“Todos estamos tocados por el dolor”. Benjamín Vicuña es muy claro a la hora de explicar el motivo por el cual el público se identificó tanto con El primero de nosotros, la serie de Telefe que también está disponible en Paramount+, y cuyo último capítulo se emitirá esta noche. La ficción cuenta la historia de un grupo de amigos, todos atravesados por distintas problemáticas, que se ven conmovidos cuando Santiago (Vicuña) recibe el peor de los diagnósticos: tiene un tumor cerebral. Y en el tiempo que le queda, buscará resolver muchas cuentas pendientes.
La historia interpela al espectador en sus emociones más profundas: ¿quién no ha sentido el dolor de cerca? Por eso las palabras iniciales de Benjamín no son dichas al pasar, pronunciadas por un hombre que desde 2012 debe enfrentar la ausencia de una hija: Blanca partió a sus seis años. Lejos de caer en el golpe bajo, Vicuña habla con cautela y mucho respeto, por el dolor ajeno y por el propio. Y al fin de cuentas, de esa misma manera el drama se abordó en la ficción.
“Remontándonos a lo que fue la pandemia, estábamos todos en una situación muy difícil, no solo en lo laboral, sino también en lo personal. Lo que vivimos todos: la incertidumbre, estar a flor de piel, esa herida abierta, ese miedo a lo desconocido...Y aparece este guion, que después de 20 años siento que es algo diferente, inusual, arriesgado. Me pareció muy potente y que tenía sentido contarla hoy”, dice el actor en diálogo con Teleshow, recordando el momento en el cual le acercaron la propuesta.
Pero claro, el proceso no fue nada fácil: no hay una sino varias herramientas a la hora de componer un personaje tan comprometido. “Es algo que lo trabajamos con mucho respeto, con mucho cariño, con los autores y directores. Todos tenían algo para opinar porque a todos, desde algún lugar, el tema del cáncer nos toca, ya sea desde algún amigo, hermano, familiar... Entonces fui buscando, conociendo, escuchando diferentes experiencias, anécdotas y formas de vivir un proceso así, tan difícil y tan doloroso, pero a la vez tan luminoso”, puntualiza Vicuña.
—¿Te contactaste con alguien en particular que haya pasado por una experiencia similar?
—Sí, lo hice de forma privada, pero la persona en cuestión me pide que no revele quién es. Es un trabajo que hice también con Lili Popovich, que es la coach con la que yo trabajo hace ya varios proyectos. Compusimos este personaje codo a codo, trabajando cada escena, cuidando cada silencio, cada mirada... Con el material, los guiones, el equipo, se fue armando esta historia que me llena de orgullo.
Benjamín está convencido de que esta serie brindó lo suyo para tratar este tipo de temas ante el gran público. “La televisión abierta todavía puede hacer mucho más por el debate, la conversación de temas que aún se consideran tabú. Y creo que sin dudas fue un aporte, lo veo en las devoluciones de la gente, en la calle y en las redes. Entiendo que todavía son temas que generan un grado de incomodidad, y que hay gente que prefiera negar, bloquearse o no mirarlo. Pero eso es parte de la libertad del televidente. Pero nosotros estamos súper orgullosos y felices”.
“Creo yo, humildemente, que es parte de la misión que debe tener la televisión: no solo debe ser entretenimiento e información, sino que también debe ser reflexión y debate, ayudar a una sociedad a espejarse y sentirse identificada -sostiene-. Más de uno se me acercó y me dijo: ´¿Sabes que mi papá... mi hermano...?´”.
—¿Es la primera vez que recibís tantas críticas positivas por un trabajo?
—Hay un nivel de devolución que es fantástico y muy bonito, pero porque también hoy los contenidos están viajando más y tienen mayor repercusión, por las plataformas y las redes. Tengo el privilegio y la suerte de elegir mis proyectos, que generan este tipo de conversación. Y nosotros buscábamos esto: que la serie pueda generar empatía, emocionar y trasmitir ciertos valores. Suena pretencioso, pero más allá de esta misión, estoy muy contento que pueda acompañar a muchas personas que están viviendo esto y que sea un gesto de dramatizar algo que es muy complejo de aceptar y asumir, como la enfermedad...
—Y la muerte...
—Sí. La finitud. Incluso hasta para darte una entrevista trato de esquivar algo que deberíamos decir con todas sus letras porque es parte de la vida. Fue un proceso lindo, luminoso, en donde el personaje, y esto sí fue a propósito, tuvo la suerte de ir cerrando etapas. En el fondo, es el resumen de lo que quiere contar esta historia: cómo la vida continúa, cómo hay una vida después de la vida y cómo la amistad es el gran sostén, la verdadera familia. El tiempo es el gran protagonista de esta serie. También, si entendemos el concepto de la finitud y el presente, nos hacemos cargo de nuestros problemas, como por ejemplo los vínculos. Es el caso del padre (que interpreta Daniel Fanego), que es un vínculo que estaba roto, e incluso ir de frente y no necesariamente con una redención clásica de novela, donde el tipo termina siendo el mejor amigo del padre. Eso quedó roto: fue un mal padre y es parte de su historia. Pero es la reflexión de qué pasa cuando alguien recibe esta noticia y cómo administra su tiempo.
—¿Sentís que, a diferencia de otros actores y por todo lo que viviste en tu vida personal, tenés otras herramientas a la hora de interpretar este tipo de personajes?
—Creo que con mi biografía, es un deber. Todo actor, de alguna manera, ofrece y trabaja con su capital biográfico, con su sensibilidad, con su manera de ver la vida. Efectivamente, para mí era una tema reconocible: son texturas que conozco, silencios que ya abordé en algún momento. Y eso creo que puede ser uno de los elementos por los que este tipo de material siento que me enriquece, siento que también yo puedo aportar. Hay una resonancia tanto en mí como veo también en el público con este tipo de materiales.
—¿Te resulta terapéutico tocar este tipo de temas?
—Tengo una tendencia para elegir este tipo de proyectos que me mueven, me provocan y me invitan a indagar, a bucear en zonas que duelen. Es raro, porque terminando el proyecto, no es casualidad que hoy esté haciendo teatro y una comedia. Creo que inevitablemente uno busca matizar, compensar. No creo que pueda vivir eternamente haciendo personajes de esta envergadura, de esta profundidad, porque no sé si hay cuerpo que lo resista. Pero estoy orgulloso de haber asumido el riesgo, de haberlo vivido con todo el compromiso y cariño con la historia, y hacerle un pequeño homenaje a la vida, y a todos los valientes que viven el día a día luchando contra una enfermedad.
—”Él entendió algo que yo todavía no, me cuesta”, dice el personaje de Rocío Gómez Wlosko, Uma, la hija de Santiago. ¿Hay algo de eso, de hacer que la gente entienda a la muerte como parte de la vida?
—Tal cual. Es eso: es entender una dimensión, amigarnos también con algo. En los ojos de la hija vemos la frustración, el enojo y finalmente, la aceptación. Recuerdo perfecto la escena y no sabés lo que he valorado y disfrutado el trabajo de mis compañeros. Comparándolo con otras experiencias, no recuerdo tanto de ver un programa que ya haya hecho, y disfrutarlo y llorar. Veo esto y me emociono, así como miles de personas que lo ven y lo pueden entender, reflexionar y también divertirse, porque es un drama mezclado con comedia. Por momentos, para desdramatizar y descomprimir ciertas historias, me gusta incorporar el humor, es un elemento que le da originalidad a la historia y que logra evadir ciertos lugares comunes.
—¿Con quién vas a ver el capítulo final?
—Qué buena pregunta... Esto es raro: cambiaron las formas de consumo de las series. Muchas personas ya me escribieron porque vieron el final. Uno está acostumbrado a juntarse con gente para verlo. Creo que lo voy a ver en un ambiente de tranquilidad, como invita la serie, con mi pareja. Con mi hijo mayor (Bautista, de 14 años, de su relación con Pampita), puede ser... Hablando de mis niños, el otro día me manda un mensaje y me dice: “Papá, hace un montón que no te veo fumar”. No fumo tanto, por ahí un pucho, pero ya no estoy fumando. “Bauti, tenés razón”. “Bueno, pá, te felicito. Te amo”. Son cosas que uno dice... Cómo los pibes reciben, perciben todo y saben perfectamente de qué se trata la vida. Quiero que lo vea sí o sí. Él ha visto parte de la serie y lo voy a invitar para que vea el final.
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