“La partera colocó una canción hermosa en mi oído, lloré y me entregué al momento, a la circunstancia que estaba viviendo, me dijo ‘dejate fluir recibe a tu hijo con valentía’, y a los pocos minutos ya tenía a Lautaro en brazos”, relató aún emocionada a pesar del paso de los días la ex Gran Hermano Mariela Montero. Es que el camino para llegar al que definió como el “momento más lindo de su vida” y al sueño que tenía desde chica fue largo y lleno de obstáculos, por eso en diálogo con Teleshow definió a su embarazo como un “milagro”.
Antes de su paso por la casa más famosa del país en el 2007, la salteña tenía apenas 24 años cuando perdió un embarazo luego de que la operaran del útero. En ese momento vivía en Italia, y a la desgarradora pérdida de su bebé se le sumó el diagnóstico que no quería escuchar: ser madre, sería casi imposible.
A pesar de que esas palabras las repitieron varios médicos, ella no se resignó y buscó tal vez de manera inconsciente, formar una familia. “Le pedí a Dios de modo hasta caprichoso si me podía dar un hijo, no podía quedar embarazada y de repente llega él y me cambia la vida”, dijo a sus 42 y a días de haber recibido a Lautaro, fruto de su relación con su pareja Felipe Cabrera. “Nos cambió la vida y a todo nuestro entorno, nuestra familia”, dijo feliz desde Chile, donde vive desde hace años.
“Siempre catalogué este embarazo como un milagro por que en teoría varios médicos me dijeron que no iba a poder, así que cuando me enteré, no lo podía creer, mucho menos a mi edad”, dijo. Claro que el test positivo era solo el comienzo de la historia. Mariela tuvo un embarazo de riesgo, tuvo que cuidarse y hacer reposo para protegerse ella y a su bebé. A pesar de esos “obstáculos”, aseguró que no perdió nunca la fe y que dio lo mejor de ella.
El bebé nació en la semana 37 de gestación, a través de una cesárea programada y pesó tres kilos y medio. La obstetra que siguió el embarazo creyó que lo mejor sería adelantar la fecha. “¡Finalmente llegó el día y nació Lautaro!”, exclamó feliz la ex hermanita y confesó que “hasta el final no podía creer que iba a ser mamá”.
La sensación apenas vieron a su hijo fue de una “emoción gigante”. “Con su papá nos abrazamos sin poder dejar de llorar. Fue sin dudas el momento más hermoso de mi vida, salió perfecto, sano, divino. La de los achaques era yo por los dolores y molestias típicas”. Todos sus temores “de madre primeriza” se fueron en ese momento: “Tenía fe y sabía que Dios me iba a acompañar en todo momento pero igual la cabeza de una como mamá y mujer te hace mil rollos”.
Su compañero estuvo en el parto y además de su apoyo, destacó la contención de los médicos. Sobre lo que llamó el “momento cúlmine”, relató: “Tenía nervios, el corazón me latía super fuerte. Vino la ginecóloga, me abrazó, me tranquilizó y ates de la anestesia vino la partera y colocó una canción hermosa y cuando me puso esa canción al oído fue como.... lloré como un bebé y me entregué al momento, a la circunstancia que estaba viviendo, la partera me dijo ‘déjate fluir recibe a tu hijo con valentía’. Me pusieron la anestesia y todo ocurrió rápido, apenas me abrieron ya tenía a mi bebé conmigo, fue muy bello”.
“A pesar del cansancio, dolores, molestias, temores y ansiedad veo a mi hijo y veo tanto amor, es un embazo deseado, un hijo buscado. Ahora ya estoy un poco mas tranquila, estamos enamorados de nosotros y del bebé. Nació él y nació nuestra familia, estamos flotando en una nube de amor”, dijo sobre la nueva etapa que comienza.
Entre pañales por cambiar y sueños entrecortados, Mariela no deja de “mirar y admirar” a Lautaro. “Es verlo y entender que todas las noches de desvelo valieron la pena, lo tengo en brazos no me puedo contener y vuelvo a llorar y veo el mejor lado de uno, que es tener en brazos el amor de tu vida”.
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