Raúl Lecouna, productor de grandes éxitos de la televisión argentina, murió este sábado a los 80 años. En más de 30 años de una admirable trayectoria en la industria audiovisual, dejó su sello en algunas de las telenovelas más recordadas de los ‘80 y ‘90, con títulos como Amo y Señor, Amándote, Celeste, Antonella, Celeste siempre Celeste, Perla Negra y Muñeca Brava. En diálogo con Teleshow, su hijo Nacho, quien se dedica también al mundo de la dirección y producción de contenidos, confirmó la triste noticia.
“Mi viejo fue un grande, gracias de corazón a todos por las condolencias”, expresó Nacho Lecouna a este medio. Raúl estuvo casado con Celina Amadeo, con quien fue padre de sus tres hijos, que siguieron sus pasos y manifestaron su vocación artística desde su juventud. Nacho y Delfina se dedicaron a la producción, mientras que Agustina brilla con su talento en distintas producciones como actriz. Familia de artistas, también era tío del actor y cantante Benjamín Amadeo. Su muerte caló hondo en el ambiente artístico y al conocer la noticia muchos famosos manifestaron su más sentido pésame a través de las redes sociales.
Marcelo Tinelli fue uno de los primeros que se hizo eco de la noticia: “La vida misma. Uno mirando la final de la Champions y acaba de fallecer mi amigo y un maestro de la tele, Raúl Lecouna. Lo amaba. Cuervo de alma. Hizo las mejores telenovelas argentinas . Mi enorme amor a sus hijos Nachito y Agustina, y a su exmujer Celina”, escribió el creador de ShowMatch junto al emoji de un corazón roto y la palabra “DOLOR” en mayúsculas.
“Hice 44 novelas y 3200 horas de televisión”, aseguró Lecouna en una profunda entrevista con Oscar González Oro en junio de 2020 por Radio Rivadavia AM 630. ”Antes se ensayaban las novelas y cuando llegabas al estudio sabías cómo iba a ser; ahora se para en pleno error y se edita, se perdió la interpretación”, analizaba al comparar las filmaciones de ficciones tres décadas atrás en contraposición a la actualidad. Sus inicios se remontan a sus tiempos como asistente de dirección, la primera profesión que aprendió. Se especializaba en los programas musicales en los ‘60 junto a Pancho Guerrero, tales como Tropicana Club.
Diez años después fue gerente de deportes en Canal 13, y más adelante se convirtió en el gerente de programación hasta el 1982. Ese año resultó crucial porque se quedó sin trabajo y reinventó su carrera en base a la experiencia acumulada. “La primera telenovela que hice fue Amo y Señor, y los primeros capítulos los escribió Hugo Moser. Me puse a ver la televisión y pensé quién es la figura más importante hoy: Arnaldo André”, relató en la charla que mantuvo con González Oro.
Con espíritu emprendedor y desparpajo, contó que viajó a Mar del Plata, donde André estaba haciendo teatro, para encararlo personalmente. “Le dije que quería hacer una novela que lo tuviera de protagonista y me pidió una sinopsis; yo todavía no tenía nada hecho así que le pedí a Hugo (Moser) que me resumiera la idea en dos hojas con su pluma”, recordó. Su relato se remonta a 1983, con el comienzo de la democracia de Raúl Alfonsín y un programa en televisión que todos definían como imbatible.
“Juan Carlos Pérez Loizeau conducía Realidad 81, y me ofrecieron competir con ese programa en Canal 9. Yo decía: ‘¡Están locos! ¡Me mandan al muere! Yo había tenido que hipotecar mi casa para hacer esa novela”, reconoció sobre el sacrificio que implicó ponerse al frente de una superproducción por primera vez. La famosa novela protagonizada por André y Luisa Kuliok finalmente fue un éxito y forjó una sólida presentación al mundo para el resto de su carrera. Incluso se le presentó la posibilidad de vender los derechos y abrirse camino al mercado internacional.
Sobre el método para que las ideas nunca dejaran de surgir, confesó que un elemento indispensable fue el hecho de diseñar los personajes a medida para cada actor. Un mecanismo que sostuvo a lo largo de todas sus creaciones, tanto con aquella carismática Perla bajo la interpretación de Andrea del Boca en 1994, como a la divertida Milagros Espósito en la piel de Natalia Oreiro en Muñeca Brava en 1998. “Siempre fui muy romántico, y me imaginaba a los protagonistas primero; después pensaba a quién tengo que contratar, y así iba escribiendo en función de la trama”, resumía quien sin dudas se convirtió en una leyenda de las telenovelas argentinas.
Aunque acumuló más de cuarenta títulos en la pantalla chica, en la última entrevista radial que brindó en plena pandemia destacó su verdadera obra más preciada: “Mi familia, que gracias a Celina se mantiene muy unida; ellos son lo mejor de todo lo que hice”.
SEGUIR LEYENDO: