Faltan unos minutos para las 6 de la mañana del domingo y mientras un buen puñado de entusiastas que baila con DJ Coco se resiste a abandonar la larga noche festivalera, el cielo de Barcelona se ilumina, radiante. Y no es sólo porque está saliendo el sol, sino que los fuegos artificiales que detonan en el aire hacen lo propio. Es el último amanecer, el que anticipa el final de fiesta: el Primavera Sound 2022 ya es historia y dice adeu.
Así va quedando atrás un fin de semana que reunió a unas 240 mil personas en el Parc del Fòrum, las cuales se sumaron a las más de 260 mil que ya habían gozado del primer weekend y también de las distintas funciones del Primavera a la Ciutat. Más de medio millón de asistentes que generaron un impacto económico de 349 millones de euros, según informaron en conferencia de prensa los directores del festival.
En estas últimas dos semanas, la ciudad se vio invadida por este diálogo musical entre artistas y su público. Pero no hubo movimiento solo en el festival, sino que también se los pudo ver dando vueltas por ahí: Dua Lipa y Megan Thee Stallion saliendo de juerga, a Damon Albarn gozando con la música de sus colegas, algunos artistas haciendo la previa de sus shows tomando algo en los bares del Barrio Gótico, otros en la playa, los fanáticos pidiéndoles selfies ante la cercanía...
Este sábado, el show que más gente juntó a su alrededor fue el de Tame Impala. El arranque fue desde las pantallas con una cientifica que introdujo el “tratamiento para adaptarse a esta nueva realidad” propuesto por la psicodelia pop de la banda liderada por Kevin Parker. Y advirtió sobre sus efectos colaterales: “A partir de ahora, el tiempo transcurrirá de otra manera. No se asuste”, dijo mientras su discurso se ralentizaba y su rostro se blureaba, casi como los métodos estéticos que los australianos aplican sobre su música.
Si bien se suponía que la excusa eran sus canciones más recientes, editadas en The Slow Rush (”Borderline” fue la más festejada), sonaron más de las otras, como “Nangs”, “Elephant” y “Runway, Houses, City, Clouds”. Y en el contraste, se pudo apreciar la evolución que convirtió al grupo en un clásico de esta era, con un sello propio que muchos quieren imitar pero jamás podrán igualar.
Como siempre, no solo la música hizo al show, que estuvo bien acompañada por su complemento visual: con las luces del techo del escenario totalmente apagadas y una especie de plato volador lumínico emitiendo hacia el público, las sombras lisérgicas de los cinco músicos se pegaban y se camuflaban sobre la plancha dinámica de colores en que se convirtieron los leds. ¿Quién quiere ir a ver cómo se enciende la Font Màgica de Montjuïc, si acá los australianos están disparando un show de lásers increíble, que dilata pupilas y que subraya el carácter volado de temas como “Apocalypse Dreams”, “The Moment” y “Let It Happen”?
Lo que más desea una multitud drogada de música es cantar cantar a los gritos y quedar flotando: así fueron recibidos los más grandes hits del grupo, como “Feels Like We Only Go Backwards” (también conocida como la que Pablito Ruiz dice que le plagiaron) y “The Less I Know the Better” y “New Person, Same Old Mistakes”, las dos últimas.
Cuando ya eran las 2 de la mañana y bien lejos del horario de protección al menor, Megan Thee Stalion salió batiendo su porno pop a puro twerking y rap dirty, poniendo las cosas aun más pegajosas en la calurosa madrugada del domingo. “¡Esta es mi primera vez en Barcelona!”, festejó ella, excitada, después de las primeras, entre las que sonaron las explícitas “Freak Nasty”, “Eat It” y “Sex Talk”.
Vestida con un body que acentuaba su voluptuosidad y no dejaba casi nada de margen a la imaginación, Megan le puso el cuerpo junto a un DJ y diez bailarines que le hicieron la segunda en coreos lascivas que resaltaron su idea de empoderamiento a través de la sexualidad. Y fue contagioso, porque motivó al perreo colectivo y casi nadie se resistía a mover las caderas, intentando ser, al menos, un 1% de sensual que ella. Y con “Cry Baby” y “Hot Girl Summer”, terminó de decir lo suyo.
“Y recuerden que es sábado”, dijo la escurridiza Karen O cuando estaba finalizando el poderoso set punkie, bailable y agridulce de los Yeah Yeah Yeahs. Para dejar claro su punto, arremetió con la chillona y fiestera “Date With The Night”, con la que partió el micrófono contra el piso e invitó a todos a que siguieran divirtiéndose de la manera que sea.
La cantante puede ser cariñosa (”Soft Shock”), puede ser filosa (”Pin”, ”Heads Will Roll”), pero nunca pasa desapercibida. Menos si sale a escena como lo hizo hoy: un sombrero colorido con tamaño de paraguas, ideal para protegerse del sol de Barcelona. “Este es nuestro primera festival después de la pandemia”, festejó justo antes de introducir a “Zero”, uno de los momentos bailables más intensos del show, que tuvo a dos pelotas inflables con forma de ojos rebotando al unísono con el público.
El sábado hubo más chicas que pisaron fuerte, como la presencia espectral de Celeste y el dance pop chicloso de Sky Ferreira. También estuvo Jorja Smith con su r&b cremoso y burbujeante: de ser viral en Souncloud a convertirse uno de los números fuertes de los festivales alrededor del mundo, la inglesa revalidó credenciales con su profunda y superdotada garganta. La multitud que se juntó a verla mientras caía el sol pudo disfrutar de un setlist romanticón que incluyó algunas como “Teenage Fantasy”, “Addicted” y “On My Mind”, con la que se despidió.
Otra que aprovechó su momento fue Nicki Nicole, ya de madrugada. A lo largo de casi una hora fue de lo más nuevo a lo más viejo, desde su veta más reggaetonera hasta su pasión pop, con canciones como “Dame”, “Entre nosotros” y la infaltable “Wapo Traketero”.
Como para bajar la psicodelia de Tame Impala, llegó Phoenix con su pop optimista y preciosista, sonando por primera vez en tres años fuera de su país natal (Francia). Con el motor caliente, apostaron fuerte por un arranque con hits como “Lisztomania” y “Entertainment” para sacudir al campo desde el minuto cero.
Tanto, que el cantante Thomas Mars se emocionó y vio las garantías necesarias para activar su rutina de sacar a pasear su carisma. Así, saltó del escenario y fue llevado en andas para caminar y cantar por sobre la multitud, poniéndole épica y cercanía popular al tramo final del show, al que le sacaron brillo con “If I Ever Feel Better”, “Funky Squaredance” y “Ti amo”.
Esta edición de Primavera Sound en Barcelona fue particularmente histórica por ser “la doble”, la que tuvo acción durante dos fines de semana consecutivos en el Parc del Fòrum y la que además experimentó una explosión inédita con los shows de Primavera a la Ciutat.
Con la idea de festejar el 20° aniversario del festival y de volver con todo después de tres años, los motivos sobraban. Y todavía queda un poco más, cuando desde el mediodía de este domingo se active la fiesta final con el Brunch On the Beach, animado por Nina Kraviz, Peggy Gou y Amelie Lens.
“Fue una edición con muchísimos retos que nos planteó la pandemia”, dijo Alfonso Lanza, uno de los codirectores del festival. “Pero salió todo bien”, concluyó. “Esta semana firmamos el contrato con el Ayuntamiento hasta 2027 para seguir en Barcelona y espero que después sigan habiendo muchos años más”, adelantó Gabi Ruiz, el otro codirector, lo que permite imaginar qué vendrá a futuro.
En lo inmediato, habrá versiones del festival en Los Angeles, São Paulo, Santiago de Chile y Buenos Aires, las cuatro ciudades que conformarán una ruta panamericana y primaveral entre septiembre y noviembre de este año. “Nos hace ilusión y tenemos muchas ganas de llegar a Buenos Aires”, aseguraron sobre el evento que tendrá su apertura el 14 de octubre (con Jack White y Pixies en el Parque Olímpico) y luego la semana del 7 al 13 de noviembre, en la que la capital argentina se llenará de música.
En 2023, la acción volverá a España con otra inédita función doble: del 1 al 3 de junio se celebrará en Barcelona, mientras que el fin de semana siguiente, del 8 al 10 de junio, se hará por primera vez en Madrid, en la Ciudad del Rock de Arganda del Rey. ¡Ahí nos vemos!
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