El 9 de junio de 2017 Adam West murió en su casa de Los Ángeles luego de una pelea desigual contra la leucemia. Tenía 88 años, una vida dedicada a la actuación y tres temporadas que lo marcaron para siempre. Entre 1966 y 1968 fue el protagonista de Batman, el superhéroe algo torpe y con toques psicodélicos que cautivó a su generación, lo catapultó al estrellato y le hizo ganar millones. También lo encerró en el mundo de Ciudad Gótica y no lo dejó progresar más allá de sus aventuras. Entre enojos y reconciliaciones con su pasado, terminó entregado a su legado y quedó inmortalizado como el hombre del traje gris más querido por sus fans.
William West Anderson, el más joven de dos hermanos, nació el 19 de noviembre en Wahshington hijo de un agricultor y una cantante de ópera. Se graduó en la Licenciatura en Literatura Inglesa y viajó a Hawái cuando ya supo que lo suyo iba a ir por el lado de la actuación. Condujo un programa de espectáculos y ya en Hollywood filmó un contrato con Warner. Trabajó en las series Los Detectives y debutó en la pantalla grande junto a Paul Newman en La ciudad contra mí. Se hizo habitual en los westerns, género estrella de la época, pero su destino iba a estar lejos de los caballos y los rodeos y cerca de una lisérgica ciencia ficción.
Cuando los directivos de ABC empezaron a cranear su Batman, pensaron en Ty Hardin, convencidos que iban a tener un sí, pero se encontraron un rotundo no. La solución la encontraron en una el protagonista de una publicidad de leche chocolatada que parodiaba las películas de James Bond. Ese actor elegante, de buen porte que soportaba las situaciones más bizarras sin despeinarse ni perder su media sonrisa. Ideal para el héroe que tenían en mente, manteniendo la estructura original pero poniendo el foco en el tono de comedia. Una idea arriesgada en la que nadie confiaba demasiado. Pero promediaban los ‘60 y era el momento y el lugar indicados para dejarse llevar por la locura.
Santo fenómeno, Batman. Fueron 120 capítulos entre 1966 y 1968 que desataron una auténtica locura en todas partes del mundo. Adam fue la cabeza de cartel de un elenco único e irrepetible. Su fiel escudero Robin (Burt Ward) y el ejército de villanos más cerca del ridículo y hasta cierta torpeza que de la maldad. Entre los más recordados, vale destacar al Guasón César Romero y su inolvidable bigote fino, al Pingüino Burguess Meredith, reconocible una década después como Mickey, el entrenador de Rocky Balboa, y una mención aparte para Gatúbela -Julie Newmar-, maléfica, seductora e inteligente, en un estado de tensión y atracción permanente con su némesis.
Las otras estrellas de la tira fueron las onomatopeyas, que en letras catástrofe cubrían la pantalla ante cada uno de los golpes. Bang! Awkkk. Kapow! Ouch. El montaje entre los golpes de puño y dudosas patadas de karate redondeaban las coreografías más cerca de una pieza de arte pop de una encarnizada batalla final entre el bien y el mal.
El fenómeno excedía la pantalla y el producto tenía todo lo que tenía que tener: una estética irresistible, una melodía pegadiza e irreverente -firmada por el trompetista Neal Hefti- y un merchandising explotado hasta el extremo con el Batimóvil en cualquier casa de cualquier parte del mundo. El Dúo Dinámico también hizo de las suyas en los estudios de grabación, realizó presencias a lo largo de los Estados Unidos y recaudó fortunas durante las tres temporadas. Es cierto, mucho más producto de estas actividades que por el salario real, pero, en definitiva, a fin de mes las cuentas las pagaba Batman.
Pero la ola se desinfló demasiado pronto. Para marzo de 1968 el furor se había apagado, el rendimiento del programa había disminuido y era tan costoso de producir que la ABC lo dio de baja. Sus protagonistas no se lamentaron demasiado. Creyeron que el éxito los seguiría acompañando y que podían ser más grandes que sus personajes. Pero la maldición de los superhéroes los alcanzó y ya no los soltó más. Mal que le pese, Adam West siempre iba a ser Batman. Y siguiendo el viejo axioma de las tramas de super acción, al no poder con su enemigo no le quedó otra que unirse a él.
