El legado de Gerardo Rozín está presente cada domingo en la nueva temporada de La Peña de Morfi, bajo la conducción de Jey Mammon y Jésica Cirio, y la locución de quien fue su pareja y compañera hasta sus últimos días, Eugenia Quibel. El conductor nunca dejó de producir contenidos ni de proyectar a futuro. Su alma inquieta no se apagó con la tenaz lucha que enfrentó por el deterioro de su salud, y comprendió desde muy joven qué era el éxito para él. Hoy el periodista rosarino hubiera cumplido 52 años, y la fecha amerita un repaso por algunos momentos de su carrera. En diálogo con Teleshow, Quibel lo recuerda con conmovedoras palabras.
El 11 de marzo la triste noticia de la muerte de Rozín irrumpió en los medios de comunicación y en los hogares de los espectadores que fueron testigos de la gran cantidad de programas que produjo. El bajo perfil lo caracterizó en su trayectoria, y eligió el mismo camino cuando supo que estaba gravemente enfermo. Sin embargo, dejó algunas pistas en sus últimas apariciones televisivas, tanto en julio de 2021 como en diciembre del mismo año. Su mirada vidriosa al levantar la copa para brindar con la audiencia evocaba mucho más que el balance de fin de una etapa. Su emoción al escuchar la canción Me voy quedando de Cuchi Leguizamón, también revelaban una batalla personal a flor de piel, y el deseo de seguir compartiendo su pasión por la música y los fogones, su combinación preferida.
“Vivimos un año muy difícil, en el que claramente a él le tocó la peor parte”, expresa Quibel al ser consultada por este medio. A tres meses de la partida de su pareja, lo primero que comparte es su admiración por Gerardo, y no solo a nivel profesional, sino también por la calidad de los momentos que vivieron juntos. “Consciente de todo, trabajó todo lo que pudo, con la misma garra de siempre, evitando que se conocieran detalles de lo que le estaba pasando, y así elijo mantenerlo yo”, aclara conmovida.
Para Eugenia este día tiene un significado sumamente especial, porque exactamente diez años atrás el destino los hizo coincidir en la radio FM Pop, y ella lo entrevistó en vivo, sin saber que tres años más tarde serían pareja. Fue durante una sección del ciclo radial Mundo Rozín, donde el integrante del ciclo que cumpliera años era entrevistado por el resto del equipo. Una vez le tocó a Quibel, otra a la periodista Tatiana Schapiro, también al guionista Sebastián Meschengieser, y el 18 de junio de 2012 fue el propio conductor quien se sentó como un invitado más a la mesa.
El flechazo no ocurrió de forma inmediata, pero cuando se dieron una oportunidad y empezaron a salir no tardaron en darse cuenta de que tenían mucho en común. Largas charlas sobre gustos musicales, tours gastronómicos, el humor como bandera y el bajo perfil mediático, fueron algunas de las claves de su relación. Desde el instante en que decidieron encarar la vida juntos, no se separaron más. Además trabajaron juntos en Gracias por venir, gracias por estar (Telefe), también Morfi, luego en La Peña de Morfi, y así forjaron una rutina laboral al mismo tiempo que crecía su vínculo.
Formaron una familia ensamblada con sus hijos: él era padre de Pedro, de 21 años -fruto su primer matrimonio con Mariana Basualdo- y de Elena, de 12, –fruto de su relación con Carmela Bárbaro-, mientras Eugenia es mamá de Emilia, de una pareja anterior. Durante la charla con Teleshow, la locutora resume lo que siente con una contundente frase: “Se fue muy rápido y de una manera muy injusta; y dejó un agujero del tamaño de un cráter en mi vida, en la de la gente que lo quiso y definitivamente en los medios”.
“Me pasa que lo extraño cada día más y cuando pienso en él lo encuentro en los momentos más divertidos porque buscaba todo el tiempo hacerme reír”, asegura. En este sentido, atesora las cientos de fotos que lo muestran “haciendo comedia”, como él mismo decía, durante sus salidas. “Es una pena que no pueda sentir el desborde de amor que vino con su partida, pero la gente también se lo dijo mucho en vida, lo importante que era su compañía todos los domingos”, reflexiona.
Valiente, audaz y orgullosamente rosarino
Las ganas de encontrar respuestas y buscar cambios nacieron en la más tierna infancia en el caso de Rozín. A sus 12 años ya era fanático de la revista Humor y leía columnas políticas. Cuando empezó el secundario, hizo una lista de desaparecidos en primer año junto a dos compañeros. “No era entrar a Google, era hacer una investigación, y fue la mejor que hice, construida a puño y letra; y esa lista se aportó a la comisión que luego escribió el Nunca Más, pero fue anterior al Nunca Más”, contaba el periodista en mayo de 2021 cuando fue el invitado del ciclo Cómo llegué hasta aquí, organizado por Infobae.
