Nazareno Nano Antón pertenece al selecto grupo de la factoría de Cris Morena. Bajo su ala, estuvo en Chiquitas en 2006 dándole vida a Santiago, un nene extrovertido que quedó en la memoria de los seguidores de la ficción por esa ternura que traspasaba la pantalla. Luego se puso en la piel de Monito en Casi Ángeles. Y acá también dejó su huella. Tras Consentidos pegó el salto a otro estilo de series, destinadas a un público adultos, cuando lo convocaron para Cuando me sonreís. La novela que protagonizaron Facundo Arana y Julieta Díaz salió a la luz en 2011; ese sería el último trabajo de Antón en la pantalla chica.
Al igual que lo que sucedió con su hermana, Guada Antón, también figura de los elencos de Cris Morena, Nano tenía el camino allanado para seguir en la televisión: los ofrecimientos de nuevos papeles se multiplicaban. Pero en su cabeza, ya entrando en la adolescencia, estaba la idea de vivir esa etapa el resto de sus compañeros de colegio: sin ser ese chico al que todos miraban con asombro y sorpresa.
Hoy, más de 15 años después de haber aparecido por primera vez en la tele, está alejado del medio. Pero no tanto: le gusta decir que de alguna manera sigue ligado al público que lo seguía en Chiquititas y Casi Ángeles, ya que muchos de esos jóvenes -ayer, niños y adolescentes- que lo veían en la tevé abierta se trasladaron al streaming y las redes sociales, allí donde Nano continúa su recorrido.
—¿Qué recuerdos tenés de tus años como actor?
—Los mejores, muy lindos, más allá de que pasó mucho tiempo y era muy chiquito. Estuve desde los siete hasta los nueve años. Aprendí muchísimo, con muy buena relación con todos. También es cierto que era muy chico entonces todos trataban de ayudarte. La experiencia fue muy linda. Además, trabajé con mi hermana: eso le suma otro condimento muy lindo.
—¿Seguís en contacto con los actores de tu camada?
—Si, con gran parte. No sé si el vínculo es de amistad, pero me llevo muy bien con algunos de ellos: Nico (Vázquez), Yeyo (Stefano de Gregorio), Gastón (Dalmau). No es que hablamos todos los días pero hay una buena relación por los lindos momentos que vivimos de chicos.
—Un día desapareciste de la pantalla chica. ¿Fue por decisión propia o sucedió algo puntual?
—Fue por decisión propia. Después de Casi Ángeles y Consentidos vino Cuando me sonreís, una novela más para grandes. Para ese entonces ya tenía 13 años y no tenía más ganas. Quería vivir una adolescencia más normal, ser parte de cuestiones simples, como ir a los cumpleaños de mis amigos, juntarme con ellos, estar en el colegio como una persona normal… Por todo eso decidí alejarme. De hecho, cuando estaba terminando la novela me llamaron para hacer otras cosas pero las rechacé porque ya había decidido dar un paso al costado.
—¿Te gustaría retomar la actuación ahora que ya pasó un tiempo o es un ciclo cumplido?
—Debo confesar que en la cuarentena me picó el bichito de nuevo, de intentarlo de nuevo. Lo que también tengo claro es que ese intento no sería en cosas que no me interesan: volver por el solo hecho de volver, no. De esa manera, no. Me gustaría que fuera en una serie en que me llamara la atención el personaje. No me importa si es un personaje bueno, malo o lo que sea, pero sí que me divierta, que me entretenga, que no sea una carga. Que el guion tenga una buena trama.
—Hablaste de ir al colegio y ser uno más. ¿Cómo era etapa entre la escuela y las grabaciones?
—No me trajo problemas ni nada por el estilo. Con el estudio me adaptaba y manejaba bien los tiempos. Como empecé el primario cuando ya estaba actuando, no me costó.
—Muchos de los chicos que estuvieron en Cebollitas denunciaron maltratos. ¿Viviste o viste algo de eso en tus proyectos?
—No, cero. No vi nada, y tanto mi hermana como yo nos sentimos súper cómodos. Éramos muy felices y disfrutábamos el día a día. Obvio que no dejaba ser de ser un trabajo y había que cumplir con ciertos horarios: no podías caer sin saberte la letra, cosas así. Pero cero maltrato. Disfrutamos mucho de esa etapa.
—En un momento empezaste a dedicarte a la música…
—Sí, eso sigue en pie. En mi objetivo; mi sueño, si se quiere. Pero estoy en el camino de buscarme a mí mismo, saber bien qué es lo que quiero hacer. Me ha pasado que he sacado temas y que a las dos semanas no me gustaban como sonaban, ya sea por no encontrar mi ritmo, mi forma de expresarme o el género que quiero tocar. Entonces, con todo eso, estoy como en un stand by hasta encontrarme a mí mismo. Sigo haciendo música, nunca lo dejé, pero son maquetas que me quedan a mí para escuchar, que me sirven para seguir aprendiendo.
—Le estás poniendo mucha energía a las redes sociales también, subiendo mucho material.
—Sí. Hoy en día, las redes sociales son mi trabajo. Laburo en redes, ya sea en Instagram, Tik Tok, YouTube, Twitch…
—Se te ve con tu hermana también: se complementan ahí.
—No sé si es tan así. Es verdad que hacemos algunas cosas juntos, pero no todo. De hecho, en YouTube tendré unos 60 videos y mi hermana estará en 10. Aparece esporádicamente: amo que aparezca, pero no es siempre. También porque tenemos distintas formas de grabar. Incluso, ella no se quiere dedicar a esto. Los tiempos de los dos son muy distintos y yo no puedo depender de otra persona para generar laburo.
—¿Tu vida como sigue ahora?
—Estoy estudiando Marketing, me queda un año de carrera. Ahora estoy empezando un proyecto nuevo, me estoy yendo a Europa esta semana, en principio por tres meses, para crear contenido distinto para YouTube, streaming y Tik Tok. La idea es que no sea lo normal, lo que sube toda la gente, los lugares típicos, sino el viaje de una persona joven que no muestra las cosas normales. Para saber qué hacer si te vas a Europa con 23, 24 años. La idea es mostrar cómo son las fiestas y qué hacen los jóvenes allá. Quiero ver todo eso: lo busqué y no lo encontré, por eso lo quiero hacer yo.
—Tenés una foto con Lionel Messi en tu Instagram de cuando eras chiquito. ¿Cómo fue ese encuentro?
—Es la mejor foto de mi vida. Fue en 2010 y se dio porque mi viejo es abogado y Messi tenía que ir a darse unas vacunas para ir a (el Mundial de) Sudáfrica. Mi viejo tenía que ir a chequear que salga todo bien, y me llevó. Tengo una camiseta firmada por todos los jugadores. Fotos me saqué poquitas, pero Messi estuvo ahí y me pareció el más humilde de tods. Fue el que mejor me cayó. Para mí es el más grande del mundo.
—Seguís teniendo fama como en la de tu época de actor, pese a no estar en pantalla. ¿Cómo lo vivís?
—Siento que lo de no estar en pantalla no es así. Es verdad que no estoy en televisión, pero sigo estando en pantalla en otras redes, en pantallas que son más virales que la televisión misma. Dicho esto, lo llevo bien. Estoy acostumbrado desde chico a que me pidan fotos y me encanta. Estoy en una pantalla en la que está la gente que tal vez miraba Casi Ángeles, así que siento que con ese público sigo en contacto más allá de no estar en los medios tradicionales. Es más: creo que estoy trabajando mucho más ahora que antes, cuando estaba en televisión.
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