía que la batalla estaba perdida.

El tiempo limó las asperezas y mantuvo una excelente relación con su padre, quien falleció el pasado 12 de junio. El último posteo en su cuenta de Instagram lo recuerda, y de alguna manera resume su relación: “Apenas pasaron horas y ya te extraño. Me quedo con todo lo que aprendí, con sus aciertos, pero más de sus errores. ¡A volar hasta tierras altas papá! Siempre vivirás en mí, te amo”, escribió.

“Venirme a México era como poner una distancia entre mi familia y lo que quería hacer”, contó el actor sobre su desembarco en tierras aztecas (@fernandodelsolar)

“Venirme a México era como poner una distancia entre mi familia y lo que quería hacer”, analizó el actor, que trabajó un año en una oficina para conseguir el dinero que le permitiera cumplir su sueño. En marzo de 1996 levantó vuelo con dos amigos, llegó de madrugada al DF y lo recibieron las luces de la ciudad. “¿Qué es lo que hacemos aquí?”, se preguntaron. Al primer paso empezó a encontrar las respuestas y el resto fue historia conocida. Pasó un tiempo rebotando en agencias hasta que pudo conseguir un papel en Perla y construir una reconocida carrera entre la actuación y la conducción.

Diez años antes de su arribo, otro argentino había hecho historia en suelo mexicano. El 29 de junio de 1986, Diego Maradona levantaba la Copa del Mundo en el Estadio Azteca y desató la felicidad en el pueblo argentino que salió a la calle. Entre ellos, un niño de 12 años que veía en esa sonrisa enrulada un superhéroe. “Yo tenía 12 años cuando Argentina sale campeón del mundo con Diego Maradona. Y a mí me hizo creer que todo era posible. ¿Por qué? Porque ese día, a los 12 años, me puse la camiseta bajé a la calle y estaba todo el país vestido de blanco y celeste”, contó Fernando en una entrevista de televisión. “Nos abrazábamos todos con el vecino, con el desconocido... Ahí no importaba raza, religión, trato social. Ahí éramos todos hermanos, estábamos todos unidos. Y dije: ‘Esto se puede, esto existe’”, cerró el actor, que recordó a Diego con un sentido posteo en su Instagram el día de su muerte.

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