Peleando contra su espejo. En una entrevista con Variety, West fue consultado acerca de qué significó aquel mítico personaje a lo largo de su vida. Su respuesta fue contundente y algo distante: “Dinero”. No es poca cosa, claro está, pero sonó a una palabra en caliente, de la que uno se arrepiente ni bien la pronuncia. Y como aquel que se enoja con lo que más ama, contó también cómo había sido esa historia de desencuentros y reconciliaciones. “Hace unos años llegué a un acuerdo con Batman. Hubo un tiempo en el que Batman realmente me impidió conseguir algunos papeles bastante buenos. Sin embargo, Batman estaba allí, y muy poca gente se arriesgaría a enfrentarse conmigo en su interpretación” continuó y añadió: “Así que decidí que ya que a tanta gente le fascina Batman, yo lo podría amar también. ¿Por qué no? Entonces comencé a reconectarme con Batman. Y vi la comedia. Vi el amor que la gente tenía por él, y simplemente lo acepté”.
En pleno proceso de reconciliación, el héroe de Ciudad Gótica volvió a los primeros planos durante los años ‘90. El inicio lo dio el Batman de Tim Burton, la primera aparición del super héroe en la pantalla grande, que Adam quiso personificar e incluso se rumoreó que podría interpretar al padre de Bruno Díaz. Sin embargo, no ocurrió ni lo uno ni lo otro. En simultáneo, el auge de la televisión por cable devolvió la serie a la frecuencia cotidiana, clave para el traspaso generacional y donde reivindicó su sitial de clásico. Participó en Los Simpsons, Padre de Familia, Johnny Bravo, Futurama, Rugrats y cuanta producción lo aclamara para que hiciera de Batman o bien de Adam West. Que a esa altura era lo mismo.
Si los productores le dieron la espalda para ser Batman en la pantalla grande, Adam West volvió a calzarse el traje en un trip itinerante, que lo llevó a convenciones de fanáticos de los súper héroes por todo el mundo. En ese panorama, llegó a la Argentina en 1997 para participar en la segunda edición de Fantabaires, la Convención de Historietas, Humor Gráfico, Ciencia Ficción y Terror que se realizó en aquella oportunidad en el Centro Cultural Borges. Su sola presencia duplicó el público de la anterior y generó un caos de organización, con corridas y tumultos que bien podrían pasar por secuencias propias de la serie. West fue tratado como una auténtica celebridad, que excedió el perfil subterráneo que tenía la muestra. Pasó por los programas de televisión de Antonio Gasalla y Roberto Pettinato y de Radio de Juan Di Natale, dio una charla a sala llena y se bañó del amor de los fanáticos, muchos de los cuales todavía no habían nacido cuando su Batman hizo historia.
Adam mantuvo en alto el legado del héroe de Ciudad Gótica hasta que su corazón se apagó hace cinco años. Su recuerdo permanece inalterable en las retinas de los fanáticos y lo que ocurrió en marzo de 2018, durante la 90.ª edición de los Premios Oscars, vale para demostrarlo. Eddie Vedder interpretaba en vivo el tema de Tom Petty “Room at the Top” como banda sonora del In Memoriam, el habitual homenaje de la Academia para los fallecidos. Sin embargo, el nombre de Adam se les perdió de la lista. Las redes sociales, atentas, no dejaron pasar el desliz, lo notaron de inmediato e hicieron justicia por mano propia.
El dato sirve para entender donde estaba el público del actor, ese que cosechó aplausos, recibió suspiros e inspiró parodias desde los inmortales ‘60, cuando entre diálogos desopilantes y metáforas inolvidables dejó para siempre su sello en la industria del espectáculo y la cultura pop. Y que un día como hoy hace cinco años fue despedido con honores por sus fanáticos de todas partes del mundo. Entre ellos, sus viejos compañeros Robin y Gatúbela y los Batman modernos Val Kilmer y Ben Aflfleck. “Desde mi punto de vista, sólo había un Batman real y siempre será Adam West. Él era el Caballero Oscuro de verdad”, sentenció Ward. “Era brillante e ingenioso, era divertido trabajar con él. Lo echaré de menos físicamente en el mundo y siempre lo sentiré en el mundo de la imaginación y la creatividad. Significaba mucho para la gente”, apuntó Newmar. Y en ellos dos, su fiel escudero y su idescifrable enemiga, hablaron millones alrededor del mundo.
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