Cada noche los espectadores de El Hotel de los Famosos vuelcan sus comentarios en las redes sociales mientras miran el programa por la pantalla de El Trece. Un tópico que se repite hace varias semanas es el bullying. Es que desde que Lucas Locho Loccisano fue nominado tres veces al temido duelo de la H, y otras cinco al laberinto -ambas instancias de juegos con mucha exigencia física-, los internautas expresaron su indignación en el mundo virtual con el hashtag #BastaDeBullying. Luego del ataque de pánico que tuvo durante la competencia de eliminación, los conductores Pampita Ardohain y Leandro El Chino Leunis pusieron un límite y cuestionaron la forma de actuar de los integrantes del grupo autodenimado “La Familia”. En diálogo con Teleshow, las psicólogas Celia Antonini y Beatriz Goldberg aportan su análisis en medio de las repercusiones.
“El bullying es un hostigamiento, una burla, una crítica continua y constante hacia una persona, pero para que sea efectivo, el responsable del bullying debe tener quienes apoyen y aplaudan sus acciones”, señala Antonini para poner en contexto la definición del término. La conferencista internacional también resalta el contexto del formato televisivo: “Estar encerrado en un reality no todos lo soportan de la misma manera; hay gente que se fortalece porque tiene una buena relación grupal, y otra que se debilita, porque si hay conflictos que no puede resolver empieza a tener un impacto emocional”. Sin dudas el ciclo combina una serie de factores desafiantes: la exposición mediática, la convivencia en un mismo lugar durante un tiempo determinado, las estrategias para llegar a la final y un abultado premio, que en este caso es de 10 millones de pesos.
Por más atractivo que resulte el botín que se llevará el ganador, claro está que el fin no justifica los medios. “Cuando a uno lo critican o descalifican en el cerebro se encienden los mismos circuitos del dolor físico, porque el dolor moral basado en la descalificación y en la crítica del otro duele con la misma intensidad que un daño en el cuerpo”, sentencia Antonini, quien explica que la crisis de ansiedad de Locho al culminar el duelo de eliminación fue la única forma que encontró para expresar el estrés que acumuló. “La falta de aprobación, la falta de afecto del otro hacia nosotros, duele de manera literal”, enfatiza. En este sentido, una frase de Loccisano durante una charla con Lissa Vera sirve de ejemplo: “Yo antes de entrar acá estaba orgulloso de quién era, estaba seguro de mí mismo, y ahora todos me dicen que cambie, ¿por qué tengo que cambiar yo si soy buena persona?”.
Goldberg es autora del libro Cómo lograr plenitud a través de la autoestima y asegura que esa afirmación representa lo que sucede cuando un grupo cuestiona de manera sistemática la personalidad de otro. “Si no hace lo que imponen los otros no lo dejan pertenecer, entonces ponen en juego la duda y la inseguridad personal; y seguro que antes de ingresar diferenciaba perfectamente qué está bien y qué está mal, pero ahora los ve tan sólidos a los demás, actuando como una unidad, que empieza a dudar”, sostiene. Y reflexiona: “Hay que ver si los demás tenían tan claro quiénes eran, qué lugar ocupaban en sus vidas a nivel personal, y qué estaban dispuestos a sacrificar para estar en el programa”.
“Con el bullying se sienten fuertes los que lo hacen, pero en el fondo tienen baja autoestima y necesitan del otro para calmar tensiones porque es más cómodo acusar, descalificar y tratar de ganar así; y lamentablemente pasa en todos los ámbitos”, aclara. En cuanto a la percepción de Locho de ser el chivo expiatorio del reality, y tratar de enfrentar las frustraciones con humor, Goldberg coincide en que el clima de “sálvase quien pueda” y la justificación de “es un juego” limita las opciones. “En la vida hay más personas, uno puede tener más contención, pero acá la desconexión con el mundo te quita el apoyo que tenés cotidianamente, y dependen solamente del aporte emocional de sus compañeros”, explica.
“El bullying es destrucción, y por eso independientemente del resultado, habrá un ganador moral, que es quien se hace más querido por el público por su compañerismo y actitud. Más allá de que haya un costado lúdico en este tipo de contenido, se puede competir de la forma más saludable posible, sobre todo en el aspecto de las relaciones sociales”, asegura. Una vez más surge en la charla la palabra “límites”, algo que quedó en evidencia cuando el ex Combate pidió ser asistido por los médicos por falta de aire y sensación de claustrofobia. “El ataque de pánico en el fondo es miedo, miedo a estar ahí, a ser tratado distinto; es una fobia que viene por el terror, el miedo escénico de estar en un lugar con gente que te trate mal”, señala. Cabe mencionar que Loccisano expresó su enojo y angustia en cada Todos contra Todos cuando lo votaban, pero el manto de piedad llegó después de aquella descompensación.
“Me siento mucho mejor, me estoy llevando bien con mis compañeros, así que ojalá siga siendo así por el resto del tiempo que esté acá”, comentó Locho cuando Pampita le preguntó si estaba disfrutando su primera semana como huésped después de la mala racha. Desde su perspectiva, Goldberg asegura que salir del lugar de víctima no es fácil, y menos en este contexto: “En un colegio puede haber un docente, un tutor, que regule ciertas cuestiones, acá a lo sumo los conductores quizás pueden mediar un poco, pero es muy diferente a la vida real”.
Incluso José María Muscari oficia como coach de convivencia y propone actividades grupales cada semana. El director teatral logra interpelar a los participantes, pero tal como él mismo afirmó en la conferencia de prensa previa al estreno del reality, considera que “no se puede actuar 24 horas en la vida”, y detecta cuando un conflicto se está por desatar. La discusión sobre este aspecto la mantuvo El Turco García cuando le recordó a Chanchi Estévez que lo que queda expuesto frente a las cámaras genera un concepto en el público sobre el tipo de persona que es cada uno; mientras que el exfutbolista aseguró que no se identifica con el rol de “capomafia” que asumió para liderar algunas estrategias de votación. En este punto, Goldberg se detiene en el detalle de que no se trata de personas anónimas: “Ya el nombre del programa te indica que los participantes tenían un lugar social ubicado antes de entrar, y ahora aún más, pero aunque parezca que la fama puede darles una coraza, todos son endebles”.
La psicóloga además establece un paralelismo con los complejos juegos a los que se enfrentan cada día, que implican energía y resistencia física. “Los remite a cómo sortean obstáculos en la vida, la inseguridad que hayan tenido en el pasado, y todo toca fibras emocionales”, ejemplifica. Para todo aquel que se sienta identificado con haber sufrido hostigamiento, Goldberg aporta una recomendación: “Hay que trabajar en uno mismo y no creerse todo lo que otros dicen, más bien hay que ponerlo en duda, sobre todo cuando sea en grupo, porque la violencia emocional te hace creer que si todos piensan eso, entonces vos estás mal; el famoso mecanismo de si la mayoría piensa ‘A’, y yo solo pienso ‘B’, llego a la conclusión de que estoy errado”. Y concluye: ”Hay que tener en cuenta que todo lo que nosotros emitimos es importante para el otro, y asumamos el compromiso de mejorar como personas individualmente en vez de acusar a los demás”.
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