Lo que siguió después lo plasmó durante aquella entrevista con Quibel en FM Pop, donde confesó que a los 20 años fue contratado en blanco por un diario de Rosario y sintió que había cumplido la meta más importante de su vida hasta el momento. “Experimenté la sensación de ‘bueno, ya estoy hecho’; siempre tuve la idea de que llegar era trabajar y estar en un diario”, sostuvo cuando analizó en retrospectiva sus inicios. Convencido de que nació en el “lugar que más que le gustaba del mundo”, nunca perdió el amor por la ciudad santafecina ni dejó de hinchar por Central.
Creció en un departamento que describió como “de clase media muy justita” y cursó la primaria y el secundario en la educación pública. “Soy hijo de separados, de la época en la que eso todavía era nota”, solía decir en tono de humorada. Durante ese reportaje donde charló con estudiantes universitarios y repasó su propio recorrido profesional, reconoció que todas las preguntas existenciales que tenía sobre la vida lo llevaban a una curiosidad que solo se calmaba con libros, canciones y un don que lo acompañó en cada proyecto: la buena predisposición para aprender.
“Soy buenísimo aprendiendo, soy una esponja”, aseguraba sobre el entusiasmo que lo invadía cuando incorporaba nuevos conocimientos. Sus pasos por distintos diarios y su desembarco en la televisión lo demuestran. Durante más de una década se dedicó al preiodismo gráfico, hasta que pasó a la pantalla en Sábado Bus, junto a Nicolás Repetto, ciclo que fue líder absoluto entre 1999 y el 2001, los años en que se emitió. Así nació la famosa “pregunta animal” que le hacía a los invitados, sentados alrededor de una mesa en forma de “U”.
Aunque fue una experiencia dorada de su vida, Rozín reveló durante la charla con estudiantes que coincidió con un contexto personal delicado. “No era una aspiración para mí estar en cámara, y hablé en televisión por primera vez a los 30 años en una circunstancia abrumadora”, reconoció. Y confesó: ”Salí al aire por primera vez a menos de seis meses de haberme quedado sordo de un oído, que es algo para nada grave pero muy perturbador; y con casi 30 kilos encima de lo que yo había pesado toda mi vida, producto del tratamiento con corticoides que hice a partir de la pérdida de este oído y con la intención de no perder el otro”.
A la hora de nombrar referentes que admiraba surgían los nombres de Gustavo Yankelevich por su inagotable conocimiento e instinto para generar contenidos; Nicolás Repetto, por su labor como periodista y la amistad que los unió; Raúl Becerra por su sello propio en La Noticia Rebelde; y Juan Carlos Mareco, por su don para incorporar el humor en la televisión. Está a la vista que todo aquello que lo inspiró y la marcada vocación que sintió desde niño lo llevaron a ser el productor incansable en el que se convirtió.
“Ponía el corazón sobre la mesa en todo lo que hacía, siempre con la pregunta adelante: ‘¿Para qué venimos? Si no le vamos a cambiar un poco la vida al que está del otro lado, no tiene sentido’”, resume Eugenia sobre la forma de trabajar del periodista, y celebra que La Peña de Morfi se llevó el Martín Fierro como mejor programa musical de 2021. Aunque Gerardo no pudo ser testigo de ese reconocimiento, su equipo y amigos lo honraron cuando subieron al escenario. “Este premio es para el programa del 2021, año en el que transitó un momento durísimo; sin embargo cada vez que le tocaba trabajar, se le iluminaban los ojos y se le borraban los problemas, porque Gerardo transpiraba televisión, así que querido amigo, donde estés: acá tenés el mimo”, expresó Claudio Belocopitt, íntimo amigo de Rozín.
Este primer cumpleaños sin su presencia física coincide además con la emisión de los últimos capítulos de El primero de nosotros, la novela que ideó Rozín y guarda una semejanza con su propia lucha contra el cáncer. La ficción se transmite por la pantalla de Telefe y el episodio final se podrá ver el próximo 5 de julio. Todo esto deja en evidencia lo mismo que sus propios amigos y entorno cercano contó: produjo hasta el final. En sus charlas de café con Zaira Nara le mencionó posibles programas en los que le gustaría verla en la conducción, junto a Diego Topa pensó en otro formato, y la historia se repite con cada colega con el que habló.
Quibel plasmó la definición más exacta de su pareja en un posteo, a pocos días de la muerte de Rozín: “¿Qué es ser valiente? Enterarse una mañana de una noticia horrible y darle pelea hasta el final, aferrarse a la vida y aceptar que un día se termina. Transitar el proceso sostenido por afectos, familia y rodeado de amigos, recibir amor y dejarse abrazar, llorar, putear, luchar y pensar las mil y una alternativas”.
Gerardo dejó una invitación abierta en la descripción de su cuenta de Instagram: una playlist con sus canciones favoritas en versión jazz, compuesta por 39 temas musicales de autorías variadas, entre las que se encuentran intérpretes como Charles Lloyd, Charlie Haden, Ben Webster, Jacky Terrasson, y Paul Desmond. No hay dudas de que aquel link tampoco está puesto al azar. La intención de que quien busque su nombre en las redes sociales encuentre música, quedó sellada en su perfil, al igual que la certeza de que su impronta dejó huella.
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