Cubierta con una larga capa, hombreras metalizadas y hasta con un yelmo medieval en la mano, Bertoldi salió al escenario cual reina a ‘defender’ su último proceso y mostrar su nuevo disco: Mojigata. Simplemente con dos ‘armas’, una pandereta en la mano y su inconfundible voz, la cantante comenzó la noche entonando su tema ‘Es Poderoso’ y así se dispuso a hacer estallar el Luna Park.
“Olé, olé, olé, olé, Maru, Maru”, era el canto que bajaba desde las plateas de miles de almas que alentaban a la artista en su presentación. A pesar del frío la gente había colmado el lugar para vivir lo que sería una fiesta a puro rock.
Mojigata devela y refleja un momento crucial en la vida de Bertoldi donde ella enfrenta sus temores, decide dejar de reprimir sus deseos y da rienda suelta a una vida mucho más libre donde asume su sexualidad. Este disco guarda los sentimientos de aquellos años donde una joven Marilina no se sentía comprendida, estaba incómoda con su vestimenta y con el rol que debía cumplir.
“Suponemos que todo deseo se aborda desde un lugar de carencia. ¿Qué tan necia debería ser une para ir en contra de aquello que se percibe como una necesidad, pero algo racional lo pone en duda? La mojigata no es, pero fue. Fue refreno y duda, fue sufrimiento pero, ante todo, fue falta de ímpetu. Hay un recorrido para hacer, desde el comienzo de nuestras vidas, para quitarnos la armadura que nos permite llegar al presente; dar batalla y saber que la guerra nunca se gana porque la búsqueda es eterna. Hay curiosidad aferrada en nuestras cinturas. Estamos encadenades a una historia que a pesar de resultar vergonzante, podemos salvar”, expresa la oriunda de Sunchales en la carta de presentación de su show.
Ese mismo sentimiento e identificación fue en parte lo que devolvió el público. “Esta torta te llenó el Luna Park”, “virgo con ascendente en lesbiana” y “arruiname la psiquis” eran algunos de los mensajes que la gente transmitía a puro ímpetu en sus carteles.
Después de girar por Rosario, Santa Fe, Resistencia, San Luis, San Juan, Mendoza, Salta, Tucumán, Neuquén, Río Cuarto, Córdoba y hasta en Montevideo, Uruguay, el famoso templo rockero se convertía en el lugar ideal donde Bertoldi daría cierre a su primer disco producido íntegramente por ella misma.
Con una gran puesta en escena, y un show que con el paso de los temas cobraba mayor sensualidad, la artista atravesó todos los climas, empezó firme a puro rock, siguió con uno intimista, seductor e incluso romántico. Fue en ese momento que los miles de fanáticos encendieron las luces de sus celulares para cantar a coro con la artista y plasmar así uno de los instantes más emotivos de la noche.
De la mano de una performance poderosa sobre el escenario, la cantante desplegó lo mejor de su último álbum y de su anterior trabajo. Junto a ella estuvo su banda integrada por Ivana Chipi Rud (guitarra), Luciana Torfano (guitarra), Juan Segovia (bajo) y Eduardo Giardina (batería).
Y si la noche ya desbordaba talento, la aparición de su hermana, Lula Bertoldi, dio un cierre perfecto a la historia. La cantante y guitarrista de Eruca Sativa fue clave en el desarrollo de Marilina y en ese proceso de aceptación y descubrimiento. Fue ella la primera persona a la que la artista le confesó lo que vivía, sentía y cómo intentaba comprender su sexualidad.
Ese proceso de años también se reflejaba a lo largo del show, sin embargo el punto cúlmine de la historia aguardaba hasta el final del mismo, y en este caso lo hacía en un conjunto de ‘piedras’. En un extremo del escenario una guitarra blanca platinada reposaba a la espera de que ‘la elegida’ la sacara para dar cierre a un poderoso show. Así, y como símbolo de victoria, Marilina Bertoldi la tomó con sus manos, la sostuvo en el aire y cerró reventándola contra el suelo en modo rockstar. Enseguida las manos y cuerpo de la cantante se tiñeron de ‘rojo sangre’ y ella se desvaneció en el escenario para dar ‘muerte’ y un gran cierre performático y artístico a la Mojigata.
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