La televisión en vivo tiene su encanto y sus aventuras difíciles de controlar. La seducción que provoca la espontaneidad de una charla o un número artístico y el riesgo siempre latente del imponderable. Estas sensaciones se potencian cuanto más extenso es el programa. Porque por más que se revise la rutina, se chequeen los micrófonos y se ajusten los tapes, siempre hay una hendija por la que puede filtrarse la sorpresa.
Esto ocurrió durante la visita de Silvestre a La tarde del Nueve, el envío de cuatro horas con el que el canal de Colegiales rescata el espíritu de los programas ómnibus de los fines de semana que dominaron la pantalla en los ‘80 y los ‘90. Durante un largo tramo, los conductores Tomás Dente y Pía Slapka conversaron con el actor y músico con quien repasaron su trayectoria, anticiparon sus proyectos e intercalaron algunas canciones en vivo.
El cantante de 69 años empezó su visita con el clásico “Manuela va”, hacia el final de la charla los conductores le pidieron una canción más, y el invitado accedió. Dijo que iba a interpretar “Qué clase de mujer”, y se dirigió al centro del estudio donde lo esperaba un micrófono. “Hay un video, así que vamos a cantar arriba”, agregó Silvestre anticipando que su versión iba a estar acompañada con el clip de difusión.
Entre aplausos, saludos y agradecimientos, José Luis Rodríguez, tal su nombre original, se subió al pequeño escenario, se sentó sobre una banqueta y esperó los primeros compases hasta que llegara el momento adecuado para que entre su voz para el playback. Y aunque lo que salía de los parlantes no era lo esperado, el artista intentó continuar su interpretación, hasta que fue suficiente y con un gesto puso un freno a la situación.
Silvestre alzó su mano derecha y giró el dedo índice, en el clásico ademán que señalaba que había que volver a iniciar la pista. Y por si quedaban dudas, se llevó el dedo a la oreja dando a entender que había algún problema con el audio. Sin embargo, la grabación continuaba por lo que Silvestre dejó atrás cualquier formalidad. “Cortala, cortá”, pidió agitando los brazos por sobre su cabeza.
“Hay un delay, hay un delay”, explicó el actor y recién ahí paró la música. La conductora Pía Slapka se acercó al escenario para ver cómo podía solucionar el inconveniente. “Hay un delay porque es un video”, agregó el invitado, apuntando que el sonido del audio tenía otra frecuencia que la del videoclip. “¿Vamos a solucionarlo, podemos acomodar eso?”, pidió Pía. “Está cantando en vivo el gran Silvestre, lo que pasa es que hubo un desfasaje entre el video y la voz que está cantando en vivo”, agregó Dente.
“¿Vamos a empezar de nuevo?”, propuso el conductor cuando recibió el aval del sonidista para continuar con la presentación. Y siempre con una sonrisa, a pesar del inconveniente, Silvestre volvió a escuchar la melodía y se dispuso a cantar, pero otra vez un pequeño desfasaje lo obligó a ajustar los tiempos. De fondo, se proyectaban las imágenes del videoclip, pero la sincronización con la voz del cantante no llegaba. La solución la encontraron de manera artesanal: un poco de mímica para salir del paso y la proyección en primer plano del video hasta que la situación se acomodó y pudo terminar su faena.
SEGUIR LEYENDO: